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SU CORONA DE ESPINAS

Un sermón escrito por el Dr. R. L. Hymers, Jr., Pastor Emérito
y dado por Jack Ngann, Pastor
en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles
En La Tarde del Día del Señor, 3 de Abril de 2022

“Y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, y una caña en su mano derecha; e hincando la rodilla delante de él, le escarnecían, diciendo: ¡Salve, Rey de los judíos! Y escupiéndole, tomaban la caña y le golpeaban en la cabeza” (Mateo 27:29-30; p. 1001 Scofield).


Los soldados Romanos del tiempo de Cristo eran hombres crueles sin corazón. Eran hombres tan endurecidos por el conflicto que ellos podían haber matado a un niño y reírse. Eran como aquellos soldados Turcos, que John Trapp describió. Ellos agarraron a un hombre, “y cuando le habían cortado las manos y la nariz, lo ponían…bajo tierra desde la cintura, y allí, por placer, le disparaban flechas, y después le cortaron la garganta. Qué insolencias y crueldades ejercieron sobre nuestro Salvador por causa nuestra, hasta la banda entera de ellos, debemos de leer que por nuestros pecados [que le llevaron] todos sus sufrimientos; y mira a través de sus heridas las desnudas entrañas…de su amor por nuestras pobres almas” (traducción de John Trapp, A Commentary on the Old and New Testaments, [Un Comentario Sobre el Antiguo y Nuevo Testamento] Tanski Publications, reimpreso en 1997, tomo 5, p. 273; nota sobre Mateo 27:29).

Aquellos soldados sedientos de sangre desnudaron a Jesús de sus ropas y lo azotaron, cortando grandes llagas en Su espalda (Juan 19:1). Esa paliza sangrienta no era el fin de su crueldad. Ellos le pusieron una capa roja. Tejieron una corona de espinas y la empujaron sobre Su cabeza sangrienta. Ellos pusieron una caña de madera en Su mano y se hincaron delante de Él, mofándose y riéndose, golpeándolo en la cabeza con la caña, y escupiendo en Su rostro.

“Y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, y una caña en su mano derecha; e hincando la rodilla delante de él, le escarnecían, diciendo: ¡Salve, Rey de los judíos! Y escupiéndole, tomaban la caña y le golpeaban en la cabeza”
     (Mateo 27:29-30).

¡Qué humillación y dolor pasó Jesús para salvar tu alma! La palabra “tejida” en la Biblia, significa “tejer.”

“Y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas”
     (Mateo 27:29).

Aquellos soldados Romanos malvados, crueles, habían hecho cosas así incontablemente. Ellos estaban endurecidos por eso – y así ellos no tuvieron lástima de Jesús, cuando ellos empujaron las espinas de su “corona” sobre Su cabeza.

“T pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas”
     (Mateo 27:29).

Yo podría sacar muchos pensamientos la corona de espinas de Cristo. Pero esta noche solamente tenemos tiempo para pocos de ellos.

I. Primero, éste no era un hombre ordinario que ellos coronaron con espinas.

¡Éste era la Segunda Persona de la Trinidad, Dios mismo en carne humana, ¡el Verbo de Dios carne, que había descendido entre nosotros!

“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho” (Juan 1:1-3; p. 1071).

“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14; p. 1072).

“Y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas”
     (Mateo 27:29).

Ve, cuan paciente Jesús,
     ¡Insultado en el local!
Los pecadores lo ataron,
     A su Creador escupieron.

Con espinas su sienes desgarradas,
     Derraman sangre por doquier;
Su cuerpo al látigo entregó,
     Más herido fue Su corazón.
(Traducción de “His Passion” [Su Pasión] por Joseph Hart, 1712-1768; alterado por Dr. Hymers; al son de “Tis Midnight, and on Olive’s Brow” [“Es Medianoche, y en la Frente de Olive”]).

¡Los pecadores han atado las manos Todopoderosas de Jesucristo! ¡Ellos escupieron en la cara de Dios el Hijo! Ellos hirieron y ensangrentaron la cabeza de Dios encarnado – ¡y azotaron la espalda del Salvador de la humanidad! ¡Ellos atravesaron el cuero cabelludo de Jesucristo con una corona de crueles espinas!

Cabeza hoy herida,
     Con llanto y dolor;
En burla rodeada,
     De espinas, suyas son…

Oh, haz que sea tuyo,
     Y débil al estar,
Señor, que yo siempre
     Te ame sin cesar.
(Traducción de “O Sacred Head, Now Wounded,” [“Oh Cabeza Sagrada, Ahora Herida”] traducido del Aleman por James W. Alexander, 1804-1859).

“Y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas”
     (Mateo 27:29).

II. Segundo, la corona de espinas de Cristo fue ilustrada en las Escrituras del Viejo Testamento.

Matthew Henry dijo, Cristo coronado de espinas en Su humillación, fue el cumplimiento, el antitipo “del carnero de Abraham atrapado en un zarzal, y así ofrecerlo en lugar de Isaac” (traducción de Matthew Henry’s Commentary on the Whole Bible, [Comentario de Matthew Henry Sobre Toda La Biblia] Hendrickson Publishers, 1991 reprint, volume 5, p. 342; note on Matthew 27:29).

“Entonces alzó Abraham sus ojos y miró, y he aquí a sus espaldas un carnero trabado en un zarzal por sus cuernos; y fue Abraham y tomó el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo” (Génesis 22:13; p. 31).

Allí en el monte Moriah, Abraham vio un carnero trabado en un zarzal espinoso por los cuernos. Abraham tomó el carnero y lo ofreció como un “holocausto” en el lugar de su hijo Isaac. La palabra “zarzal” se traduce de una palabra Hebrea que significa una “zarza” espinosa (Trapp, ibíd., nota sobre Génesis 22:13). Así es, el Hijo de Dios, coronado de espinas, ilustrado por el carnero. John Trapp dijo, “Como Dios proveyó otro sacrificio...para Abraham, para que salvara a su hijo, que fue un carnero…enredado en las espinas, así Dios proveyó un sacrificio para la salvación del mundo, Cristo el Cordero inmaculado; cuya cabeza [fue] coronada de espinas” (Trapp, ibíd., nota sobre Génesis 22:13).

“Y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas”
     (Mateo 27:29).

Jesús, tu sustituto, sufrió y murió, en tu lugar, para pagar la pena completa por tus pecados. En lugar de que tú vayas al Infierno por tus pecados, Jesús pasó por la tortura del azotamiento, el dolor de la corona de espinas, y la muerte en la Cruz – como tu sustituto – en tu lugar – para salvarte de la ira de Dios contra tu pecado. Jesús sufrió y murió en tu lugar.

“…él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53:5; p. 732).

“…en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira” (Romanos 5:8-9; p. 1153).

Como la [cruel] corona de espinas
     ¡Traspasó esa frente generosa!
Como los clavos por las manos y los pies
     ¡[Traspasaron] con terrible tortura!
¡[Traspasaron] con terrible tortura!

O ven, todos los que están fijados
     En la mancha mortífera del pecado;
Ven, lávate en Su sangre que todo lo salva,
     Y serás limpiado,
Y serás limpiado.
(Traducción libre de “Jesus Wounded” [“Jesús Herido”] por Edward Caswell, 1849; alterado por Dr. Hymers; a la melodía de “Majestic Sweetness Sits Enthroned” [“Majestuosa dulzura se sienta entronizado”]).

III. Tercero, la corona de espinas de Cristo mostraba que Su Reino no era de este mundo.

“Y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, y una caña en su mano derecha; e hincando la rodilla delante de él, le escarnecían, diciendo: ¡Salve, Rey de los judíos!”
     (Mateo 27:29).

El Dios-hombre Todopoderoso permitió que aquellos crueles soldados Romanos le empujaran la corona de espinas en Su cabeza, y le mofaran, riéndose de El – y diciendo al Salvador que sangraba, “¡Salve, Rey de los Judíos!”

El gobernador Romano, Poncio Pilato, oyó tal burla y le preguntó a Jesús,

“Eres tú el Rey de los judíos?” (Juan 18:33; p. 1097).

Jesús le respondió,

“Mi reino no es de este mundo” (Juan 18:36; p. 1097).

Su Reino viene en el futuro cuando “Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo” (Apocalipsis 11:15). Hoy El reina dentro de los corazones de aquellos que vienen a Él y lo aman. ¡El sufrió para que nosotros podamos vivir!

“Y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, y una caña en su mano derecha; e hincando la rodilla delante de él, le escarnecían, diciendo: ¡Salve, Rey de los judíos!”
     (Mateo 27:29).

Para El no hubo corona de oro ni de plata,
     Ni diadema para coronarle;
Sino que la sangre adornó sus sienes,
     Y los pecadores le dieron la corona que usó.
Una cruz tosca fue Su trono,
     Su reino estaba solo en el corazón;
El usó Su amor en rojo carmesí,
     Y la corona de espinas sobre Su cabeza.

El no reinaba sobre un trono de marfil,
     El murió sobre la cruz del Calvario;
Por pecadores ahí lo perdió todo,
     Y miró Su reino desde una cruz.
Una cruz tosca fue Su trono,
     Su reino estaba solo en el corazón;
El usó su amor en rojo carmesí,
     Y la corona de espinas sobre Su cabeza.
(Traducción de “A Crown of Thorns” [“Una Corona de Espinas”] por Ira F. Stanphill, 1914-1993).

IV. Cuarto, la corona de espinas de Cristo mostraba que Él se volvió una

maldición por nosotros.

“Y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas...”
     (Mateo 27:29).

El bueno y fiel Matthew Henry dijo que los sufrimientos, y la corona de espinas en la cabeza de Cristo, sanaron la maldición traída sobre nosotros por el pecado de Adán, porque Dios le dijo a Adán,

“Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo”
     (Génesis 3:18; p. 8).

Matthew Henry dijo,

Las espinas salieron con el pecado, y eran parte de la maldición que fue el producto del pecado, Génesis 3:18. por lo tanto Cristo, habiendo sido hecho maldición por nosotros, y muriendo para quitar la maldición de nosotros, sintió el dolor...de aquellas espinas (ibid.).

¡Qué maravilloso pensamiento! ¡Cristo usó las espinas sobre Su cabeza para quitar la maldición traída por el pecado de Adán sobre la raza humana!

“Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero)” (Gálatas 3:13; p. 1201).

¡Oh, Salvador Bendito, fuiste maldito en nuestro lugar cuando Tú sufriste tanto, en dolor y agonía, ¡para salvarnos! ¡Entre Tus otros sufrimientos, Tu usaste una corona de espinas para redimirnos de la maldición del pecado! ¡Cómo oramos que alguien que está perdido aquí esta noche venga a Ti en fe simple, y sea lavado de sus pecados por Tu preciosa Sangre!

Una cruz tosca fue Su trono,
     Su reino estaba solo en el corazón;
El usó Su amor en rojo carmesí,
     Y la corona de espinas sobre Su cabeza.

Amén.