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EL VALOR DE TU ALMA

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles
La Noche del Día del Señor, 9 de Junio de 2013

“Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” (Marcos 8:36-37).


Tu alma vale más que cualquier otra cosa en el mundo. Solíamos decir que tu alma vale más que todo el oro en Fort Knox. Pero por décadas a nadie se la ha permitido ver el oro que está allí. El último hombre que trató de verlo fue el Presidente Reagan. Pero los oficiales que manejan Fort Knox no le permitieron al Presidente Reagan entrar a verlo. Muchos piensan que tal vez allí no hay oro ahora. Algunos dicen que ha sido despilfarrado por la Reserva Federal. Si ha sido quitado y usado para otros propósitos, no me sorprendería. En un tiempo hubo billones de dólares de oro puro allí, barras de oro que valían riquezas inimaginables. Y sin embargo tu alma vale más que todo eso.

Mi familia y yo estuvimos en la Torre de Londres. Vimos las joyas de la corona, que valen tremenda cantidad de dinero. Mi esposa y yo fuimos al Vaticano en Roma. En el Vaticano vimos la inmensa riqueza de la Iglesia Católica – diamantes inmensos y esmeraldas, y otras joyas preciosas. Vimos el techo de la Iglesia de San Juan de Letrán en Roma. Ese gran techo está cubierto de toneladas de oro que le fue quitado a los Indios de México y América Central por la Iglesia Católica. Pero tu alma vale más que las joyas de la corona, que todas los tesoros del Papa, y que todo el oro en el techo de aquella iglesia. ¡Tu alma vale más que todo eso – y todo el oro que hubo en Fort Knox! ¡Tu alma vale más que todo eso combinado! Jesús dijo: “¿Qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?”

George Beverly Shea falleció hace unas semanas a los 104 años de edad. El Libro Guinness de los Récords dice que cantó ante más personas que cualquier hombre en el mundo. Sin embargo, su canción más famosa, para la cual él escribió la música, tenía un mensaje simple:

Prefiero a Jesús que oro tener;
   Prefiero ser Suyo que plata poseer;
Prefiero a Jesús que todo afán;
   Que este mundo puede dar.
Más que ser un rey de inmenso lugar
   O en pecado siempre estar;
Prefiero a Jesús que todo afán;
   Que este mundo puede dar.
(Traducción de “I’d Rather Have Jesus,” letra de Rhea F. Miller, 1922;
     música de George Beverly Shea, 1909-2013).

Yo creo que él estaba exactamente correcto, “¿Qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” (Marcos 8:36-37).

I. Primero, piensa en el valor de tu alma en vista de los tormentos del Infierno.

Muchos predicadores hoy tienen miedo de hablar del Infierno. ¡Tampoco todos ellos son liberales! Los liberales malvados como Henry Sloane Coffin y Harry Emerson Fosdick hablaron abiertamente en contra del Infierno. Ellos decían que no había tal lugar. Ahora están muertos. Ahora ellos mismos están en el Infierno.

¡Pero muchos evangélicos modernos no son tan honestos como lo eran aquellos viejos liberales! Estos evangélicos modernos no dicen que no hay Infierno. ¡Simplemente no lo mencionan para nada! El Dr. John Blanchard ha escrito un libro titulado: ¿Qué le Sucedió al Infierno? Whatever Happened to Hell? (Evangelical Press, 2003). Él señaló que muy pocos evangélicos mencionan el Infierno en sermones hoy – y casi ninguno de ellos predica sermones enteros sobre el Infierno. Eso no significa que no haya Infierno. Simplemente significa que esos predicadores son demasiado mundanos, y cobardes y complacientes del hombre para advertirle a los pecadores acerca del Infierno. Pero el Dr. John R. Rice dijo:

A ningún predicador de la Biblia que valga [algo] le molesta decir la palabra Infierno. Un predicador que no predica acerca del Infierno y lo que la Biblia dice acerca de él no predica como predicaba Jesús hizo y no es honesto con su iglesia ... y pecadores que oyen. En vista de los tormentos del Infierno, ¿cuánto vale un alma? (traducción de John R. Rice, DD, The Scarlet Sin and Other Revival Sermons, Sword of the Lord Publishers, edición de 1979, p. 110).

Jesús habló acerca del infierno repetidamente. Él dijo: “Cualquiera que diga: Necio, quedará expuesto al infierno de fuego” (Mateo 5:22).

Jesús dijo: “Y no temáis a los que matan el cuerpo...temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno” (Mateo 10:28).

Jesús dijo: “Así será al fin del siglo: saldrán los ángeles, y apartarán a los malos de entre los justos, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes” (Mateo 13:49-50).

Jesús dijo: “Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno” (Mateo 25:41).

Y una vez más, Jesús dijo: “E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna” (Mateo 25:46).

Todas esas palabras de Cristo acerca del Infierno son del Evangelio de Mateo. Esas palabras salieron de la boca del mismo Cristo. ¡Esto muestra la frecuencia con la que el Señor Jesucristo predicó acerca del Infierno!

Una mujer China cuyo esposo es pastor me ridiculizó por predicarle sobre el Infierno ocasionalmente a los jóvenes en mi clase de Escuela Dominical, y en servicios evangelísticos, en la Primera Iglesia China Bautista. Ella me ridiculizó frente a un grupo grande personas en la fiesta de cumpleaños de noventa años de mi pastor, el Dr. Timothy Lin. Yo no dije nada. Pero me di cuenta por la forma en que habló que su esposo nunca predicaba sobre el Infierno en su propia iglesia. Pero su burla no cambió de ninguna manera mi modo de pensar. ¡Al mirar alrededor del salón del banquete, yo vi docenas de jóvenes Cristianos que fueron mis estudiantes en años pasados! Jesús dijo: “La sabiduría es justificada por sus hijos” (Mateo 11:19). Los jóvenes que me escucharon predicar sobre el Infierno resultaron siendo Cristianos sólidos. El Dr. John R. Rice dijo:

Recuerdo cuan extraño me pareció cuando yo era pastor de una iglesia, que muchos pastores e iglesias pensaban que yo era extremista, pero les gustaba la clase de Cristianos que mi predicación entrenaba y producía…[Nosotros] parecíamos muy radicales a muchos pastores y lideres de iglesia a nuestro alrededor. Sin embargo descubrimos que ellos valoraban más altamente a cada miembro que podían conseguir de nuestra iglesia…¡al mundo le gustaba nuestros conversos, aunque no le gustaba el predicador! (Traducción de John R. Rice, D.D., What It Costs To Be a Good Christian, Sword of the Lord Publishers, 1952, p. 41).

Recuerdo a un predicador que fue muy crítico de mí – ¡llamándome un dictador y un falso maestro! Él hizo todo lo posible para envenenar a alguna de nuestra gente y conseguir que fueran a su iglesia. Él recibió a nuestra gente con mucho gusto, y los hizo miembros de su iglesia, sin hacer preguntas. A varios de ellos les dio puestos de trabajo en su iglesia de inmediato. Incluso convenció a una joven que consiguió de nuestra iglesia que se casara con uno de sus hombres. Como dijo el Dr. Rice: “[Nosotros] le parecíamos muy radicales a muchos pastores…a nuestro alrededor. Sin embargo descubrimos que ellos valoraban más altamente a cada miembro que podían conseguir de nuestra iglesia”. Para mí, los predicadores así no son más que falsos profetas, hipócritas y “ladrones de ovejas”. ¡Ellos tienen que “agarrar” a los miembros de otras iglesias porque ellos son demasiados perezosos o pecaminosos para ganar y discipular a sus propios nuevos conversos!

Ningún predicador bribón así me ha convencido jamás de suavizar mis sermones y dejar de decirle a la gente que escape del tormento eterno, en vista de los tormentos del infierno, ¿cuánto vale tu alma?

II. Segundo, el valor de tu alma en vista del sacrificio de Cristo sobre la Cruz.

A menudo me sorprende cuando oigo predicadores dar una “invitación” sin nunca mencionar el sacrificio de Cristo en la Cruz. Estuve hablando con dos líderes conservadores recientemente. Ambos me reprendieron por criticar a Joel Osteen. Ambos de ellos dijeron: “Él predica el Evangelio todos los Domingos”. Lo dejé pasar en vez de discutir. Yo he visto varios DVDs del Sr. Osteen predicando. He oído la oración que le pide a la gente que diga al final de sus sermones. Es una versión bien débil de la supuesta “oración del pecador”. Y no tiene ni una sola palabra del Evangelio en ella – ¡ni una palabra del Evangelio! Él les hace que le pidan a Jesús [entrar] en sus corazones, y luego él les dice: “Nosotros creemos si tú dijiste esas palabras tú eres renacido”. Él cree que ellos pueden ser renacidos por decir ciertas palabras. Esa es pura salvación por obras – salvación por decir ciertas palabras. ¡Solo di las “palabras mágicas” y eres renacido! Es magia, sabes. La idea de que puedes manipular a Dios a para hacer algo con decir las palabras correctas es pura magia. Es una de “magia blanca” que es igual de demoníaca que la “magia negra”.

¡Pero lo que me sorprendió más fue el hecho de que esos dos evangélicos principales ni siquiera notaron que Osteen nunca mencionó el Evangelio! ¡Él no dijo una sola palabra sobre Jesús muriendo en la Cruz para pagar la pena por nuestros pecados, que es el primer punto del Evangelio! (I Corintios 15:1-4). ¿Cómo puede ser salva una persona sin oír y creer que “Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras”? ¡Es un evangelio completamente sin Cristo, sin expiación de Sangre, y sin mención de la resurrección de Cristo!

No me debería haber sorprendido que esos evangélicos estuvieran engañados por Joel Osteen. Este es un problema tan grande hoy día que el Dr. Michael Horton ha escrito un libro fuerte llamado La Cristiandad Sin Cristo [Christless Christianity] (Baker Books, 2008). Él da muchas citas del Sr. Osteen en ese libro. El Dr. John R. Rice preguntó: “¿No es algo extraño que…miembros de iglesia, diáconos, ancianos, mayordomos y maestros de Escuela Dominical [y pastores] tienen corazones tan fríos y están tan fríos y callosos y no son conmovidos? ¿No es algo extraño que no somos arrasados con emoción y tristeza y vergüenza y amor cuando recordamos lo que sucedió en el Calvario? ¡Oh, cómo nos hemos acostumbrado a la muerte de Cristo! (Rice, ibid., p. 116). Dr. J. Gresham Machen dijo: “Dios envíanos ministros que…estén en fuego con la Cruz” (traducción de J. Gresham Machen, Ph.D., Christianity and Liberalism, Eerdmans Publishing Company, edición de 1990, p. 176).

Me da escalofríos pensar en líderes de iglesia que nunca predican sermones enteros sobre la crucifixión de Cristo. ¿Cómo pueden “líderes” así ser salvos ellos mismos? Oh, hay un gran juicio que viene sobre nuestras iglesias. Me pregunto ¿cuántos de esos predicadores “sin Cristo” estarán en el Infierno? Me da escalofríos pensar sobre tales lideres clamando a voces: “Señor, Señor, ¿no [predicamos y enseñamos y testificamos] en tu nombre? Y entonces Cristo les dirá a ellos: “Apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mateo 7:22, 23). ¡Espero que tú no seas como aquellos evangélicos “sin Cristo”! ¡Espero que seas salvo por el sacrificio de Cristo sobre la Cruz! ¡Nada muestra el valor de tu alma más claramente que la horrible muerte de sustituto de Cristo en la Cruz para pagar la pena de tu pecado! El Apóstol Pablo dijo:

“Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo” (Gálatas 6:14).

¡Oh, cómo quisiera que vieras lo valiosa que es tu alma para Dios! Cristo dejó el Cielo para salvar tu alma. Cristo sudó como grandes gotas de Sangre, a la media noche en Getsemaní. Cristo fue golpeado en la cara. Él fue pateado y escupido mientras Él llevaba su cruz a la montaña del Calvario. Clavaron Sus manos y Sus pies a esa cruz. El sol caía a plomo sobre Su cabeza. Gritó: “Tengo sed”. Entonces el sol se cubrió y la tierra estaba a oscuras. Una vez más, Jesús clamó: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” Él murió allí solo – completamente solo, para pagar la pena completa por tu pecado y el mío. La Biblia dice: “Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras” (I Corintios 15:3).

¡Y no fue un hombre ordinario el que sufrió y sangró y murió en aquella cruz! ¡Oh, no! Fue el Señor Jesucristo, la Segunda Persona de la Santa Trinidad, Dios encarnado. Dios el Hijo murió en la Cruz para salvar tu alma. El sacrificio de Cristo en la cruz muestra el valor de tu alma. ¡Quisiera tanto que todo predicador pudiera ver el valor de las almas en su iglesia como Cristo vio su valor cuando colgó en aquella cruz! ¡Quisiera que pudieras ver el valor de tu propia alma, en vista en el sacrificio de Cristo la cruz para salvarla!

“¿Qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” (Marcos 8:36-37).

III. Tercero, el valor de tu alma en vista de la gloria del Cielo.

La noche del Domingo antes de que mi madre se fuera al hospital donde falleció, ella estuvo aquí en la iglesia. Por alguna razón yo le pedí al Sr. Griffith que cantara una vieja canción que yo nunca antes había oído.

De una tierra oí que es muy lejana,
   El hogar bello del alma es;
Jesús la edificó, y no moriremos,
   Allí no envejeceremos.
Nunca allí envejecer,
   ¡Donde no envejeceremos!
Nunca allí envejecer,
   ¡Donde no envejeceremos!
(Traducción de “Never Grow Old” por James C. Moore, 1888-1962).

El Sr. Griffith cantó esa canción la última vez que mi madre estuvo aquí en la iglesia. Yo estaba pensando en ella cuando le pedí que la cantara. Ella estaba usando una andadera, y a veces tenía que andar en una silla de ruedas. Ella nunca tuvo una vida fácil. Muchas decepciones le habían llegado. Después de que ella fue salva a los ochenta años de edad, ella se mudó a vivir con nosotros. Ella tuvo entonces cierta felicidad como por cinco años. ¡Pero no fue tanto como yo quería que ella tuviera! Pero ahora mi madre está en el Cielo! Ahora ella tiene una mansión propia. Ella está allí en el lugar donde la gente nunca envejece, ni se enferma, ni se cansa, ni empobrece. Un día iré a encontrarme con ella allí.

A veces en la noche pienso en ser arrebatado hacia el Cielo. Yo puedo ver a mi madre entre las nubes. La llamo: “¡Cecelia! ¡Cecelia! ¡Allí estás! ¡Esperaba verte, y allí estás!” ¡Mira! ¡Allí está mi amigo Gene Wilkerson! ¡Qué feliz estoy de verlo! Mira, allí esta mi pastor, Dr. Lin. ¡Allí esta Dr. Jimmy Combs! Allí está el Dr. McGowan, el señor que me llevó a la iglesia cuando yo era niño. ¡Allí está George Beverly Shea! ¡Allí está John Wesley y George Whitefield! ¡Si, y allí está el Sr. Spurgeon! ¡Cuánto he esperado verlos! ¡Allí están! “¡Allí está el Presidente Lincoln! ¡Allí está William Jennings Bryan! ¡Allí están todos, tal como imaginé que estarían! ¡Ahora mira! ¡Allí está Jesús! ¡Yo lo veo! ¡Aquí viene!”

Yo lo conoceré, lo conoceré,
   Junto a Él redimido estaré.
Yo lo conoceré, por las huellas,
   De los clavos en Sus manos
(Traducción de “My Saviour First of All” por Fanny J. Crosby, 1820-1915).

Hay una santa y bella ciudad,
   Cuyo fundador es Dios;
Juan la vio bajando del cielo,
   Cuando en Patmos exiliado fue;
Su gran pared de Jaspe,
   La ciudad de oro puro,
Y cuando mi frágil vida acabe aquí,
   Mis ojos verán su gloria
En aquella ciudad bella, de perlas,
   Tengo una mansión, harpa y corona;
Ahora espero, espero y añoro,
   La ciudad blanca que Juan vio bajar.
(Traducción de “The Pearly White City” por Arthur F. Ingler, 1873-1935).

¿Cómo será el Cielo si los que amas más no están allí? En vista de la Gloria del Cielo, ¿cuánto vale el alma de tu hermano o hermana, o la de tus amistades? Kitty Wells, cantante de música campesina, canto una canción titulada: “Soñé que Te Busqué en el Cielo” “I Dreamed I Searched Heaven for You.”

Soñé que te busqué en el Cielo,
   En vano te busqué en el Cielo;
Oh, ¿no te prepararás para encontrarme allí,
   Si yo busco en el Cielo por ti?
(Traducción de “I Dreamed I Searched Heaven for You”
     por Kitty Wells, 1919-2012).

¿Cuánto vale el alma de tu amigo o de tu ser amado? Oh, Dios ayúdanos a ver el valor de sus almas, y a ir entonces y “forzarlos a entrar”.

“Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” (Marcos 8:36-37).

Si estás perdido, ¿qué te aprovechará si ganas el mundo entero y pierdes el Cielo? Si ganas toda la diversión, el aplauso del hombre, todo el dinero y los placeres de este mundo, y te pierdes el Cielo, y vas al Infierno, y te pierdes ser salvo por la Sangre y justicia de Jesús, sería una tragedia. ¿Qué si te pudieras volver un gran estrella de rock, y ganar todo el dinero que quieras, y casarte con la persona que quieras, y conducir el carro más caro, y vivir en una mansión en Beverly Hills – pero aun perderte el Cielo? Si te pierdes el Cielo y vas al Infierno, ¡qué necio eres, que vida malgastada has vivido!

“Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” (Marcos 8:36-37).

La muerte puede venir en cualquier momento. ¿Cuánto vale tu alma? ¡Qué pecaminoso y tonto es que alguien descuide la salvación, o la posponga! ¡Este es el día en que Dios te llama! Este es el día de venir a Jesús y ser salvo, y ser limpiado de tu pecado por la Sangre que Él derramó en la Cruz. Él ha resucitado de los muertos. Él está arriba en el Cielo a la diestra del Padre. ¡Confía en Él! ¡Voltéate de tu pecado y confía en Él! ¡ Él te salvará para todo el tiempo y por toda la eternidad!

Si quisieras hablar con nosotros sobre la salvación de tu alma, por favor deja tu asiento ahora y ve a la parte de atrás del auditorio. Dr. Cagan te llevará a un lugar tranquilo donde podremos hablar y orar. Ve ahora mismo. Si estas aquí por la primera vez, y tienes alguna pregunta sobre lo que yo he dicho, ve rápido a la parte de atrás del auditorio. Dr. Chan, por favor ore por la salvación de alguien que respondió. Amén.

(FIN DEL SERMÓN)
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Llamale por telefono a (818)352-0452.

La Escritura Leída por el Sr. Abel Prudhomme Antes del Sermón: Marcos 8:34-37.
El Solo Cantado por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith Antes del Sermón:
“If I Gained the World” (por Anna Olander, 1861-1939).


EL BOSQUEJO DE

EL VALOR DE TU ALMA

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

“Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” (Marcos 8:36-37).

I.   Primero, el valor de tu alma en vista de los tormentos del Infierno,
Mateo 5:22; 10:28; 13:49-50; 25:41, 46; 11:19.

II. Segundo, el valor de tu alma en vista del sacrificio de Cristo sobre
la Cruz, I Corintios 15:1-4; Mateo 7:22, 23; Gálatas 6:14.

III. Tercero, el valor de tu alma en vista de la gloria del Cielo,
Marcos 8:36-37.