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EVANGELISMO Y ORACIÓN PERSISTENTE

por el Rev. John Samuel Cagan

Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles
La Tarde del Día del Señor, 2 de Septiembre del 2018

“También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar” (Lucas 18:1).


Jesús ya había ministrado con Sus Discípulos por algún tiempo. Entonces Jesús instruyó a Sus Discípulos sobre la oración persistente, ya los había enviado a predicar, sanar y expulsar demonios durante casi tres años. Aunque los Discípulos habían ejercido su ministerio durante años, Jesús no dio por sentado la moral de los Discípulos. Jesús sintió que era necesario exhortarlos a orar a través de los tiempos cuando sentían que su ministerio estaba fallando.

“También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar” (Lucas 18:1).

La palabra traducida como “desmayar” en la Reina Valera proviene de la palabra Griega evkakeiv (Strong # 1573). La palabra Griega significa “desanimado” o estar desalentado en gran medida. Esta palabra solo se utiliza una vez más en el Nuevo Testamento, donde Pablo la usó para exhortar a los Cristianos a perseverar a través de la tentación de la desesperación a causa de la tribulación (Efesios 3:13).

Estamos viviendo en tiempos de tribulación y prueba. El mundo odia a Dios. El mundo odia a Jesús. El mundo odia a los Cristianos. Y se supone que debemos amar a las personas que nos odian y nos rechazan. Es fácil desanimarse y sentir que no hay esperanza. El contexto de esta parábola es importante. Jesús acaba de terminar de describir cómo serían los últimos días en el pasaje anterior. Jesús sabía que sus seguidores iban a tener la sensación de que todo iba cuesta abajo y que nada iba a funcionar. Anticipándose a este sentimiento, Jesús les da a sus seguidores la parábola del juez injusto, la cual empieza con estas palabras, “También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar” (Lucas 18:1). El Dr. J. Vernon McGee agrega este comentario sobre nuestro texto:

Estamos viviendo en días, como [Jesús] indicó, cuando los corazones de los hombres están fallando por temor. Lo que tenemos en la primera parábola es un párrafo pertinente para la hora presente. Nota que Él dice que les habló una parábola para este fin; es decir, para este propósito, que los hombres siempre deben orar y no desmayar. Él abre dos alternativas a cualquier hombre que viva en días difíciles. Tú y yo tendremos que hacer una de las dos. Tendrás que decidir qué vas a hacer. Los hombres en días difíciles orarán o desmayarán (McGee, Thru the Bible, vol. 4, p. 326).

Quiero que notes que la respuesta prescrita de Jesús a Sus seguidores por sentirse desanimados es ser persistentes en la oración. Jesús no quiso decir que una persona debería renunciar a su trabajo y convertirse en un recluso para poder literalmente estar siempre orando. No, lo que Jesús está describiendo en esta parábola es una oración consistente, persistente y firme. Y la oración consistente, persistente y firme ¿por qué razón? Para que no te desanimes. Para que no te rindas. Para que continúes con la buena batalla de la fe. Oración persistente por el objetivo de la perseverancia en el evangelismo y ganar almas. Para que pongas un pie delante del otro en esta maratón de la vida Cristiana.

“También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar” (Lucas 18:1).

¿Qué hay de ti? ¿Alguna vez te sientes desanimado en el evangelismo? ¿Alguna vez sientes que nunca sucederá? A menos que seas un extraño al evangelismo, ciertamente has experimentado esa sensación de frustración y cansancio. ¿Cómo deberías responder a una situación así? Debes orar persistentemente por el poder de Dios en tu vida y en tu ministerio.

“También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar” (Lucas 18:1).

La respuesta al desánimo en ganar almas es la oración persistente. Al principio de Su ministerio, Jesús les enseñó a sus Discípulos a orar. En sus instrucciones básicas sobre la oración, Jesús dio una fuerte exhortación a que la oración sea persistente. Jesús dio la parábola del Amigo Inoportuno a Sus Discípulos. En la parábola del Amigo Inoportuno, un hombre necesitaba pan para sus invitados, pero su amigo lo rechazó. A pesar de esto, el hombre continuó pidiendo persistentemente. Jesús dijo: “Aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo por su importunidad [persistencia, no darse por vencido] se levantará y le dará todo lo que necesite” (Lucas 11:8).

En nuestro texto, Jesús describe a una mujer que persiste en sus súplicas ante un juez injusto. Al principio, el juez ignora a la mujer (Lucas 18:4), pero como la mujer no deja al juez en paz, finalmente el juez le da a la mujer lo que está pidiendo (Lucas 18:5). Jesús no está comparando a Dios con un juez injusto en este pasaje. En cambio, Jesús está diciendo que si la oración persistente pudo mover a este juez injusto a la acción, entonces ciertamente el Dios Justo y Misericordioso respondería la oración persistente.

“¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia” (Lucas 18:7-8).

Hace años, había un hombre que amaba mucho a su madre. Durante toda su vida, tuvo el objetivo de ganar su alma para Jesús. En muchos sentidos, ese fue uno de sus principales objetivos en la vida. Pero su madre no era un caso fácil. Ella vivió una vida difícil. Ella fue muy resistente a todos los esfuerzos para llevarla a la iglesia a escuchar el Evangelio. El hombre se sintió impotente para salvar a su madre. Estoy seguro de que muchas veces se sintió extremadamente desanimado. Estoy seguro de que sintió que nunca iba a suceder. Entonces, ¿qué hizo él? Él regresó a la oración persistente una y otra vez.

No persistió durante un año o dos años o incluso diez años. Persistió década tras década. Pero al final, cuando su madre fue salva a la edad de ochenta años, sé que sintió que toda su vida tenía sentido, que Jesús nunca fue más hermoso, y que incluso el Cielo mismo había sido mejorado porque su presencia estaría allí. Ese hombre es nuestro pastor Dr. Hymers. Oró por su madre toda su vida, y finalmente, a la edad de ochenta años, tuvo una conversión milagrosa, y aunque los ángeles cantaron en el cielo, el corazón de nadie cantó más fuerte y más tiempo que el suyo.

“¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles?” (Luke 18:7).

Entonces, ¿cuál era el trabajo que los Discípulos iban a hacer? Jesús dijo:

“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mateo 28:19-20).

¡Jesús le ordenó a los Discípulos que evangelizaran al mundo! Esa era su principal tarea. También somos discípulos de Jesús. Por lo tanto, también es nuestra tarea principal hacer evangelismo. Pero eso no es fácil. Estamos viviendo en los últimos días. Estamos viviendo en tiempos donde los corazones de los hombres les fallarán. Estos son tiempos de duda y desesperación. Y, sin embargo, Jesús dio instrucciones muy claras para evangelizar al mundo y hacer discípulos. ¿Pero cómo se harán estos discípulos en estos días oscuros? Como dijo el Dr. McGee, “Los hombres en días difíciles orarán o desmayarán”. Para que el evangelismo sea exitoso primero debe ser bendecido, respaldado y fortalecido por el poder de Dios.

“Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán. Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; Mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas” (Salmo 126:5-6).

Jesús nos ordenó que ganemos almas. Pero sin el poder de Dios, no podremos ganar almas, sino que solo nos desanimaremos. Por lo tanto, debemos tener oración persistente para cosechar un alma. No será fácil. Nunca lo fue, y ciertamente no lo es ahora.

Los últimos días están aquí y eres llamado fuera del mundo para ser un seguidor de Jesús que hace a otros también seguidores de Jesús. Esa es una gran tarea. Estamos luchando contra un enemigo espiritual que siempre está tratando de desalentarnos y disuadirnos. Es por eso que debemos buscar a Dios persistentemente en oración. Debemos orar para que Dios trabaje en nosotros. Debemos orar para que Dios trabaje en aquellos a quienes evangelizamos. ¡Ora para que Dios una vez más te dé la energía y el celo para traer almas perdidas a escuchar el Evangelio!

Pero la oración sola no evangelizará a las personas. El Dr. McGee dijo, “No puedes simplemente permanecer de rodillas todo el tiempo y orar por una cosecha de maíz. Eso es una tontería piadosa. Pero orar por la cosecha de maíz y luego ir a trabajar es lo que nuestro Señor está hablando en días en que los corazones de los hombres les fallan” (ibid.). Y entonces eso es lo que debemos hacer. Debemos orar por la cosecha de almas, y luego debemos ir a buscarlas.

El evangelio proclamad,
En Su nombre, id por doquier;
Se oye por todos los cielos ya,
¡Salid a evangelizar!
A moribunda raza,
El don del evangelio traed;
Al tenebroso mundo ya,
¡Salid a evangelizar!
   (Traducción libre de “Evangelize! Evangelize!”
    por Dr. Oswald J. Smith, 1889-1986;
      al son de “And Can It Be?” por Charles Wesley, 1707-1788).

Así como cuando un agricultor ora por el maíz, nosotros debemos orar para tener la energía para plantar y cultivar el maíz, también debemos orar para que tengamos la pasión por el evangelismo y para que la gente responda a nosotros. Dios debe bendecir ambos lados de la ecuación para que sea un éxito. Por lo tanto, busca persistentemente y sinceramente a Dios para que te de la energía y la fuerza para hacer el trabajo de evangelismo. Busca persistentemente y sinceramente a Dios para hacer que la gente responda a tus esfuerzos y vengan a escuchar el Evengelio.

Oración persistente debe ser hecha por aquellos que siguen a Jesús. Las personas deben ser llevadas a la iglesia y fuera de la frialdad del mundo. Pero, ¿cómo se puede hacer? Muchos de ustedes han estado haciendo evangelismo por muchos años. No eres ingenuo. Estás acostumbrado a ser rechazado y rechazado. Con el transcurso del tiempo, puedes haberte endurecido de creer que las personas vendrán a la iglesia y escucharán el Evangelio y serán salvas. Esa es una respuesta normal y humana. Jesús Mismo anticipó que tú te sentirías de esta manera. Sabía que con el tiempo, las cicatrices de batalla de la guerra espiritual del evangelismo serían muy profundas. ¿Qué deberías hacer entonces?

“También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar” (Lucas 18:1).

El “Príncipe de Predicadores”, C. H. Charles Spurgeon, entendió la relación entre el evangelismo y la necesidad de una oración persistente debido a nuestra tendencia a desanimarnos. Al comentar sobre nuestro texto, Spurgeon dijo:

¡Cuántas veces le pedimos a Dios y lo hemos hecho sin esperar lo suficiente en la puerta! golpeamos una o dos veces en la puerta de misericordia, y como ningún mensajero amistoso abre la puerta, seguimos nuestro camino. Demasiadas oraciones son como los golpes de muchachos que pasan corriendo, y luego el dador [se va] antes de que se pueda abrir la puerta. Oh, por la gracia de estar de pie con el ángel de Dios, y nunca, nunca, nunca relajar nuestro control; sintiendo que la causa que alegamos es una en la que debemos tener éxito, porque las almas dependen de ella, la gloria de Dios está conectada con ella, el estado de nuestros semejantes está en peligro. Si pudiéramos haber renunciado en oración a nuestras propias vidas y las vidas de aquellos que más amamos, pero sobre las almas de los hombres no podemos darnos por vencidos, debemos urgir y suplicar una y otra vez hasta que obtengamos la respuesta (Spurgeon, 1869; “The Importunate Widow”).

Jesús dijo: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá” (Mateo 7:7). El Griego significa “sigue pidiendo”, “sigue buscando”, “sigue llamando”. Tu gran tarea de evangelizar requiere persistencia en la oración: sigue pidiendo, sigue buscando y sigue llamando. Puede tomar tiempo antes de que obtengas la respuesta, pero Jesús dijo: “¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles?” (Lucas 18:7). Debes decidirte a orar persistentemente o desanimarte. Pero si oras persistentemente, almas se salvarán, las vidas cambiarán y Jesús será glorificado. Dios puede darnos la gracia de hacerlo. Amén.


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(FIN DEL SERMÓN)
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El Solo Cantado Antes del Sermón por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith:
“Come, My Soul, Thy Suit Prepare” (por John Newton, 1725-1807).