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EL DIOS DE AVIVAMIENTO

(SERMÓN NÚMERO 14 SOBRE AVIVAMIENTO)

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles
La Noche del Día del Señor, 2 de Noviembre, 2014

“¡Oh, si rompieses los cielos, y descendieras, y a tu presencia se escurriesen los montes, como fuego abrasador de fundiciones, fuego que hace hervir las aguas, para que hicieras notorio tu nombre a tus enemigos, y las naciones temblasen a tu presencia! Cuando, haciendo cosas terribles cuales nunca esperábamos, descendiste, fluyeron los montes delante de ti” (Isaías 64:1-3).


El pueblo de Israel estaba en una mala condición. Ellos estaban temerosos y tristes. Pero el profeta oró para que Dios los restaurara. Él le recordó a Dios de lo que Él hizo por ellos en el pasado. Él le pidió a Dios que volviera a hacerlo. Dios nunca cambia. Él es el mismo ayer, hoy y siempre. Lo que hizo en el pasado Él puede volver a hacerlo hoy. De ese modo el profeta le recordó a Dios:

“Cuando, haciendo cosas terribles cuales nunca esperábamos, descendiste, fluyeron los montes delante de ti” (Isaías 64:3).

De este texto vemos tres cosas.

I. Primero, la presencia de Dios es nuestra única esperanza.

Isaías vio esto cuando oraba, en el versículo uno: “¡Oh, si rompieses los cielos, y descendieras!” (Isaías 64:1). Un corto tiempo antes él había orado a Dios “Mira desde el cielo” (Isaías 63:15). Pero sus oraciones crecieron. Él comenzó pidiéndole a Dios que mirara hacia abajo. Pero ahora clama, “desciende”. Ahora él ora que Dios rompa los cielos en dos – y descienda desde el Cielo para ayudar a Su pueblo.

Jesús abrió el camino para que nosotros viniésemos a Dios. Él no alzó el velo del Templo. ¡No! Él lo partió en dos, de arriba a abajo. ¡Para que el camino a Dios fuera abierto para siempre! ¡Jesús subió por los cielos abiertos al paraíso! Y a través del cielo abierto el Espíritu Santo descendió sobre la iglesia en Pentecostés.

¡Debemos orar que el Espíritu de Dios descienda a nosotros otra vez! ¡Hoy oremos con todo nuestro corazón que Dios descienda y esté presente entre nosotros! Mi pastor de largo tiempo en la iglesia China era el Dr. Timothy Lin. El Dr. Lin dijo:

     En tiempos del Antiguo Testamento el [requisito] para que el pueblo de Dios fuera bendecido era tener la presencia de Dios…
     Un ejemplo bueno es Isaac. Durante su [tiempo] en la tierra de los Filisteos pudo cosechar cien por uno entre la discriminación racial y la persecución – por la presencia de Dios…Hasta el rey de los Filisteos le dijo: “Hemos visto que Jehová está contigo” (Génesis 26:28)...
     Lo mismo fue cierto de José. Siendo vendido a una tierra extrajera para ser esclavo…y echado en prisión injustamente, José finalmente pudo quitar su vestimenta de prisión y [cambiarla] por lino fino y regir la tierra entera de Egipto. La [única] razón de un resultado tan dramático era que la presencia de Dios estaba con él. “Jehová estaba con José, y lo que él hacía, Jehová lo prosperaba” (Génesis 39:23)...
     La importancia de tener la presencia de Dios se volvió aún más evidente en el período de la Iglesia Temprana…el secreto del crecimiento durante el período de la Iglesia Temprana era la presencia de Dios, y la obra del Espíritu Santo era evidencia segura de Su presencia. La Iglesia de los últimos días tiene que tener la presencia de Dios si desea crecer, o todos los esfuerzos serán en vano (traducción de Timothy Lin, Ph.D., The Secret of Church Growth, FCBC, 1992, pp. 2-6).

“Oh, si rompieses los cielos, y descendieras...” (Isaías 64:1).

La presencia de Dios estaba con Moisés – y Dios liberó a su pueblo de la esclavitud en Egipto. La presencia de Dios estaba con ellos mientras vagaban por el desierto. Él estaba allí en la columna de nube y la columna de fuego que los llevó en su camino. Cuando “Dios con nosotros”, fue escrito en la bandera de Israel, conquistaron de mar a mar. Pero cuando entristecieron a Dios se convirtieron en una nación débil. Ellos fueron llevados como esclavos a Babilonia. La presencia de Dios era la gloria de Israel. Pero sin la presencia de Dios no podían hacer nada.

Estos son días oscuros y terribles. Nuestras iglesias son débiles. Nuestros predicadores son impotentes. ¡Estamos aquí en el corazón de esta grande y malvada ciudad – esta oscura y pagana Sodoma del mundo Occidental! Las mismas fuerzas del Infierno han hecho lo mejor que pudieron para detenernos. ¡Pero Dios estuvo con nosotros! Ahora nuestro edificio de la iglesia se ha pagado – ¡lo cual tomó un milagro! ¡Dios estaba con nosotros y ahora estos sermones salen por el Internet a 80,000 personas cada mes! Dios estaba con nosotros. Pero ahora tenemos que traer a mucha más gente joven y edificar la iglesia. Tú dices: “Parece imposible”. Sí, sé cómo se siente. Pero ese sentimiento proviene de nuestra naturaleza carnal, y de Satanás. Debemos recordar lo que Dios hizo por nosotros cuando Él salvó nuestro edificio de iglesia. ¡Y, a los jóvenes, que deben orar como nunca han orado antes, por la presencia de Dios Todopoderoso en nuestra evangelismo, y en nuestros servicios!

“Oh, si rompieses los cielos, y descendieras...” (Isaías 64:1).

¡La presencia de Dios es nuestra única esperanza! Nadie se va a quedar. Nadie será convertido. ¡Nadie se volverá un miembro fuerte de nuestra iglesia – a menos que Dios descienda del Cielo a estar en medio de nosotros!

II. Segundo, la presencia de Dios crea sorpresas.

El texto dice: “Cuando, haciendo cosas terribles cuales nunca esperábamos, descendiste”. Las versiones modernas traducen “terribles” como “asombrantes”. A mi no me gusta esa palabra [en Inglés] porque ha sido gastada por el mucho uso. Quizá sea mejor pensar en esto como “cosas sorprendentes cuales no esperábamos”. Los Israelitas a menudo decían: “Tú eres el Dios que hace maravillas” (Salmo 77:14).

¿Piensas tú que los Israelitas esperaban caminar en medio del Mar Rojo, con las aguas apartadas a ambos lados? Pero lo hicieron – los Egipcios que los perseguían fueron ahogados al regresarse el agua. ¿Crees que esperaban que su campamento en el desierto fuera iluminado cada noche con luces mejores que nuestras luces eléctricas? Pero fue iluminado por una columna de fuego todas las noches. ¿Cuando tuvieron hambre esperaban comer maná del Cielo? ¿Cuando tuvieron sed esperaban que saltara agua de la roca? ¿Cuándo marcharon alrededor de Jericó esperaban que las paredes de aquella ciudad cayeran al tocar la bocina de cuerno y gritaran? No, la historia de Israel está llena de cosas terribles que inspiran, como esas, “cuales nunca esperábamos” cuando Dios descendió.

¿Quién esperaba que Dios descendiera en la persona de Jesús? ¿Quién esperaba que Él muriera en la Cruz “el justo por los injustos” para llevarnos al Cielo? (I Pedro 3:18). ¿Quién hubiera imaginado que aquellos Discípulos asustados, escondidos en un cuarto bajo llave, llevarían el Evangelio de Jesús al mundo Romano? ¿Quién hubiera pensado que aquella pequeña isla, pobremente armada, dirigida por un anciano con un bastón, pelearía contra Hitler y su poderoso ejército – y ganaría? ¿Quién hubiera pensado que los Judíos, esparcidos por todo el mundo, regresarían a Israel después de dos mil años en el exilio? ¿Quién hubiera pensado que la pequeña nación de Israel podría estar en pie en contra de un mar de Musulmanes fanáticos durante más de sesenta años? ¿Quién hubiera pensado que unos Cristianos Chinos continuarían durante más de medio siglo bajo la persecución extrema de Mao Tse Tung y sus Guardias Rojos? ¿Quién hubiera pensado que desde sus pequeñas “iglesias de casas” saltaría el avivamiento más grande en la historia del mundo? ¿Quién hubiera pensado que una gran cosecha de almas vendría en medio de los hippies medio desnudos, fumando mota, a finales de 1960 y principios de los años 70? ¿Quién hubiera pensado que nuestra iglesia sobreviviría la peor división de iglesia que he oído mencionar? ¿Quién hubiera pensado que treinta y nueve personas podrían juntar dieciséis mil dólares cada mes durante veinte años para pagar por este edificio? ¿Quién hubiera pensado que Dios me enviaría la esposa de pastor más maravillosa en todo el mundo? ¿Quién hubiera pensado que iba a tener dos hijos fuertes conmigo en la iglesia todos los Domingos? ¿Quién hubiera creído que Dios nos enviaría a un hombre con dos doctorados, y a un médico, para ayudar a dirigir nuestra iglesia? ¿Y quién, en sus sueños más salvajes, hubiera pensado que mi pobre, anciana derrotada, y deprimida madre se hubiera convertido en una Cristiana sobresaliente a la edad de ochenta años?

“Cuando, haciendo cosas terribles cuales nunca esperábamos, descendiste…” (Isaías 64:3).

¡Cuando Dios desciende Él hace cosas sorprendentes que nadie esperaba!

Maravilloso eres Tú mi Dios,
Tu majestad brillante es;
Cuan bello Tu propiciatorio
En profundidad de luz,
¡En profundidad de luz!

Maravilloso y bello
Debe ser verte a Tí;
Tu sabiduría y poder sin fin,
Inmensa pureza,
¡Inmensa pureza!
   (Traducción literal de “My God, How Wonderful Thou Art”
      por Frederick W. Faber, 1814-1863).

Estoy dando parte del sermón de Spurgeon sobre las palabras de Isaías esta noche. Solo uso su bosquejo y pocas de sus ideas. El gran “Príncipe de los Predicadores” dijo:

Cuando Dios desciende entre la gente Él hace cosas que no esperábamos…Él puede salvar al más obstinado, y traer al adversario a los pies de Jesús. [Ora] que Él lo haga (traducción de C. H. Spurgeon, “Divine Surprises,” MTP, volumen XXVI, Pilgrim Publications, reimpresión de 1972, p. 298).

III. Tercero, la presencia de Dios vence grandes problemas y obstáculos.

“Cuando, haciendo cosas terribles cuales nunca esperábamos, descendiste, fluyeron los montes delante de ti” (Isaías 64:3).

Esa es una frase maravillosa, “fluyeron los montes delante de ti”.

Cuando Dios descendió a Israel, enemigos poderosos, superiores a ellos como grandes montes, fueron conquistados, y estos montes fluyeron por causa de la presencia de Dios. ¡Cuando el Espíritu Santo descienda en avivamiento, corazones endurecidos fluirán ante la presencia de Dios! Tenemos algunas personas entre nosotros con corazones tan duros como rocas. Oramos por ellos, les predicamos, pero no sucede nada. Parece que jamás serán convertidos. Pero cuando Dios descienda, los corazones más duros serán quebrantados. De repente sentirán sus pecados. De repente verán que solo Jesús los puede salvar. Cuando Dios descienda ellos sentirán su necesidad de la Sangre de Jesús para limpiarlos de su pecado. Lágrimas de convicción ablandarán los corazones más duros. Ellos entonces sabrán lo que significa este poema:

Disuelto por Tu misericordia, caigo a tierra,
Y en llanto adoro la misericordia que hallé.

Eso es lo que sucede en avivamiento. El Dr. Lloyd-Jones dio esta definición de avivamiento:

El avivamiento es un derramamiento del Espíritu de Dios…Es el Espíritu descendiendo sobre la gente.

Luego habló de Howell Harris, el gran predicador Galés. Howell Harris fue convertido en un servicio de Comunión. Él estaba pasando por una lucha interna por mucho tiempo. El Diablo estaba tratando de sacudir su fe en todo. Pero cuando él vino a tomar la Santa Cena “fluyeron los montes delante de [la presencia de Dios]”. Howell Harris dijo:

Jesús sangrando en la cruz fue mantenido delante de mis ojos constantemente; y se me dio la fuerza de creer que yo estaba recibiendo el perdón [de mis pecados] a causa de esa sangre. Yo perdí mi carga; me fui a casa saltando de gozo…Ojalá que lo recuerde con agradecimiento para siempre (Traducción de (Martyn Lloyd-Jones, M.D., “Howell Harris and Revival,” The Puritans: Their Origins and Successors, Banner of Truth, edición de 1996, pp. 289, 285).

Howell Harris se volvió uno de los predicadores usados más poderosamente en el Primer Gran Despertamiento. Si lees sus diarios, verás vez tras vez cómo vino el avivamiento. La gente perdida fue convertida cuando el Espíritu Santo descendió en poder. Harris dijo: “El gran ventarrón [viento fuerte del Espíritu] descendió cuando yo mostré la muerte infinita de nuestro Salvador”. “El Señor descendió en poder”. “Un fuerte ventarrón sopló cuando yo mostré la grandeza de la salvación”. Este hombre simple predicó y literalmente miles fueron convertidos en Inglaterra y también en Gales.

¿Podemos tener avivamiento en nuestra iglesia? Sí, pero tenemos que realmente quererlo. He estado leyendo un pequeño libro maravilloso de una dama Noruega que era misionera a China de 1900 a 1927. Ella oró por avivamiento año tras año. Ella ayunó y oró. En 1907 ella leyó del gran avivamiento que acontecía en Corea. Ella quería que el avivamiento viniera a China. Ella realmente quería avivamiento. Vino muy de repente, en un grupo de mujeres Chinas. Luego se esparció, y centenas fueron convertidos, justo antes de que ella se fuera de la China para regresar a Noruega.

¿Podemos tener un poco de eso aquí, en nuestra iglesia? Sí, pero debemos orar como nunca lo hemos hecho. Debemos orar como Isaías oró en el primer versículo.

“Oh, si rompieses los cielos, y descendieras, y a tu presencia se escurriesen los montes” (Isaías 64:1).

Si aun no eres convertido, oraremos por ti. Estaremos orando para que Dios te convicte de tu pecado, y que Él te traiga a Jesús.

Jesús murió en la Cruz para pagar por tu pecado. Él resucitó de los muertos y está vivo en el Tercer Cielo, orando por ti. Pero tú debes arrepentirte y confiar en Él para ser salvo de tu pecado.

Talvez tú dices: “Yo no soy pecador. Yo soy buena persona”. Pero la Biblia dice: “Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros” (I Juan 1:10). Nosotros estamos orando que el Espíritu de Dios te muestre tu pecado, y luego te traiga a Jesús, para limpieza por Su Sangre. Dr. Chan, por favor guíenos en oración. Amén.

(FIN DEL SERMÓN)
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La Escritura Leída por Sr. Abel Prudhomme Antes del Sermón: Isaías 64:1-3. .
El Solo Cantado Antes del Sermón por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith:
“My God, How Wonderful Thou Art” (por Frederick W. Faber, 1814-1863;
al son de “Majestic Sweetness Sits Enthroned”)


EL BOSQUEJO DE

EL DIOS DE AVIVAMIENTO

(SERMÓN NÚMERO 14 SOBRE AVIVAMIENTO)

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

“¡Oh, si rompieses los cielos, y descendieras, y a tu presencia se escurriesen los montes, como fuego abrasador de fundiciones, fuego que hace hervir las aguas, para que hicieras notorio tu nombre a tus enemigos, y las naciones temblasen a tu presencia! Cuando, haciendo cosas terribles cuales nunca esperábamos, descendiste, fluyeron los montes delante de ti” (Isaías 64:1-3).

I.   Primero, la presencia de Dios es nuestra única esperanza,
Isaías 64:1; 63:15; Génesis 26:28; 39:23.

II.  Segundo, la presencia de Dios crea sorpresas, Salmo 77:14;
I Pedro 3:18; Isaías 64:3.

III. Tercero, la presencia de Dios vence grandes problemas y obstáculos,
Isaías 64:3, 1; I Juan 1:10.