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RESPONDIENDO A PREGUNTAS

por Dr. R. L. Hymers, Jr.,
Pastor Emérito

Una lección dado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles
La Tarde del Día del Señor, 10 de Octubre de 2021

Himno cantado antes de la Lección: “Pentecostal Power”/”Poder de Pentecostes”
(por Charles H. Gabriel, 1856-1932).


¿Debería ofenderse si una persona le hace una pregunta? Definitivamente no. El apóstol Pedro dijo,

“Sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros” (I Pedro 3:15; p. 1270 Scofield).

Preguntas Comunes

1. Yo no creo en la Biblia.

El apóstol Pablo citó la Biblia a los Griegos que no la creían. Pablo no trató de convencer a quienes les testificaba. Al ser testigos, nuestra función principal es la proclamación, no la defensa.

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El mensaje principal de la Biblia es cómo una persona puede tener vida eterna. Si dice que no cree en la vida eterna, puedes decir, “¿Qué entiendes acerca de lo que dice la Biblia sobre ese tema? ¿Cuál es su comprensión acerca de lo que enseña la Biblia sobre este tema?”

Aproximadamente en el 98 por ciento de las veces, dirán, “Guardando los Diez Mandamientos o imitando el ejemplo de Cristo.” Entonces puede decir, “Eso es lo que yo temía. Tú has rechazado la Biblia sin entender su mensaje principal, porque tú respuesta no solo es incorrecta, es plenamente opuesta a lo que enseña la Biblia. Ahora, ¿no crees que la respuesta más intelectual sería dejarme compartir contigo lo que la Biblia enseña sobre este tema? Entonces puedes tomar una decisión inteligente si lo rechazas o lo aceptas.”

Ahora les leeré 10 predicciones sobre Jesús.

(1) Burlado,

“Me pusieron además hiel por comida, Y en mi sed me dieron a beber vinagre” (Salmo 69:21; p. 599).

(2) Sufrimiento por otros

“Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores…Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados…más Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros” (Isaías 53:4-6; p. 732).

(3) Obrando milagros

“Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los sordos se abrirán” (Isaías 35:5 – 713 AC; p. 717).

(4) Traicionado por un amigo

“Aun el hombre de mi paz, en quien yo confiaba, el que de mi pan comía, Alzó contra mí el calcañar” (Salmo 41:9; p. 584).

(5) Vendido por treinta piezas de plata

“Dadme mi salario…Y pesaron por mi salario treinta piezas de plata” (Zacarías 11:12 – 487 AC; p. 936).

(6) Escupido y azotado

“Di mi cuerpo a los heridores…no escondí mi rostro de injurias y de esputos” (Isaías 50:6 – 712 AC; p. 730).

(7) Clavado en una cruz

“Horadaron mis manos y mis pies” (Salmo 22:16; p. 572).

(8) Abandonado por Dios

“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Salmo 22:1; p. 571).

(9) La resurrección de Él

“Ni permitirás que tu santo vea corrupción” (Salmo 16:10; p. 568).

(10) La conversión de los Gentiles a Él

“He aquí mi siervo…Él traerá justicia a las naciones” (Isaías 42:1 – 712 AC; p. 723).

Esas son solo 10 profecías sobre Jesús. Hay más de dos mil profecías específicas en la Biblia que ya se han cumplido.

Hace varios años, la revista National Enquirer [Investigador Nacional] enumeró 61 profecías de los principales “profetas” modernos. Se suponía que estas 61 profecías sucederían en los últimos seis meses de ese año. ¿Qué tan bien les fue? Lo crea o no, ¡se fajaron las 61 profecías! Dijeron que el Papa Pablo se retiraría y que la Iglesia Católica Romana sería asumida por un comité de laicos; que George Foreman mantendría su corona de peso pesado en una pelea con Mohammed Ali en África; ¡y que Ted Kennedy haría campaña para presidente! La única diferencia entre las profecías modernas y las de la Biblia es que las “profecías” modernas estaban invariablemente equivocadas, ¡y los profetas Bíblicos sin fallar tenían toda la razón!

2. ¿No refuta la evolución la creación?

El Dr. A. W. Tozer dijo, “Los que creemos en la Biblia sabemos que el universo es una creación. No es eterno porque tuvo un comienzo. No es el resultado de una sucesión de felices coincidencias en las que el número de partes por coincidentes se encontraron accidentalmente, encajaron en su lugar y comenzaron a tararear. Creer eso requeriría una credulidad que pocas personas tienen.”

A un joven se le preguntó, “¿Qué evidencia te ha convencido de que la evolución es verdadera?” Él respondió, “Las similitudes entre los animales y las personas. Para mí, eso prueba la evolución.”

En la década de 1950, James Watson y Francis Crick descubrieron la molécula clave de la vida, el ADN – un descubrimiento que les valió el Premio Nobel. El cuerpo humano tiene más de un billón de moléculas de ADN. Es un sistema increíblemente complejo.

Crick, ateo y evolucionista, decidió averiguar la probabilidad de que una molécula de ADN surja espontáneamente en el transcurso de 4,600 millones de años que, según los evolucionistas, es la vida de la tierra. ¿Cuáles eran las posibilidades de una molécula de ADN de una sola célula en la historia de la tierra? ¿Conoce la conclusión de él? Cero. Incluso en 4,600 millones de años, ¡nunca podría haber sucedido!

¿Francis Crick dijo entonces que tenía que ser Dios quien lo hizo? No lo hizo.

¿Parece extraño que ninguno de estos científicos, al recibir esa evidencia, admitiera que su teoría estaba equivocada? Ninguno de ellos dijo, “Desde Darwin, hemos estado enseñando algo que no es cierto. Te enseñamos que la vida surgió del limo primordial cuando los aminoácidos se juntaron y formaron una célula. Y, después de mil millones de años, aquí estamos. Pensamos que así fue como sucedió. Pero nuestra teoría ha sido refutada. Lamentamos haberlo engañado.”

¿Sabes lo que hizo Francis Crick? Se le ocurrió una teoría aún más imposible. Su nueva teoría era que una raza avanzada de seres, en algún planeta lejano, enviaba naves espaciales con su esperma a bordo y sembraba varios planetas. Y de ahí es de dónde venimos. ¡Suena un poco como Star Wars [Guerra de las Estrella]!

La vida no puede provenir de la no vida. Por eso la Biblia dice, “En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Génesis 1:1; p. 1).

Tres evidencias que me han ayudado a creer en la existencia de Dios:

(1) La ley de causa y efecto.

    Porque veo en el universo causas y efectos que lógicamente me apuntan a una gran causa invisible que creo que es Dios.

(2) La evidencia del diseño.

    Si tu fueras a Marte y encentras un reloj perfectamente diseñado allí, lógicamente podría concluir que el reloj apuntaba a un relojero. Entonces, un mundo elegantemente diseñado apunta a un creador de mundos, un diseñador al que llamo Dios.

(3) La evidencia de personalidad.

    Miramos a la famosa pintura Mona Lisa. Vemos evidencia de personalidad. La pintura no puede ser el resultado de una causa impersonal. Esta tercera evidencia es importante porque una causa o fuerza no nos hará responsables, pero una persona puede y nos hará responsables por nuestros pecados.

3. Mi Dios no es así.

La vida de John Wesley, quien inició la Iglesia Metodista, muestra muy claramente la importancia de confiar solo en Jesucristo para la salvación. Él fue al Seminario de Oxford durante cinco años y luego se convirtió en ministro de la Iglesia de Inglaterra, donde él sirvió durante unos diez años. Hacia el final de ese tiempo, aproximadamente en 1735, se convirtió en misionero de Inglaterra a Georgia.

Toda su vida había él había sido un gran fracaso en su ministerio, aunque él era, como contamos a los hombres, muy piadoso. Se levantaba a las cuatro de la mañana y oraba durante dos horas. Luego él leía la Biblia durante una hora antes de ir a las cárceles, prisiones y hospitales para ministrar a todo tipo de personas. Él enseñaba, oraba y ayudaba a otros hasta tardes horas de la noche. Él hizo esto durante años. De hecho, la Iglesia Metodista recibe su nombre de la metódica vida de piedad que vivieron Wesley y sus amigos.

En el camino de regreso de América, hubo una gran tormenta en el mar. El pequeño barco en el que navegaban estaba a punto de hundirse. Enormes olas rompieron sobre la cubierta del barco y el viento destrozó las velas. Wesley temía que él iba morir esa hora y él estaba aterrorizado. Él no tenía ninguna seguridad de lo que le sucedería cuando muriera. A pesar de todos sus esfuerzos por ser bueno, la muerte para él era un gran, negro y terrible signo de pregunta.

Al otro lado del barco había un grupo de hombres que cantaban himnos. Él les preguntó, “¿Cómo van a cantar cuando esta misma noche van a morir?” Ellos respondieron, “Si este barco se hunde, subiremos para estar con El Señor para siempre.”

Wesley se fue moviendo la cabeza, pensando a sí mismo, “¿Cómo pueden saber eso? ¿Qué más han hecho ellos que yo?” Luego agregó, “Vine a convertir a los paganos. Ah, pero ¿quién convertirá a me?”

En la providencia de Dios, el barco regresó a Inglaterra. Wesley fue a Londres y encontró su camino hacia La calle Aldersgate y una pequeña capilla. Allí escuchó a un hombre leer un sermón que había sido escrito dos siglos antes por Martín Lutero, titulado “Luther’s Preface to the Book of Romans,” [“Prefacio de Lutero al Libro de Romanos”]. Este sermón describió lo que era la fe real. Es confiar solo en Jesucristo para la salvación – y no en nuestras propias buenas obras.

Wesley se dio cuenta de repente de que él había estado en el camino equivocado toda su vida. Esa noche escribió estas palabras en su diario: “Aproximadamente a las nueve menos cuarto, mientras él describía el cambio que Dios obra en el corazón a través de la fe en Cristo, yo sentí que mi corazón se calentaba extrañamente. Sentí que yo confiaba en Cristo, solo en Cristo, para la salvación; y se me dio la seguridad de que había quitado mis pecados, incluso los míos, y me había salvado de la ley del pecado y de la muerte.”

Ahí está. Eso es fe salvadora. Arrepentido de sus pecados, él confió solo en Jesucristo para la salvación. Ahora, ¿dirás que Wesley no había creído en Jesucristo antes de esta noche? Por supuesto que lo había hecho. Era un erudito Bíblico y él había estudiado acerca de Cristo en Inglés, Latín, Griego y Hebreo. Él había creído en Cristo en todos estos idiomas. Pero él había confiado en John Wesley para su salvación.

Después de esto, se convirtió en el mayor predicador del siglo dieciocho. Pero todo comenzó cuando puso su confianza solo en Jesucristo para su salvación y lo recibió como Su Señor. (Dr. D. James Kennedy, Evangelism Explosion, fourth edition, [Explosión de Evangelismo, cuarta edición], Tyndale House Publishers, 1996, pp. 183-184).

¡Ponte de pie y canta nuestro himno!

¡Sublime gracia! ¡Que salvo
Tan vil ser como yo!
Fui ciego mas hoy miro yo,
Perdido y Él me hallo.

Su gracia me enseno a temer,
Mis dudas ahuyento;
¡Oh cuan preciosa gracia halle
Cuando mi alma creyó!

En los peligros o aflicción,
Que aquí he tenido yo;
Su gracia siempre me libro,
Y al cielo me llevo.

Y cuando en Sion por siglos mil,
Brillando este cual sol,
Yo cantare por siempre allí
Su amor que me salvo.
(“Amazing Grace,” “Sublime Garcia” por John Newton, 1725-1807).