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JESÚS LLAMA A LOS MUERTOS A LA VIDA

por Dr. Kreighton L. Chan

Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles
La Noche del Día del Señor, 8 de Febrero, 2015

“Y he aquí había allí uno que tenía seca una mano… Entonces dijo a aquel hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y le fue restaurada sana como la otra” (Mateo 12:10, 13).


El hombre tenía una mano seca. La palabra traducida “seca” significa eso, seca, encogida, e inútil. Lucas nos dice que era su mano derecha. El que Jesús sane la mano del hombre muestra Su poder tremendo. Pero su significado es mucho más profundo que eso. Su mano seca es un retrato de la muerte espiritual. Y que Jesús sanara su mano seca es un retrato de los muertos entrando en vida.

I. Primero, la mano seca es un retrato de tí que estás muerto en pecado.

Nuestras manos son muy importantes. Dios las hizo para que pudiéramos hacer muchas cosas. Podemos usar nuestras manos para levantar cosas pesadas o para hacer labores finas, delicadas. Las manos fueron usadas para hacer las Grandes Pirámides de Egipto y la Gran Muralla China. Pero las manos también fueron usadas para pintar la Mona Lisa, la Capilla Sistina, y para componer grandes obras de literatura. Nosotros usamos nuestras manos para vestirnos, para escribir, y para usar el teclado. Es difícil pensar en algo que hacemos sin usar las manos. Pero la mano de este hombre estaba seca y completamente inútil. Estaba como muerta.

Ese es un retrato de tu vida espiritual. La Biblia dice que estás

“Muertos en…delitos y pecados” (Efesios 2:1).

Estás muerto a causa de tu naturaleza pecaminosa. Tú eres seco, encogido, e inútil en todas las cosas espirituales. Puedes hablar de religión, pero no hay vida en eso. Fuiste creado a imagen de Dios. El Catecismo Menor de Westminster dice: “El fin principal del hombre es glorificar a Dios y gozar de Él para siempre.” Pero eres como una “mano seca” que está muerta. No puedes glorificar a Dios. No puedes disfrutar de Dios. Dios ni siquiera es real para ti. La Biblia te describe como “sin esperanza y sin Dios en el mundo” (Efesios 2:12). ¡Oh, que terrible es que estás muerto en el pecado!

Un hombre muerto espiritualmente también se llama “hombre natural”. Como hombre natural o mujer natural tu vida está controlada por tus sentidos físicos. Solamente lo que puedes ver, oír, saborear, tocar u oler es real para ti. No puedes alcanzar más allá de eso. Estás completamente muerto a las cosas espirituales. Eso es porque el mundo del espíritu está en otra dimensión más allá de lo físico. Puedes leer la Biblia, pero el mundo de la Biblia no es real para ti. Puedes cantar los himnos, pero no significan nada para ti. No te dan sentimiento de gozo ni de dolor. No conmueven tu corazón. Es por eso que no puedes cantar durante los servicios. Y no puedes adorar a Dios tampoco. ¿Cómo puedes darle honor a Dios que no conoces? Puedes recitar unas oraciones secas. Pero no tienes sentido de Dios cuando oras. Realmente no esperas respuesta de Dios en tus oraciones. Y eres un alma seca cuando se trata de ayudarnos en la iglesia. Estas seco, encogido, e inútil en ayudarnos con la gente nueva. No los puedes ayudar. Solo los puedes dañar. No tienes sentido de tu alma eterna. No tienes sentido de tu pecado o de la ira de Dios. Entonces, por supuesto, no sientes necesidad de Jesús y Su Sangre. El Apóstol Pablo te describe:

“Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (II Corintios 2:14).

No puedes recibir ni entender nada espiritual. Estás muerto en pecado. Deberías sentirte miserable por esto. Pero no se te hace nada. Eres como una mano seca, encogida, e inútil en las cosas de Dios.

Pero como hombre natural estás vivo a los pecados y lujurias de este mundo. Eres “sabios para hacer el mal, pero hacer el bien no [supiste]” (Jeremías 4:22). Tú no tienes conocimiento de nada espiritual. Pero tienes gran sabiduría en toda clase de maldad y pecado. Jesús dijo:

“Por sus frutos los conoceréis… pero el árbol malo da frutos malos” (Mateo 7:16, 17).

Todo lo que puedes hacer es producir frutos malos, porque tu corazón es malo y lleno de pecado. Te pasas horas y horas jugando juegos de video. Pero pasas poco tiempo leyendo los sermones o pensando en tu alma eterna. Llenas tu mente con los pecados sexuales mirando pornografía. Pero nunca piensas en Jesús sangrando en la Cruz por tus pecados. Te pasas horas en Facebook y Twitter. Pero no pensarías de pasar unos momentos orando por tu alma. Tu corazón es corrupto y lleno de pecado y de muerte. La maldad de tu corazón se desborda en sus pensamientos y acciones. Y estás bajo el juicio de Dios. Pero simplemente creer esto no te ayudará. Tu corazón debe ser capturado por esta terrible verdad. Debes sentir que tu alma está irremediablemente muerta en el pecado.

II. Segundo, Jesús llama a los muertos a vivir.

Jesús manda al hombre: “extiende tu mano”. Le manda extender la mano que estaba seca. La mano que está seca, encogida, e inútil. Es la mano muerta. Él manda que lo muerto viva. Jesús manda lo imposible. No le dice que extienda el brazo que no está seco. Eso no sería un milagro. En vez Él manda que la mano sin vida se extienda. De la misma manera Jesús solo debe traerte a la vida. Estás muerto e inútil. Tienes que confiar en Jesús solo para salvarte.

Jesús llama a los muertos a la vida y a nadie más. En los Evangelios solo leo que Jesús llama aquellos convencidos de pecado. Desde la mujer tomada en adulterio, a la mujer del pozo, al ciego Bartimeo, al leproso que dio gracias, al Publicano humilde, al ladrón despertado en la Cruz. Todos estaban convencidos de que estaban muertos en pecado. Jesús los llamó, y ellos vinieron a Él. Pero no leo de Jesús llamando a pecadores que no estaban convencidos. No leo que Él llamara a Fariseos no despertados o al joven rico orgulloso. No, Jesús llama a los muertos a vivir y a nadie más. Ellos sintieron la maldad de sus corazones. Ellos sabían que estaban muertos en delitos y pecados. Ellos sabían que no podían cambiar. Ellos sabían que estaban perdidos sin esperanza y bajo el juicio de Dios. El Espíritu de Dios los convenció de que estaban muertos en pecado. El Profeta Isaías dijo:

“La hierba se seca, y la flor se marchita, porque el viento de Jehová sopló en ella; ciertamente como hierba es el pueblo. Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre” (Isaías 40:7-8).

El Espíritu de Dios sopló sobre ellos. Él secó todos los pensamientos enaltecidos que ellos tenían de sí mismos. Él secó, encogió, e hizo inútil todas las esperanzas de ellos y los planes de sus vidas. Dios los humilló y convenció de que estaban muertos en pecado. Esa es la obra secadora del Espíritu de Dios. Todos los que son convertidos han tenido esta experiencia. Pero tú no estás seco. No estás convencido de tu pecado. Es porque resistes la obra del Espíritu Santo.

Tú resistes al Espíritu de Dios, amando el mundo. El Espíritu de Dios sopla sobre ti a través de la predicación. Pero no te marchita. ¿Por qué? Porque tu corazón muerto ama el pecado, y deseas permanecer en el pecado. Y por eso nunca te marchitas. Es por eso que nunca sientes asco de estar muerto en el pecado. Una joven incluso confesó: “El mundo está llamando”. Sí, los pecados del mundo están llamando. Y a medida que escuchas a la llamada del mundo, entristeces al Espíritu de Dios. Él te deja solo. Él no te convence. Él no te marchita. Es por eso que no hay sermón que te puede tocar. La predicación del Infierno no te afecta. Amas a tus pecados más de lo que amas tu alma eterna. Pones mucha atención a tus negocios mundanos, pero descuidas tu alma. Amas las emociones temporales más que tu posesión más valiosa, preciosa, y eterna. ¿Qué tan inteligente es eso? Tu corazón pecaminoso ha sido cegado, y el Diablo te ha engañado. Piensa de nuevo en la pregunta que te hace Jesús a ti:

“Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?” (Marcos 8:36).

No, no te aprovechará nada ganar el mundo entero y perder tu alma. Serás el perdedor más grande. ¿Seguirás atrevidamente en el pecado y camino al Infierno? ¿Continuarás decidido a no “perder el tiempo” pensando en la eternidad y el juicio? Solamente el Espíritu de Dios te puede marchitar. Solamente Él te puede convencer de que estás muerto en pecado. Pero cuando tú entristeces al Espíritu de Dios, con pecar tú malgastas tu única esperanza de escapar el Infierno.

Tú resistes al Espíritu de Dios al escuchar tus propios pensamientos. No has oído la voz suave y apacible de Dios que da convicción del pecado. ¿Cómo pudiste escucharlo a través de todos tus pensamientos confusos? ¿Cómo puede el Espíritu de Dios hablarte si tus propios pensamientos hablan más fuerte que los suyos? ¿Cómo puede el Espíritu Santo convencerte de pecado cuando resistes pensar en tu pecado? ¿Cómo puede el Espíritu Santo hacerte sin esperanza si tú esperas “entenderlo” en la sala de consejo? ¿Cómo puede el Espíritu Santo mostrarte tu necesidad de Jesús, si estás buscando un sentimiento? Tus muchos pensamientos muestran que no estás convencido de pecado. No has renunciado a ti mismo. No estás desesperado. No estás muerto a tus propios ojos. Así que Jesús no te llamará.

Jesús llama a los muertos a vivir, ya que sólo los muertos lo escucharán. Jesús sólo llama a los pecadores despiertos que sienten que están muertos en el pecado. Él sólo llamará a los que sienten su necesidad de Él. Cuando Jesús llama a los muertos, ellos oirán y vendrán a Él.

“Entonces dijo a aquel hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió” (Mateo 12:13).

Al llamado de Jesús la mano muerta del hombre vivió. Jesús llamó a otra persona que estaba muerta quien entró en vida. El Apóstol Juan escribió:

“[Jesús] clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! Y el que había muerto salió” (Juan 11:43-44).

La mano del hombre estaba muerta. Estaba tan muerta como el cuerpo de Lázaro. Sin embargo, él fue capaz de extender su mano seca como Lázaro muerto fue capaz de salir. ¿Cómo fue capaz de hacer esto? ¿Cómo se levantó de los muertos? Los muertos pueden o bien permanecer muertos o pueden obedecer a Jesús y salir. No pudo hacer nada más. El hombre no dijo: “¿Cómo puedo extender mi mano?” No, sólo extendió su mano. Él no dijo: “Yo confío en que Jesús es capaz de curar mi mano.” No, él confió en Jesús y extendió su mano. No buscó por la sensación de que sería la mano sanada. No, él extendió su mano, y se le curó. La mano del hombre estaba muerta. No tenía fuerza en sí mismo para obedecer. No tenía fuerzas para hacer nada más que lo que Jesús le dijo. Jesús le estaba diciendo hacer lo imposible. Sin embargo, el hombre hizo lo imposible. No por su propio poder. Pero por el poder de Jesús que le había mandado. Si Jesús le ordenaba que extendiera su mano, Jesús le daría el poder para hacerlo. Pero no has venido a Jesús. Y Jesús te da la razón de ello,

“Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos” (Marcos 2:17a).

Jesús dijo que solo los enfermos buscarán a un médico. Y solo los que sienten su pecado sentirán su necesidad de Él. Jesús luego dijo:

“No he venido a llamar a justos, sino a pecadores” (Marcos 2:17b).

Solamente los pecadores convencidos sentirán su necesidad de Jesús. Y Jesús solo llamará aquellos pecadores a cambiar su curso y venir a Él.

Yo he sido médico, doctor por más de 30 años. Mucho de mi trabajo es convencer a pacientes de los peligros de sus enfermedades. Pero muchos de mis pacientes permanecen no convencidos. La mayoría de enfermedades crónicas se llaman “asesinos silenciosos”. O sea que una persona está muy enferma aun sin sentirlo. Y la muerte les puede llegar de repente sin advertencia. Les digo que tienen que estar muy serios y seguir mis instrucciones. Pero ellos se sienten bien así y no toman la medicina. No siguen su dieta. No hacen ejercicio. Los advierto del peligro de morir. Pero ellos se sienten bien. No me escuchan. Faltan a las citas. Sienten que no necesitan verme. Muchos de mis pacientes han muerto porque no creyeron mis advertencias. Solamente los pacientes que fueron convencidos de estar enfermos me necesitaron. Ellos fueron los únicos a quienes pude ayudar.

Y solo los pecadores convencidos sienten que necesitan a Jesús. Tal como solo la gente que está convencida de estar enferma siente necesidad de un doctor. Tú te sientes bien. No temes el juicio. Temes el Infierno aun menos que mis pacientes temen morir de su enfermedad silenciosa. ¡Pero ten cuidado! Estás sin esperanza muerto en pecado. No te engañes que no irás al Infierno. ¡Despiértate! Te puedo advertir y lo haré. Pero el Espíritu de Dios tiene que secarte. Él tiene que hacerte sentir que tu corazón es malvado. El Espíritu de Dios tiene que convencerte de que estás muerto en pecado. Oh, que fueras convencido de esto pronto. Entonces y solo entonces sentirás tu necesidad de Jesús y Su Sangre.

Tú dices: “Pero Dr. Chan, usted vino a Jesús la primera vez que escuchó el evangelio. Fue fácil para usted, pero es tan difícil para mí”. Sí, pero eso fue después de años de dolor interno agonizando sobre el vacío de mi alma. Dios había comenzado a marchitar mi alma cuando niño durante esos años en el hospital. Sentí un gran, gran vacío en mi alma hecho por el pecado. Me sentía como un hombre vacío. Yo creía en Dios, pero no tenía la vida en Dios. No tenía vida en Jesús. No encontré ninguna alegría en este mundo. Pero de alguna manera yo sabía que había otra vida que era más importante y más real. Como Abraham, Dios me ayudó a desear “una ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios” (Hebreos 11:10). Dios me estaba preparando, convenciéndome de que necesitaba a Jesús. Cuando nuestro pastor Dr. Hymers predicó, me sentí muerto en el pecado. Me sentí sin esperanzas. Sentí que debía tener a Jesús. Cuando Jesús me llamó a través de la predicación, mi corazón le oyó. Me sentía poderosamente atraído por Jesús. Mi espíritu muerto se levantó y vino a Jesús. Él lavó mis pecados en Su propia Sangre. ¡Amén y Aleluya!

Y Dios te puede convencer también. Deja los juegos de video y enfoca tu mente en los sermones. Léelos a diario, vez tras vez. Piensa sobre cuan sin esperanza estás en el pecado. Piensa en tu corazón terriblemente pecaminoso que no puede cambiar. Deja de mirar la pornografía y piensa en el sufrimiento de Jesús y Su morir en la Cruz por ti. Oh, que Dios te convenza de pecado para que puedas decir con David:

“Mi corazón está herido, y seco como la hierba” (Salmo 102:4).

Que el Espíritu de Dios pegue en tu corazón y seque tu alma. Que Él te convenza de que estás muerto en pecado. Entonces oye el llamado: “Extiende” [“Ven fuera”]. “El que esté muerto venga a mí y viva”. No hay poder dentro de ti para obedecer. Así que no mires a tu ser muerto. Piensa en Jesús que te ama tanto. No pienses en tus fracasos pasados de venir a Jesús. Oye Su llamado ahora y escúchalo. Jesús lo sabe todo. Él sabe que estás muerto en pecado. Él sabe que por ti mismo no puedes venir a Él. Pero ¿Él te llamaría si supiera que no puedes venir a Él? Jesús es Omnipotente. Eso quiere decir que lo puede todo. ¿Te llamaría venir a Él sin darte el poder de hacerlo? Jesús es todo lleno de misericordia. ¿Te llamaría a Él Mismo sin darte la misericordia y la fe de confiar en Él? No te mires a ti mismo. Mira a Jesús. Óyelo llamándote. Él murió en la Cruz por tus pecados. Él resucitó carne y hueso de la tumba. Él está en el Cielo a la diestra del trono de Dios.

¿Te sientes secado por el pecado? ¿Te ha hecho el Espíritu de Dios sentirte seco, encogido, e inútil para con Dios? Yo sé que has tratado de venir a Jesús y has fracasado. Yo se que no sientes poder de venir a Jesús. Jesús sabe eso. Es por eso:

“Porque Cristo, cuando aún éramos débiles…murió por los impíos” (Romanos 5:6).

Jesús murió por pecadores sin fuerza. Jesús murió por aquellos que están muertos y no pueden venir a Él. Pero oye otra vez a Jesús llamándote: “Extiende, ven fuera. Vosotros que estáis muertos venid a mi y vivid”. No te mires a ti mismo. Mira a Jesús. Él que te llama te ayudará a venir a Él. Y cuando vengas a Él, Él lavará tus pecados en Su Sangre. Ojalá que vengas a Él y nunca mires atrás. En el nombre de Jesús, Amén.

(FIN DEL SERMÓN)
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La Escritura Leída Antes del Sermón por el Sr. Abel Prudhomme: Mateo 12:9-13.
El Solo Cantado por Antes del Sermón por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith:
“In Jesus” (por James Procter, 1913).


EL BOSQUEJO DE

JESÚS LLAMA A LOS MUERTOS A LA VIDA

por Dr. Kreighton L. Chan

“Y he aquí había allí uno que tenía seca una mano… Entonces dijo a aquel hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y le fue restaurada sana como la otra” (Mateo 12:10, 13).

I.   Primero, la mano seca es un retrato de ti que estás muerto en pecado,
Efesios 2:1; 2:12; I Corintios 2:14; Jeremías 4:22; Mateo 7:16-17.

II.  Segundo, Jesús llama a los muertos a vivir, Isaías 40:7-8;
Marcos 8:36; Mateo 12:13; Juan 11:43-44; Marcos 2:17;
Hebreos 11:10; Salmo 102:4; Romanos 5:6.