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LA META DEL AYUNO

Un sermón escrito por el Dr. R. L. Hymers, Jr.
y predicado por el Rev. John Samuel Cagan
en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles
Sábado por la Mañana, 1 de Septiembre del 2018

“¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo?” (Isaías 58:6).


La gente de aquellos tiempos ayunaba con no comer por un periodo de tiempo. Más temprano en este pasaje de la Escritura Dios le dijo a Isaías por qué Él rechazaba el ayuno del pueblo. El ayuno en sí no fue rechazado por Dios. La Biblia nos da muchos buenos ejemplos de ayuno de personas. Pero en este momento esas personas ayunaban por las razones equivocadas. El ayuno para ellos solo era una forma de religión externa. Lo hacían por hábito y rutina en el mejor de los casos, y en el peor como una muestra de falsa santidad. Sabemos que ayunaban por las razones equivocadas porque encontramos que discutían y peleaban mientras ayunaban. Descuidaron la bondad y el amor por los demás. Su religión era fría y sin corazón. Ellos estaban ayunando, pero sólo lo estaban haciendo como un rito. Ellos no estaban pensando en agradar a Dios cuando ayunaban. Ellos pensaban en agradar al hombre.

El Señor Jesucristo condenó este tipo de ayuno. Jesús dijo:

“Cuando ayunéis, no seáis austeros, como los hipócritas; porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa” (Mateo 6:16).

Su “recompensa” era ser vistos por los demás, para mostrar a otros qué buenos eran. No esperaban nada de Dios cuando ayunaban. Sólo lo hacían para jactarse, para hacerle creer a la gente que eran muy religiosos.

Pero nota que Jesús no condenó todo ayuno. Él dijo a Sus Discípulos: “Cuando ayunéis…no seáis como los hipócritas...” Jesús no dijo, “si ayunáis”. ¡No! Dijo, “cuando ayunéis”. Una vez más, Jesús dijo:

“Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” (Mateo 6:17-18).

Jesús no condenó todo ayuno. Pero Él nos dijo cómo hacerlo, “cuando ayunéis”, “cuando ayunes”. El verdadero Cristianismo consiste en una relación personal con Jesús. El ayuno verdadero también debe ser personal y privado. Desafortunadamente, algunos han reaccionado tan fuertemente al ayuno hipócrita que omitieron el ayuno por completo. Sin embargo, omitir el ayuno mientras se ora puede tener serias consecuencias. En nuestro texto, leemos que Dios ha elegido el ayuno para un propósito específico:

“¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo?” (Isaías 58:6).

Podemos establecer que el ayuno no es para jactancia religiosa. Podemos establecer que el ayuno no debe ser ostentado como un marcador de bondad. Pero las Escrituras también revelan que el ayuno tiene un propósito dado por Dios. Dios ha elegido el ayuno para desatar las ligaduras de impiedad. Dios ha decidido que el ayuno puede deshacer las cargas de opresión. Dios ha dado el ayuno para que los quebrantados puedan ser liberados y el yugo pueda romperse. Omitir el ayuno es una inacción de consecuencias espirituales serias.

Nota cómo los grandes héroes de la fe fueron personas que ayunaron y oraron. Los Reformadores Lutero, Calvino y Knox ayunaban seguido. A todos los primeros predicadores Metodistas se le exigía ayunar dos días cada semana. Nuestro padre Bautista John Bunyan a menudo ayunaba antes de predicar. David Brainerd, un antiguo misionero a los Indios Americanos, dijo en su diario:

Yo aparto ese día para ayuno secreto y oración…en vista a predicar el evangelio.

John Wesley ayunó dos días todas las semanas por muchos años. Estos hombres tuvieron que ayunar. Estaban en un conflicto. Estaban en una lucha. Esos grandes hombres de Dios necesitaban un poder especial. Enfrentaron con gran impiedad, cargas y opresión. Pero ayunaron, oraron y esperaron en Dios, y fueron utilizados para hacer grandes cosas para Él.

Ahora estamos viviendo en un período muy desafiante en las iglesias de los Estados Unidos y el mundo Occidental. Nuestras iglesias están en conflicto. Literalmente millones de personas están abandonando las iglesias. Muchos están abandonando a Dios y olvidándose de Jesús.

Sin embargo, cuando llegamos a esa pregunta nosotros mismos, a menudo nos preguntamos cómo podemos efectivamente ganar a los jóvenes perdidos del mundo. Recientemente, nos enfrentamos al desafío de tratar de atraer a los jóvenes a la iglesia. Los invitamos a pasar tiempo con nosotros jugando deportes o en el parque. Hacemos nuestro mejor esfuerzo para hacer amigos y cuidar de ellos. Eventualmente, los invitamos a la iglesia a escuchar un sermón y almorzar juntos. Parece algo simple, pero es una gran lucha. La gente es renuente y resistente a venir a la iglesia. Tienen planes que creen que no pueden cambiar. Muy a menudo, parece muy difícil lograr que alguien venga a la iglesia.

Estamos literalmente enfrentados con las pesadas cargas que encadenan a las personas al mundo. Estamos literalmente enfrentando las pesadas cargas que impiden a las personas venir a la iglesia. Cuando llega el momento de invitarlos a estar con nosotros en la iglesia, estamos en un combate espiritual con el mundo y los demonios del Diablo. Nuestras personalidades no son un método confiable para traer a las personas a la iglesia. Necesitamos poder sobrenatural. Hay una necesidad de ayuda especial de Dios.

“¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo?” (Isaías 58:6).

Estoy convencido de que nada de lo que hacemos puede ganar a los jóvenes del mundo sin la intervención de Dios Mismo. ¡Esa es la meta del ayuno! ¡La meta del ayuno es tener la intervención de Dios en nuestra vida y ministerio! Dios le dijo al profeta Zacarías:

“No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos” (Zacarías 4:6).

La única manera posible de ganar jóvenes perdidos a Jesús y nuestra iglesia es “por mi Espíritu, dice Jehová de los ejércitos”.

Los Discípulos vieron al Joven Rico alejarse de Jesús, volviendo a una vida de egoísmo y pecado. Los Discípulos le preguntaron a Jesús: “¿Quién, pues, podrá ser salvo?”

“Entonces Jesús, mirándolos, dijo: Para los hombres es imposible, mas para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios” (Marcos 10:26, 27).

¡Ahí lo tienes! ¡Humanamente hablando es imposible convertir al Joven Rico, o cualquier otra persona joven! “Para los hombres es imposible”. ¡Ningún programa puede hacerlo! ¡Ningún sermón inteligente puede hacerlo! ¡Ningún tipo de entretenimiento puede hacerlo! “¿Quién, pues, podrá ser salvo?” “Para los hombres es imposible”. Él no dijo: “Es improbable”. ¡No, no! Él dijo: “Es imposible”. ¡SÓLO DIOS PUEDE HACERLO! Para los hombres es imposible, más para Dios no”.

“No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos” (Zacarías 4:6).

Necesitamos absolutamente que Dios esté con nosotros en nuestros esfuerzos para traer gente a la iglesia a escuchar el Evangelio. Sin Dios, todos nuestros esfuerzos fracasarán y morirán. Si nos contentamos con confiar en nuestros propios esfuerzos y métodos, bien podríamos ser un negocio en quiebra que está siendo abrumado por la corporación titánica de todo lo que el mundo parece ofrecer. Nuestra fuerza, incluso con las mejores intenciones, no puede competir con la habilidad del Diablo y los trucos de lo demoníaco. Nuestro sudor y trabajo no pueden liberar a los pecadores de las pesadas cargas que los unen en su opresión al pecado. ¡Los pecadores han sido seducidos por las mentiras del mundo y nunca creerán en el Evangelio sin el poder de Dios!

Dame poder en la oración,
   En este mundo de iniquidad;
Donde las almas se pierden hoy;
   ¡Dame poder, Señor, a orar!
(Traducción libre de “Teach Me to Pray” por Albert S. Reitz, 1879-1966).

Sólo Dios puede hacer que una persona joven vea lo vacío de esta vida – ¡y la falta de esperanza de este mundo! ¡Sólo Dios puede hacer que una persona joven sienta la necesidad de estar en la iglesia todos los Domingos! ¡Sólo Dios puede despojarlos de su confianza en ellos mismos y reemplazarla con confidencia en Jesús! ¡Sólo Dios puede mostrarles su pecado! ¡Sólo Dios puede atraerlos hacia Jesús para salvación por Su Sangre!

No solo debemos tener el poder de Dios para traer a una persona a la iglesia, sino que debemos tener el poder de Dios para que podamos llevar a una persona a Jesús. Traer una persona a la iglesia los Domingos es bueno, pero eso no lo convertirá en un discípulo. Las personas que traemos deben regresar nuevamente. Deben escuchar el Evangelio de nuevo. Deben apartarse de su pecado y confiar en Jesús. Dios debe darle a nuestra iglesia poder, vida y gracia para que esto suceda.

Pero, ¿cómo podemos tener el poder de Dios? Esto nos lleva de nuevo a nuestro texto,

“¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo?” (Isaías 58:6).

Aquí Dios nos dijo por qué debemos ayunar:

1.  Para desatar las ligaduras [cadenas] de impiedad.
2.  Para soltar las cargas de opresión.
3.  Para dejar ir libres a los quebrantados y romper todo yugo.

El ayuno no es un fin en sí mismo. Y las palabras de Jesús revelan que hay razones equivocadas y correctas para ayunar. El ayuno no es una disciplina espiritual en la que participar para aborrecer y castigar al cuerpo. Eso es lo que hicieron los Gnósticos y se equivocaron. No, hay una razón para ayunar. Ayunamos y oramos por el poder de Dios para hacer cosas que somos absolutamente impotentes para hacer. Estamos ayunando y orando por algo anormal y sobrenatural. Estamos ayunando y orando por un milagro.

“¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo?” (Isaías 58:6).

No solo estamos ayunando para que Dios pueda desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión y dejar que los quebrantados sean lo sufrientemente libres para visitarnos en la iglesia, pero también estamos ayunando para que Dios pueda hacer la próxima obra, la obra más grande, la obra eterna. De muchas maneras, batallamos y luchamos por traer visitantes a nuestra iglesia. Pero somos completamente impotentes para realmente ganar almas para la salvación en Jesús a menos que Dios permita que los oprimidos se liberen de las cadenas del pecado. Es por eso que debemos ayunar. Es por eso que debemos tener el poder de Dios a través de la oración y el ayuno.

Si estás con nosotros y todavía no eres un Cristiano nacido de nuevo, quiero que sepas que hay muchos jóvenes aquí que ayunaron por ti. Nosotros no anunciamos sus nombres. Pero muchos de ellos ayunaron y oraron por ti en secreto. ¿Por qué ayunaron y oraron por ti? Lo hicieron porque están muy preocupados por ti. Ellos quieren que seas liberado de las cadenas del pecado. Ellos quieren que seas liberado de la pesada carga y la opresión de Satanás. Ellos ayunaron y oraron para que Dios baje y te libre de pecado, y te atraiga al compañerismo completo de nuestra iglesia, y te atraiga a Jesús para limpieza por Su Sangre preciosa. El Dr. Elmer Towns de la Universidad Liberty University, dijo:

      Cuando ayunas y oras, puedes pedirle a Dios que abra las ventanas de los cielos, y derrame bendiciones sobre otros… Tú puedes golpear las puertas del cielo para que Dios dé convicción de pecado a la persona perdida y lo traiga a Jesucristo (traducción de Elmer L. Towns, D.Min., The Beginner’s Guide to Fasting, Regal, 2001, p. 124).

Estamos orando a Dios que abra tus ojos para que veas el vacío de la vida sin Jesús. Estamos ayunando y orando para que Dios te atraiga al calor y la amistad de nuestra iglesia. Le pidieron a Dios que ilumine tu corazón, para que puedas sentir tu pecado, y veas tu necesidad de Jesús. Ellos le pidieron a Dios que te muestre que Jesús murió en la Cruz para pagar el castigo por tu pecado, y derramó Su Sangre preciosa para limpiarte de todo pecado. Ellos oraron por ti, para que Dios te muestre a Jesús, en toda Su belleza, arriba en el Cielo, en otra dimensión. Ayunamos y oramos a Dios para que te traiga a nuestra iglesia, y te traiga a Jesús a través de los sermones, para que puedas ser convertido y tengas vida eterna en Él. Esa vieja canción, que el Sr. Griffith cantó antes de este sermón, expresa nuestras oraciones por ti.

Tengo un Salvador, Que ora por ti en la gloria,
   Un Salvador amoroso, aunque no haya amigos;
Y ahora Él vela con amor por mi;
   ¡Oh, Que mi Salvador fuera tuyo también!
Por ti estoy orando, por ti estoy orando,
   Por ti estoy orando, orando por ti.

“¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo?” (Isaías 58:6).


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(FIN DEL SERMÓN)
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El Solo Cantado Antes del Sermón por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith:
“I Am Praying for You” (por S. O’Malley Clough, 1837-1910).