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¿SIEMPRE SEGUIRÁS A JESÚS?

por el Dr. Christopher L. Cagan

Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles
La Mañana del Día del Señor, 28 de julio 2019

“Y vino un escriba y le dijo: Maestro, te seguiré adondequiera que vayas. Jesús le dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; más el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza” (Mateo 8:19, 20).


Este hombre era un escriba. Los escribas eran la gente de papeles de su tiempo. Ellos podían crear documentos legales como contratos y papeles matrimoniales. Los escribas copiaron la Biblia en los papiros. Fueron muy cuidadosos y copiaron cada letra, uno a la vez. Es por eso por lo que la Biblia Hebrea que tenemos hoy es una copia exacta de lo que los profetas dijeron. Los escribas estudiaron la Biblia y la conocían bien. Estos hombres eran respetados. Tenían dinero. Tenían bonitas casas.

Este hombre vino a Jesús. Llamó a Jesús “Maestro”, hablando a Jesús con respeto. Se ofreció a seguir a Jesús. Dijo “Maestro, te seguiré a adondequiera que vayas”. ¡Pero no lo hizo!

Jesús dijo: “el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza”. Si el escriba siguiera a Jesús, tendría que ir de un lugar a otro. No tendría una bonita casa para dormir. Sin duda perdería dinero si siguiera a Jesús. Ciertamente, si siguiera a Jesús, el hombre sería rechazado y perseguido.

Jesús estaba diciendo, ¿Confiaras en mí? ¿O me seguirás solo si puedes tenerlo a tu manera? En otras palabras, ¿Vas realmente confiar en mí?

No hay archivo de que el escriba siguió a Jesús. Calculo el costo y regresó. Se había ofrecido a Jesús como discípulo. “Te seguiré, Jesús. Pero, por supuesto, soy un escriba”. Cuando Jesús le dijo que no tendría lugar para poner la cabeza, eso era demasiado para él. Podría haber dicho: “¿Él no sabe que soy un escriba?

Este escriba, como tantos otros, estaba dispuesto a tomar el nombre de Jesús y de alguna manera “seguirlo”. Se llamaría creyente. Encajaría eso en su vida, e incluso haría algunos cambios. Pero cuando Jesús lo puso a prueba, el hombre retrocedió. Dijo que seguiría a Jesús, pero no lo hizo. Él falló la prueba.

Muchas personas dicen que están siguiendo a Jesús. ¿Pero ellos lo harán? Puedes decir que estás siguiendo a Jesús. ¿Pero lo harás? Muchas pruebas vendrán. Algunos serán pruebas que no estás esperando. Ni siquiera pensarás que son pruebas. Pero son las pruebas reales de si confías en Jesús. Hoy quiero hablar sobre los diferentes tipos de pruebas que enfrentarás.

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I. Primero, la prueba del horario.

Jesús explico que era ese tipo de prueba. Él dijo:

“Un hombre hizo una gran cena, y convidó a muchos. Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que ya todo está preparado. Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero dijo: He comprado una hacienda, y necesito ir a verla; te ruego que me excuses. Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses. Y otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir.” (Lucas 14:16-20).

Los hombres se excusaron. ¿Cuáles eran las excusas? “Tengo que ir a ver mi tierra”. “He comprado algunos bueyes”. “Me casé”. Estas son las pruebas de horario y prioridades. ¿Cambiarás tu horario por Jesús? ¿Pondrás a tus amigos y tus videojuegos en segundo lugar, y a Jesús primero? Espero que lo hagas.

Todos estos hombres parecían dispuestos a venir a la cena. Pero ellos no cambiarían su horario. Miles de personas han visitado nuestra iglesia a lo largo de los años. Hablaron de Jesús, pero no querían cambiar sus horarios y sus prioridades. Tenían tiempo para todo lo demás, pero no tenían tiempo para la iglesia. No tenían tiempo para leer la Biblia y orar. Tenían tiempo para Jesús solo cuando sus horarios eran libres. Pusieron a Jesús último, no primero. Realmente no confiaban en Él. ¿Qué de ti? ¿Arreglarás tu horario y harás tiempo para Jesús?

II. Segundo, la prueba de los amigos.

Traemos personas perdidas del mundo a nuestros servicios. Tienen amigos en el mundo. Pasaron tiempo con sus amigos. Ellos los escucharon. Pero esos amigos no quieren ser cristianos. La gente tiene que escoger entre Jesús y sus amigos. La Biblia dice:

“¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios” (Santiago 4:4).

Muchos de ellos fallan esa prueba. Podrían decir que querían confiar en Jesús. Pero sus amigos son más importantes. Así que retroceden. Sabemos que en realidad no confiaron en Jesús.

Puedes decir: “Ya pasé todo eso”. ¿Pero lo eres? No seas demasiado rápido para responder. ¿Qué pasa si tus amigos se dan la vuelta y dejan de seguir a Jesús? ¿Qué harás? ¿Y si te sientes mal cuando tus amigos se van? ¿Qué harás? Esta es una prueba de tu confianza en Jesús. Algunas personas fallaron esa prueba. ¿Qué harás?

II. Tercero, la prueba del dinero.

El joven rico gobernante vino a Jesús. Él le dijo a Jesús:

“Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna? Él le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos” (Mateo 19:16, 17).

Pensó que guardaba los mandamientos de Dios. Le dijo a Jesús: “Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta?” (Mateo 19:20).

Estaba interesado en Jesús. Lo llamó “Maestro bueno”. En su propia mente, él era un creyente, siguiendo a Dios, guardando los mandamientos. Estaba dispuesto a escuchar a Jesús, Pero Jesús tenía más que decir. Jesús le dijo:

“Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme. Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones” (Mateo 19:21, 22).

El joven se fue en lugar de renunciar a su dinero. El tal vez pensó, “¿No sabe Jesús que en mi vida tengo negocios?”

Tengo un dicho: “El dinero es el lenguaje universal que todos entienden”. La gente dice esto y lo otro, pero si quiere saber qué piensan realmente, mire cómo tratan su dinero. Jesús dijo: “donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mateo 6:21).

Ahora déjame aplicar ese dicho. En lugar de “dinero”, piensa en la palabra “carrera”. Sí, consiga un trabajo. Por supuesto, haz dinero. Compra una casa si puedes. Vive tu vida. Pero no hagas de tu carrera la cosa número uno en tu vida. Si tu carrera es tu estrella guía, o la única cosa por encima de todo y lo que no puedes arriesgar, no eres un verdadero discípulo de Jesús. Conozco a personas que se hicieron náufragos en sus vidas siguiendo a la estrella guía de su carrera. Sí, obtengas una educación. Sí, consigas un trabajo. Pero tu vida en esta tierra no es tan importante. Todo pasará. Mi versículo favorito de la Biblia dice:

“Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” (I Juan 2:17).

¿Cuál es tu estrella guía? ¿Es tu carrera? ¿O es Jesús?

IV. Cuarto, la prueba de la comodidad.

Puedes pasar las pruebas que ya te he dicho. Puedes cambiar tu horario. Tal vez no adoras el dinero. ¿Pero qué pasa con la prueba de la comodidad?

Dices que has confiado en Jesús. Vienes a la iglesia. Pero luego te gradúas de la universidad. Consigues un trabajo y sigues adelante. Puedes casarte y tener hijos. Te sientes cómodo. Ahora no tienes mucho tiempo para Jesús. Jesús dijo:

“La que cayó entre espinos, éstos son los que oyen, pero yéndose, son ahogados por los afanes y las riquezas y los placeres de la vida, y no llevan fruto” (Lucas 8:14).

Estas personas de terreno espinoso dicen que confían en Jesús. Ellos conocen el plan de salvación. Tienen una Biblia. Ellos saben cómo vestirse en la iglesia. Pero están envueltos en las preocupaciones y riquezas y placeres de esta vida. Así que retroceden. No se apresure a decir: “No haré eso”. He visto a la gente hacer exactamente eso. ¿Qué de ti? Esta es la prueba de “¿Confías en Él?” ¿Confías en Él en tus términos o confías en Él completamente? En otras palabras, ¿realmente confías en Él?

V. Quinto, la prueba de los niños.

Jesús es más importante que tus padres. Jesús dijo:

“El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí” (Mateo 10:37).

Muchas personas no pasan esta prueba, especialmente los chinos y otras personas asiáticas con una cultura tradicional. Escuché a una persona de 29 años decir: “Mis padres paganos no quieren que confíe en Jesús. Así que no lo haré”. Esa persona falló la prueba.

La mayoría de ustedes conocen la prueba de los padres. Pero también está la prueba de los niños. Esta prueba es más dura que la de los padres. Duele más. Es una prueba de que si confías en Jesús o no. Jesús dijo:

“el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí” (Mateo 10:37).

¿Seguirás a Jesús, aunque tu hijo o hija no lo haga? ¡Si sucede! Algunas personas retroceden porque aman a su hijo o hija más que a Jesús. Ellos dicen que están confiando en Jesús. Conocen el plan de salvación. Saben acerca de venir a la iglesia, orar y leer la Biblia. Creen que son sinceros. Ellos dirían: “Por supuesto que confío en Jesús. Pero este es un problema especial. ¿Qué hay de mi hijo o hija? Sí, confiaré en Jesús. ¡Pero esto es demasiado!” La prueba de los niños es una gran prueba de la vida. Algunos han fallado. La gente que se veía bien lo ha fallado. ¿Qué harás tu?

VI. Sexto, la prueba del barco que se hunde.

Hay otra prueba. ¿Serás fiel a Jesús cuando pienses que su causa está perdida? No se apresure a decir “sí”. No pensarás que esto es una prueba, sino un problema especial. Pero es una prueba.

Judas siguió a Jesús durante tres años. Escuchó a Jesús. Judas predicó, hizo milagros, sanó a la gente y expulsó demonios. Judas estaba dispuesto a seguir a Jesús. Mira los milagros que hizo. Judas pensó en su propio futuro. Jesús llegaría a ser el rey de Israel, y Judas manejaría el dinero. Parecía una buena apuesta.

Pero entonces Jesús comenzó a hablar de ser crucificado. La Biblia dice:

“Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto” (Mateo 16:21).

¡Jesús no llegaría ser rey! ¡Judas no se haría rico! Parecía que Jesús estaba perdiendo la cabeza. Era tiempo de bajarse del barco, porque se estaba hundiendo. Eso es lo que Judas pensó. Judas se consideraba un creyente. Pero también era un hombre “sensible”. Jesús simplemente no era sensato. Entonces Judas salió a traicionar a Jesús.

Esta es una prueba de “¿Confías en Él?” ¿Confías en Él en tus términos, o confías en Él completamente? En otras palabras, ¿realmente confías en Él? Judas no lo hizo. Tampoco el apóstata Chan. El apóstata Chan y sus seguidores se bajaron del barco. Querían navegar más fácilmente. Hora de bajarse del barco. ¡Pero este barco todavía está aquí, y vamos a comenzar una nueva iglesia! ¡El nuevo barco viajara hacia adelante!

Solía pensar que no había muchas pruebas en la vida posterior. Puedes pensar que todo lo que tienes que hacer es deslizarse hasta el final. Pero hay pruebas a lo largo de toda la vida. Las pruebas nunca dejan de venir. El apóstol Pablo los enfrentó. Cuando era viejo fue encarcelado por Nerón. Pablo sabía que pronto moriría. Pero nunca pensó en negar a su Salvador. Él dijo:

“He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe” (II Timoteo 4:7).

En el siglo II un predicador llamado Policarpa fue arrestado por ser cristiano. Tenía más de 90 años. El funcionario romano le ofreció un escape. Dijo: “Todo lo que tienes que hacer es poner una pizca de incienso en el altar para César. Entonces puedes ir y creer en Jesús”. Policarpa podría haber hecho eso, pero no lo hizo. Jesús era su único Señor. Dijo: “Durante ochenta y seis años he sido su siervo, y Él no me ha hecho nada malo, y ¿cómo puedo ahora blasfemar mi Rey que me salvó?” Policarpa fue quemado en la hoguera y entró en los brazos de Jesús.

Policarpa terminó su carrera. Pablo terminó su carrera. Muchas veces he orado: “Señor, ayúdame a terminar mi carrera”. Yo ya no soy joven, pero todavía hay pruebas que enfrentar. Así que oro otra vez, “Señor, ayúdame a terminar mi carrera”. Y que tú también puedas terminar tu carrera.

Algunos de ustedes no han confiado en Jesús. Él derramó su Sangre para lavar tu pecado. Pero no has confiado en Él. Jesús dijo: “nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6). No puedes venir a Dios a menos que confíes en Jesús. Si deseas hablar con nosotros acerca de confiar en Jesús, por favor, venga al frente de la sala ahora. Amén.


EL BOSQUEJO DE

¿SIEMPRE SEGUIRÁS A JESÚS?

por el Dr. Christopher L. Cagan

“Y vino un escriba y le dijo: Maestro, te seguiré adondequiera que vayas. Jesús le dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; más el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza” (Mateo 8:19, 20).

I.    Primero, la prueba del horario, Lucas 14: 16-20.

II.   Segundo, la prueba de los amigos, Santiago 4: 4

III.  Tercero, la prueba del dinero, Mateo 19:16, 17, 20, 21, 22;
Mateo 6:21; Yo Juan 2:17.

IV.  Cuarto, la prueba de la comodidad, Lucas 8:14.

V.   Quinto, la prueba de los niños, Mateo 10:37.

VI.  Sexto, la prueba del barco que se hunde, Mateo 16:21;
II Timoteo 4: 7; Juan 14: 6.