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DOS PROMESAS DE DIOS

por Dr. Kreighton L. Chan

Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles
La Mañana del Día del Señor, Marzo 16, 2014

“Sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28).


Parece que todo está funcionando mal para los jóvenes de hoy. La promesa de que un título universitario garantiza éxito es una cosa del pasado. Tenemos altas tasas de desempleo que dicen sólo la mitad de la historia. Muchos de ellos están tan desalentados que han dejado de buscar empleo. Y muchos de los que tienen trabajo solo es de tiempo parcial. Incluso los que tienen trabajos de tiempo completo son de bajo salario y sin beneficios de salud. ¡Y estos son graduados de la universidad! Muchos han buscado una salida a través de ganar títulos avanzados como una Maestría en Administración de Empresas. Pero sus perspectivas de empleo apenas han mejorado. Y ahora están atados con decenas de miles de dólares en préstamos educativos. Muchos comienzan su vida profesional con una deuda casi tan grande como una hipoteca, ¡pero sin una casa para mostrar! Y sólo el año pasado, la deuda de préstamos educativos de los jóvenes es de casi tres mil millones de dólares. ¡Eso es más que la deuda total de tarjetas de crédito del país! Y con nuestra economía ya por los suelos, muchos han decidido irónicamente renunciar a sus trabajos. Esto es para que puedan recibir seguro de salud con descuentos bajo el “Cuidado de Salud Accesible” de Obama.

Pero la respuesta a tener una buena vida no radica en una economía que crece, un trabajo bien pagado, o cualquier otra cosa material que la vida tiene para ofrecer. No importa lo que dicen los falsos profetas como Joel Osteen que venden la “Creencia Fácil” y un evangelio de prosperidad. Lo verdaderamente bueno sólo llega al Cristiano que ama a Dios y es llamado conforme a Su propósito.

Quiero animar a cada Cristiano que está escuchando este sermón. Y no puedo pensar en ninguna mejor manera de animarte, que hablar de la gran promesa en nuestro texto.

“Sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28).

I. Primero, Dios promete que todas las cosas les ayudan a bien.

El texto dice:

“Sabemos que…todas las cosas les ayudan a bien” (Romanos 8:28).

Los verdaderos Cristianos saben que hay buenos y malos tiempos en esta vida. Pero hay otro lugar llamado Cielo. Allí tendremos alegría verdadera y duradera por toda la eternidad. ¡Todos los problemas de este mundo serán dejados atrás cuando vayamos allí para estar con Jesús! Pero la gran promesa de nuestro texto: “todas las cosas les ayudan a bien”, no sólo se refiere a nuestro tiempo en el Cielo. No, sino que también es una promesa para aquí y ahora, en esta vida.

Observa que el Apóstol dice: “Sabemos que…todas las cosas les ayudan a bien”. El Cristiano está seguro que efectivamente todas las cosas les ayudan a bien. Sí, lo sabemos porque la Biblia lo dice, pero también lo sabemos por experiencia. Tenemos una relación viva con nuestro Dios. Y Su Espíritu le ha dicho a nuestro espíritu de que todas las cosas nos ayudan a bien. Sabemos esto de la misma manera que:

Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos” (I John 3:14).

Nuestro amor a nuestros hermanos y hermanas en la iglesia es verdadero. Es un amor sobrenatural. Se siente profundamente. Llevamos las cargas unos de los otros. Compartimos nuestras alegrías. Oramos uno por el otro, porque nos amamos. Damos nuestras vidas unos por los otros. Y no lo tendríamos de otra manera. La Biblia lo llama amor Ágape, un amor espiritual, desinteresado que sólo un verdadero Cristiano puede tener.

Y ahora quiero enfatizar que, “Todas las cosas les ayudan a bien”. Las cosas que son “buenas” y las que son “malas” al final trabajarán para el bien del Cristiano. Es fácil ver por qué todas las cosas ayudan al bien del los Cristianos.

¿De qué bien está hablando el Apóstol? Este es un bien temporal, que es el bien que viene a nosotros en este mundo. La gente dice: “Yo tengo un buen trabajo”. “Yo la paso bien”. “Tuve una buena calificación”. Esas cosas buenas son importantes. Pero son sólo cosas temporales. Algún día no importará si tienes un buen trabajo. Algún día no importará si la pasaste bien, y, unos años más a partir de ahora, ni siquiera importará si tuviste una buena calificación. El Sr. Salazar fue miembro de nuestra iglesia por largo tiempo. Él falleció el Sábado pasado. Ahora él está con Jesús. Ahora sabe que las cosas buenas como las que he mencionado sólo fueron bendiciones temporales.

¿De que bien está hablando el Apóstol en nuestro texto, cuando dijo: “Todas las cosas les ayudan a bien”? Lee el resto del versículo en Romanos 8. Verás que él está hablando del bien eterno. Él no está hablando del bien temporal que experimentamos en este mundo. Él está hablando del bien que Dios da a los que son verdaderos Cristianos. A veces se le llama “la cadena de oro” de las cosas buenas espirituales que nos salvan y nos ayudan a llegar a ser Cristianos fuertes, y al final Cristianos “glorificados”. Si el señor Salazar pudiera regresar a nosotros del Cielo, él diría: “¡Eso es exactamente correcto! ¡Todo lo que Dios hizo en mi vida trabajó para mi bien eterno, y ahora soy glorificado con Jesús!”

Los dones de Dios trabajan para nuestro bien.

“Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre” (Santiago 1:17).

Los ángeles de Dios ayudan a nuestro bien.

“¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?” (Hebreos 1:14).

Nuestro pastor, Dr. Hymers, ayuda a nuestro bien.

“A fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo” (Efesios 4:12).

Nuestros hermanos y hermanas ayudan a nuestro bien.

“Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras” (Hebreos 10:24).

Las oraciones de Jesús ayudan a nuestro bien.

“Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí” (Juan 17:20).

La presencia permanente de Jesús ayuda a nuestro bien, porque Él dijo:

“No te desampararé, ni te dejaré” (Hebreos 13:5).

¡Oh, yo podría seguir y seguir con las cosas buenas que Dios nos envía que ayudan a nuestro bien! Pero recuerda nuestro texto, “Todas las cosas les ayudan a bien”. Eso significa que las “cosas malas” también trabajan para nuestro bien. Ahora, ¿cuáles son algunas de estas cosas malas que trabajan para nuestro bien?

Las tentaciones ayudarán para nuestro bien.

“Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna” (Santiago 1:2-4).

Sin tentaciones y nuestro triunfo sobre ellas, nunca vamos a desarrollar paciencia o alegría Cristiana.

El Sufrimiento y las tribulaciones ayudarán a nuestro bien.

“Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado” (Romanos 5:3-5).

Las aflicciones trabajarán para nuestro bien.

“Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba; Mas ahora guardo tu palabra. Bueno me es haber sido humillado, Para que aprenda tus estatutos” (Salmo 119:67, 71).

¡La Biblia toma vida cuando somos afligidos! Sin aflicciones nunca vamos a conocer el poder de la palabra de Dios en nuestra vida. Lutero dijo: “Nunca pude entender correctamente algunos de los Salmos hasta que fui afligido”.

El patriarca Job es nuestro gran ejemplo de perseverancia aún cuando sufrió terriblemente. Dios permitió que el Diablo tentara a Job severamente. Pero a pesar de la pérdida de su familia, sus posesiones, sus amigos, y su salud, permaneció fiel a Dios. Aún así Job dijo:

“Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito” (Job 1:21).

Agustín observó que Job no dijo, “Jehová dio, y el Diablo quitó”. ¡No! ¡No! Job dijo: “Jehová quitó”. Dios está siempre en control. Y Él puede quitar algún “bien” temporal de nosotros. Pero al final, todas las cosas ayudan a nuestro bien. ¡Para el Cristiano, cosas buenas, cosas malas, todas las cosas ayudan para entrenarnos a ser Cristianos fuertes! ¡Aleluya, a Dios sea la gloria!

La esposa de Job, una persona perdida, le dijo a Job: “Maldice a Dios y muérete” (Job 2:9). Pero Job dijo: “¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos?” (Job 2:10). Job amaba y confiaba en Dios tanto que él dijo: “Aunque él me matare, en él esperaré” (Job 13:15). Al final, Dios bendijo a Job en gran medida con una familia más grande, más riqueza, buena salud, y con más fuerza en el Señor. Lo que es un gran ejemplo de Job:

“Todas las cosas les ayudan a bien” (Romanos 8:28).

¡Y también tenemos grandes Cristianos así en nuestra iglesia! Considera a nuestra querida hermana Emma Salazar, el Sr. y la Sra. Bebout, el Dr. y la Sra. Hymers, el Dr. y la Sra. Cagan, Abel Prudhomme, el Sr. Mencia, el Sr. Kyu Dong Lee, el Sr. Griffith, y muchos otros. ¡Conócelos y serás ricamente bendecido! ¡Qué vida tan tremenda tiene el Cristiano! Mientras que en la tierra, todas las cosas, sin excepción, ayudan a bien. ¡Y cuando morimos, iremos al Cielo!

II. Segundo, la promesa de Dios es para los verdaderos Cristianos, aquellos que aman a Dios y son llamados por Él.

“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28).

La promesa de Dios no debe ser entendida como una recompensa. Eso es porque por naturaleza nadie es capaz de amar a Dios. El Apóstol Juan escribió:

“No en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros… Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero” (I Juan 4:10, 19).

El Cristiano ha sido llamado por Dios para venir a Jesús. Él viene a Jesús. Sus pecados son lavados en la Sangre de Jesús. Él recibe una nueva naturaleza y ama a Dios. Amar a Dios es la característica distintiva de un Cristiano. Todo verdadero Cristiano puede decir:

“¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra” (Salmo 73:25).

El poder y la misericordia de Dios hacen eficaz el llamado del Evangelio a nosotros. No puedo hacer nada mejor que citar a Matthew Henry:

El llamado es entonces eficaz cuando venimos a la llamada, y luego venimos a la llamada cuando el Espíritu nos atrae, convence a la conciencia de culpa y de ira, ilumina el entendimiento, inclina la voluntad, nos persuade y nos capacita para abrazar a Jesús [y] nos prepara en el día de su poder. Es una llamada eficaz de uno mismo y de la tierra a Dios, y Cristo y el cielo, como nuestro fin… Este es el llamado del evangelio (traducción de Matthew Henry, Matthew Henry’s Commentary on the Whole Bible, Fleming H. Revell, no reprint date, Volume VI, p. 424, comment on Romans 8:29).

III. Tercero, Jesús da otra promesa a aquellos que todavía están perdidos.

Aquí está. La promesa a los perdidos es de Jesús Mismo.

“Al que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37).

John Bunyan dijo, “Eso significa que cualquier ‘él’ (o cualquier ‘ella’ también)”. “Pero yo soy un gran pecador”. “No le echo fuera”. “Pero no puedo creer como debería”. “No le echo fuera”. “Pero me temo que voy a cometer un error”. “No le echo fuera”. “Y así continuó, página tras página, enumerando todas la excusas que la gente hace. Y luego volvió a decir: “Al que a mí viene, no le echo fuera”.

El Domingo pasado una joven le dijo a Dr. Hymers, “Pero yo no sé cómo confiar en Jesús”. Dr. Hymers podría haberle dicho: “Al que a mí viene, no le echo fuera”. Aún si no sabes cómo confiar en Él, ¡Jesús te salvará si vienes a Él! ¿Cómo explicas eso? ¡No lo haces! En ninguna parte de la Biblia se nos dice cómo confiar en Jesús – o cómo venir a Él. Es la forma como Dr. Hymers aprendió a nadar. Nunca tuvo una sola clase de natación en toda su vida. Él fue arrojado a un pequeño lago, y nadó. ¡Eso fue todo! ¡Él chapoteó y se lanzó! Y esa es la forma en que vienes a Jesús. Lánzate sobre Él. ¡Su Sangre te limpiará de todo pecado! ¡Él perdonará tu pecado, y tendrás vida eterna!

Jesús murió por tus pecados en la Cruz. Al tercer día resucitó físicamente, carne y huesos de la tumba. Subió al Cielo y está sentado a la diestra del trono de Dios. Ven a Jesús. Confía en Él. Lánzate a Él. Jesús lavará tus pecados en Su propia Sangre.

Si deseas hablar con nosotros acerca de convertirte en un Cristiano, en tener tu pecado limpiado por la Sangre de Jesús, por favor deja tu asiento en este momento y camina hacia la parte de atrás del auditorio. Dr. Cagan te llevará a otra habitación en la que podamos orar y hablar acerca de Jesús salvándote. Ve ahora a la parte de atrás. Dr. Hymers, por favor ore por alguien que confié en Jesús esta mañana. Amén.

(FIN DEL SERMÓN)
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en www.realconversion.com o www.rlhsermons.com.
Oprime en “Sermones en Español”.

Puedes enviar un correo electrónico a Dr. Hymers en Inglés a
rlhymersjr@sbcglobal.net – o puedes escribirle a P.O. Box 15308, Los Ángeles, CA
90015, Estados Unidos.
Llámale por teléfono a (818)352-0452.

Estos manuscritos de sermones no tienen derechos de autor.
Los puedes usar sin la autorización de Dr. Hymers. Sin embargo, todos los mensajes
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La Escritura Leída por el Sr. Abel Prudhomme Antes del Sermón: Romanos 8:28-34.
El Solo Cantado por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith Antes del Sermón:
“How Firm a Foundation” (“K” en Rippon’s Selection of Hymns, 1787).


EL BOSQUEJO DE

DOS PROMESAS DE DIOS

por Dr. Kreighton L. Chan

“Sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28).

I.   Primero, Dios promete que todas las cosas les ayudan a bien, I Juan 3:14;
Santiago 1:17; Hebreos 1:14; Efesios 4:12; Hebreos 10:24; Juan 17:20;
Hebreos 13:5; Santiago 1:2-4; Romanos 5:3-5; Salmo 119:67, 71;
Job 13:15; 2:9, 10.

II.  Segundo, la promesa de Dios es para los verdaderos Cristianos,
aquellos que aman a Dios y son llamados por Él,
I Juan 4:10, 19; Salmo 73:25.

III. Tercero, Jesús da otra promesa a aquellos que todavía están perdidos,
Juan 6:37.