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UNA BATALLA DE ACCIÓN DE GRACIAS

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles
La Noche del Día del Señor, 18 de Noviembre del 2018


Jesús sanó a un hombre con lepra. Jesús “extendió la mano y le tocó, y le dijo: Quiero, sé limpio” (Marcos 1:41). El hombre fue sanado inmediatamente de la lepra. Jesús le dijo a este hombre que no le dijera a nadie acerca de que lo había sanado. Esto muestra cuán diferente era Jesús de los modernos “sanadores de fe”. Hombres como Benny Hinn publican sus ministerios de “saneamiento”. Quieren que todos sepan sobre estos saneamientos, para tener multitudes más grandes y más dinero. Jesús no quería tanta publicidad. El ministerio de Jesús se centró en predicar el Evangelio. Pero el hombre que fue sanado no obedeció a Jesús. Salió y les dijo a todos. La multitud creció tanto que Jesús ya no pudo entrar a la ciudad.

Ahora mira a Marcos 2:1-2,

“Entró Jesús otra vez en Capernaum después de algunos días; y se oyó que estaba en casa. E inmediatamente se juntaron muchos, de manera que ya no cabían ni aun a la puerta; y les predicaba la palabra” (Marcos 2:1, 2).

Jesús regresó a Capernaum y entró en “la casa” (2:1). Esta era la casa de Pedro. Mi esposa y yo estuvimos allí hace varios años. Habían excavado la casa de Pedro. Mi esposa y yo estuvimos allí y miramos el plano de la casa de Pedro. Fue una gran experiencia. A veces pensamos en estos lugares como si fueran de un cuento de hadas. Pero esto fue real. Había una casa real allí. Vimos el piso y sabíamos que era real.

Cuando la gente oyó que Jesús estaba en la casa de Pedro, vinieron. Había tanta gente que no podían entrar a la casa. Jesús salió por la puerta, “y les predicaba la palabra” (Marcos 2:2). Cuando era joven, la gente iba a las reuniones para escuchar a un hombre predicar el Evangelio. En la década de 1950 escuché a muchos grandes predicadores del Evangelio, hombres como el Dr. R. G. Lee, el Dr. K. Owen White, el Dr. W. A. Criswell, y el Dr. Billy Graham cuando era bueno. Ninguno de estos grandes predicadores “sanó” los cuerpos de las personas. Predicaron el Evangelio para salvar a las personas del Infierno. Pero es diferente ahora. Es más como un circo, con gente que viene a ver un milagro. Jesús profetizó de estos hombres. Él dijo: “Se levantarán…falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos” (Mateo 24:24). Por lo que he visto, estos “sanadores de la fe” son charlatanes, que hacen mucho dinero de personas necias que vienen a ver milagros, para no escuchar la buena predicación del Evangelio. Me alegra que Jesús no era como Oral Roberts, Kathryn Kuhlman o Benny Hinn. Jesús “les predicaba la palabra” (Marcos 2:2). Si quieres ver algunos milagros falsos, es mejor que no vuelvas aquí. Aquí en el Tabernáculo Bautista, no hacemos un show para obtener tu dinero. ¡“Predicamos la palabra” como lo hizo Jesús ese día!

El Dr. J. Vernon McGee, el gran maestro de la Biblia dijo:

El ministerio de nuestro Señor era predicar la Palabra de Dios [la Biblia], y ese es el énfasis [que] debería hacerse hoy...Así que me alegro de leer que nuestro Señor les predicaba la Palabra (A Través de la Biblia, nota sobre Marcos 2:2).

Mira a Marcos 2:3-5.

“Entonces vinieron a él unos trayendo un paralítico, que era cargado por cuatro. Y como no podían acercarse a él a causa de la multitud, descubrieron el techo de donde estaba, y haciendo una abertura, bajaron el lecho en que yacía el paralítico. Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados” (Marcos 2:3-5).

“Al ver Jesús la fe de ellos” significa la fe de los hombres que trajeron a este paralítico para escuchar a Jesús. El Dr. McGee dijo: “Lo que necesitamos en la iglesia hoy en día son hombres y mujeres con ese tipo de fe – salid y traer a los que no son salvos…eso es lo que hicieron estos hombres” (ibid.). ¡Hicieron un hoyo en el techo de la casa de Pedro y bajaron al paralítico del techo para que escuchara a Jesús predicar el Evangelio! Más tarde Jesús dijo:

“Ve por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar” (Lucas 14:23).

Los predicadores de antaño eran como esos hombres, esos hombres que abrieron un agujero en la casa de Pedro para llevar a su amigo a Jesús, para que pudiera ser salvo. Estoy hablando de los antiguos como el Dr. Neal Weaver. Estaba tan cometido a ganar personas que comenzó su primera iglesia en un viejo gallinero. Él solo tenía un sermón. Y lo predicaba todas las noches. Nadie notó que era el mismo sermón todas las noches. Neal Weaver era como estos hombres que abrieron el techo para llevar a su amigo paralítico a Jesús. Ese era el mismo espíritu que nuestros antiguos Bautistas tenían. Ese es el tipo de espíritu que teníamos cuando comenzamos esta iglesia.

Recuerdo traer un cargamento de nueve o diez jóvenes para escuchar el Evangelio. Esos hombres iban apretados en mi viejo escarabajo VW. Apenas podíamos respirar. Traíamos a los muchachos a la iglesia. Recuerdo la noche en que intentamos tener 100 personas en el servicio de la noche. Trabajamos todo el día para traer a los muchachos. Cuando comenzó el servicio, Dr. Cagan contó a las personas. Había solo 99 jóvenes en ese servicio. Todos estábamos tristes porque no habíamos alcanzado nuestra meta. En ese momento, un joven que nunca habíamos visto asomó la cabeza por la puerta. ¡Varios jóvenes agarraron al muchacho y lo trajeron adentro! ¡Estaba muy contento de ser una celebridad! ¡Nuestra gente gritó como los Metodistas de antaño! ¡Hubo muchos aplausos y muchas voces esa noche! ¡Fue como el gozo que esos hombres sintieron cuando su amigo paralítico fue salvo! ¿Podemos nosotros tener gozo así de nuevo? Sí, sin duda. ¡Podemos sentir ese gozo otra vez!

Unos años más tarde hubo una batalla para salvar nuestro edificio de la iglesia. Un hombre malvado sacó a 320 de nuestra gente en un horrible quebrantamiento de iglesia. Nuestra iglesia estuvo a punto de irse a la banca rota. Nuestra iglesia casi perdió este edificio. Pero 39 personas dijeron “no”. Esas 39 personas valientes trabajaron día y noche. Dieron enormes cantidades de dinero. Y salvaron este edificio. ¡Pagaron hasta el último centavo de la deuda de dos millones de dólares!

Nunca olvidaré la noche en que quemé la nota de la hipoteca. A medida que las llamas aumentaban, gritamos como los Metodistas de antaño! ¡Hubo muchos aplausos y muchas voces esa noche! Fue como el gozo que sintieron esos hombres cuando bajaron a su amigo paralítico a través del techo, ¡y Jesús lo salvó en la casa de Pedro! ¿Podemos nosotros tener gozo así de nuevo? Sí, sin duda. ¡Podemos sentir ese gozo otra vez!

Estamos entrando a una nueva batalla, una batalla que podría convertir a nuestra iglesia en un faro para las iglesias en dificultades en el mundo en desarrollo – ¡un faro para las iglesias en dificultades en las grandes ciudades del mundo!

Ahora soy un anciano, un guerrero marcado por la batalla del pasado. Entonces hablo ahora al pastor John Cagan, y a todos ustedes que siguen a John hacia el futuro. No puedo pensar en ninguna otra manera de terminar este sermón que citando a mi héroe secular Winston Churchill. En 1941, el año en que nací, las bombas caían todas las noches en Londres. No había ninguna esperanza de que Inglaterra tuviera la más mínima posibilidad de ganar la guerra contra el poder monstruoso de la máquina de guerra de Hitler. Fue entonces cuando el anciano Churchill le dijo esto a un grupo de hombres jóvenes que le seguía, “Nunca te rindas. Nunca te rindas. ¡Nunca, nunca, nunca!”. Y Dios estaba con ellos, contra viento y marea. Dios estaba con ellos contra todos los temores. Cuando todos en el mundo pensaron que perderían. La pequeña Inglaterra ganó esa guerra – ¡¡¡porque Dios estaba con ellos!!!

Y al pastor John, y a todos ustedes jóvenes que lo siguen, les digo lo que Churchill dijo: “Estos no son días oscuros. ¡Estos son días maravillosos, los mejores que hemos visto! ¡Nunca te rindas, nunca te rindas, nunca, nunca, nunca!”

Esta batalla puede parecer sombría y dura. Las iglesias evangélicas están perdiendo prácticamente a todos sus jóvenes. Los una vez poderosos Sureños Bautistas ahora pierden 200,000 de sus jóvenes cada año. Las iglesias evangélicas están muriendo ante los ojos del mundo. Casi 4,000 iglesias evangélicas cierran sus puertas para siempre cada año. La causa del Cristianismo evangélico se perderá para siempre en los próximos años. ¿Qué esperanza tenemos? “¡Mi esperanza solo está en Jesucristo y nada más”! ¡Porque el Señor Jesucristo Mismo nos prometió la victoria! Jesús dijo: “Sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella” – ¡no prevalecerán! Y sé esta noche, en las profundidades de mi alma, que el Señor Jesucristo estaba correcto. Estaba correcto cuando dijo: “Edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella”.

¡Podemos hacer una diferencia! ¡Pero debemos ser un ejército de guerreros para hacerlo! ¡Debes seguir a John Cagan y convertirte en una poderosa banda de guerreros para Jesús y para Su causa! ¡Podemos tener una iglesia llena de discípulos! ¡Podemos tener una iglesia llena de hombres y mujeres jóvenes que son soldados de la cruz! ¡Podemos vencer a Satanás y sus crueles demonios! Podemos hacerlo porque el Señor Jesucristo lo dijo: “Edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán”.

Parafraseando a Churchill, le digo a cada uno de ustedes esta noche,

      Sobre esta batalla depende la supervivencia del Cristianismo vivo en nuestra iglesia.
      Toda la furia y el poder de Satanás pronto deben volverse contra nosotros. El Diablo sabe que tendrá que quebrantarnos en el baluarte de esta iglesia o perderá esta guerra. Si nos enfrentamos a Satanás y su ejército de demonios y luchamos para traer más jóvenes para ser discípulos, podemos inspirar a otros en todo el mundo – a través de nuestro sitio de Internet.
      Pero si fracasamos de traer más jóvenes, si no logramos traerlos uno por uno cada Domingo, no podremos inspirar a otras iglesias, y todo el cuerpo de iglesias evangélicas puede hundirse en el abismo de una nueva Edad Oscura, más siniestro y prolongado por los poderes de la oscuridad. Por lo tanto, aprendamos a cumplir con nuestros deberes. Que cada uno de nosotros se convierta en un discípulo luchador.
      Al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, el Primer Ministro Neville Chamberlain, Señor Halifax y sus seguidores querían rendirse a Hitler. Churchill dijo “no.” ¡Y Churchill diría “no” a los dos diáconos en nuestra iglesia que quieren que nos rindamos también! Ellos abandonan la batalla. ¡No los sigas a ellos!
      Si la larga historia de nuestra iglesia está en lo último al fín, ¡que acabe sólo cuando cada uno de nosotros yace en el suelo ahogándose en su propia sangre! ¡Que cada uno de nosotros haga todo lo posible para traer a alguien, para que ellos también puedan ser inspirados a seguir a Jesús! Si esa oración es contestada, los hombres recordarán, y Dios recordará, lo que hicimos – y Dios y los hombres dirán: “¡Esta fue nuestra mejor hora!”

Por favor pónganse de pie y canten el himno número 1, “Soldados Cristianos”.

Soldados Cristianos, a pelear marchar,
   Yendo por delante la cruz de Jesús:
Contra el enemigo nos guía Jesús;
   Hacia la batalla, con bandera y luz.
Soldados Cristianos, a pelear marchar,
   Yendo por delante la cruz de Jesús.

Muévase potente la iglesia de Dios;
   De los ya gloriosos marchamos en pos;
Somos solo un cuerpo y uno es el Señor,
   Una la esperanza, y uno nuestro amor.
Soldados Cristianos, a pelear marchad,
   Yendo por delante la Cruz del Señor.

Avancen, hoy pueblo, únanse a marchar,
   Mezclen hoy sus voces en canción triunfal;
Gloria y alabanza, a Jesús el rey;
   Ángeles y hombres por los siglos den.
Soldados Cristianos, a pelear marchad,
   Yendo por delante la Cruz del Señor.
(Traducción libre de “Onward, Christian Soldiers”
     por Sabine Baring-Gould, 1834-1924).

¿Quién dirá: “Sí, haré lo que pueda para hacer de esta iglesia un ejército para Jesús”? Ven aquí al frente mientras cantamos, “Onward Christian Soldiers.” Damas, las necesitamos. Hombres mayores, les necesitamos. ¡Jóvenes, ustedes pueden hacer esto! Vengan aquí ahora y oren con nosotros. Amén.


El Solo Cantado Antes del Sermón por Sr. Jack Ngann:
“A Crown of Thorns” (por Ira F. Stanphill, 1914-1993).


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(FIN DEL SERMÓN)
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