Print Sermon

El propósito de este sitio de Internet es proporcionar manuscritos de sermones gratuitos y videos de sermones a pastores y misioneros en todo el mundo, especialmente en el Tercer Mundo, donde hay pocos, si es que hay, seminarios teológicos o escuelas Bíblicas.

Estos manuscritos de sermones y videos ahora van a casi 1,500,000 computadoras en más de 221 países todos los meses en www.sermonsfortheworld.com. Otros cientos miran los videos en YouTube, pero rápidamente dejan YouTube y vienen a nuestro sitio de Internet. Los manuscritos de sermones se dan en 46 idiomas a casi 120,000 computadoras cada mes. Los manuscritos de sermones no tienen derecho de autor, así que los predicadores pueden usarlos sin nuestro permiso. Por favor, oprime aquí para aprender cómo puedes hacer una donación mensual para ayudarnos en esta gran obra de predicar el Evangelio a todo el mundo.

Cuando le escribas a Dr. Hymers, siempre dile en qué país vives o él no te podrá contestar. El correo electrónico de Dr. Hymers es rlhymersjr@sbcglobal.net.



VESTIDOS PERO EXPULSADOS

(SERMÓN #33 DEL LIBRO DE GENESIS)

Un sermón escrito por Dr. R. L. Hymers, Jr., Pastor Emerito
y dado por Jack Ngann, Pastor
en el Tabernáculo Bautista de Los Angeles
La Tarde del Día del Señor, 11 de Diciembre de 2022

“Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió. Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre. Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado. Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida” (Genesis 3:21-24; p. 8 Scofield).


Adán había pecado al comer el fruto prohibido del Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal. Así, a Adán y a Eva Dios les pronunció una maldición, y fueron expulsados del Huerto de Edén. A la mente moderna esto le parecerá un duro castigo, porque lo que ellos sienten es solamente un “pequeño” pecado. Pero Jesús dijo,

“Porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará” (Lucas 12:48; p. 1051).

A Adán se le había dado mucho. Se le había dado un paraíso perfecto por hogar. Se le había dado todo alimento necesario de los árboles del Huerto de Edén. Se le había dado el Árbol de la Vida – que, si lo hubiese comido, le hubiera dado vida sin fin en la tierra. Pero él descartó estos grandes beneficios cuando desobedeció a Dios obstinadamente y comió del único árbol que estaba prohibido.

El caso de Adán es así como el de un niño nacido en una familia Cristiana, criado desde la infancia en la protección de una iglesia – que lo tira todo a los cuatro vientos – y se marcha de su familia Cristiana, de su iglesia, y de los medios de la gracia, lejos de la predicación del Evangelio, y de las oraciones de sus padres y de los buenos Cristianos en su familia de la iglesia.

George Barna, tomador de encuestas, dice que el 88% de la juventud evangélica, criada en la iglesia, hace exactamente eso – ochenta y ocho por ciento de ellos se van de su iglesia, como dijo Barna, “para nunca más volver.” Así, estos jovenes “evangélicos” repiten lo que Adán hizo en el Huerto. Ellos hacen lo mismo, y se consiguen grande tragedia, como lo hizo su padre Adán. La semejanza es demasiada para ser ignorada.

“Porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará” (Lucas 12:48).

Con Adán, el “mucho se le demandará” fue su caída de la justicia al pecado, y por ende, la ruina.

Pero Dios en su infinita misericordia todavía le mostró gracia a Adán y a Eva. Y es la gracia de Dios hacia estos pecadores caídos que he tomado como el tema de mi sermón esta tarde. Pese al terrible pecado de Adán,

“Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)”
     (Efesios 2:4-5; p. 1208).

Y es la riqueza de la gracia de Dios que vemos en nuestro texto.

I. Primero, Dios los vistió con piel.

Por favor lea el verso veintiuno en voz alta.

“Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió” (Genesis 3:21; p. 8).

Los delantales que hicieron ellos no eran adecuados. Dios mismo les hizo túnicas de piel. Así ellos aprendieron que su pecado no podía cubrirse sin el derramamiento de sangre. Esta fue la primera vez que aprendieron que,

“La misma sangre hará expiación de la persona”
     (Levitico 17:11; p. 142).

La palabra Hebrea traducida “expiación” en el verso es “kaphar.” Significa “cubrir” (Strong, número 3722) [en Inglés]. Entonces ellos fueron cubiertos ante los ojos de Dios, a cuestas de la sangre de un sustituto. Esto fue para ellos un claro retrato de la Sangre que Cristo derramaría en la Cruz, porque,

“Sin derramamiento de sangre no se hace remisión”
     (Hebreos 9:22; p. 1255).

La sangre derramada al hacer aquellas túnicas de piel era un retrato y profecía del

“que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre”
     (Apocalipsis 1:5; p. 1287).

Las túnicas de piel señalaban hacia la Sangre de Cristo, que sería derramada para limpiar al hombre del pecado. Pero aquellas túnicas también hablaban de la “cubierta” del pecado. El Apóstol Pablo dijo, en el Libro de Romanos,

“Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, Y cuyos pecados son cubiertos” (Romanos 4:7; p. 1152).

Debe de notarse que la palabra Hebrea de piel es singular, no plural como lo dice la versión en Español. La palabra Hebrea significa “piel” en vez de “pieles,” por lo tanto Keil y Delitzsch, y Leupold tuvieron la traducción correcta. Esto habla de un solo sacrificio de Cristo en la Cruz. El libro de Hebreos dice,

“Y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena. De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado”
     (Hebreos 9:25-26; p. 1255).

Al hablar de esos versos en Hebreos, el Dr. Gill dijo que le dan respuesta a los Católicos Romanos,

…que pretenden ofrecer el cuerpo de Cristo diariamente...pero Cristo entró en el cielo con su propia sangre...Cristo ha entrado al cielo de una vez por todas, donde está sentado y continúa, habiendo hecho su obra efectivamente (traducción libre de John Gill, D.D., An Exposition of the New Testament, The Baptist Standard Bearer, reimpreso en 1989, tomo III, p. 441).

Así, la piel singular usada para vestir a Adán y a Eva es tipo del acto singular de Cristo en la Cruz para expiar por nuestros pecados. Y la una piel también habla del un modo de salvación. No se usaron muchas pieles, sino solo una,

“Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”
     (Hechos 4:12; p. 1110).

“Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo” (I Timoteo 2:5-6; p. 1232).

“Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió” (Genesis 3:21; p. 8).

La piel en que Dios los vistió era un recordatorio continuo de que tiene que derramarse sangre por un sustituto. A su debido tiempo Cristo vino a cumplir ese tipo, y murió en nuestro lugar, padeciendo por nuestro pecado, y derramando Su Sangre para cubrir nuestro pecado, y limpiarlo ante los ojos de Dios. No hay otra manera de ser salvo. Tienes que venir a Jesús por fe, tienes que ser limpiado por Su Sangre, tienes que ser vestido en Su justicia. A. W. Pink dijo,

¡Cuán bello y perfecto es este tipo! Fue el Señor Dios quien proveyó la [piel], la hizo túnicas y vistió a nuestros primeros padres. Ellos no hicieron nada. Dios lo hizo todo. Ellos estuvieron enteramente pasivos. La misma verdad bendita se ilustra en la parabola del hijo pródigo. Cuando el vagabundo se había [visto a sí mismo como un pecador perdido], la gracia del corazón del padre fue mostrada. “Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle” (Lucas 15:22). El pródigo no tuvo que proveer el vestido, tampoco tuvo que ponersela, todo fue hecho para él. Y es también así con todo pecador [que es salvo]. “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios” (Efesios 2:8). Bien podemos cantar, “En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia,” Isaías 61:10 (traducción libre de A. W. Pink, Gleanings in Genesis, Moody Press, reimpreso en 1981, paginas 44-45).

II. Segundo, Dios los sacó del Huerto.

Por favor lea el verso veintidos, en voz alta.

“Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre” (Genesis 3:22; p. 9).

Lutero dijo,

De la lectura debemos…concluir que hay en Dios una pluralidad (de personas), como leemos en 1:26, “Hagamos al hombre a nuestra imagen.” Pasajes así muestran ambas, la unidad de la esencia divina...y la pluralidad de personas, o como [decimos], la [Santa] Trinidad. Este misterio (de la Trinidad) se declara más claramente en el Nuevo Testamento...Así, en la (una) esencia divina hay tres personas, y el misterio...fue proclamado desde el mero principio del mundo. Depués fue explicado (con más cuidado) por los profetas, y al fin fue completamente aclarado (en el Nuevo Testamento)...por lo tanto este mensaje definitivamente apoya el articulo (Cristiano) de la fe tocante a la Santa Trinidad, que Dios es uno (en esencia) y tres en persona (traducción literal de Martin Luther, Th.D., Luther’s Commentary on Genesis, Zondervan Publishing House, 1958 reprint, volume I, p. 87).

Yo estoy de acuerdo completamente con el Reformador en este punto.

Así vemos las tres Personas de la Trinidad hablando entre sí sobre la Caída del hombre. Pero la frase está completa. Los traductores notan esto al terminar el verso veintidos con dos puntos. Como si las Personas de la Trinidad estuvieran tan sobrecogidas por dolor al ver al hombre caído, que no pueden seguir hablando. Leupold usa “la palabra ‘tristeza’ para describir la actitud de Dios” (traducción de H. C. Leupold, D.D., Exposition of Genesis, Baker Book House, reimpreso 1984, tomo I, p. 180).

Así, con tristeza, Dios sacó a Adán y Eva del Huerto,

“Pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre” (Genesis 3:22).

Ahora, después de la Caída, si el hombre hubiera comido del Árbol de la Vida, él hubiera vivido para siempre en un cuerpo maldito por el pecado. C. F. Keil dijo, “La inmortalidad en un estado de pecado no es la [vida eterna del alma], que Dios diseñó para el hombre, sino miseria interminable...la expulsión del paraíso, entonces, fue un castigo impuesto para el propio bien del hombre, intentando, aunque exponiéndolo a la muerte temporal, preservarlo de la muerte eterna” (traducción de C. F. Keil, Ph.D., Commentary on the Old Testament, William B. Eerdmans Publishing Company, reimpreso en 1973, tomo I, p. 107). Y el Dr. Leupold dijo,

Para el hombre en su estado caído y tristemente alterado, adquirir la cualidad de que su cuerpo quebrantado por el pecado y arruinado no pereciera hubiera sido una calamidad dolorosa. Él nunca hubiera podido “deshacerse de su mortalidad.” La obra de restauración de Cristo [el cuerpo resucitado] se hubiera evadido (traducción de H. C. Leupold, ibid., pp. 181-182).

Si Adán hubiera comido del Árbol de la Vida en su estado caído, él hubiera vivido para siempre en un “cuerpo arruinado por el pecado” – como un monstruo igual a Drácula, en un cuerpo “arruinado por el pecado” sin nunca morir.

Ahora nota las primeras palabras del verso veintitres: “Y lo sacó Jehová del huerto del Edén.” Las palabras aquí son, “lo sacó.” Luego mira el verso veinticuatro: “Echó, pues, fuera al hombre.” El Dr. Unger dijo, “La primera palabra Hebrea significa, ‘despedir…expulsa.’ El segundo verbo, que es un poco más fuerte, significa ‘sacarlo fuera o expeler” (traducción literal de Merrill F. Unger, Ph.D., Unger’s Commentary on the Old Testament, Moody Press, 1981, tomo I, p. 21). Esto muestra que Adán y Eva tardaban, no querían dejar el paraíso del Huerto para ir al mundo duro afuera. Pero ellos fueron expulsados del Huerto, y se enviaron Querubines para que se quedaran fuera, y para evitar que comieran del Árbol de la Vida. El Huerto de Edén permaneció hasta que fue destruido por el Gran Diluvio, pero durante ese tiempo el hombre ya no pudo entrar en él. El comentarista Puritano John Trapp dijo,

Cristo…habría, por su expulsión voluntaria, de traer de vuelta a todos los creyentes a su hogar celestial...y “[darles] a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios” (Apocalipsis 2:7). Nuestra vida entera aquí no es nada menos que una expulsión...hasta que Cristo, que ha ido a preparar lugar para nosotros, regrese y diga, “Hoy estarás conmigo en el Paraíso” (traducción literal de John Trapp, A Commentary on the Old and New Testaments, Transki Publications, reimpreso en 1997, tomo I, p. 22).

Cristo dijo,

“En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33; p. 1095).

Como Cristianos, continuamos viviendo en un mundo manchado por el pecado. Aunque seamos salvos, vivimos en un mundo imperfecto. Como Adán y Eva, somos vestidos (en la justicia de Cristo) pero vivimos en un estado expulsado, en un mundo caído, hasta el día que Dios nos lleve al paraíso perfecto en lo alto. Es por eso que se nos dice que vengamos a Jesús, que está arriba en el Cielo, a la diestra de Dios.

“Buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra” (Colosenses 3:1-2; p. 1221).

Ven a Cristo. Sé lavado limpio por Su Sangre. “Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.”