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TOMA TU CRUZ

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles
La Tarde del Día del Señor, 15 de Septiembre 15 de 2013

“Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (Marcos 8:34).


Este incidente se registró en los tres Evangelios Sinópticos – Mateo, Marcos y Lucas. Algunos maestros de la Biblia dicen que esto es sólo para los Cristianos maduros. Pero los tres Evangelios nos dicen específicamente que es para todos. En Mateo leemos: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (Mateo 16:24). Así, en Mateo abnegación y llevar la cruz es para “alguno”. En realidad, la palabra “hombre” fue suministrado en cursiva por los traductores de la KJV en Inglés. Las versiones modernas traducen “alguno” como “cualquiera”, como en la NRV. Así que el versículo se aplica a cualquiera que quiere seguir a Cristo. En nuestro texto en Marcos se nos dice que Jesús “llamando a la gente”, con los Discípulos, dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”. Así, de nuevo, esto era para todos en la multitud, así como a Sus doce Discípulos. En Lucas 9:23, leemos: “Y decía a todos: Si alguno...” Por lo que es claro en los tres Evangelios Sinópticos que Jesús dio llevar la cruz como una condición para todos, no sólo a los doce Discípulos. Está claro que Jesús estaba hablando a todo el mundo cuando dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (Marcos 8:34). Aquí hay dos puntos que se derivan de ese texto.

I. Primero, antinomios modernos niegan que esto sucede en una conversión verdadera.

El pasado Domingo por la noche prediqué un sermón contra el antinomianismo. Cité del Estudio Bíblico de la Reformación que dice: “El punto de vista de los antinomios es el negar que la ley de Dios en la Escritura debe controlar directamente la vida del Cristiano...llegan a la falsa conclusión de que su comportamiento no hace ninguna diferencia, siempre y cuando sigan creyendo…No es posible estar en Cristo y al mismo tiempo abrazar el pecado como una forma de vida” (p. 1831). Entonces cité al Dr. A. W. Tozer, quien dijo:

     ¡Una notable herejía ha llegado a través de nuestros círculos Cristianos evangélicos – el concepto ampliamente aceptado de que los seres humanos podemos aceptar a Cristo sólo porque lo necesitamos como Salvador y que tenemos el derecho de posponer nuestra obediencia a Él como Señor, por cuanto tiempo queramos! ...
     Es una tragedia que en nuestro día a menudo escuchamos el llamamiento al Evangelio basado en esto: “¡Ven a Jesús! No tienes que obedecer a nadie. No tienes que cambiar nada. No tienes que renunciar a nada – ¡simplemente ven a Él y cree en Él como Salvador¡”
     Así que vienen y creen en el Salvador. Más tarde, en una reunión o conferencia, oirán otra apelación: “Ahora que ustedes le han recibido como Salvador, ¿cómo te gustaría tomarlo como Señor?”
     El hecho de que escuchamos esto en todas partes no lo hace correcto. Instar a los hombres y mujeres a creer en un Cristo dividido es mala enseñanza porque nadie puede recibir la mitad de Cristo...Cuando un hombre cree en Jesucristo debe creer en un Señor Jesucristo completo – ¡sin ninguna reserva! Estoy convencido de que es un error considerar a Jesús como una especie de enfermera divina a la que podemos ir cuando el pecado nos ha enfermado, y después de que Él nos ha ayudado, digamos, “Adiós” – y sigamos nuestro camino...
     No venimos a Él como el que, al comprar muebles para su casa, declara: “Voy a llevar esta mesa, pero yo no quiero esa silla” – ¡dividiéndolo! ¡No, señor! ¡O es todo Cristo o nada de Cristo!
     ¡Yo creo que tenemos que predicar a un Cristo completo al mundo – un Cristo que no necesita nuestras disculpas, un Cristo que no es dividido, un Cristo que será Señor de todo o no será Señor para nada!
     Te lo advierto – ¡no recibirás ayuda de Él de esa manera porque el Señor no va a salvar a aquellos que Él no puede mandar! Él no va a dividir Sus oficinas. No puedes creer en un medio-Cristo. ¡Nosotros lo tomamos como lo que es – el Salvador ungido y el Señor que es Rey de reyes y Señor de Señores! Él no sería quien es si Él nos ha salvado y nos ha llamado y nos ha elegido sin el entendimiento de que Él puede guiar y controlar nuestras vidas...
     ¿Será que de verdad pensamos que no le debemos nuestra obediencia a Jesucristo? Le debemos obediencia desde el segundo que clamamos a Él para la salvación, ¡y si [tú] no le das esa obediencia, tengo razones para preguntar si [tú] estás realmente convertido!
     Yo veo cosas y me entero de cosas que los Cristianos están haciendo y mientras los veo...me pregunto si han sido verdaderamente convertidos...
     Creo que es el resultado de la enseñanza defectuosa desde el principio. ¡Pensaron en el Señor como un hospital y Jesús como el jefe de personal para arreglar a los pobres pecadores que se han metido en problemas! “Repárame, Señor”, han insistido, “¡para poder seguir mi camino!”
     Esa es una mala enseñanza...Está llena de auto-engaño. ¡Miremos a Jesús nuestro Señor, en lo alto, santo, llevando coronas, Señor de Señores y Rey de todo, teniendo todo el derecho de demandar plena obediencia de todas Su gente salva!... (Traducción de A. W. Tozer, D.D., I Call It Heresy!, Christian Publications, 1974 edition, pp. 9-21).

Una verdadera conversión requiere que te arrepientas y confíes en el Señor Jesucristo. Esto significa que tu vida tomará un rumbo nuevo y diferente cuando realmente confías en Él. El Apóstol Pablo lo dejó claro cuando dijo:

“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”

(II Corintios 5:

17).

¡Una nueva dirección en la vida llega a un pecador perdido solo por gracia, mediante la fe en el Señor Jesucristo!

“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2:8-10).

“Creados en Cristo Jesús para buenas obras” – es simple y claro para todos los que aman a Jesús, porque Jesús dijo: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15). Una vez más, Jesús dijo: “El que no me ama, no guarda mis palabras” (Juan 14:24). Cuando el Apóstol Pablo reprendió a los antinomios de la iglesia en Corinto, dijo: “El reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder” (I Corintios 4:20). Las palabras que decimos acerca de amar a Jesús no significan nada si no van acompañadas por el poder de la gracia cambiando la vida de alguien. Antinomios son aquellos “Que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella” (II Timoteo 3:5). Por lo tanto, “Siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad” (II Timoteo 3:7). Y la verdad fue dicha por Jesús en nuestro texto,

“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (Marcos 8:34).

II. Segundo, aquellos que son verdaderamente convertidos no tienen problema de creer eso.

Y sin embargo, eso está completamente oculto de un hombre natural no convertido.

“Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (I Corintios 2:14).

Está escondido de ellos por Satanás, quien es llamado “el dios de este mundo”,

“Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” (II Corintios 4:3-4).

El Evangelio fue descrito por el Apóstol Pablo:

“Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras” (I Corintios 15:3-4).

¿Pero cómo el Evangelio te salva y cambia tu vida?

Cuando confías en Jesús, Su muerte en la Cruz expía tu pecado. Cuando confías en Jesús, Su resurrección te da el poder de tener una nueva dirección en tu vida. Una vez más, hago un llamamiento a Efesios 2:8-10,

“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2:8-10).

Por gracia somos salvos por la fe en Jesús. Cuando somos salvos, somos “creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2:10). Sólo la fe en Jesús puede hacernos aceptables a Dios. El nuevo nacimiento viene por la fe en Jesús. Pero el nuevo nacimiento produce una nueva vida, y una nueva dirección en la vida. No perfección. Eso viene a través del proceso de la santificación. ¡Pero una nueva dirección – un nuevo camino en la vida – una nueva voluntad de obedecer a Cristo! Y ahí es donde nuestro texto viene,

“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (Marcos 8:34).

¡Despertamiento, y en especial el nuevo nacimiento, producen un deseo en el corazón de obedecer ese mandato de Cristo! Si no hay un nuevo nacimiento, no habrá ningún deseo de obedecer a Jesús. Pero cuando el Espíritu de Dios hace Su obra, el que es nacido de lo alto no volverá atrás ni rechazará el mandato de Jesús:

“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (Marcos 8:34).

A pesar de que Dietrich Bonhoeffer (1906-1945) tenía una visión liberal de la inspiración, Dios iluminó esta verdad a él. Él entendió esta verdad, que muchos de los que tenían una mejor vista de la inspiración no vieron. Bonhoeffer era un joven pastor Luterano que habló en contra de Hitler, y fue colgado por los nazis unos días antes de que Alemania cayera ante los Aliados. Tenía sólo 39 años de edad. En su libro clásico, El Costo del Discipulado, [The Cost of Discipleship] Bonhoeffer dijo, “Cuando Cristo llama a un hombre, le ordena venir y morir. Puede ser una muerte semejante a la de los primeros discípulos que tenían que salir de casa y trabajar para Él, o puede ser una muerte como la de Lutero, que tuvo que abandonar el monasterio y salir al mundo. Pero es la misma muerte cada vez...De hecho cada mandamiento de Jesús es una llamada a morir, con todas nuestras pasiones y deseos...Cada día nos encontramos con nuevas tentaciones, y cada día tenemos que sufrir de nuevo por el amor de Jesucristo. Las heridas y cicatrices que [nosotros] recibimos en la [batalla] son símbolos vivos de esta participación en la cruz de nuestro Señor...El sufrimiento es entonces el distintivo del verdadero discipulado. El discípulo no es más que su señor. Seguir a Cristo significa passio passiva, sufriendo porque tenemos que sufrir. Por eso Lutero contó los sufrimientos entre las marcas de la verdadera Iglesia, y uno de los memorandos redactados en preparación de la Confesión de Augsburgo similarmente define a la Iglesia como la comunidad de los ‘que son perseguidos y martirizados por causa del evangelio’. Si nos negamos a tomar nuestra cruz y a someternos al sufrimiento y el rechazo por parte de los hombres [perdemos] la comunión con Jesús y dejamos de seguirle...los actos de los primeros mártires Cristianos están llenos de evidencia que muestra cómo Jesús transfigura para los Suyos la hora de su agonía mortal, concediéndoles la garantía indecible de Su presencia. En la hora de la tortura más cruel que llevan por Su causa, se les hace partícipes de la alegría y el gozo de perfecta comunión con Él. Llevar la cruz resulta ser la única manera de triunfar sobre el sufrimiento. Esto es verdad para todos los que siguen a Jesús, porque era verdad para Él...La cruz es colocada en cada Cristiano. El primer sufrimiento Cristiano que todo hombre debe experimentar es el llamado a abandonar los apegos de este mundo. Es la muerte del viejo hombre lo que resulta en su encuentro con Jesús. Al [empezar a ser discípulos] nos entregamos a Jesús en unión con Su muerte – damos nuestras vidas hasta la muerte. Así comienza, la cruz...nos encuentra en el comienzo de nuestra comunión con Jesús. Cuando Jesús llama a un hombre, le ordena venir y morir” (Dietrich Bonhoeffer, The Cost of Discipleship, Collier Books, 1963 edición, pp. 99-101).

Yo conocí al Pastor Richard Wurmbrand (1909-2001). Tenemos una foto en nuestra iglesia de él y su esposa con nuestros hijos, cuando oró por ellos y los dedicó a Jesús. He conocido a muchos grandes Cristianos. El Dr. Timothy Lin, mi pastor de la iglesia China, fue el mejor pastor que he conocido. El Dr. Christopher Cagan es el mejor Cristiano que he conocido personalmente. El Pastor Herman Otten es un santo ante los ojos de Dios. Ha defendido la Biblia contra los ataques liberales por más de 50 años, y le ha causado mucho sufrimiento, y la pérdida de muchos amigos, en el Sínodo de Missouri de la denominación Luterana. Yo lo admiro a él – a pesar de que no estoy de acuerdo con todo lo que dice. Pero Pastor Wurmbrand es, con gran margen, el mejor Cristiano que jamás haya conocido.

Richard Wurmbrand era un pastor Luterano que pasó catorce años en prisiones comunistas en Rumania. Pasó dos años completamente aislado, sin ver el sol, sin oír una voz humana. Fue golpeado y drogado, y fue sometido a torturas medievales. Su cuerpo fue lacerado y ensangrentado por repetidas palizas. Hierros calientes hicieron profundas heridas en su espalda y cuello. No podía predicar de pie cuando estuvo aquí en la iglesia, porque sus pies estaban deformados por los golpes y torturas. En su libro, In God’s Underground [En el Subterraneo de Dios], él dijo: “En un bloque especial escuchaba el altavoz, día tras día.

El Cristianismo está muerto.
El Cristianismo está muerto.
El Cristianismo está muerto.

Y con el tiempo llegué a creer lo que nos habían dicho durante todos esos meses. El Cristianismo estaba muerto. La Biblia predice un tiempo de gran apostasía, y yo creí que había llegado. Entonces pensé en María Magdalena, y tal vez este pensamiento, más que ningún otro, ayudó a salvarme del veneno que mata el alma de la última y la peor etapa del lavado de cerebro. Me acordé de cómo ella le fue fiel a Jesús aun cuando clamó en la cruz: ‘Dios mío, ¿por qué me has desamparado?’ Y cuando Él era un cadáver en la tumba, ella lloró cerca y esperó hasta que Él se levantó. Por eso cuando creí que por fin el Cristianismo estaba muerto, dije: ‘Aún así, lo voy a creer, y voy a llorar en su tumba hasta que se levante de nuevo, como seguramente lo hará” (traducción de Richard Wurmbrand, Th.D., In God’s Underground, Living Sacrifice Books, 2004, pp. 263, 264).

Nunca he tenido que sufrir mucho por Jesús. Pero mis dos últimos años en el Seminario liberal Sureño Bautista, cerca de San Francisco fueron difíciles. Emocionalmente me sentía como si estuviera en el Getsemaní. Cuando mis amigos se alejaron de mí, y yo estaba solo, dos profesores me dijeron que nunca sería contratado para pastorear una iglesia Sureña Bautista si continuaba defendiendo a Cristo y la Biblia. El profesor de Homilética, el Dr. Green, me dijo: “Eres un buen predicador. Pero te estás haciendo una reputación de problemático. Si quieres pastorear una iglesia, debes parar ahora”. Eso sería como si alguien te dijera en la universidad, “Nunca conseguirás un trabajo si no dejas de defender la Biblia”.

Volví a mi habitación en el seminario. Me puse mi chaqueta y tomé una larga caminata. El viento helado del océano me hizo temblar. Me quedé pensando en las palabras del profesor, “Te estás haciendo mala reputación. Nunca conseguirás una iglesia. Deja de defender la Biblia”. Como a la mitad del camino, me dije a mí mismo: “¡Al Inf--- con eso! No importa lo que pase voy a defender a Jesús y Su Palabra. ¡Al Inf--- con tener una iglesia!” ¡Sé que debo decir eso de otra manera, pero así de brusco, me lo dije a mí mismo ese día! ¡El Dr. John Rawlings (1914-2013) pudo haber dicho eso! ¡Lutero (1483-1546) pudo haber dicho eso! El Apóstol Pablo sí dijo: “Lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo” (Filipenses 3:8). A veces no hay otra manera de presentar con fuerza un pensamiento. Solo dije: “¡Al Inf--- con todo! ¡Cueste lo que cueste no voy a dejar de hablar de Jesús y de Su Palabra!” ¡Tengo la perdida de esas cosas por “basura, para ganar a Cristo!”

¿Qué es lo que tienes miedo de perder? ¿A qué tienes miedo de renunciar? ¿Qué te hace temer negarte a ti mismo, y tomar tu cruz, y seguir a Jesús? Siempre es alguna clase de temor que detiene personas. ¿Tendrás esos temores por “basura”, y vendrás a Jesús de todos modos? Si lo haces, ¡serás una persona muy especial en los ojos de Dios!

En la antigua iglesia aquellos que murieron por Jesús fueron llamados “Mártires”. Pero los que fueron como Wurmbrand, quien sufrió intensamente bajo persecución sin morir, fueron llamados “Confesores”. El Pastor Wurmbrand fue un Confesor. Se negó a sí mismo, tomó su cruz, y vino a Jesús, a pesar de que le costó una gran cantidad de sufrimiento. ¿Harás eso? ¿Tendrás todas esas cosas “por basura para [tú] ganar a Cristo”? ¿Te negarás a ti mismo, tomarás tu cruz y vendrás a Jesús? Vas a decir, en palabras de la canción favorita de Dr. John R. Rice,

O, Jesús, mi cruz hoy llevo, Todo dejo y sigo a Ti;
Despreciado, abandonado, Eres todo para mí.
Toda la ambición perezca, Lo que quise y conocí;
¡Más cuan rica es mi vida, Dios, el cielo diste a mí!

Es la número 8 en tu cancionero. Por favor ponte de pie y cántala.

O, Jesús, mi cruz hoy llevo, Todo dejo y sigo a Ti;
   Despreciado, abandonado, Eres todo para mí.
Toda la ambición perezca, Lo que quise y conocí;
   ¡Más cuan rica es mi vida, Dios, el cielo diste a mí!

Que el mundo me desprecie, Ya a Jesús también dejó;
   Como el hombre que me miente, No es así mi Salvador;
Mientras tenga tu sonrisa, Tierno, poderoso Dios,
   Aunque todos me eviten, Tu faz muestras y luz salió.

Al atormentarme el hombre, A tu seno me mandó;
   Grandes pruebas da la vida, Más descanso me es Dios.
La tristeza no me daña, Si tu amor conmigo está;
   Y el gozo no me encanta, Si Jesús allí no está.
(Traducción libre de “Jesus, I My Cross Have Taken”
      por Henry F. Lyte, 1793-1847).

Si deseas hablar con nosotros acerca de hacerte Cristiano, por favor deja tu asiento y camina hacia la parte de atrás del auditorio ahora. El Dr. Cagan te llevará a un lugar tranquilo para orar. Dr. Chan, por favor ore para que alguno de los que respondieron sea salvo.

(FIN DEL SERMÓN)
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Puedes enviar en correo electronico al Dr. Hymers en Ingles a rlhymersjr@sbcglobal.net – o
puedes escribirle a P.O. Box 15308, Los Angeles, CA 90015, Estados Unidos.
Llamale por telefono a (818)352-0452.

La Escritura Leída Antes del Sermón por el Sr. Abel Prudhomme: Marcos 8:34-38.
El Solo Cantado Antes del Sermón por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith:
“Jesus, I My Cross Have Taken” (por Henry F. Lyte, 1793-1847).


EL BOSQUEJO DE

TOMA TU CRUZ

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

“Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (Marcos 8:34).

(Mateo 16:24; Lucas 9:23)

I.   Primero, antinomios modernos niegan que esto sucede en una conversión
verdadera, Efesios 2:8-19; Juan 14:15, 24; I Corintios 4:20;
II Timoteo 3:5, 7.

II.  Segundo, aquellos que son verdaderamente convertidos no tienen
problema de creer eso, II Corintios 5:17; I Corintios 2:14;
II Corintios 4:3-4; I Corintios 15:3-4; Efesios 2:8-10;
Filipenses 3:8.