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EL LLAMADO AL DISCIPULADO

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles
La Noche del Día del Señor, 1o de Noviembre, 2015

“Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará” (Lucas 9:23-24).


¿A quién le dijo esto Jesús? Se lo dijo a todos los 12 Discípulos aquí. Pero nota que se lo dijo a toda la gente en el pasaje paralelo en Marcos 8:34,

“Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (Marcos 8:34).

Por lo que es claro que Jesús dijo esto a muchos de los aspirantes a ser Sus seguidores – incluyendo los Doce. Para ser discípulo de Jesús todos ustedes deben negarse a sí mismos, tomar su cruz y seguirlo. Si no lo haces, no puedes ser un verdadero Cristiano – Sólo un Cristiano nominal, ¡un Cristiano sólo de nombre! Jesús dice: “¿Quieres seguirme? Entonces debes negarte a sí mismo, y tomar tu cruz, y seguirme”.

¿Qué sucede cuando te niegas a hacer esto? El pasaje lo hace claro. En el versículo 24 leemos:

“Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará” (Lucas 9:24).

Algunos predicadores convierten este verso en “salvación por Señorío” – pero están equivocados. Es una cuestión de confianza. Si tienes miedo de confiar en Jesús, perderás tu vida. ¡Si confías en Jesús, perderás el control de tu vida, pero serás salvo! ¡Uno que no confía en Jesús porque tiene miedo de perder algo, va a perderlo todo! – Su vida y todo lo demás. Es por eso que Jesús dijo: “No queréis venir a mí para que tengáis vida” (Juan 5:40).

Alguien dice: “Hay demasiado que renunciar – mucho que perder”. ¡Así, pierdes todo! Para confiar en Jesús, tú no puedes confiar en ninguna otra cosa. ¡Si confías en cualquier otra cosa, tú lo pierdes todo!

“Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará” (Lucas 9:24).

Cuando yo tenía diecisiete años me “rendí a predicar”. Me gusta esa antigua expresión, “rendirse a predicar”. No la escucho más. Pero es tan cierto ahora como siempre. Un verdadero predicador tiene que “rendirse” a predicar. Él sabe que no es fácil. Él sabe que no va a ganar mucho dinero. Él sabe que no tendrá el aplauso del mundo. Él sabe un poco de la dureza y el sufrimiento que va a pasar. Por lo menos, los mejores predicadores saben estas cosas. También saben que tendrán que pasar por años de escuela – para conseguir un trabajo que paga muy poco – un trabajo que el mundo perdido piensa es inútil – un trabajo que hará que él sea ridiculizado y que tenga que luchar contra la mayoría de la gente en el mundo. Supe de muchas de esas cosas poco después de que cumpliera 17 años. Me tomó ocho años obtener mi título universitario por la noche (trabajando ocho horas al día). Me tomó tres años más, en un seminario que odiaba, obtener un título de maestría. Me tomó más de treinta años más tener una buena iglesia como esta. ¿Lo haría todo de nuevo? ¡Oh si! ¡No hay duda al respecto!

¿Por qué continuo en ella? Yo me había rendido a predicar. Era tan simple como eso. ¿Lo haría de nuevo si yo tuviera 17 años? ¡Oh si! ¡Por supuesto! ¡No hay duda al respecto! He encontrado que hay un gran gozo – y una gran satisfacción – en ser un predicador llamado por Dios. Si tuviera la elección de cualquier otro trabajo en todo el mundo – desde el Presidente de los Estados Unidos a un actor ganador del premio de la Academia, yo sin vacilar elegiría ser el pastor de esta iglesia. ¡Y Dios sabe que te estoy diciendo la verdad!

Mira a los grandes Cristianos que se quedaron y salvaron esta iglesia. Nosotros los llamamos “los treinta y nueve”. Todos sus amigos se fueron. ¡Ellos perdieron a cada uno de sus amigos – en la iglesia! ¿Crees que es fácil? Trabajaron más duro que cualquier otro Cristiano que conozco – incluyendo todos ustedes jóvenes. Dieron miles y miles de dólares – más allá del diezmo. Vinieron a todas las reuniones y se quedaron tarde hasta la noche – para salvar esta iglesia. Muchos de los hijos de ellos se alejaron, y se fueron al mundo. Ellos sufrieron grandes pérdidas para salvar esta iglesia para ti.

¡Pregúntales si se arrepienten de dar todo por Jesús! ¡Pregúntales! ¡Pregúntales! ¡Muchos de ellos destrozaron sus vidas para salvar esta iglesia para ti! ¡Pregúntales si cometieron un error! Pregúntales si lo harían de nuevo. ¡Ve, pregúntales!

Pregúntale al Sr. Prudhomme. Perdió una casa con piscina. Ella la tomó. Ella le gritaba. Él se sentía como si estuviera en el Infierno. ¡Ella destrozó su vida! Sabes quién era. ¿El se equivocó? ¿Se arrepiente de haber perdido todo antes de que Dios le diera a Dora y su hijo? ¿Él mira hacia atrás al dolor de negarse a sí mismo y tomar su cruz para seguir a Jesús? ¡No lo hace! Yo no le dije que iba a decir esto. Yo no necesito preguntarle. Él sabe, en el fondo de su alma, que “todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará” (Lucas 9:24). ¡Pregunta a la señora Salazar! Ve, pregúntale. Su esposo falleció. Sus hijos se han ido. Pregúntale si se arrepiente de haber tomado su cruz y haber seguido a Jesús. Yo no le pregunté si podía decir esto. Yo no necesito preguntarle. Sé que ella haría lo mismo otra vez. Ella sabe que “todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará”. Pregúntele a la señora Hymers. ¡Ella no obtuvo nada por casarse conmigo! No teníamos nada. Vivíamos en un apartamento de una habitación. No teníamos ni muebles. No teníamos televisión. Nos sentábamos en el suelo a ver a un periquito en una jaula que alguien nos dio. Yo sólo tenía un pequeño salario. Todo el mundo nos atacó. Ella tenía que aguantarme a mí – y la mayoría de las veces yo estaba destrozado interiormente por los horrores de un quebrantamiento de iglesia tras otro. Ninguna joven debe pasar por lo que mi esposa pasó para tener la gran iglesia que tenemos esta noche. Pregúntele si se equivocó. Pregúntale si lo haría de nuevo. Yo no le pregunté a ella si podía decir esto. ¡Yo no necesito preguntarle! ¡Sé que ella haría todo de nuevo para Jesús! Pregúntale a Sr. Lee. Sus padres se volvieron contra él para siempre porque él tomó su cruz para seguir a Jesús. Pregúntale si cometió un error al destrozar su vida para seguir a Jesús. Yo sé que él lo haría todo de nuevo, sin murmurar o quejarse. Pregúntale al Sr. Matsusaka. Podía haber ido a la policía local. Lo querían. Pero él hubiera tenido un horario que hubiera hecho imposible que él ayudara esta iglesia. Recuerdo cuando dejó pasar un buen trabajo en la policía para ayudar a salvar esta iglesia. Recuerdo cómo tomó su cruz y se negó a sí mismo para ser uno de “los treinta y nueve”. ¡Dios te bendiga, querido hermano! Nunca olvidaré lo que has hecho – ¡y tampoco lo hará Dios! Jim Elliot murió como un mártir, tratando de llevar el Evangelio a una tribu de paganos. Y fue Jim Elliot quien dijo,

“No es un necio el que da lo que no puede retener para ganar lo que no puede perder”.

Amén.

Un joven en nuestra iglesia le dijo a Dr. Cagan, “Soy un profesional ahora. No puedo trabajar más de dos horas extras en la iglesia”. El Dr. Cagan le dijo: “¿Qué de Dr. Chan? Él es un doctor en medicina. ¡Él es un profesional! Él hace incontables horas de trabajo en la iglesia – e incontables horas haciendo evangelismo extra en las universidades, muy por encima de lo que nadie más hace”. ¡Sí, mira a Dr. Chan! Él sabe que Jesús tenía razón – “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame” (Lucas 9:23). Ahora mira a Dr. Cagan. Le ofrecieron un trabajo con un alto salario y grandes beneficios – no una, sino cuatro veces. Él los rechazó. ¿Por qué? Debido a que tendría que irse de Los Ángeles y mudarse a la ciudad de Nueva York o Washington, D.C. Él no los aceptó – cientos de miles de dólares – para permanecer en esta iglesia y salvarla de la ruina y del quebrantamiento de iglesia. ¿Fue un necio? Escucha al mártir, que dio su vida, de nuevo:

“No es un necio el que da lo que no puede retener para ganar lo que no puede perder”.

Podría seguir y seguir, y mencionar el llevar la cruz y el sacrificio de cada uno de “los treinta y nueve” – el Sr. Song, el Sr. Mencia, el Sr. Griffith – quien se arrastró a la iglesia con un tubo colgando de su cuerpo después de una cirugía de cáncer. Yo lo puedo ver con rostro pálido y el sudor que corriendo por su frente, aferrándose al púlpito para no desmayarse – cantando

Prefiero a Jesús más que oro tener,
   Prefiero a Jesús que plata poseer;
Prefiero a Jesús más que todo afán
   Que el mundo pueda dar.

¿Fue el Sr. Griffith un necio?

“No es un necio el que da lo que no puede mantener para ganar lo que no puede perder”.

Podría continuar y nombrar cada una de las mujeres, y cada uno de los hombres, de “los treinta y nueve” – quienes se negaron a sí mismos y llevaron su cruz todos los días para seguir a Jesucristo, y hacer una iglesia viva, feliz para ti esta noche.

Cuando quemamos la hipoteca de este edificio les dije a ustedes jóvenes que se detuvieran a pensar. Pronto nos habremos ido. ¿Quién tomará el lugar de la señora Roop en el órgano? ¿Quién tomará el lugar del Sr. Roop cuidando la puerta? ¿Quién de ustedes tomará el lugar, día tras día y noche tras noche – quién entre ustedes se negarán a sí mismos y tomarán el lugar de Richard y Ronald Blandin? ¿Quién va a perder su vida, hora tras hora, día tras día, sin recompensa, para ocupar su lugar cuando se hayan ido? – Todos nosotros de “los treinta y nueve” pronto nos habremos ido – mucho antes de lo que los jóvenes piensan. ¿Quién reemplazará a la señora Cook en la cocina? ¿Quién reemplazará a Robert Lewis, el señor y la señora Duque, Nelson Smith y Willie Dixon? Comes su comida. Pero no puedo pensar en uno de ustedes que podría reemplazar al señor Dixon, que ahora tiene setenta y siete años de edad. ¡No veo ni uno solo de los jóvenes que sea lo suficientemente hombre para reemplazar a ese hombre viejo y querido! ¿Sabes lo que hace? ¿Es un necio al pasar sus días y varias noches a la semana, para darte de comer? ¿Es él un necio?

“No es un necio el que da lo que no puede retener para ganar lo que no puede perder”.

¿Quién de ustedes, jóvenes sacrificará todo para hacer que esta iglesia continúe con fuerza durante otros treinta o cuarenta años? Ya me habré ido. ¿Quién me va a reemplazar? Dr. Cagan se habrá ido. ¿Quién lo reemplazará? Dr. Chan se habrá ido. ¿Quién va a tomar su lugar? La mayoría de ustedes no podrían (lo digo en serio), no podrían reemplazar al Sr. Dixon o a Rick y Ron Blandin. ¡Tú piensas que no son importantes, pero no podrías reemplazarlos! Tomará auto-sacrificio. Tomará llevar la cruz. Jesús dijo:

“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará” (Lucas 9:23, 24).

Cuando Dios estaba llamando a Dr. Cagan él leyó Torturado por Cristo por el pastor Wurmbrand. Era natural para él amar al Pastor Wurmbrand porque él, al igual que el pastor, era Judío. Y cuando leyó “Torturado por Cristo”, el Dr. Cagan pensó que le gustaría encontrar una iglesia con los mismos valores de sacrificio enseñados por Wurmbrand. El Dr. Cagan me vio predicando en la calle cerca de la UCLA. Vio gente gritándome y tirándome cosas. Dr. Cagan pensó: “Ese es el hombre que me gustaría oír predicar”. Así averiguó dónde estaba nuestra iglesia y vino. La otra noche el Dr. Cagan me dijo que él me había oído decir, “Te vas a quemar haciendo algo. ¿Por qué no quemarte por Jesús?”

El Dr. Cagan era sólo un joven entonces, de unos veinte años. ¡Qué pensamiento para un joven! “Te vas a quemar haciendo algo”. ¡Por supuesto! Todo el mundo se “quema” tarde o temprano. Tu cabello comienza a caerse. Te salen arrugas en la cara. La vida en el mejor de los casos es dura. Pronto te das cuenta que te estás envejeciendo. Entonces te quemas y mueres. “Te vas a quemar haciendo algo”. Sí, de hecho, le va a suceder a todos ustedes. ¡Te vas a quemar!

Pero entonces un pensamiento más profundo – “¿Por qué no quemarte por Jesús?” Todos los grandes Cristianos a través de las épocas han pensado cosas similares – “¿por qué no quemarte por Jesús?” No sé cómo puedes leer sobre Henry Martyn (1781-1812) y no quererte “quemar” como él lo hizo a la edad de 31 años. Yo no sé cómo puedes leer la vida de Robert McCheyne (1813-1843) y no quererte “quemar” por Jesús como él lo hizo a la edad de 29 años. ¿Tienes tanto miedo de leer sobre ellos que ni siquiera los buscas en Wikipedia? ¿Tienes miedo de que puedan influenciarte? ¿Dónde están los hombres como Henry Martyn y Robert McCheyne? ¿Podemos tener un hombre como ellos? Que Dios nos ayude.

Nuestra propia señora Cook se enamoró (se podría decir) con un anciano que murió veinte años antes de que ella naciera. Él nació en una familia muy rica y heredó todo el dinero. También fue un atleta de fama mundial. Entonces fue salvo. Dio todo su dinero con mucho cuidado y muy deliberadamente. Luego se fue a China como misionero, al interior. Durante catorce años se mantuvo alejado de su esposa e hijo por su llamado a predicar a los paganos. Más tarde fue al corazón de África, y abrió un nuevo campo misionero. Por fin murió, muy lejos, en el interior de África. Su carrera y su fortuna se habían ido – por Jesús. Su hogar y su vida familiar se fueron también. Cerca del final de su vida, este maravilloso anciano dijo: “No sé de ninguna otra cosa que puedo sacrificar al Señor Jesucristo”. Nuestra Sally Cook se enamoró de ese anciano que murió veinte años antes de que ella naciera. Y me alegro de que lo haya hecho. Si ella no lo hubiera amado y no hubiera sido influenciada por él, ella habría sido otra mujer blanca de mediana edad, egoísta, acomodada, criando perros de pura sangre en el Valle. Pero debido a que fue influenciada por C. T. Studd pasa cientos de horas alimentando y cuidado de ustedes jóvenes, aquí en el corazón de Los Ángeles. Hace unos años la señora Cook, hizo una pequeña placa para mí con las palabras de su héroe, el señor Studd. Yo la veo todos los días en mi estudio. Dice:

“Solo una vida,
   Pronto pasará;
Solo lo que se hace por Jesús
   Durará”.
      – C. T. Studd.

Y Jesús nos dice a todos:

“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará” (Lucas 9:23, 24).

Amén. Dr. Chan, por favor guíenos en oración.


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(FIN DEL SERMÓN)
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La Escritura Leída por el Sr. Abel Prudhomme, Antes del Sermón: Marcos 8:34-38.
El Solo Cantado por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith Antes del Sermón:
“More Love to Thee” (por Elizabeth P. Prentiss, 1818-1878).