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HERODES Y JUAN

por el Dr. R. L. Hymers, Jr.

Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles
La Noche del Día del Señor, 12 de Noviembre del 2017

“Porque Herodes temía a Juan, sabiendo que era varón justo y santo, y le guardaba a salvo; y oyéndole, se quedaba muy perplejo, pero le escuchaba de buena gana” (Mark 6:20).


La historia del Rey Herodes y Juan el Bautista es una de las grandes tragedias en la Biblia y en la historia. Juan el Bautista, un joven evangelista electrizante – se enfrenta al Rey Herodes – un monarca indeciso y de voluntad débil. Él quería obedecer a Juan. Él quería tener paz con Dios. Pero su debilidad e indecisión lo llevaron a su ruina – y al asesinato de Juan el Bautista.

Cuando leo sobre el Rey Herodes, siempre siento pena por él. Pero luego estoy enojado con él. Lamentablemente él era un necio. Él estuvo tan cerca de ser salvo. Y sin embargo, él nunca lo fue. Estaba tan cerca de ser convertido. Y sin embargo, él fue al Infierno. Cuando pienso en Herodes, el himno que acaba de cantar el señor Griffith siempre enfría mi alma,

Casi resuelto para creer;
Casi resuelto a Jesús confiar;
Casi no bastará; Casi ¡fracasará!
Triste lamento harás, Perdido estás.
   (Traducción libre de “Almost Persuaded” por Philip P. Bliss, 1838-1876).

Casi resuelto, Triste lamento harás –
Perdido estás.

La historia de Herodes y Juan el Bautista nos muestra varias grandes verdades Cristianas.

Primero, el mensaje de salvación siempre te llama a tomar una decisión. Para nosotros, la palabra “decisión” parece mala – como en “decisionismo”. ¡Pero el “decisionismo” es solo malo porque la mayoría de la gente toma la decisión equivocada! Herodes podría haber tomado la decisión correcta. Pero en lugar de eso, vaciló de un lado a otro – y nunca defendió la verdad que Juan el Bautista le predicó. Lo más sobresaliente de la predicación de Juan fue su desafío para tomar una decisión. Predicó el arrepentimiento y exigió una decisión de quienes lo escucharon predicar. Predicó tan poderosamente que la gente clamó: “Entonces, ¿qué haremos?” (Lucas 3:10). Cuando Jesús vino Él predicó de la misma manera. Le dio a la gente solo dos opciones. Era el Cielo o el Infierno, el camino ancho hacia la destrucción o el camino angosto hacia la vida. La casa en la arena o la casa en una roca. Dios o las riquezas. La gente tuvo que tomar partido, ya sea por Jesús o contra Él. La predicación de Jesús exigió que tomaran una decisión a favor o en contra de Él. Fue la misma manera en la que Pedro predicó el día de Pentecostés. Pedro exigió que tomaran una decisión. Y la gente respondió: “Varones hermanos, ¿qué haremos?” (Hechos 2:37). En el último capítulo de Hechos, la predicación de Pablo dividió a la gente en dos grupos. “Y algunos asentían a lo que se decía, pero otros no creían” (Hechos 28:24). ¡Tuvieron que tomar una decisión! Y en cada avivamiento a lo largo de la historia Cristiana, los hombres piadosos también predicaban así. ¡Los que los escucharon tuvieron que tomar una decisión!

Hoy escuchamos un tipo diferente de predicación. No se hacen demandas. Algunos de ellos llaman dulcemente a las personas para ser sanados. Algunos les dan historias suaves y reconfortantes. Y otros hombres les dan exposiciones Bíblicas secas como polvo sin expiación de Sangre. ¿Dónde está el fuego? ¿Dónde está el desafío? ¡No es de extrañar que los jóvenes huyan de nuestras iglesias en masa! La mayoría de la predicación de hoy no vale ni una cubeta de saliva – para citar al Vicepresidente John Nance Garner (1933-1941) al hablar de su oficina bajo el Presidente Roosevelt. La historia de Herodes y Juan el Bautista nos muestra la absoluta inutilidad de eso. Nos recuerda que Jesús pide una decisión. Por cierto, ¿has tomado una decisión? ¿Ha afectado tu vida? ¿Te ha cambiado?

Herodes “lo escuchaba de buena gana”. A Herodes le gustaba el predicador. Incluso disfrutó oyéndole predicar. Pero no tuvo ningún efecto sobre él. Por mi parte, nunca me gusta escuchar a la gente decirme qué gran sermón prediqué. No me alegro de eso en absoluto. Solo me regocijo cuando veo a alguien decidir arrepentirse de sus pecados y arrojarse a la misericordia y la gracia de Jesús. Lo único que me agrada es cuando alguien toma la decisión definitiva de confiar en Jesús en una verdadera conversión y cambio de vida. ¡Esa es la única prueba verdadera si mi predicación ha sido bendecida por Dios! No es si la disfrutas. No es si te molesta, o si te agrado y si estás contento con mi predicación. La prueba es esta – ¿te ha llevado a una decisión, un acto definitivo de confiar en Jesús con todo tu corazón y toda tu vida?

Pero hay algo triste en personas como Herodes. Él casi decidió. Casi se convenció de confiar en Jesús y convertirse en un verdadero Cristiano. Qué triste y patéticas son las personas como Herodes. Vienes a la iglesia. Nos escuchas predicar. Y te emocionas. Sientes que deberías confiar en Jesús. Dices que quiere confiar en Él. Pero nunca lo haces. En lugar de confiar en Jesús, buscas un sentimiento que demuestre que confías en Él. ¡Nunca pasará! ¡Nunca! ¡Nunca! ¿Por qué no? ¿Cómo es posible que tengas un “sentimiento” de que confiaste en Él antes de confiar en Él? ¡No tiene sentido! La única forma en que puedes confiar en Jesús es confiando en Él en lugar de confiar en un sentimiento. Estás a un paso de confiar en Jesús. Pero nunca lo haces. Qué clase de persona tan extraña eres. Vienes Domingo tras Domingo. Pero te niegas a confiar en el Salvador. Incluso vienes a vernos después del servicio – pero no tienes intención de confiar en Él. Te pregunto: “¿Confiaste en Él?”. Dices “no”. Dices “no” fuertemente – como si estuvieras muy seguro de que no lo hiciste. ¿Por qué estás tan seguro? ¡Tiene que ser porque estás buscando una sensación u otra! ¡Esa debe ser la razón! Pero déjame ser brutalmente honesto contigo. ¡Ves, ese “sentimiento” que quieres es un demonio! El Diablo cuelga a ese demonio frente a tu mente. “¡Debo tener esa sensación! ¡Lo quiero tanto! ¡Nunca estaré satisfecho sin ese demonio de sentimiento!” Cuando el Diablo te tiene bajo su hechizo, y te cautiva – ¡te dará una sensación! ¡Entonces estarás tan encantado que nunca serás salvo! Ese demonio de “sentimiento” será tu amor, tu amante, tu ídolo. ¡Cuando eso suceda estarás bajo un hechizo tan fuerte e hipnótico que nunca podrás confiar en Jesús, quien murió en la Cruz para salvarte! Y el demonio de “sentimiento” te arrastrará, cautivará y esclavizará hasta las mismas entrañas del Infierno. ¡Casi puedo escuchar al demonio de “sentimientos” riéndose de ti! “¡Te tengo ahora! ¡Te tengo ahora! ¡Eres mi esclavo en el Infierno por siempre!” No sonrías. Millones de personas piensan que tienen el Espíritu Santo – cuando lo que realmente tienen es un demonio. ¡En lugar de estar llenos del Espíritu, están poseídos por el demonio! Le advierto a cada uno de ustedes que están buscando un sentimiento que demuestre que son salvos – ¡les advierto! ¡Estás jugando con lo oculto! ¡Estás jugando con fuego! ¡Deshazte del demonio de “sentimientos” y lánzate a Jesús, el Hijo de Dios, que sangró y murió en la Cruz para salvarte!

Hay ciertos predicadores que se convierten en fuentes de esclavitud. Conozco a predicadores que atraen personas a ellos, y les prometen la salvación, mientras que lo que están haciendo es bastante demoníaco. Están vinculando a sus seguidores a ellos mismos en lugar de Jesús. Bajo ninguna circunstancia coloco a Juan el Bautista en esa categoría.

Herodes había puesto a Juan en la cárcel, porque su esposa odiaba a Juan por llamarla adúltera. La Biblia dice que “Herodes temía a Juan, sabiendo que era varón justo y santo”. Él vio a Juan como un hombre santo. Así que Herodes fue a ver a Juan una y otra vez en prisión. El texto dice que “le guardaba”. Eso significa que Herodes “le guardaba a salvo”. Herodes sabía que había algo santo y diferente acerca de Juan. Él “escuchaba [a Juan] de buena gana”. Era como muchas personas que adoran a un santo. Saben que el santo era una persona piadosa, como San Agustín. Pueden leer y meditar en las palabras del santo, pero nunca confían en Jesús, aunque hombres como Agustín les dicen que lo hagan. Creo que Herodes miraba a Juan como los Católicos miran a un santo. “Le escuchaba de buena gana”.

Herodes iba a la prisión a visitar a Juan. Sabía que esto disgustaba a su esposa. Sin embargo, él continuó yendo. Se sintió atraído allí. Sintió algo atrayéndolo allí, algo irresistible. Cuando fue a escuchar a Juan, “le escuchaba de buena gana”. El Espíritu Santo lo estaba atrayendo a escuchar al profeta. Hay muchas personas que vienen a la iglesia por la misma razón. Les gusta estar en la iglesia, a pesar de que el sermón los condena. Pero ellos no ceden a Jesús. Herodes llegó casi al punto de la conversión. Pero él nunca fue convertido. ¿Y por qué Herodes después le cortó la cabeza a Juan el Bautista? ¿Cómo podemos entender a este hombre, Herodes?

Bajo la predicación de Juan Herodes sintió la presencia y el poder de Dios. Él sabía que Juan tenía razón. Sin embargo, él no cedió a Jesús. Él entendió lo que Juan le estaba predicando. Pero él no confiaría en Jesús. Siguió aprendiendo y aprendiendo, pero nunca decidió definitivamente confiar en Jesús. Él no quería cambiar su vida. Tendría que separarse de la malvada mujer Herodías. Tendría que cambiar muchas cosas en su vida. Muchos jóvenes Orientales son así. Sus padres les permiten venir a nuestra iglesia, pero no están totalmente de acuerdo con lo que predicamos. Ellos piensan que somos muy estrictos. Sus hijos vienen a nuestra iglesia – pero los jalan. ¿Es cierto de ti? ¿Tus padres piensan que somos demasiado estrictos? Te dejan venir, pero nos critican cuando te hablan. Te dicen que no pases tanto tiempo en la iglesia. Dicen cosas como: “¿Tienes que estar tanto allí?” Así que estás dividido entre tus padres y esta iglesia. Sabes que tenemos razón, pero quieres complacer a tus padres. Tienes miedo de tomar una posición con nosotros, en contra de tus padres no Cristianos. Olvidan lo que dijo Jesús: “El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí” (Mateo 10:37). Herodes quería ser Cristiano, pero también quería complacer a Herodías. La Biblia dice: “El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos” (Santiago 1:8). El Dr. Charles C. Ryrie dijo: “Un hombre de doble ánimo [es] un hombre de lealtad dividida” (Ryrie Study Bible). ¿No es eso lo que estaba mal con Herodes? Él quería ser Cristiano, pero quería agradar a Herodías. Él era de doble ánimo. Por lo tanto, no pudo convertirse en un verdadero Cristiano.

Recientemente tuvimos una joven oriental así. Ella quería complacer a sus padres no Cristianos. Pero ella también quería ser Cristiana. Ella estaba partida hasta que finalmente vio que debía acercarse a Jesús por completo. Ella decidió ir en contra de sus padres y venir completamente a Jesús. En el momento en que ella hizo eso ella fue profundamente convertida. Ella decidió hacer a Jesús el Señor de su vida. Toda confusión desapareció y ahora ella es una adorable Cristiana. Pero Herodes nunca decidió entre Juan el Bautista y Herodías. Por lo tanto, nunca se convirtió en un verdadero Cristiano. Él murió y se fue al Infierno. La Biblia dice: “Escogeos hoy a quién sirváis” (Josué 24:15). Debes elegir entre tus padres perdidos o Jesús. No hay otra manera de ser salvo y tener un testimonio claro para Jesús. No vaciles de un lado a otro como Herodes. Elige a Jesús y la iglesia. Toma una decisión clara. “Escogeos hoy a quién sirváis”. “El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos” (Santiago 1:8). Jesús dijo: “El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí” (Mateo 10:37).

Luego, también, Herodes fue a escuchar a Juan predicar y “oyéndole, se quedaba muy perplejo”. Sí, se quedaba perplejo. Sí, y no hizo la única cosa que era más importante. Sin duda, él renunció a ciertos pecados. Sí, “se quedaba muy perplejo”, y nunca hizo lo único que Juan le pidió que hiciera. ¿No es esa la razón por la que eres casi un Cristiano? Casi, ¡pero todavía perdido! Estaba “perplejo” pero no era suficiente. Una joven dijo: “¿Qué más quieren?” Debería haber dicho: “¿Qué más quiere Dios?” El Dr. Martyn Lloyd-Jones originalmente predicó este sermón, que he adaptado. El Dr. Lloyd-Jones dijo: “¿Qué es lo que te está frenando? Examínate. ¡Se sabio y déjalo ir! Estar ‘perplejo’ no es [suficiente]. Dios quiere tu sumisión completa, no [solo] renunciando a ciertos pecados sino a toda tu voluntad”, ¡toda tu vida debe ser entregada a Jesús! (Traducción de D. Martyn Lloyd-Jones, M.D., “Missing the Mark”).

Solo hay una cosa más que quiero decir. En el versículo 24, Herodías le dijo a su hija que pidiera la cabeza de Juan el Bautista. Herodes se entristeció mucho, “pero a causa del juramento, y de los que estaban con él a la mesa, no quiso desecharla” (Marcos 6:26). Ah, ahí está – preocupación por su propia reputación y la buena opinión de los demás. En su corazón, él sabía que esta gente estaba equivocada. Por otro lado, admiraba a Juan y sabía que tenía razón. Sin embargo, se entregó a los pecadores y rechazó la predicación de Juan. Renunció a la salvación eterna y se fue al Infierno simplemente porque tenía miedo de lo que estas personas pensarían de él. ¡Oh, qué locura! Aunque todo el mundo se ría y burle de ti, aunque toda tu familia diga que te has convertido en un fanático religioso, aunque todos te llamen necio, ¿qué importancia tiene eso – siempre y cuando seas aceptado por Dios? ¡Porque solo Él es el juez!

Haz lo que Dios te dice. Confía en Jesús, Su Hijo. ¡Y muestra a tu familia y amigos, y al mundo entero, que te has apartado de este mundo vil – y que está entregando totalmente tu vida a Jesucristo!

Una vez que sabes que Jesús es correcto y verdadero, nunca tendrás paz hasta que te entregues completamente a Él. ¡Pobre Herodes! ¡Qué terrible fue su vida después de decapitar a Juan! Juan acechó y atormentó su vida. Cuando Herodes oyó hablar de Jesús, pensó que era Juan, resucitado de entre los muertos. ¡Juan atormentó sus sueños en la noche! Soñaba con el plato que venía hacia él con la cabeza de Juan sobre él. Aunque rechaces la verdad, no has terminado con ella. Te atormentará y te condenará para siempre. No te dará descanso ni paz. Herodes tuvo pesadillas sobre Juan – “Oh, Juan, ¿por qué no te escuché? Oh, Juan, ¿por qué desperdicié mi alma? Oh, Juan, ¿por qué tenía tanto miedo de lo que pensarían de mí? Oh, qué necio fui”.

Imagina la vida de Herodes después de decapitar a Juan. Esa será tu vida, y aún más terrible si no decides abandonar el mundo y confiar en Jesucristo, y entregarte a Él. No tengo miedo de que se me acuse de intentar asustarte. Definitivamente estoy tratando de asustarte. Si el amor maravilloso de Jesucristo no te atrae, haré todo lo posible para asustarte con los horrores de una eternidad sin Jesús. Culpa eterna, miseria eterna, tormento indescriptible. Eso es lo que les espera a todos ustedes que no abandonan todo y abrazan a Jesús de todo corazón. Que Jesús te salve de tu pecado, como lo está esperando hacer. Ven a Jesús por fe y confía en Él sin importar nada – y serás salvo. No hay otra manera. Amén. John Cagan, por favor, ven y guíanos en oración para que alguien le de su vida entera a Jesús.


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(FIN DEL SERMÓN)
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El Solo Cantado por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith Antes del Sermón:
“Almost Persuaded” (por Philip P. Bliss, 1838-1876).