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¿DÓNDE ESTÁS TÚ?

(SERMÓN #25 DEL LIBRO DE GENESIS)

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

Un sermón predicado la Tarde del Sábado, 13 de Octubre de 2007
en el Tabernáculo Bautista de Los Angeles

“Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú?” (Genesis 3:9; p. 7 Scofield).


Este es el verso que Dios usó para convertir a John Gill. Él luego se hizo pastor de la iglesia donde Spurgeon predicaba después. El Dr. Gill escribió un libro comentario sobre la Biblia entera, que todavía vende y es muy valioso (John Gill, D.D., An Exposition of the Old and New Testaments, The Baptist Standard Bearer, reimpreso en 1989, nueve tomos).

El Dr. Gill escribió comentarios sobre casi todos los versos de ambos el Antiguo y el Nuevo Testamento. Sin embargo, en sus comentarios de este texto, que Dios usó para convertirlo, él no menciona eso. Yo creo que era típico escritor del siglo 18 y no quiso poner nada personal en sus anotaciones. Pero es muy bueno saber que uno de los grandes comentaristas Bautistas de todos los tiempos fue despertado al oír un sermón de este texto, Genesis 3:9, predicado por el Sr. William Wallis. Gill fue convertido poco tiempo después de haberlo oído. John Rippon dijo esta cuenta de la conversión de Gill:

Él tenía ciertas convicciones de la maldad del pecado, y pensamientos del [Infierno] de vez en cuando...pero sus impresiones eran superficiales y temporales, hasta que tuvo como doce años, cuando las operaciones de su mente su hicieron más serias, especialmente después de oír al Sr. William Wallis predicar un sermón de Genesis 3:9, “Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú?” El texto y el tema se resonaron en sus oídos por un tiempo, y dichas [preguntas] fueron puestas en su corazón – Pecador, ¿dónde estás tú? ¿En qué condición y estado miserable estás tú? – ¿Cuán miserable serás, viviendo y muriendo en un estado inconverso? – Él se consideró como compareciendo ante el Juez de todo, para dar cuentas por su [pecado]...Ahora comenzaba a ver más claramente la depravación de su naturaleza, la grande pecaminosidad del pecado, su necesidad del Salvador, y de una justicia mejor que la propia, la justicia de Cristo, que se recibe por la fe (traducción literal de John Rippon, D.D., A Brief Memoir of the Life and Writings of the Late Rev. John Gill, D.D., Gano Books, reimpreso en 1992, pagina 6).

John Gill fue convertido poco tiempo después, pero no fue bautizado hasta que tenía casi diecinueve años de edad.

[John Rippon dice que] Esa demora, al principio, fue ocasionada por...su juventud...y, después, por darse cuenta de que...la iglesia [quería hacerlo su pastor] tan pronto [en cuanto] él se hiciera miembro de ella (Rippon, ibid., p. 7).

Así que esta tarde veremos el texto que Dios usó para despertar a John Gill a su estado perdido y a su necesidad de Cristo, cuando tenía doce años.

John Rippon sacó varias aplicaciones del texto, “¿Dónde estás tú – [Adán]?” que William Wallis le predicó al joven John Gill. Este sermón se compone de lo que Rippon recuerda del sermón de Wallis que despertó a John Gill, y lo llevó a su conversión. El sermón se basaba en nuestro texto,

“Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú?” (Genesis 3:9).

I. Primero, es una pregunta que despierta.

“¿Dónde estás tú? – [Adán]?” (Genesis 3:9).

Esta pregunta perforó el corazón de nuestro padre, Adán. Le hizo parar y pensar en cuán miserable estado y condición se hallaba. Unos minutos antes de que Dios lo llamara, Adán se sintió seguro, escondiéndose en los árboles del Huerto. Mas ahora la voz de Dios penetra su escondite. Y es llevado a encarar su rebelión ysu pecado.

Igual que John Gill, Adán ha experimentado ciertas convicciones de la maldad del pecado. Pero sus sentimientos de convicción no son profundos, y solamente son temporales. Aveces piensa sobre el Juicio. A veces piensa en la eternidad en el Infierno. Pero su mente joven brinca sobre esto, y se ocupa con otras cosas, haciendo delantales de hojas de higuera, yendo a lo profundo de la arboleda del Huerto y otras cosas conectadas a estos actos. Al principio él está tan ocupado que se olvida que el Juicio vendrá. Él olvida que

“Mas el que hace injusticia, recibirá la injusticia que hiciere, porque no hay acepción de personas” (Colosenses 3:25; p. 1222).

Él olvida que

“La paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23; p. 1155).

Él olvida que

“Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará” (Gálatas 6:7; p. 1205).

Él olvida que

“El hombre que reprendido endurece la cerviz, De repente será quebrantado, y no habrá para él medicina” (Proverbios 29:1; p. 667)

al ocuparse en hacer delantales de hojas de higuera y esconderse en la profundidad de la oscuridad, debajo de los árboles en el Huerto. Este “ocuparse” saca su mente de los terribles pecados con que debe encarar a un Dios santo.

Yo sé que alguien aquí esta tarde está en la misma condición. Dejas tu mente vagar durante el sermón mismo. Te sientas sin atención, solamente medio oyendo las palabras, sentado medio despierto y medio dormido. Ves como asemejas a Adán en todo eso. “No hay Dios en ninguno de sus pensamientos” (Salmo 10:4).

Pero luego la voz de Dios vino barriendo por el Huerto, y lo alcanzó donde se escondía. Y Dios dijo,

“¿Dónde estás tú? – [Adán]?” (Genesis 3:9).

Esta pregunta le perforó la conciencia de inmediato y le reveló a su corazón cuán terrible era su condición.

¿Ya te sucedió eso a ti? Le ha hablado Dios a lo más profundo de tu alma y dicho,

“¿Dónde estás tú??” (Genesis 3:9).

¿Estás jugando con las cosas de Dios? ¿Estás buscando excusar tu pecado y tratarlo ligeramente? ¿O el ojo de Dios ha tocado tu corazón y te ha despertado al estado miserable de tu alma, la rebelión y la naturaleza muerta de tu corazón? No puede haber conversión verdadera a menos que se te haga ver que en la mente de Dios eres un pecador miserable. ¡Tienes que ser despertado de tu lentitud y pereza tocante a las cosas de Dios! Tienes que llegar bajo la convicción del Todopoderoso, “¡que de ningún modo tendrá por inocente al malvado” (Exodo 34:7)! Tienes que ver la condición realmente miserable de tu mente y tu corazón. Como lo puso el viejo John Newton,

La gracia me enseñó a temer,
Y mis dudas ahuyentó.
     (“Amazing Grace” por John Newton, 1725-1807).

¿Le ha enseñado la gracia de Dios a tu corazón a temer? ¿Te ha guiado la gracia de Dios a ti a desconfiar tu propio corazón arruinado por el pecado? La Biblia dice,

“El que confía en su propio corazón es necio”
     (Proverbios 28:26; p. 667).

Adán confiaba en sí mismo. Él confibaba en su propio corazón. ¡Mira qué necio fue! ¡No seas como Adán! ¡No confíes en tu propio corazón!

“Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú?” (Genesis 3:9).

II. Segundo, es una pregunta que convence.

“Dónde estás tú?”

La pregunta fue para convencer de pecado y llevar a la confesión de pecado. Espero que oigas la voz de Dios, en tu conciencia, diciendote: “¿Dónde estás tú?” “Yo te dí vida. Te hice a mi propia imagen. Te proveí de todo lo que necesitabas para vivir. Te he dado todo lo que tienes. Te pedí una sola cosa – que no comieras del fruto de aquel solo árbol. ¿Dondé estás tú? ¿Eres rebelde, blasfemo, traidor a mi causa? ¿Has pecado? Oh, Adán, ¿dónde estás tú?” Si el corazón de Adán hubiera estado bien él hubiera hecho una confesión completa de su pecado a Dios.

Ahora, pecador, óyeme. “¿Dónde estás tú?” Dios te dio todo lo que necesitabas en la vida. Dios te dio salud y fuerza, y una familia que te ama. Dios te dio una iglesia que predica el Evangelio, una iglesia que te ama, y llora en oración por ti. Dios te dio a Su Hijo unigénito, para ser molido por tus pecados hasta sudar Sangre en Getsemaní, para llevar tus pecados en Su propio cuerpo en la Cruz, a ser flagelado con un látigo cruel para sanarte, a morir en agonía en una cruenta cruz para propiciar la ira de Dios, a derramar Su Sangre santa para que tus pecados pudieran ser limpiados, a resucitar victoriosos de la sepultura para darte vida, a imputar Su justicia a ti, a orar por ti en el Cielo para que seas covertido.

¿Has olvidado los mandamientos de Dios, empujado a Dios fuera de tu vida, roto Sus leyes, y rechazado a Su Hijo? ¿Eres incrédulo esta tarde, contento de confiar en tus propias obras, e indispuesto a venir a Jesús y recibir Su obra consumada de justicia en la Cruz? ¿Te has olvidado de aquel que ha hecho tanto por ti? “¿Dónde estás tú?” ¿Estás ésta tarde al lado del enemigo de Dios? ¿Estás tú al lado de Satanás, desafiando a Dios, alzando un rostro impudente en rebelión contra el dios que te hizo, que mantiene el aire en tus pulmones, en cuya mano existe tu misma vida – o perece? Pecador, “¿Dónde estás tú?” después de toda la bondad que Dios te ha mostrado – ¿eres aun un perdido rebelde, sin Jesús, y sin esperanza en este mundo?

Lee la pregunta de nuevo de este modo, “¿Dónde estás tú?” La serpiente prometió que serías “un dios” reinando tu propia vida. Tú pensaste que estarías mejor yendote por tu propia senda. ¿Es cierto, hombre? ¿Estás mejor? Ha Satanás guardado su promesa? ¿Deveras, hombre, deveras? ¿Qué bien te ha dado Satanás? ¿Te ha dado una conciencia tranquila y en paz? ¿Te ha dado gozo interior? ¿Ha guardado su promesa a tu corazón?

En vez de vestirte, estás desnudo ante Dios esta tarde. En vez de darte placer, el pecado te ha dado un vaso de amargura. El pecado ha llenado tu corazón de lepra y tu alma de agonía y dolor. En vez de darte honor, el pecado ha quitado tu honor, y le apartas de la iglesia hacia la noche, como Judas, sin pan interior, sin salvación, sin esperanza, sin nada aparte de trapos de inmundicia y una conciencia contaminada. ¿Qué te ha dado Satanás? Te ha desgraciado, nombrado pecador ante los ojos de los Cristianos en la iglesia. ¿Qué ha hecho por ti el pecado? Ha agriado y envenenado todos tus gozos y esperanzas. “¿Dónde estás – dónde estás?” En cada caso el pecado ha sido mentiroso. En cada caso te ha traido ruina, desgracia, una condición sin Dios, dejado sin Cristo, y te ha llenado de tus propios caminos en vez de los de Él.

Para añadirle a la convicción, Dios pregunta, “¿Dónde estás?” como si dijera, “¿Cómo llegaste aquí? ¿Cómo te hiciste un pecador de corazón tan frío?” Estás en esa condición porque tú mismo te llevaste allí. Tu pecado es tu propia culpa. No tienes a quién culpar aparte de ti mismo por ser un pecador tan endurecido. Tú creaste tu propio pecado. Si predico de la Caída del Hombre, culpas a Adán por eso. Si hablo de la depravación total, piensas que estás excusado, como si la depravación total fuera una excusa para tu pecado. Yo digo que eres un pecador perdido, no tienes a quien culpar sino a ti mismo. Si eres un pecador perdido, no tienes excusa para ello. Y si vives y mueres en pecado, la culpa es tuya, es tu propia culpa, y de nadie más. “¿Dónde estás?” estás donde has escogido ponerte, y permaneces en ese estado de rebelión contra Dios, y apartamiento de Él, ¡por tu propio escoger!

Oro que Dios no solamente te despierte esta tarde, sino que también Él obre internamente en tu corazón para convictarte, para convencerte de tu naturaleza pecaminosa, y los muchos pecados que has cometido contra Su Santo Nombre. Es más fácil despertar a un hombre del sueño que hacerlo levantarse de la cama sucia del pecado en que dormía – ¡y quemarlo! Pero esto es lo que harás si Dios obra en tu corazón. Despertarás y hallarás que estás perdido. ¡La convicción te hará consiente de que te estás destruyendo a ti mismo! Luego correrás de tus falsas esperanzas, y refugios falsos, dejarás tus pecados y buscarás con todo tu corazón por la salvación en el unico lugar que se puede hallar – en la Sangre de Cristo, el Hijo de Dios.

“Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú?” (Genesis 3:9).

III. Tercero, es una pregunta que escudriña.

El hombre no buscó a Dios. Esas mismas palabras “¿Dónde estás tú?” – muestras que es Dios quien busca al hombre, nunca el hombre buscando a Dios. ¿Podría ser más claro en nuestro texto? Dios buscó a Adán, Adán no buscó a Dios. Adán es un ejemplo de todos los pecadores hoy. Dios te busca a ti. no buscas a Dios. ¿Qué podría ser más claro en las páginas del Nuevo Testamento?

“Como está escrito...: No hay quien busque a Dios
     (Romanos 3:10-11; p. 1150).

¿Nadie busca a Dios? “No, ni siquiera uno” (Romanos 3:10).

Siempre y por siempre es Dios que busca al pecador. Como fue con Adán, así debe ser contigo. Es una voz que despierta, una voz que convence de pecado, pero en tercer lugar, es una voz que busca. “¿Adán, dónde estás? He vendio a encontrarte, donde sea que estés”. Jesús dijo,

“[He venido] a buscar y a salvar lo que se había perdido”
     (Lucas 19:10; p. 1060).

Puedes decir, “Pero Señor, estoy amenazado por la Ley.” Él dice, “[He venido] a buscar y salvar lo que se había perdido.” Puedes decir, “Pero no puedo creer como debo.” Él dice, “[He venido] a buscar y salvar lo que se había perdido.” Pero tú dices, “Yo no puedo creer en Ti.” Él dice, “[He venido] a buscar y salvar lo que se había perdido.” “Pero,” dice alguien, “¡Tú no sabes cuán pecaminoso en verdad soy!” De nuevo Jesús dice, “[He venido] a buscar y salvar lo que se había perdido.” “Pero me siento como un extranjero, un rechazado en la iglesia.” Jesús dice, “[He venido] a buscar y salvar lo que se había perdido.” “Oh,” dice alguien, “He cruzado la linea de muerte. Es muy tarde para mi. He sido entregado a la reprobación, y no hay esperanza para mi alma.” “Pero,” dice Jesús, “[He venido] a buscar y salvar lo que se había perdido.” Aquí no hay un pecador esta tarde que haya ido tan lejos para no poder ser salvo por Jesús, quien dijo, “[He venido] a buscar y salvar lo que se había perdido.”

Dios en Cristo te está diciendo esta tarde, “Ha llegado la hora. Te arrancaré del pecado, y te rescataré de las llamas del Infierno. Y esta misma tarde te atraeré a Jesús y te salvaré del pecado para todo el tiempo y la eternidad,”

“Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú?” (Genesis 3:9).

Esta es una pregunta de Dios que busca. Él te busca para poderte salvar.

Pero si rechazas ese amorosa llamado de Dios, ya no queda sacrificio. Si endureces tu corazón tan fuertemente que no puedes oir a Dios llamar, no hay esperanza, no queda más sacrificio para ti.

Oh, pecador, ¿por qué morirás? ¿Por qué perecerás? El hombre en dolor eterno es una cosa terrible. Un Dios airado es aterrorizante, y qué boca podrá decir el horror del gran Juicio que viene? Escapa por tu vida; no mires atrás; no te quedes como estás, escapa a Cristo y se limpiado de todo pecado. Escapa por tu vida. Vuelvete a Cristo y confía en Él ahora – mientras que Dios llama,

“Dónde estás tú?” (Genesis 3:9).