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COMO PREPARAR UN SERMÓN EVANGELÍSTICO –

VERDADES OLVIDADAS NECESARIAS PARA CONVERSIONES VERDADERAS

por el Dr. C. L. Cagan y el Dr. R. L. Hymers, Jr.

Un sermón predicado por el Dr. C. L. Cagan
en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles
La Noche del Sábado, 21 de Octubre del 2017

“Haz obra de evangelista, cumple tu ministerio” (II Timoteo 4:5).


El Apóstol dio estas palabras a Timoteo poco antes de que Pablo fuera asesinado por la persecución del emperador Nerón. Timoteo era el discípulo de Pablo. Pablo lo entrenó en el trabajo del ministerio. Timoteo se convirtió en pastor de la iglesia en la ciudad de Éfeso. El trabajo principal de Timoteo era ser pastor.

Timoteo no tuvo el mismo ministerio que “Felipe el evangelista” (Hechos 21:8). Felipe iba de un lugar a otro. Felipe fue a Samaria y predicó a Jesús allí (Hechos 8:5). Después Felipe fue al desierto y guió al Eunuco etíope a Jesús (Hechos 8:26-39). Después Felipe predicó en otras ciudades (Hechos 8:40). Felipe era un evangelista viajero. Timoteo fue el pastor de una iglesia local.

¿Por qué le dijo Pablo a Timoteo “haz obra de evangelista”? ¡Porque todo pastor está llamado a hacer el trabajo de un evangelista! Pablo le dijo a Timoteo “cumple tu ministerio” (II Timoteo 4:5). ¿Cuál era su ministerio? ¡Hacer la obra de evangelista! Todo pastor es llamado a hacer la obra de evangelista. ¡Si no lo haces, no estás haciendo todo lo que Dios te ha ordenado hacer!

Todo pastor predica en su iglesia. Ese es su llamado. Y todo pastor debe predicar sermones evangelísticos en su iglesia – ¡y predicarlos a menudo! Si dejas el Evangelio para una clase de Escuela Dominical algunas veces al año, no eres un predicador fiel. Si todo lo que haces es enseñar a las personas, no eres un predicador fiel. Tu ministerio no es solo enseñar la Biblia. Debes hacer la obra de evangelista. Debes predicar sermones evangelísticos y hacerlo regularmente.

¿Qué es un sermón evangelístico? Un sermón evangelístico está dirigido directamente a las personas perdidas en la congregación, de las cuales siempre hay muchas en cada servicio, aunque algunas de ellas vienen a la iglesia todas las semanas. Todo el sermón evangelístico proclama la verdad sobre el pecado y la salvación en Jesús – para que las personas perdidas que lo escuchen confíen en Jesús y sean salvos. Un sermón evangelístico no es un sermón expositivo en varios versículos de la Escritura. Lo mejor es no predicar un sermón expositivo sobre varios versículos de la Escritura. Elije uno o dos versículos para predicar. Los sermones evangelísticos se centran en la verdad de uno o dos versículos como máximo. Las exposiciones de muchos versículos no son sermones evangelísticos. Estudia los sermones evangelísticos de Spurgeon. Ninguno de ellos es lo que hoy llamamos sermones “expositivos”. En el Libro de Los Hechos, todos los sermones, excepto uno, eran sermones evangelísticos. ¡Solo hay un sermón “expositivo” en todo el Libro de Los Hechos! ¡Debemos seguir el ejemplo de los Apóstoles y Spurgeon cuando predicamos sermones evangelísticos!

Los sermones evangelísticos deben ser predicados, no enseñados. La palabra Griega para “predicar” en II Timoteo 4:2 es una palabra diferente a “enseñar” en el versículo tres. Predicar en voz alta es necesario en verdaderos sermones evangelísticos. Cuando Pedro predicó un sermón evangelístico en el día de Pentecostés, él “alzó su voz” (Hechos 2:14). También debemos alzar nuestras voces cuando predicamos a los pecadores perdidos.

Muy pocos pastores hoy predican sermones evangelísticos. Muchos no los predican para nada. En América rara vez escuchamos sermones evangelísticos hoy. Y no es muy diferente en otros países. Los pastores le enseñan la Biblia a su gente – o predican sobre saneamiento, prosperidad y cómo sentirse bien – ¡todo menos el Evangelio de Jesús! No obedecen la Biblia, que dice: “Haz la obra de evangelista”.

Puedes decir: “¿Pero cómo puedo preparar un sermón evangelístico? ¿Qué debo hacer?” De eso se trata este mensaje. Te voy a decir cómo predicar un sermón evangelístico.

Un sermón evangelístico es un sermón centrado en el Evangelio. ¿Qué es un sermón del Evangelio? Para predicar el Evangelio debes saber cuál es el Evangelio. El Apóstol Pablo dijo:

“Os declaro, hermanos, el evangelio…Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras” (I Corintios 15:1, 3, 4).

De nuevo el Apóstol Pablo dijo:

“Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores” (I Timoteo 1:15).

Hay dos partes en un sermón evangelístico. Primero, el problema del pecado del hombre; y segundo, lo que hizo Jesús para salvar a las personas de su pecado.

I. Primero, debes predicar la ley – que le dice a la gente de sus corazones
pecaminosos.

En la primera parte de un sermón evangelístico, debes predicar la ley. ¿Por qué alguien debería confiar en Jesús? ¿Cuál es la razón? ¿Por qué murió Jesús en la Cruz? Muchos sermones les dicen a las personas que confíen en Jesús para que puedan tener una vida mejor, o ser feliz, o encontrar el amor y la amistad. ¡Pero no es por eso que Jesús murió en la Cruz! Algunos sermones les dicen a las personas que confíen en Jesús para que puedan ir al Cielo. Pero ese no es un mensaje del Evangelio si no dice por qué necesitan a Jesús para ir al Cielo. La Biblia dice: “Cristo murió por nuestros pecados”. La Biblia dice: “Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores”.

Si las personas no sienten que son pecadores, ¿por qué deben venir a Jesús? ¡No lo harán! Pueden hacer una oración. Pueden levantar la mano. Pueden pasar al frente al final de un sermón. ¡Pero no serán salvos! ¿Por qué? ¡Porque no tienen nada de qué salvarse!

¿Cómo puedes mostrarle a la gente que son pecadores? Al predicarles la ley de Dios. La Biblia dice:

“De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo” (Gálatas 3:24).

La ley muestra a las personas que son pecadores. Después de haber sido convencidos por el pecado de sus corazones, puede que vengan a Jesús.

Muchos pastores temen predicar la ley. Tienen miedo de enojar a la gente. Iain H. Murray dijo que este es “El Problema Principal en el Evangelismo”. En su libro, El Antiguo Evangelicalismo [The Old Evangelicalism] (Banner of Truth, 2005; lee las páginas 3 a 37), Murray correctamente nos dice que el miedo a ofender a los perdidos es la razón principal por la que la predicación evangelística es tan ineficaz hoy en día.

Hagas lo que hagas, no prediques contra pecados individuales. “Haz esto. No hagas eso”. Esto es hablar de los pecados reales o específicos de las personas. Pero el pecado va mucho más profundo. Ellos son pecadores por dentro. Ellos tienen un corazón pecaminoso, heredado de Adán. Es por eso que David dijo: “He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre” (Salmo 51:5). Eso es lo que la Biblia dice: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso” (Jeremías 17:9). Y la Biblia dice: “La mente carnal [no convertida] es enemistad contra Dios” (Romanos 8:7). Por eso la gente hace las cosas malas que hacen. Lo que hacen proviene de lo que son. Jesús dijo: “Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios...Todas estas maldades de dentro salen” (Marcos 7:21, 23). Las personas son mucho más profundas de lo que hacen. Incluso si alguien trata de ser mejor, nunca puede cambiar su corazón, más de lo que un cabro puede convertirse en una oveja. A las personas no se le puede enseñar a ser Cristianos. Tienen que ser predicados a ello, como lo explico en este sermón. Dios condena el corazón humano así como las acciones humanas. La Biblia dice: “Todos están bajo pecado” (Romanos 3:9). Todos están bajo el poder y la pena del pecado antes de la conversión.

Debes predicar la ley para que la gente vea y sienta que sus corazones son pecadores. Ahora, todos admiten que son pecadores de alguna manera. Nunca conocí a nadie que afirmara ser perfecto. Un hombre le dijo a un predicador: “Supongo que soy [un pecador], pero no soy lo que se podría llamar un pecador malo. Yo soy, creo, bastante bueno. Siempre trato de hacer lo mejor que puedo”. ¡Ese hombre no estaba listo para ser salvo! Antes de que pueda ser salvo, necesita ver que es un pecador “malo”. Es por eso que debes predicar sobre sus corazones pecaminosos.

Sin la ley de Dios, la gente no verá por qué necesitan el Evangelio de Jesús. Es por eso que debes predicar la ley antes de predicar el Evangelio. La Biblia dice: “La ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo” (Gálatas 3:24). Al igual que un maestro de escuela, la ley muestra a las personas por qué necesitan a Jesús. Primero la ley. Después el Evangelio. Lo que dijo Lutero fue exactamente correcto. Debes estudiar con cuidado lo que dijo si quieres aprender a predicar sermones evangelísticos. Lutero dijo:

Es necesario, si te conviertes, que te vuelvas [perturbado], es decir, que tengas una conciencia alarmada y temblorosa. Luego, después de que se haya creado esta condición, debes comprender el consuelo que no proviene de ninguna obra tuya, sino de la obra de Dios. Él envió a Su Hijo Jesús a este mundo para proclamar a los pecadores aterrorizados la misericordia de Dios. Este es el camino de conversión. Todos los demás caminos son falsos. (Traducción de Martin Luther, Th.D., What Luther Says, Concordia Publishing House, 1994 reprint, Number 1014, page 343).

Dije: “Debes predicar la ley para que las personas vean y sientan su pecado interior”. Yo no dije: “Debes predicar sobre el Infierno”. Sí, Jesús habló sobre el Infierno. El Infierno es real. Pero debes tener cuidado cuando predicas sobre el Infierno. Nadie será salvo por tener miedo del Infierno. Pueden tratar de ser mejores personas. Pueden volverse muy religiosos. Pero tener miedo del Infierno nunca salvó a nadie. Jesús murió por nuestros pecados. El Infierno es solo el resultado del pecado. El verdadero problema es el pecado, no el Infierno. Hemos descubierto que sermones completos sobre el Infierno no convierten a las personas. La primera parte de un sermón evangelístico debe exponer su pecado – no solo los pecados individuales, sino el pecado de sus corazones.

Para mostrar a las personas su pecado, debes predicar contra sus corazones rebeldes, pecaminosos. Pero no debes terminar ahí. La ley no puede salvar a nadie. La ley solo muestra a la gente el pecado de sus corazones. La Biblia dice: “Por las obras de la ley ningún ser humano será justificado…porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado” (Romanos 3:20). La Biblia dice que salvar a las personas es “imposible para la ley” (Romanos 8:3). Solo Jesús Mismo puede cambiar el corazón de los pecadores. Solo la Sangre de Jesús puede lavar el pecado. Y eso me lleva al segundo punto.

II. Segundo, debes predicar el Evangelio – que le dice a la gente lo que Jesús hizo para salvarlos del pecado.

En la segunda parte de tu sermón evangelístico, debes predicar el Evangelio. El Evangelio no es una enseñanza sobre cómo ser mejor. El Evangelio no es un mensaje sobre la iglesia, ni siquiera sobre el Cielo. El Evangelio es que “Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras” (1 Corintios 15:3). El Evangelio es que “Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores” (1 Timoteo 1:15).

El Evangelio no es un conjunto de reglas. El Evangelio muestra que Dios ama al pecador tanto que Jesús vino a morir por él. El Evangelio no está hecho de ley. Es puro amor y gracia. Como dijo Lutero:

El Evangelio...no predica lo que debemos hacer o evitar. No establece requisitos pero invierte el enfoque de la ley, hace todo lo contrario, y dice: ‘Esto es lo que Dios ha hecho por ti; ha dejado que su Hijo sea hecho carne por ti, ha permitido que sea matado por ti’...el Evangelio enseña...lo que Dios nos ha dado, y no...lo que debemos hacer y dar a Dios (traducción de “How Christians Should Regard Moses,” 1525).

¡El Evangelio ofrece al pecador un nuevo corazón, y el perdón del pecado a través de lo que Jesús hizo en la Cruz y en la tumba vacía! La persona que confía en Jesús es

“justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación [pago por el pecado] por medio de la fe en su sangre” (Romanos 3:24, 25).

La Biblia dice que “Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros...[somos] ya justificados en su sangre” (Romanos 5: 8, 9). Jesús murió en el lugar del pecador para pagar su pecado. Como dijo Isaías: “Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros” (Isaías 53:6). El Evangelio es la gracia gratuita de perdón del pecado por parte de Jesucristo.

Cuando prediques el Evangelio, no solo prediques la muerte de Jesús. ¡Predica la resurrección de Jesús! Es parte del Evangelio que Jesús “resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras” (1 Corintios 15:4). La resurrección de Jesús es esencial. La Biblia dice: “Si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados” (I Corintios 15:17). Jesús no permaneció muerto en su tumba. Él se levantó de entre los muertos para darle a los pecadores un corazón nuevo (ver Ezequiel 11:19; 36:26, 27).

No solo prediques la muerte de Jesús. ¡Predica la Sangre de Jesús! Recuerda que la gente es salva “por medio de la fe en su sangre” (Romanos 3:25). Somos “justificados en su sangre” (Romanos 5:9). Y la Biblia dice: “Sin derramamiento de sangre no se hace remisión [no perdón]” (Hebreos 9:22). Me sorprende que tantos predicadores sigan al Dr. John MacArthur cuando dice que la Sangre de Jesús no es necesaria para la salvación, y que no hay Sangre de Jesús hoy. ¡Pero los pastores fieles y buenos predican la Sangre de Jesús! El Dr. Martyn Lloyd-Jones tenía razón cuando dijo: “En períodos de avivamiento…[la iglesia] se jacta en la sangre...solo hay una forma en que podemos entrar con valor en el lugar más sagrado de todos, y eso es por la sangre de Jesús” (traducción de Revival, Crossway Books, 1992 edition, p. 48). ¡Predica la Sangre! ¡Predica la Sangre! “La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (I Juan 1:7).

El Evangelio es el don gratuito de la gracia de Dios en Jesús. El pecador no puede hacerse bueno. Solo hay una cosa que tiene que hacer el pecador. Debe confiar en Jesús. Solo creer un hecho acerca de Jesús no lo salvará. Él debe confiar en Jesús Mismo. El Apóstol Pablo le dijo al carcelero de Filipos: “Cree en [Greek epi = sobre, en] el Señor Jesucristo, y serás salvo” (Hechos 16:31). Si un pecador confía en Jesús, será salvo. Y todo lo que el pecador debe hacer es confiar en Jesús. Jesús hace todo lo demás. Él le da al pecador un corazón nuevo en el nuevo nacimiento (Efesios 2:5, Juan 3:6, 7) y limpia al pecador de todo pecado con Su Sangre (Hebreos 9:14, Apocalipsis 1: 5b; 5:9b). “A Jesús ven, a Jesús ven, y confía en Él. Él te salva, Él te salva, Él te salvará” (traducción libre de “Only Trust Him” por John H. Stockton, 1813-1877).

Al final de tu sermón, invoca a los pecadores a confiar en Jesús. Invítalos a ir a otra habitación donde puedas hablar con ellos en privado. Tu trabajo no termina cuando vienen a hablar contigo. “Pasar al frente” no es lo mismo que confiar en Jesús. “Levantar la mano” o decir una “oración del pecador” no es lo mismo que confiar en Jesús. Confiar en Jesús es confiar en Jesús – nada más. Es por eso que debes hablar con las personas que responden a tu invitación después del sermón. Y también es por eso que debes escucharlos cuidadosamente. Al escucharlos, aprenderás las ideas falsas que creen, y así poder corregirlas. Habla con cada uno personalmente y haz lo mejor que puedas para guiarlo a Jesús. Pero ese es el tema de otro mensaje. Que Dios te bendiga mientras predicas sobre los pecados del corazón y el perdón a través de la Sangre de Jesús. ¡Alza tu voz y predica el Evangelio con poder, como lo hicieron los predicadores de antes! Oprime aquí para ver un video de Dr. Hymers predicando “¡Lávate y Serás Limpio!

Oprime aquí para leer un sermón evangelístico escrito por el Dr. R. L. Hymers, Jr. Dr. Hymers ha predicado sermones evangelísticos durante sesenta años. Puedes aprender mucho leyendo su sermón evangelístico, “¡Lávate y Serás Limpio – La Tipología de la Conversión!”. Oprime el título para leerlo. Te mostrará cómo predicar la ley y el Evangelio en un sermón evangelístico.


CUANDO LE ESCRIBAS A DR. HYMERS DEBES DECIRLE DE QUE PAÍS LE ESTÁS ESCRIBIENDO O ÉL NO PODRÁ CONTESTAR TU CORREO. Si estos sermones te bendicen por favor envía un correo electrónico a Dr. Hymers y díselo pero siempre incluye de qué país estás escribiendo. El correo electrónico de Dr. Hymers es rlhymersjr@sbcglobal.net (oprime aquí). Puedes escribirle a Dr. Hymers en cualquier idioma, pero escribe en Inglés si es posible. Si deseas escribirle a Dr. Hymers por correo postal, su dirección es P.O. Box 15308, Los Angeles, CA 90015. Puedes llamarle por teléfono al (818) 352-0452.

(FIN DEL SERMÓN)
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en www.sermonsfortheworld.com.
Oprime en “Sermones en Español”.

Estos manuscritos de sermones no tienen derechos de autor. Pueden ser usados
sin la autorización de Dr. Hymers. Sin embargo, todos los mensajes de video de
Dr. Hymers, y todos los otros sermones en video de nuestra iglesia, sí tienen
derechos de autor y solo pueden ser usados con autorización.

El Solo Cantado por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith Antes del Sermón:
“When I See the Blood” (por John Foote, 19th century).


EL BOSQUEJO DE

COMO PREPARAR UN SERMÓN EVANGELÍSTICO –

VERDADES OLVIDADAS NECESARIAS PARA CONVERSIONES VERDADERAS

por el Dr. C. L. Cagan y el Dr. R. L. Hymers, Jr.

“Haz obra de evangelista, cumple tu ministerio” (II Timoteo 4:5).

(Hechos 21:8; 8:5, 26-39, 40; Hechos 2:14; I Corintios 15:1, 3, 4;
I Timoteo 1:15)

I.   Primero, debes predicar la ley – que le dice a la gente de sus corazones pecaminosos, Gálatas 3:24; Salmo 51:5; Jeremías 17:9; Romanos 8:7; Marcos 7:21, 23; Romanos 3:9, 20; 8:3.

II. Segundo, debes predicar el Evangelio – que le dice a la gente lo que Jesús hizo para salvarlos del pecado, I Corintios 15:3; I Timoteo 1:15; Romanos 3:24, 25; 5:8, 9; Isaías 53:6; I Corintios 15:4, 17; I Corintios 15:4, 17; Ezequiel 11:19; 36:26, 27; Hebreos 9:22; I Juan 1:7; Hechos 16:31; Efesios 2:5; Juan 3:6, 7; Hebreos 9:14; Apocalipsis 1:5b; 5:9b.