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ÉL ME GLORIFICARÁ

(SERMÓN NÚMERO 5 SOBRE AVIVAMIENTO)

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles
La Tarde del Día del Señor, 17 de Agosto, 2014


El Dr. Martyn Lloyd-Jones fue un cuidadoso estudiante del avivamiento. Él estudió la historia de los avivamientos, incluso experimentó avivamiento en su propia congregación en Gales en 1931. En una conferencia que dio sobre el gran evangelista Howell Harris (1714-1773) el “Doctor”, dijo: “Estamos de nuevo en condiciones de oscuridad y falta de vida de manera similar a la de los primeros años del siglo 18” (traducción de D. M. Lloyd-Jones, The Puritans: Their Origins and Successors, The Banner of Truth Trust, 1996 edition, p. 302). En otro libro, el Dr. Lloyd-Jones habló de “la terrible apostasía que ha caracterizado cada vez más a la iglesia durante los últimos cien [ahora 150] años” (Revival, Crossway Books, 1987, p. 55).

En mi propia experiencia de 55 años en el ministerio, he visto una dramática crisis en la vida y el poder de nuestras iglesias. Las iglesias de hoy, en su mayor parte, apenas se parecen a las iglesias de mi juventud – y el cambio no ha sido bueno. De hecho, “estamos de nuevo en condiciones de oscuridad y falta de vida”. De hecho, estamos en una “terrible apostasía”.

Estoy convencido de que esta terrible condición ha ocurrido en gran parte porque pastores han olvidado lo que hace a una persona ser un Cristiano. En mi experiencia, muy pocos predicadores saben algo práctico acerca de la conversión y el nuevo nacimiento, pero no voy a hablar de eso esta noche.

¡Muchos de los que hablan acerca del avivamiento saben que necesitamos el Espíritu Santo que haga algo para avivar nuestras iglesias! Pero muy pocos saben exactamente qué es lo que necesitamos que el Espíritu Santo haga. Ellos no saben lo que necesitan que el Espíritu Santo haga porque no se dan cuenta de la horrible profundidad del problema que enfrentan. Ellos piensan que la mayoría de su gente es salva y creen que saben cómo dirigir a gente nueva a una experiencia de salvación. Sin embargo, yo no sé de ningún predicador importante que tenga suficiente luz sobre este tema. ¡Como resultado, grandes números de nuestras iglesias están llenas, de esquina a esquina, con gente perdida! Hemos escrito en profundidad sobre este problema en nuestro libro, La Apostasía de Hoy (oprime aquí para leerlo en Inglés).

Yo no voy a entrar en el problema de avivamiento en un sentido general esta noche. Mi enfoque será hablar sobre lo que debemos orar por si queremos que Dios envíe avivamiento a nuestra iglesia local. Una de las trampas en las que podemos caer cuando leemos libros sobre avivamiento es esperar un cambio enorme en todas las iglesias – por lo menos en un gran número de ellas. Y cuando vemos que eso no sucede nos sentimos sin esperanza.

Debemos entender que cada conversión verdadera es un milagro. El Dr. Cagan y yo fuimos a través de una lista de los que esperamos hayan sido convertidos. Hemos visto que ha habido conversiones cada mes. Es decir, el milagro de la conversión ha ocurrido cada mes en nuestra iglesia durante más de un año. Yo no estoy hablando de “decisiones” por supuesto, estoy hablando de verdaderas conversiones. Al orar por avivamiento estamos orando por más milagros de conversión, para que Dios descienda y convierta más personas a Jesús.

Ahora, ¿por qué debemos orar exactamente? Creo que nuestra principal preocupación debe ser orar que el Espíritu descienda con gran poder. Me doy cuenta de que mucha gente va a rechazar cualquier cosa que diga sobre ese tema. Hubo tanta falsa enseñanza sobre el Espíritu Santo en el siglo veinte que no puedo culparlos. Y sin embargo el Espíritu Santo es la fuente de las conversiones individuales, así como de los avivamientos. Hoy los miembros de iglesias piensan en el Espíritu Santo haciendo que la gente “hable en lenguas”, o los haga capaces de hacer mucho dinero, o ser sanado físicamente. Pero nada de eso tiene algo que ver con la obra central, la obra principal, del Espíritu Santo. Por favor abre tu Biblia a Juan 16:14. Aquí vemos la obra principal del Espíritu de Dios. Jesús dijo:

“El me glorificará” (Juan 16:14).

La palabra Griega traducida “glorificará” significa “honor, estima, magnificar, alabar” (Strong # 1392). La obra del Espíritu Santo es glorificar a Jesús, hacernos que estimemos a Jesús, que magnifiquemos a Jesús, y hacernos que le honremos.

Cuando la gente tiene una falsa conversión, siempre es porque han rechazado a Jesús Mismo. Como el Dr. Cagan señaló en nuestro libro, La Apostasía de Hoy,

Las personas con un fondo Católico generalmente piensan en términos de la salvación por obras: dejar algunos pecados, ir a la iglesia, seguir a Jesús, amar a Jesús, la confesión, y generalmente “ser bueno”.

Las personas con un fondo Bautista, evangélico o Reformado suelen confiar en el bautismo, en decir “la oración del pecador” o creer mentalmente la doctrina Cristiana, tales como ser capaz de recitar el “plan de salvación”, o el “Catecismo de Westminster”.

Las personas con un fondo carismático o Pentecostal generalmente piensan en términos de sentimientos y experiencias. Si una persona ha tenido una experiencia con lo que piensa que es el “Espíritu Santo”, siente la bendición de Dios en su vida, o siente paz o alegría en su corazón, él se considera salvo.


Muchas veces personas así vienen a consejería con nosotros, buscando seguridad u otro sentimiento cuando en realidad nunca han sido salvados por confiar en Jesús (La Apostasía de Hoy, Hearthstone Publishing, edición de 2001, p. 141).

Esta es la forma en que frecuentemente se revela en nuestra iglesia. Cuando el pastor les pide que le digan acerca del día en que fueron salvos, ellos invariablemente comienzan con una larga historia, a menudo dando sus pensamientos sobre un sermón que oyeron antes, y muchos otros detalles, incluso pueden incluir la sensación de que eran pecadores. Por lo general cuentan toda una historia, usualmente entran en gran detalle, yendo a su supuesta conversión. Terminan de repente. Ellos casi siempre terminan diciendo: “Y entonces confié en Jesús”, o “Y entonces vine a Jesús”.

Entonces les pedimos que nos hablen un poquito acerca de Jesús, y lo que pasó cuando llegaron a Él (o le confiaron). Es entonces cuando todo se desmorona. No pueden decir mucho, casi nada, sobre Jesús Mismo. En su libro, Alrededor del Portillo, [Around the Wicket Gate] Spurgeon dijo, “Hay una tendencia horrible en los hombres de dejar a Jesús Mismo fuera del Evangelio” (Pilgrim Publications, edición de 1992, p. 24). Yo les digo que quiero que sigan viniendo y escuchen el Evangelio. Yo quiero estar seguro de que Jesús es central en sus testimonios. ¡No importa cuan interesante sea el testimonio de alguien, si Jesús no es central, todavía no están salvos!

El Espíritu Santo hace dos cosas principales en cada conversión verdadera. Lo primero se encuentra en Juan 16: 8-9,

“Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en mí” (Juan 16:8-9).

Convencer de pecado es la primera obra del Espíritu de Dios. Tenemos tendencia a hacer la conversión una cosa trivial, una cosa pequeña, que una persona puede tener al murmurar algunas palabras, o aprendiendo a decir ciertas cosas. ¡Que Dios nos ayude! ¡Hemos dejado fuera el Espíritu Santo! ¡Hemos olvidado que Él nos debe convencer de nuestro profundo pecado y nuestra rebelión contra Dios! El Dr. Lloyd-Jones describe convicción como ver la plaga de tu corazón, y la fealdad de la naturaleza que has heredado de Adán. La convicción es ver tu desesperanza y tu desesperación absoluta, ante este santo, justo Dios, que odia el pecado con la totalidad de Su ser (traducido y parafraseado de Revival, Crossway Books, 1987, p. 42). Eso pasa, más o menos en todos los que son verdaderamente convertidos. El Dr. Lloyd-Jones dijo: “Cualquier hombre que es despertado y convencido de pecado debe ser turbado por esto. ¿Cómo va a morir y enfrentar a Dios?” (traducción de Assurance, Romanos 5, The Banner of Truth Trust, 1971, p. 18).

Así que eso es lo primero que el Espíritu Santo hace en una conversión verdadera. Él perturba la gente. Si no has estado profundamente turbado acerca de tu naturaleza pecaminosa, no pensarás mucho sobre el Señor Jesucristo. Escuchas acerca de Él muriendo en la Cruz, pero eso significa muy poco para ti. ¿Por qué? Porque nunca has sido convencido “de pecado, de justicia y de juicio” (Juan 16: 8). ¡Pero el pecador perdido no debe descansar solo en la convicción! ¡Convicción por sí sola no te salvará!

Hace poco hablé con un joven que había estado bajo una profunda convicción de pecado por varios días. Yo le dije que fuera a Jesús para salvación por medio de Su Sangre. Parecía haberlo hecho. Parecía haber ido a Jesús. Esperé un par de semanas y luego le pedí que me dijera cómo había sido salvo. Él habló y habló sobre su pecado. No había duda de que había estado bajo una profunda convicción. Pero terminó diciendo, “Y entonces vine a Jesús”. Le pedí que me hablara un poco más sobre Jesús. El tropezó, pero era muy obvio que, a pesar de haber tenido convicción, ¡él no había encontrado la paz a través de el Salvador y Su Sangre!

A menudo la gente me pregunta, “¿Cómo vienes a Jesús?” Para responder a esta pregunta, debemos mirar a Juan 6:44,

“Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere” (Juan 6:44a).

Dios el Padre debe atraerte a Jesús por medio del Espíritu Santo. En términos generales, el Espíritu de Dios sólo atraerá a un pecador a Jesús cuando él está bajo convicción de pecado, y clamando por misericordia. Cuando el Espíritu Santo atrae a alguien a Jesús, a menudo parece como si hubieran estado ciegos antes, y ahora sus ojos están abiertos – ¡y ven al hermoso Salvador, con los brazos abiertos para abrazarlos! Pueden cantar con John Newton (1725-1807),

Fui ciego mas hoy miro yo,
   Perdido y Él me halló.
      (“Sublime Gracia”).

Así, cuando hablamos de avivamiento, tenemos que pensar en términos del Evangelio. El avivamiento no es nada más, ni menos, que el Espíritu de Dios haciendo que la gente sienta su pecado, y entonces la atrae a Jesús para salvación por medio de Su Sangre. Cuando eso le sucede a una persona, como sucede en nuestra iglesia en un intervalo de semanas, ¡eso es conversión, el milagro de la conversión! John W. Peterson lo hizo claro en una de sus canciones:

Tomo un milagro a colgar astros sin par;
   Tomo un milagro dar al mundo un lugar.
Mas al salvar me a mí,
   Al limpiar al vil,
Tomo un milagro de Su gran amor.
      (Traducción libre de “It Took a Miracle”
         por John W. Peterson, 1921-2006).

Y cuando ese milagro sucede a un número de personas a la vez, por ejemplo a 10 o 12 personas a la vez en una iglesia local, ¡eso es avivamiento! ¡Es tan simple como eso! Lo que sucede en una sola conversión ocurre a varias personas en un corto período de tiempo en avivamiento. ¡Cuando el Espíritu Santo viene en poder de avivamiento, Él siempre glorifica a Jesús en la vida de varios conversos!

“El me glorificará” (Juan 16:14).

Escucha al Dr. Lloyd-Jones una vez más.

     Avivamiento, por encima de todo lo demás, es una glorificación del Señor Jesucristo, el Hijo de Dios. Es la restauración de Él al centro de la vida de la iglesia...No hay ningún valor en el tal llamado Cristianismo que no le exalta, y vive para Él, y vive para dar testimonio de Él... especialmente Su expiación, Su muerte en la cruz, Su cuerpo quebrantado y Su sangre derramada. De nuevo cito a ustedes puros hechos que pueden comprobar por ustedes mismos. Encontrarás que en cada período de avivamiento, sin excepción, ha habido un tremendo énfasis en la sangre de Jesús. Los himnos que se han cantado sobre todo en períodos de avivamiento, han sido sobre la sangre...El...corazón del evangelio Cristiano es este, “A quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre” (Romanos 3:25)...no veo ninguna esperanza de avivamiento mientras que hombres y mujeres están negando la sangre de la cruz...(Revival, ibid., pp. 47, 48, 49).

Hay un precioso manantial
   De Sangre de Emanuel;
Y sumergido el pecador,
   Sus manchas pierde él.
Sus manchas pierde él.
   (Traducción libre de “There Is a Fountain” por William Cowper, 1731-1800;
      al son de Ortonville, “Majestic Sweetness Sits Enthroned”).

La cruz excelsa al contemplar,
   Do por mi Jesús murió,
De todo cuanto estimo aquí,
   Lo más precioso es su amor.

De Su cabeza, manos, pies,
   Preciosa Sangre corrió allí;
Corona de espinas fue la que
   Jesús llevó por mí.
(Traducción libre de “When I Survey the Wondrous Cross”
por Dr. Isaac Watts, 1674-1748).

A riesgo de ser mal entendido, siento que debo decir que es aquí donde los carismáticos y pentecostales se han equivocado. Ellos tienden a centrarse en el Espíritu Santo Mismo. La muerte de Jesús en la Cruz no es lo principal. Ellos están entusiasmados con curaciones, estar en el Espíritu, señales y milagros. ¡No importa lo mucho que protesten lo que digo, no hacen la muerte sustituta de Jesús en la Cruz el tema principal! La convicción de pecado, y el perdón a través de la Sangre de Jesús no son centrales. ¡Pero también debo decir que nosotros, los que somos evangélicos y fundamentalistas no somos mejores! Estamos ocupados enseñando la Biblia versículo por versículo a las personas perdidas que dicen ser Cristianos en nuestras iglesias. Aquí es donde nos hemos equivocado. El mero centro del evangelio Cristiano es Jesucristo, y a éste crucificado. El predicador más grande que el Cristianismo jamás ha producido, dijo:

“Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado” (I Corintios 2:2).

Nunca vamos a tener un avivamiento cuando los hombres y las mujeres sólo pueden decir: “Y entonces vine a Jesús”. ¡Que Dios nos ayude! Si eso es todo lo que puedes decir sobre el Cordero de Dios que fue torturado y crucificado para salvarte, ¡entonces creo que estás tan ciego como un Testigo de Jehová o un Musulmán! ¡Ellos, también, hablan de Jesús! ¿Dónde está la sangre? ¿Dónde está el amor incomparable que lo condujo desde los tribunales superiores del Cielo para ser azotado, escupido y clavado en una cruz? A veces creo que te he fallado. De alguna manera no te enseñé a amar lo suficiente a Jesús para hablar de Él aunque sea un poco. De alguna manera yo no pude hacer que amaras a Jesús. No pude conseguir que realmente sintieras, y fueras capaz de decir:

Me amaste primero y así te amo a Ti,
Y porque en calvario me diste perdón;
Te amo por lo que sufriste por mí,
Jesús, si te amaba yo te amo más hoy.
   (Traduccion libre de “My Jesus, I Love Thee”
      por William Featherstone, 1842-1878).

Oh, queridos amigos, ayunemos y oremos de nuevo el próximo Sábado hasta las 5:00. Ayunemos y oremos para que el Espíritu Santo haga dos cosas – convenza de pecado, y glorifique a Jesús trayendo pecadores a Él, para la limpieza en Su Sangre. Amén

(FIN DEL SERMÓN)
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La Escritura Leída Antes del Sermón por el Sr. Abel Prudhomme: Juan 16:7-14.
El Solo Cantado por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith Antes del Sermón:
“There Is a Fountain” (por William Cowper, 1731-1800; al son de
“Ortonville,” “Majestic Sweetness Sits Enthroned”).