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EL CASI CRISTIANO – ADAPTADO DE UN SERMÓN DEL REVERENDO GEORGE WHITEFIELD, M.A.

Un sermón escrito por Dr. R. L. Hymers, Jr., Pastor Emérito
y dado por Jack Ngann, Pastor
en el Tabernáculo Bautista de Los Angeles
La Mañana del Día del Señor, 22 de Junio, 2024

“Por poco me persuades a ser Cristiano” (Los Hechos 26:28; p. 1141 Scofield).


La mayor parte de la predicación actual es muy débil en comparación con la del siglo dieciocho. Con cientos de hombres formados en institutos-Bíblicos y seminarios, encontramos muy pocos que se atrevan a romper con el rebaño y predicar a los pecadores perdidos los Domingos – en lugar de ofrecer estudios Bíblicos insípidos, versículo-por-versículo, dirigidos a los llamados “Cristianos.”

Yo me atrevo a decir que la mayoría de nuestros predicadores incluso han olvidado cómo preparar un sermón evangelístico dirigido a los pecadores. ¡O quizás nunca aprendieron a hacerlo! Yo sé que la generación más joven que yo tiene poca idea de cómo predicar uno. ¿Cómo se predica realmente un sermón evangelístico? ¡Muchos no tienen ni idea! La mayoría de los sermones actuales suenan parecido. “Enseñan,” – pero pocos saben “predicar.”

Y el bajo nivel de predicación en nuestros días está vaciando las iglesias. Ni una de cada diez iglesias tiene un servicio por la noche hoy en día. En 1958, todas las iglesias Bautistas (Bautistas del Norte, Bautistas del Sur, Bautistas Regulares, Bautistas Independientes) tenían un servicio por la noche. Lo sé porque yo lo vi personalmente. ¡Yo estuve allí! Todas las iglesias Bautistas tenían servicios dominicales por la noche en 1958. ¿Qué pasó? ¡No puede ser que la televisión los haya alejado! En 1958 estábamos justo en medio de la “Era de Oro de la Televisión,” como se la llama ahora. Pero hoy, con 150 o más canales para elegir, la televisión se ha convertido en un verdadera tierra sin vida, como dijo Newton Minow. No, la razón por la que la gente ya no viene los Domingos por la noche no es porque haya algo interesante en la televisión. ¡La razón es que los pastores ya no predican con la suficiente fuerza como para atraer a una multitud!

¡Qué diferente fue con el gran predicador George Whitefield (1714-1770)! Cuando se anunció que hablaría, en pocas horas miles de personas se congregaban, a menudo de pie bajo la nieve a las 5:00 de la mañana, para escucharlo. Eso sí, nunca hubo coro, ni retroproyector, ni siquiera micrófono, ¡y mucho menos sillas! Aun así, invariablemente venían, decenas de miles, para escuchar a este hombre, George Whitefield, pronunciar un sermón apasionado.

El Dr. J. C. Ryle explicó una de las razones de la popularidad de su predicación: “Whitefield predicó un evangelio singularmente puro. Pocos hombres dieron a sus oyentes tanto trigo y tan poca paja. No subía al púlpito para hablar de [otras cosas]. Constantemente te hablaba de tus pecados, de tu corazón y de Jesucristo... “¡Oh, la justicia de Jesucristo!” decía con frecuencia” (J. C. Ryle, “The New Birth,” [“El Nuevo Nacimiento”]). ¿Quién predica así hoy en día? ¡Con razón nuestras las iglesias cierran los Domingos por la noche!

Aquí les presento una versión abreviada y editada del sermón de George Whitefield, “El casi Cristiano,” que les presento como un ejemplo de verdadera predicación evangelística. Pero si lo presentan en su iglesia, no deben simplemente leerlo. Debe tener pasión, ¡como la que tenía Whitefield cuando predicaba!

“Por poco me persuades a ser Cristiano” (Los Hechos 26:28).

El apóstol Pablo sabía que Cristo dijo que sus seguidores serían “seréis llevados ante reyes y ante gobernadores por causa de mi nombre” (Lucas 21:12). Estos gobernantes nunca habrían escuchado el Evangelio si los Apóstoles no hubieran sido arrestados y llevados ante ellos, dándoles la oportunidad de predicarles acerca de Jesús y su resurrección.

Cuando Pablo fue llamado a defenderse ante Festo, un gobernador gentil, y el rey Agripa, aprovechó la oportunidad para defenderse y también para predicarles el Evangelio. Y lo hizo con tal poder que Festo exclamó “Pablo; las muchas letras te vuelven loco” (Los Hechos 26:24). El valiente apóstol respondió, “No estoy loco, excelentísimo Festo, sino que hablo palabras de verdad y de cordura (Los Hechos 26:25).

Viendo que el rey Agripa estaba más interesado en su sermón que Festo, Pablo le habló directamente a él: “El rey sabe estas cosas, [Que el Cristo había de padecer, y ser el primero de la resurrección de los muertos, Los Hechos 26:23]…Porque no pienso que ignora nada de esto; pues no se ha hecho esto en algún rincón” (Los Hechos 26:26). Entonces Pablo habló fuertemente al rey Agripa, diciendo, “¿Crees, oh rey Agripa, a los profetas? Yo sé que crees” (Los Hechos 26:27). Cuando Pablo dijo eso, las emociones del rey se conmovieron tanto que exclamó, “Pablo: Por poco me persuades a ser Cristiano” (Los Hechos 26:28).

Incluso hoy, cuando el Evangelio se predica con celo y poder, algunos, como Festo, son demasiado orgullosos y descuidados para recibirlo. Piensan que el predicador está “loco.” Otros, como el rey Agripa, están casi convencidos de convertirse al cristianismo. Dicen en su corazón,

“Por poco me persuades a ser Cristiano” (Los Hechos 26:28).

Es a ustedes, que están casi convencidos de convertirse en cristianos, a quienes me dirijo esta noche. Yo creo que es sumamente necesario advertirles del peligro de ser “casi” Cristianos. Por lo tanto, a partir de las palabras del texto, les mostraré tres cosas.

I. Primero, ¿qué se entiende por casi Cristiano?

Un casi Cristiano es una persona que duda entre dos opiniones; que oscila entre Cristo y el mundo. El apóstol Santiago lo describe como,


“El hombre de doble ánimo” (Santiago 1:8; p. 1262).

El casi Cristiano es una persona que depende de las observancias religiosas externas. Se dice a sí mismo: “Leo la Biblia. Voy a la iglesia. ¿No es suficiente?” Se cree justo. Se cree mejor que otras personas que conoce. Pero, al mismo tiempo, es realmente ajeno a la religión interior del corazón. Tiene “que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella” (II Timoteo 3:5). Él continúa asistiendo a la iglesia mes tras mes, pero nunca se convierte, sino que sólo empeora con el paso de los meses y los años.

El casi Cristiano depende de ser “bueno” y se contenta con pensar que no ha hecho daño a nadie. Sin embargo, olvida que Cristo dijo, “Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de diente” (Mateo 25:30). Él olvida que la higuera estéril fue maldecida y secada desde las raíces, no por dar mal fruto, sino por no dar fruto alguno.

Un casi Cristiano es honesto y estricto consigo mismo; pero tanto su honestidad como su rigor provienen del amor propio. Es cierto que no peca exteriormente, pero no lo hace por obediencia a las leyes de Dios, sino porque su temperamento no tolera los pecados excesivos, o porque no quiere perder su reputación ni incapacitarse para su profesión. Es cierto que no es un borracho, pero tampoco tiene la abnegación Cristiana. Se guía más por el mundo que por la Palabra de Dios. Hace lo que mejor se adapta a sus propios deseos corruptos, sin buscar hacer la voluntad de Dios, sino conformándose únicamente a las exigencias externas de su religión.

Aunque solo les he dado un bosquejo del carácter de un casi cristiano, espero que vean que los describe en algunas de sus características. Y ruego que se unan al Apóstol en las palabras que siguen al texto, y deseo que no solo sean,

casi Cristianos” (Los Hechos 26:29).

II. Segundo, ¿por qué tantos no son más que casi Cristianos?

¿Por qué algunos de ustedes siguen siendo solo Cristianos nominales, Cristianos solo de nombre? ¿Por qué no son más que “casi Cristianos”?

1. Porque tienen una idea errónea de lo que es ser Cristiano. Algunos creen que significa ir a la iglesia. Algunos creen que significa creer ciertas cosas. Unos pocos, muy pocos, saben que es un cambio de naturaleza, una recepción de la vida divina, una unión vital y viva con Jesucristo; me refiero al nuevo nacimiento en Cristo. Sin embargo, dicen con Nicodemo, “Cómo puede hacerse esto?” (Juan 3:9). Y porque no habéis buscado, no os habéis esforzado, por entrar en y tú no as esforzaos a entrar (Lucas 13:24) tú Sigues siendo sólo un cristiano nominal, sólo un casi Cristiano.

2. Otra razón por la que siguen siendo casi Cristianos es que algunos tienen un temor servil y servil al hombre; un temor a alguna persona o personas que los mantiene sujetos, los mantiene esclavos del pecado y los aleja de Cristo. Algunos temen lo que dirían sus padres si comenzaran a esforzarse por entrar en Cristo. Otros temen lo que dirían sus amigos. Algunos incluso pueden temer lo que otros jóvenes inconversos de la iglesia pensarían de ustedes si se lo tomaran en serio. Cristo habló de ustedes cuando dijo, “¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros?” (Juan 5:44). El Apóstol Santiago dijo, “Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios” (Santiago 4:4). No me extraña que seas apenas un Cristiano, ya que amas “más la gloria de los hombres que la gloria de Dios”? (Juan 12:43). Así, muchos que oran y buscan a Cristo nunca lo encuentran, ¡porque no abandonan a sus amigos perdidos y mundanos!

3. Otra razón por la que algunos de ustedes siguen siendo casi Cristianos es porque aman el placer. Son “amadores de los deleites más que de Dio” (II Timoteo 3:4). Pero Cristo dijo, “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame” (Lucas 9:23). Al oír eso, algunos se van tristes, porque aman demasiado los placeres sensuales. Hay quienes creen que pueden ir al Cielo sin luchar contra sus inclinaciones carnales. Y esta es otra razón por la que tantos son solo casi Cristianos, y no del todo.

4. La última razón que daré, para que muchos queden casi Cristianos, es un temperamento inestable y cambiante.

Lloramos y nos lamentamos por la cantidad de conversos prometedores que parecen salvos, pero que después de un tiempo se alejan y terminan en la carne, desprovistos de Cristo. Tiemblo al repetirles esa terrible amenaza, “Mas el justo vivirá por fe; Y si retrocediere, no agradará a mi alma” (Hebreos 10:38), y otra vez, Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento…(Hebreos 6:4-6). Por un temperamento inestable y cambiante, parecen comenzar bien, pero retroceden hacia la condenación eterna.

III. Tercero, la locura, la absoluta insanidad de no ser más que un casi Cristiano.

1. La primera prueba que doy es que no se puede recibir la salvación de esta manera. Estas personas son casi Cristianas; pero casi alcanzar la meta es, en realidad, fallar. ¿Qué dirá tu familia cristiana cuando mueras? “¡Casi se salvó!”

“Casi” no sirve de nada;
     “Casi” es solo fracasar.
Triste, triste, ese amargo lamento,
     “Casi” – pero perdido.
(“Almost Persuaded” [“Casi Persuadido”] de Philip P. Bliss, 1838-1876).

2. La segunda prueba de la insensatez de ser casi Cristiano es el daño que causa a los demás. Un casi Cristiano es una de las criaturas más dañinas del mundo. Es un lobo con piel de oveja. Es un falso profeta. Los casi Cristianos “no entran en el reino de Dios por sí mismos; y a los que entran, les impiden.” Estos son los mayores enemigos de Cristo que los ateos, los Musulmanes o incluso los Mormones. Porque casi todo el mundo conoce a un Musulmán, un Mormón o un ateo; pero un casi Cristiano, mediante una sutil hipocresía, atrae tras sí a muchos que jamás habrían seguido a un musulmán, mormón o ateo. Por lo tanto, el casi Cristiano debe esperar recibir una condenación mayor, un castigo peor en el infierno que un Musulmán, un Mormón o un ateo - porque el casi Cristiano hace mucho más por destruir la obra de Dios que cualquier sectario o ateo. Por lo tanto, el abismo más profundo del infierno está reservado para el casi Cristiano.

3. La tercera prueba de la locura de permanecer casi cristiano es que es la mayor forma de ingratitud hacia nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

Jesús bajó del Cielo para salvarnos. Él fue humillado, escarnecido, sudó Él sangre en la agonía de Getsemaní, fue arrestado, burlado, golpeado casi hasta la muerte y clavado en una cruz, muriendo en nuestro lugar. Él derramó su preciosa Sangre para purificarnos. ¿Cómo puedes decir que lo amas si tu corazón no está completamente con él? ¿Cómo puedes reconocer que sufrió para salvarte de la miseria y el castigo eternos y no entregarte completamente a él?

Entrega a Jesús todo tu corazón. Deja de dudar entre dos opiniones. ¿Por qué seguir alejándote de Cristo? ¿Por qué estar tan enamorado de la esclavitud del pecado que no te apartas del mundo, la carne y el Diablo, que, como cadenas espirituales, atan tu alma, la sujetan y le impiden huir hacia Cristo? ¿De qué tienes miedo? ¿Por qué no te entregas completamente a Cristo? ¿Crees que ser solo medio cristiano te hará feliz? ¿Crees que entregarte completamente a Cristo te hará miserable?

Es un gran engaño pensar que vacilar entre Cristo y el mundo puede satisfacerte. No – esa vacilación solo te impide experimentar el gran consuelo que Cristo ofrece. Solo cuando entregas tu corazón por completo a Cristo puedes tener paz con Dios.

Para terminar, yo los exhorto a dejar de ser casi Cristianos. Huyan de la ira y el juicio de Dios. Cueste lo que cueste, acudan a Cristo. Luego, esfuércense por entregarse cada vez más a Él. Oren siempre, preparándose para una visión más plena y un mayor gozo en Él, en cuya presencia hay plenitud de gozo y a cuya diestra hay deleites para siempre. ¡Amén!

Este sermón, “The Almost Christian,” [“El Casi Cristiano”], fue predicado por George Whitefield durante el Primer Gran Despertar (1730-1760). Yo lo he editado y simplificado para que sea más fácil de entender para las mentes menos cultas de los hombres modernos. Espero que lo vuelvas a leer y reflexiones profundamente. Espero que dejes de ser un “casi Cristiano.” Que Dios mismo te haga “sino también” un verdadero Cristiano (Los Hechos 26:29), que algún día no se diga de ti,

“Casi persuadido,” ¡la cosecha ha terminado!
     “Casi persuadido,” ¡la fatalidad llega al fin!
“Casi” no sirve de nada;
     “Casi” es solo fracasar.
Triste, triste, ese amargo lamento,
     “Casi” – pero perdido.
(“Almost Persuaded” [“Casi Persuadido”] de Philip P. Bliss, 1838-1876).