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DOS PREGUNTAS QUE ESCUDRIÑAN EL ALMA

(SERMÓN #26 DEL LIBRO DE GENESIS)

Un sermón escrito por Dr. R. L. Hymers, Jr., Pastor Emerito
y dado por Jack Ngann, Pastor
en el Tabernáculo Bautista de Los Angeles La Tarde del Día del Señor, 9 de Octubre de 2022

“¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses?” (Genesis 3:11; p. 7 Scofield).


Hoy a menudo se nos dice que los problemas del hombre vienen de dos fuentes – del ambiente y por herencia. Pero nuestros primeros padres, Adán y Eva no tuvieron la influencia de ellos. El ambiente de ellos en el Huerto de Edén era perfecto. Es cierto que Satanás estuvo allí, pero no estaban bajo la compulsión a escucharle. Ellos no habían heredado la naturaleza pecaminosa. Todavía no eran criaturas caídas. El ambiente y la herencia no fueron la causa del pecado de ellos. Ellos fueron tentados por Satanás y luego le desobedecieron a Dios voluntariamente.

De inmediato el paraíso en el que vivían se volvió para ellos en un terrible bosque oscuro. Huyeron, por temor a Dios, a lo profundo de los árboles. Pero no se pudieron ir lo suficientemente lejos para escaparse de la voz de Dios. Ellos podían oírlo llamar: “¿Dónde estás tú?” (Genesis 3:9). La voz de Dios había alcanzado sus corazones. Ellos habían oído Su voz antes, pero ahora sus corazónes estaban aterrorizados. Dios los había encontrado. Y Dios les hizo dos preguntas. Estas preguntas son las mismas que se les hace a los pecadores perdidos hoy. Dios te las pregunta a ti ésta tarde.

I. Primero, ¿quién te enseñó que estabas desnudo?

“Bueno,” dices tú, “Nunca me han dicho eso!” Entonces me temo que no tengo nada más qué decirte. Puedo darte los hechos básicos del Evangelio,

“Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras” (I Corintios 15:3-4; p. 1183).

Puedo predicar sobre esos grandes temas del Evangelio, y lo hago. Sin embargo el mensaje del Evangelio no te conmoverá hasta enfrentar la pregunta,

“¿Quién te enseñó que estabas desnudo?” (Genesis 3:11).

No fue la serpiente quien les dijo eso. Satanás nunca le dice al pecador que está perdido. Satanás le dice a los pecadores que duerman. Es él quien te dice que eres bueno lo suficiente del modo en que estás. Es él quien te dice que no estás en peligro. Es él quien dice que Dios no te castigará. Es él quien dice que no habrá día de juicio. Es él quien

“...cegó el entendimiento de los incrédulos”
     (II Corintios 4:4; p. 1189).

Él es

“La serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero” (Apocalipsis 12:9; p. 1297).

Hoy día es muy común oír a la gente decir que es Satanás quien te hace sentirte culpable. ¡Qué gran engaño es ese! ¿Por qué haría Satanás eso? Si él hiciera eso estaría operando contra sí mismo. No, no es Satanás el que hace que el pecador perdido sienta su culpa. Esa es la obra del Espíritu de Dios.

“Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado…”
     (Juan 16:8; p. 1094).

Es el Espíritu de Dios quien le dice a los hombres perdidos que son pecaminosos, y que están desnudos ante los ojos de Dios. Hasta que el Espíritu Santo te muestre tu desnudez ante los ojos de Dios, no sabrás

“...que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo” (Apocalipsis 3:17; p. 1290).

“¿Quién te enseñó que estabas desnudo?” (Genesis 3:11).

Claro, fue el Espíritu de Dios quien se los dijo. Es lo mismo hoy. Eso jamás ha cambiado.

Tú jamás verás la necesidad de que Jesús cubra tus pecados con Su propia Sangre hasta que el Espíritu Santo te muestre tu desnudez a la vista de Dios. Jamás verás por qué la Biblia dice,

“Bienaventurados aquellos… cuyos pecados son cubiertos”
     (Romanos 4:7; p. 1152)

a menos que el Espíritu Santo te muestre primero que eres “ciego y desnudo” (Apocalipsis 3:17).

II. Segundo, ¿has roto los mandamientos de Dios?

Mira a nuestro texto otra vez.

“Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses?”
     (Genesis 3:11).

¿Has “comido del árbol” de que “yo te mandé que no comieses?” Eso es lo que Dios te está diciendo a tí esta noche. ¿Has roto mis mandamientos? ¿Has roto alguna de mis leyes? ¿Eres un pecador? ¿Hay pecado contra Dios en tu corazón y mente? ¿Hay pecados escondidos dentro de tí?

“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos; Y ve si hay en mí camino de perversidad…” (Salmo 139:23-24; p. 638).

Y si orases esa oración de David, ¿podrías decir, “No, no hay camino de perversidad en mí”? ¿Podrías decirle a Dios esas palabras honestamente?

“¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses?”
     (Genesis 3:11).

Lutero dijo,

Aquí Dios tocó la conciencia de Adán con un aguijón afilado. Él como que le dijo, “No te avergonzaste por estar desnudo. Ni te espantó mi voz. Pero tu conciencia te acusó”...Entonces, presionado por Dios, Adán se halló a sí mismo en los terrores de la muerte y del infierno...Así, ahora tenía que oír de la boca del Señor los pensamientos mismos que estaban en su mente (traducción literal de Martin Luther, Th.D., Luther’s Commentary on Genesis, Zondervan Publishing House, reimpreso en 1958, tomo I, p. 76).

Matthew Henry dijo,

Al comer el fruto prohibido, hemos ofendido a un Dios grande y lleno de gracia, roto una ley justa...y perjudicado nuestras propias almas preciosas perdiendo el favor de Dios y nos expusimos a su ira y maldición (traducción literal de Matthew Henry’s Commentary on the Whole Bible, Hendrickson Publishers, reimpreso en 1991, tomo I, p. 23).

“¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses?”

¿Por qué hizo Dios esas preguntas? No fue para aprender lo que ellos hicieron. El ojo de Dios que todo lo ve ya sabía que ellos habían pecado. Dios hizo esas preguntas para probar sus conciencias, para punzarlos, para conmoverlos a reconocer su pecado. Mas ellos no lo hicieron. Ellos solamente trataron de justificarse a sí mismos, de culpar a alguien más. El Dr. Henry M. Morris dijo, “Por eso, el Señor no tuvo otra alternativa más que iniciar el castigo” (traducción literal de Henry M. Morris, Ph.D., The Genesis Record, Baker Book House, edición de 1986, p. 117).

Este es un retrato de lo que te sucederá a ti si sigues haciendo excusas por tu pecado.

“Si encubrí como hombre mis transgresiones, Escondiendo en mi seno [corazón] mi iniquidad” (Job 31:33; p. 550),

¿Qué te sucederá a tí? Entonces tú habrás de

“…Llora[r] y aulla[r] por las miserias que os vendrán”
     (Santiago 5:1; p. 1265).

Serás arrastrado ante el trono de Dios en el Ultimo Juicio. Estarás

“de pie ante Dios; y los libros [serán] abiertos...y [serán] juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras” (Apocalipsis 20:12; p. 1307).

Dr. John R. Rice dijo,

Eso es, el archivo del [pecador] del hombre “y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros”...[Dios] mantiene un archivo de todos los [pecados] del hombre, y de todos los pensamientos y sentimientos por los que actuan...Allí no hay misericordia. No se dice nada del perdón, de la gracia de Dios, de la expiación. Todas esas cosas fueron despreciadas y ahora solamente se aplica el justo juicio. La gente va al Infierno porque debe. Se merecen el Infierno... “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará” (Gálatas 6:7)...El pecado se tiene que pagar. Aquellos que rechazan el sacrificio de Cristo tienen que pagar su propia deuda de pecado eterno...no perdonado...Uno que quiere hacer maldad o la haría [si tuviese la oportunidad] o si no temiera ser descubierto, es culpable de ese pecado en su corazón. ¡Oh, los pecados [del corazón] serán leídos de los libros del archivo de Dios aquel día terrible! (Traducción literal de John R. Rice, D.D., Behold, He Cometh, Sword of the Lord Publishers, 1977, páginas 304-305).

“en el día en que Dios juzgará...los secretos de los hombres”
     (Romanos 2:16; p. 1149).

¡Oh, el Día del Juicio viene! Los libros de Dios serán abiertos. Todos tus pecados secretos serán leídos de los libros de Dios. Nada quedará escondido. Todos los pecados de tu corazón y de tu vida se leerán de los libros de Dios, y el archivo perfecto de tus pecados te condenará. Entonces Cristo te dirá,

“Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno” (Mateo 25:41; p. 996).

Oh, te exhorto, te ruego, te suplico que pienses sobre la “horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios” (Hebreos 10:27).

Oh, ¡ya no seas adversario, enemigo de Dios Todopoderoso! Recuerda que

“El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia”
     (Proverbios 28:13; p. 666).

Confiesale tu pecado a Dios como lo hizo David, cuando dijo,

“Porque yo reconozco mis rebeliones, Y mi pecado está siempre delante de mí” (Salmo 51:3).

“El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia”
     (Proverbios 28:13).

Para de encubrir tus pecados. ¡No puedes hacerlo de todas maneras! ¡El ojo de Dios que todo lo ve ya conoce todo de tu pecado! Todo pecado que has cometido está grabado en los libros de Dios y te condenará en el Ultimo Juicio. ¡Apresurate, hombre, mientras todavía hay tiempo! ¡Confiesa tus pecados antes de que sea demasiado tarde! La Biblia dice que tienes que ser “justificado en su [de Jesús] sangre.” Tú debes “por él [ser] salvo de la ira” (Romanos 5:9).

“Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses?”
     (Genesis 3:11).