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DIVIDIDO POR EL EVANGELIOUn sermón escrito por Dr. R. L. Hymers, Jr., Pastor Emérito y predicado por Jack Ngann, Pastor en el Tabernáculo Bautista Chino La Mañana del Día del Señor, 7 de Septiembre, 2025 “Y los enemigos del hombre serán los de su casa” (Mateo 10:36; p. 969 Scofield). |
Dr. J. Vernon McGee dijo acerca de este versículo,
De hecho, la predicación del evangelio ha dividido a familias. También ha separado a hermanos. Hay unidad entre los creyentes, pero esa misma unidad genera división en el mundo no salvo. (Dr. J. Vernon McGee, Thru the Bible, [A Través de la Biblia] Thomas Nelson Publishers, 1983, volumen IV, p. 61).
A menudo, a los nuevos Cristianos les sorprende que sus propios familiares se opongan. Quienes provienen de un hogar Budista o Católico romano suelen descubrir que sus familiares empiezan a decir cosas desagradables cuando se involucran en la vida de una iglesia Bautista. Incluso quienes tienen un trasfondo Cristiano nominal a veces descubren que esto también les sucede. Sus padres y otros familiares pueden decir, “Te estás involucrando demasiado.” Incluso pueden decir. “Te estás volviendo fanático” o “Te están lavando el cerebro.” ¿Qué se supone que deben hacer los nuevos Cristianos cuando escuchan tales cosas de sus padres o familiares?
Hace cincuenta años, mi propio padre me dijo cosas así. Luego me aseguró que jamás volvería a pisar una iglesia Bautista mientras viviera. Aun así, seguí amándolo, y agradezco que no cumpliera esa terrible promesa. Casi al final de su vida, me acompañó varias veces a la iglesia, e incluso rezó la “oración del pecador” con un amigo predicador. Me alegra haber podido contárselo cuando oficié su funeral unos meses después.
Quería que mi padre, que no era creyente, conociera a Cristo y fuera feliz en la iglesia conmigo. Gracias a Dios, pasamos varios momentos felices juntos en la iglesia antes de que falleciera.
Quizás haya algunos jóvenes Cristianos aquí hoy, o algunos que estén considerando convertirse al Cristianismo, que se enfrentan a la desaprobación de sus padres. Entiendo perfectamente por lo que están pasando porque lo experimenté yo mismo. Jesús dijo,
“Y los enemigos del hombre serán los de su casa”
(Mateo 10:36).
Dr. John R. Rice dijo una vez, respecto a este versículo,
Un Cristiano no siempre necesita esperar paz exterior mientras sirve al Señor. “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33). Este mundo odia a Jesucristo. Él todavía es “Despreciado y desechado entre los hombres” (Isaías 53:3). La oposición y la persecución que enfrentaron los Cristianos del Nuevo Testamento siguen siendo normales. Los Cristianos nominales no sufrirán persecución, pero los Cristianos llenos del Espíritu, que ganan almas y se oponen abiertamente al pecado e imploran con insistencia a los pecadores por su salvación, siempre serán llamados fanáticos, alborotadores y radicales. El mundo no ha cambiado esencialmente. El Señor Jesús aún exige que lo pongamos por delante de nuestro padre, madre, hijo o hija, o incluso de la vida misma. (Dr. John R. Rice, The Gospel of Matthew, [El Evangelio de Mateo] Sword of the Lord Publishers, 1980, página 161).
Jesús dijo,
“Y los enemigos del hombre serán los de su casa”
(Mateo 10:36).
Pensemos esta mañana en dos maneras en que este versículo se aplica a nosotros.
I. Primer, quienes se criaron en la iglesia a menudo experimentan una forma indirecta de este conflicto.
Las personas perdidas tienden a ver a los Cristianos y pensar que deberían ser perfectos. Uno de los obstáculos para que los hijos de la segunda generación de la iglesia se conviertan es ver que sus padres no son perfectos. Viven con ellos. Los ven a diario. Los ven cuando están de mal humor o no se sienten bien. Ven a sus padres cantando himnos en la iglesia – y luego los ven discutiendo en casa. Hay un conflicto en sus mentes. El diablo viene y les dice, “Mira, no son perfectos. ¿Por qué deberías escuchar lo que dicen sobre la conversión?”
Todo joven de iglesia que experimenta la conversión debe pasar por esta tentación. ¿Y si tu padre fuera Pedro? Sabrías que negó a Cristo y huyó la noche que lo arrestaron. También sabrías que se equivocó al dejar de comer con los Cristianos gentiles en Antioquía, y Pablo
“le resistí cara a cara, porque era de condenar”
(Gálatas 2:11; p. 1200).
Si fueras hijo de Pedro, te enfrentarías a la realidad de que él no era perfecto.
¿Y si el apóstol Pablo fuera tu padre? Pablo dijo,
“Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor” (I Corintios 2:3; p. 1170).
Dr. J. Vernon McGee dijo de ese verso,
Pablo abre su corazón y nos deja ver sus pensamientos más íntimos. Deja muy claro que mientras estaba con ellos se sentía profundamente perturbado. Estaba «en debilidad, con temor y mucho temblor». No es de extrañar que dijera que Dios había elegido lo débil de este mundo. Pablo no tenía un concepto exaltado de sí mismo... Obviamente, nunca se consideró grande (ibid., volumen V, p. 13).
Así que, si Pablo fuera tu padre, lo habrías visto “en debilidad, y con temor y mucho temblor.”
Es obvio, a juzgar por los ejemplos de Pedro y Pablo, que los Cristianos aún somos imperfectos. Si has visto a tus padres ser tan inconsistentes como Pedro, o tan débiles y temerosos como Pablo, no dejes que eso te impida buscar a Cristo. Pablo dijo,
“Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor; y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios”
(I Corintios 2:3-5).
Si buscas defectos y debilidades en tus padres Cristianos, sin duda los encontrarás. Pero permíteme razonar contigo. ¿Cómo te exime eso de tu necesidad de la salvación en Cristo?
En lugar de examinar a tus padres Cristianos, deberías examinarte a ti mismo. Eso es exactamente lo que la Biblia dice que debes hacer:
“Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe…”
(II Corintios 13:5; p. 1197).
Eso es lo que le pasaba a Ron Reagan. Estaba tan ocupado examinando a su padre que nunca se molestó en examinarse a sí mismo. ¡No cometas ese error!
Ya ves, el hijo menor de Reagan, Ron, se opuso a su padre.
“y los enemigos del hombre serán los de su casa” (Mateo 10:36).
Así es como funciona – ¡tú te conviertes en aquel de quien habla Jesús! Tú te conviertes en el enemigo de tus padres Cristianos. El “hombre,” en el texto, es tu padre Cristiano. ¡El “enemigo” en su propia casa eres tú! ¡Esa es una posición bastante horrible para ti – el enemigo de tus padres Cristianos!
“Y los enemigos del hombre serán los de su casa”
(Mateo 10:36).
¡Qué pensamiento tan horrible! ¡Que seas enemigo de tus padres Cristianos! ¡Arrepiéntete y ven a Cristo o no habrá esperanza para ti! Estás en una posición temerosa ante Dios si, en tu corazón, eres enemigo de tus padres Cristianos.
II. Segundo, los criados por padres no-Cristianos a menudo experimentan una forma directa de este conflicto.
Quienes se crían en la iglesia a menudo se convierten en enemigos de sus propios padres Cristianos. Pero quienes se crían fuera de la iglesia local a menudo descubren que sus padres y otros familiares son sus enemigos. Jesús dio una advertencia en Lucas 21:16-17. Leamos estos dos versículos en voz alta.
“Mas seréis entregados aun por vuestros padres, y hermanos, y parientes, y amigos; y matarán a algunos de vosotros; y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre” (Lucas 21:16-17; p. 1063).
Puedes sentarte.
“A algunos de vosotros los harán morir.” Cristo limita la pena de muerte a “algunos de vosotros.” Pero no puso ninguna restricción en la primera mitad del versículo, “Seréis entregados tanto por vuestros padres, como por vuestros hermanos, como por vuestros parientes, como por vuestros amigos.” Ninguna restricción en ese caso. ¿Por qué? Porque ese es el destino común de todos los que salen del mundo para unirse a Jesucristo. Cristo lo deja muy claro en el siguiente versículo:
“y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre”
(Lucas 21:17).
¿Por qué los padres no-Cristianos, ya sean Católicos, Budistas, Musulmanes o secularistas, son tan crueles con sus hijos cuando quieren convertirse al Cristianismo? Jesús dio dos respuestas a esta pregunta en Juan 15:18-21. Por favor, pónganse de pie mientras leemos estos cuatro versículos en voz alta.
“Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece. Acordaos de la palabra que yo os he: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra. Mas todo esto os harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado” (Juan 15:18-21; p. 1093).
Puedes sentarte.
Hay dos razones principales por las que los no-Cristianos, en general, suelen actuar con tanta crueldad hacia los Cristianos. La primera se encuentra en el versículo 19,
“Yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece” (Juan 15:19).
Y la segunda razón está en el versículo 21,
“Mas todo esto os harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado” (Juan 15:21).
Dr. McGee dijo,
Quienes persiguen tienen dos problemas, no conocen al Padre y no quieren que sus pecados sean revelados. Jesucristo encendió la luz del cielo sobre las almas de los hombres. Cada vez que uno enciende la luz, comienzan a suceder cosas. Las ratas, las serpientes, los insectos y las lagartijas odian la luz y corren a esconderse. Por cierto, también odiarán a quien encienda la luz. Jesús dice, “Me odiaron sin causa.” No hay motivo para odiar a Jesús. La causa está en los corazones pecadores de los hombres…El mundo te odiará si eres hijo de Dios. Esto es difícil, especialmente para los jóvenes que tanto anhelan ser populares. Digamos a nuestros jóvenes lo que dice el Señor: no serán populares en el mundo si son hijos de Dios (McGee, ibid., volumen IV, p. 470).
De pie, cantemos el número cuatro del cancionero, “Jesús, Yo He Tomado Mi Cruz.” Este era el himno favorito del Dr. John R. Rice. Cántenlo con fuerza.
Jesús, Yo he tomado mi cruz, para dejarlo todo y Seguirte.
Desposeído, despreciado, Abandonado, de aquí serás mi todo.
Que perezca toda ambición, Todo lo que he buscado, esperado y conocido;
¡Sin embargo, qué rica es mi condición! ¡Dios y el cielo siguen siendo míos!
(“Jesus, I My Cross Have Taken” [“Jesús, Yo He Tomado Mi Cruz”] por Henry F. Lyte, 1793-1847).