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LA OFRENDA DE ISAAC

(SERMÓN #70 SOBRE EL LIBRO DE GÉNESIS)

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles
La Mañana del Día del Señor, 17 de Febrero, 2013


Este es el sermón número setenta que he predicado del Libro de Génesis en los últimos meses. ¡Espero que sea una bendición para cada uno de ustedes esta mañana! Por favor volteen en la Biblia a Génesis 22:1, mientras nos ponemos de pie.

“Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré” (Génesis 22:1-2).

Se pueden sentar.

El relato es bastante simple, pero tiene un mensaje muy profundo, tan profundo que he vacilado predicar sobre el durante muchos años. Voy a explicar eso en unos pocos minutos. Pero primero voy a dar la historia. Abraham era un hombre muy anciano cuando su hijo Isaac nació. Tenía setenta y cinco años cuando Dios le prometió que le daría un hijo. Había esperado durante veinticinco años, y él tenía cien años cuando su único hijo nació. Al llegar a este capítulo, Isaac tiene unos 26 o 27 años de edad. Ahora Dios probó a Abraham. Él le dijo que tomara a su único hijo Isaac, a quien él amaba, y que fuera a la tierra de Moriah, “y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes” (Génesis 22:2). Ellos viajaron a ese lugar. Abraham tomó la leña que había traido, edificó un altar, y puso la leña para el fuego. Luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre la leña.

“Y extendió Abraham su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo. Entonces el ángel de Jehová le dio voces desde el cielo, y dijo: Abraham, Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único. Entonces alzó Abraham sus ojos y miró, y he aquí a sus espaldas un carnero trabado en un zarzal por sus cuernos; y fue Abraham y tomó el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo” (Génesis 22:10-13).

Este es el relato de lo sucedido. Como ya he dicho, es bastante simple. Pero hay tantas partes de la historia que he vacilado en predicar sobre la misma hasta ahora. Entonces leí el comentario sobre el pasaje del Dr. H. C. Leupold. Él dijo: “En el uso homilético del pasaje al menos dos enfoques son posibles” (traducción de H. C. Leupold, D.D., Exposition of Genesis, volumen II, Baker Book House, edición de 1985, pág. 637).

La idea de que hay “al menos” dos enfoques al predicar sobre este pasaje liberó mi mente. Por lo tanto, yo te voy a dar cuatro aplicaciones de este gran pasaje.

I. Primero, el pasaje habla de la fe siendo probada.

El versículo uno dice: “Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham” (Génesis 22:1). La raíz principal de la palabra Hebrea “probó” significa “probar” (Strong). El Dr. McGee dijo: “La palabra probó es un poco fuerte. Santiago lo deja muy claro en su epístola que Dios nunca prueba a nadie con maldad. Dios prueba a la gente en el sentido de que pone a prueba su fe. Probó Dios a Abraham” (traducción de J. Vernon McGee, Th.D., Thru the Bible, Thomas Nelson Publishers, 1981, volumen I, pág. 90).

Nuestro texto describe la cuarta gran prueba que Dios le dio a Abraham. Cada prueba implicó una renuncia a algo que él amaba. Primero, fue llamado a dejar a su familia y su tierra natal (Génesis 12:1). Segundo, se le dijo que se separara de su sobrino Lot (Génesis 13:1-18). Tercero, se le dijo que renunciara a sus planes para Ismael (Génesis 17:17, 18). Cuarto, aquí se le dijo que ofreciera a su amado hijo Isaac como holocausto. Arthur W. Pink dijo:

      La vida del creyente es una serie de pruebas, pues sólo con disciplina el carácter Cristiano puede ser desarrollado. Con frecuencia hay una prueba suprema, en vista de que todas las demás fueron preliminares. Así fue con Abraham. Él había sido probado una y otra vez, pero nunca como aquí. La demanda de Dios es: “Dame, hijo mío, tu corazón” (Proverbios 23:26). No es nuestra inteligencia, nuestro talento, o nuestro dinero, sino nuestros corazones, lo que Dios pide en primer lugar. Cuando hemos respondido a los requerimientos de Dios, Él pone Su mano en algo especialmente cercano y querido para nosotros, para demostrar la autenticidad de nuestra respuesta, porque Dios requiere la verdad en lo interior, y no sólo de nuestros labios. Así, lidió con Abraham (traducción de Arthur W. Pink, Gleanings in Genesis, Moody Press, edición 1981, pág. 226).

Siempre hay una gran prueba al principio, cuando una persona por primera vez escucha el Evangelio. Jesús dijo: “Cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo” (Lucas 14:33). Eso significa que tienes que querer a Cristo más que cualquier otra cosa. Los pecados que amas tienes que dejarlos. Posesiones terrenales deben ocupar un lugar secundario. Indulgencias secretas deben ser abandonadas. ¡No puedes servir a estas cosas y ser un Cristiano al mismo tiempo! Alguien dice: “Pero esto podría perjudicar mi carrera”. Jesús dijo: “No podéis servir a Dios y a las riquezas” (Lucas 16:13). Jesús dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo...” (Lucas 9:23). Aquí es donde muchas personas tropiezan. Ellos quieren ser Cristianos sin renunciar a nada. Ellos quieren ser salvos sin cambiar nada en sus vidas. ¡Ellos quieren aferrarse a algún pecado y convertirse al mismo tiempo! ¡Eso es imposible! ¡Eso no puede ser! ¡Eso es inconcebible, de ningún modo, y es una absurda contradicción! “Cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo” (Lucas 14:33).

¿No era eso exactamente lo que Abraham enfrentó en el Monte Moriah? Dios probó a Abraham. ¿Estaba dispuesto a renunciar a lo que más amaba en este mundo – su único hijo? Dios dijo: “Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas…y ofrécelo allí en holocausto” (Génesis 22:2). Y esa es la prueba que tú enfrentas también. “Toma ahora tu querido pecado y ofrécelo allí en holocausto”. ¿Lo harás? Si no lo haces no vas a convertirte en un verdadero Cristiano. Aférrate a él y nunca serás convertido – ¡nunca! ¡Nunca! ¡Nunca! Oh, ¡que tu oración sea eco de esa vieja canción!

Jesús, mira desde Tu hogar celestial,
   Ayúdame a hacer sacrificio total;
Me rindo a mí mismo, y todo lo que sé,
   Hoy lávame y blanco cual nieve seré...
   Quebrad cada ídolo, y el enemigo;
   Hoy lávame y blanco cual nieve seré...
(Traducción libre de “Whiter Than Snow” por James Nicholson, 1828-1896).

II. Segundo, el pasaje habla del amor de Dios.

¡Piensa en la angustia que Abraham sintió mientras llevaba a Isaac, su hijo amado a ser sacrificado a Dios!

“Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas…y ofrécelo allí...” (Génesis 22:2).

Arthur W. Pink dijo: “Este es uno de los pocos tipos del Antiguo Testamento que nos presenta no sólo a Dios el Hijo sino también a Dios el Padre. Aquí [más que cualquier otra parte del Antiguo Testamento], se nos muestra el corazón del Padre. Aquí es donde tenemos un maravilloso presagio de la parte divina del Calvario” (Pink, ibíd., Pág. 222).

En el capítulo veintidós de Génesis aprendemos algo de cómo Dios se sintió cuando

“El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos” (Romanos 8:32).

El Sr. Pink dijo: “¡Oh! Cómo el Espíritu de Dios permanece sobre la ofrenda y el oferente, como si debe haber una profunda [similitud entre] el tipo [Abraham] y el Antitipo [Dios el Padre] – ‘tu hijo’ – ‘tu único’ – ¡‘a quien amas’!...En verdad esto es central en Génesis 22. En este capítulo Abraham figura mucho más prominente que Isaac...Es el [amor] del corazón del Padre, que [está] aquí mostrándose más visible” (Pink, ibíd.). La tristeza y el dolor que Dios el Padre sintió cuando Jesús fue crucificado se nos muestran en Abraham, el tipo de Dios Padre.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).

El pasaje nos muestra la prueba de la fe, y el amor de Dios el Padre. Pero hay más, porque este es un capítulo muy rico en la Palabra de Dios.

III. Tercero, el pasaje habla de la obediencia de Cristo hasta la muerte.

“Entonces habló Isaac a Abraham su padre, y dijo: Padre mío. Y él respondió: Heme aquí, mi hijo. Y él dijo: He aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto?

Y respondió Abraham: Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío. E iban juntos. Y cuando llegaron al lugar que Dios le había dicho, edificó allí Abraham un altar, y compuso la leña, y ató a Isaac su hijo, y lo puso en el altar sobre la leña. Y extendió Abraham su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo” (Génesis 22:7-10).

¿Ves que manso y obediente, fue Isaac al sacrificio? Isaac es el tipo. Jesús es el antitipo, el cumplimiento del tipo. Isaac fue obedientemente a su muerte, así como Cristo lo hizo. El profeta dijo que Cristo “como cordero fue llevado al matadero” (Isaías 53:7). Isaac no se defendió cuando su padre lo ató “y lo puso en el altar sobre la leña” (Génesis 22:9). Y cuando Pilatos preguntó a Jesús: “No le respondió ni una palabra; de tal manera que el gobernador se maravillaba mucho” (Mateo 27:14). Y dijo Isaías: “Angustiado él, y afligido, no abrió su boca” (Isaías 53:7).

Nota también que Isaac llevaba la leña. El pasaje dice: “Y tomó Abraham la leña del holocausto, y la puso sobre Isaac su hijo” (Génesis 22:6). ¡Qué imagen de Cristo cargando Su cruz al lugar de la crucifixión! Aquí se nos recuerda que Cristo “se humilló así mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, la muerte de cruz” (Filipenses 2:8).

De dolores el varón,
   Oh, que nombre al que murió.
¡Para darnos salvación!
   ¡Aleluya! ¡Jesús salva!
(Traducción libre de “Hallelujah! What a Saviour!”
     por Philip P. Bliss, 1838-1876).

Pero hay un punto más.

IV. Cuarto, el pasaje habla de la muerte sustitucionaria de Cristo en lugar de los pecadores.

Abraham extendió la mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo, Isaac. Esto le pareció tan extraño a Abraham como nos parece a ti y a mí, cuando lo leemos. Abraham creía que el sacrificio humano estaba mal. Hasta ahora nunca había entrado en su mente la idea de sacrificar a un ser humano. Esto presentó una verdadera crisis en la mente de Abraham. Abraham ya había pasado por tres pruebas. Primero, fue llamado a dejar a todos sus parientes en Ur de los Caldeos. Tuvo que dejar a toda su familia. Eso fue una verdadera prueba para Abraham. Sé lo que se siente al tener una familia no Cristiana que cree que te has vuelto loco al convertirte en un Cristiano. Yo conozco el dolor que Abraham sintió al dejarlos a ellos atrás. Luego estaba la prueba que vino con su sobrino Lot. Fue el último miembro de su familia que estaba con él. Pero llegó el momento en que tuvo que separarse, y Lot se fue a vivir a la ciudad de Sodoma. Luego fue la prueba de su hijo con Agar. Él amaba al joven Ismael, y odió separarse de él. Abraham clamó a Dios: “Ojalá Ismael viva delante de ti” (Génesis 17:18). Ahora Abraham vino a esta prueba suprema, que fue la cuarta gran crisis en su vida – ¡Dios le dijo que sacrificara a Isaac! Abraham no entendía en absoluto, porque Dios le había dicho: “En Isaac te será llamada descendencia” (Génesis 21:12). Abraham no entendía por qué tenía que matar al hijo que le había sido prometido hacía muchos años. Pero la fe de Abraham era tan fuerte, que ahora creía que “Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos” (Hebreos 11:19).

Ves, cada vez que pasas una prueba que Dios te da, recibes más fe, y tu fe se fortalece. Ha habido unas veces en mi vida cuando pensé que no podía seguir como Cristiano. Fueron tiempos de gran decepción y pruebas muy grandes, muy grandes en verdad. Pero mirando hacia atrás ahora puedo ver que Dios me estaba poniendo a prueba por alguna razón. Yo no sería la persona que soy hoy si Dios no me hubiera dado la gracia de pasar por esas terribles pruebas. Y así fue con Abraham.

Pero ahora, cuando Abraham tomó el cuchillo para degollar a su hijo, Dios de repente lo llamó:

“No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único” (Génesis 22:12).

Dios sabía que Abraham le temía antes de esto, pero su familia y el mismo Isaac no estarían seguros – hasta que ellos vieron que él estaba dispuesto a hacer el sacrificio supremo. Es por eso que el Apóstol Santiago dijo que Abraham fue “justificado por las obras” (Santiago 2:21). Su fe produjo sus buenas obras. Esa es la razón que Santiago dijo: “La fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma” (Santiago 2:17). Abraham demostró su fe por sus obras, por su voluntad de obedecer a Dios sacrificando a Isaac.

¡Pero espera! Aquí es donde me confundí cuando leí este capítulo en el pasado. Me pregunté cómo podría cambiar el tipo de Isaac al carnero, porque leemos:

“Entonces alzó Abraham sus ojos y miró, y he aquí a sus espaldas un carnero trabado en un zarzal por sus cuernos; y fue Abraham y tomó el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo” (Génesis 22:13).

El tipo de Cristo como nuestro sustituto sacrificio cambiado de Isaac a ese carnero. Aquí es donde el Dr. Leupold me ayudó cuando dijo: “Por lo menos dos enfoques son posibles” al predicar sobre este pasaje. Yo actualmente encontré que hay al menos cuatro enfoques.

El tipo cambiado aquí, Isaac se convirtió en un tipo de pecador, condenado por la ley de Dios, que condena al pecador a la muerte. Sí, Isaac era un pecador, como todos los hombres. Y sí, “la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23). ¡Y que maravilloso tipo es este! Isaac el pecador fue salvo del juicio de la ley de Dios por ese carnero, que Abraham tomó y “ofreció...en holocausto en lugar de su hijo” (Génesis 22:13). El Nuevo Testamento dice: “Cristo murió por nuestros pecados” (I Corintios 15:3). Y el Apóstol Pedro dijo:

“Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios” (I Pedro 3:18).

Nota Génesis 22:14. “Y llamó Abraham el nombre de aquel lugar, Jehová proveerá”. ¡Dios ha provisto a Jesús, para tomar tu lugar como portador del pecado, así como Él proveyó el carnero para que tomara el lugar de Isaac! ¡Confía en Jesús y Él toma tu lugar, y paga la pena por tu pecado en la Cruz! Es mi oración que te voltees de tus pecados y confíes en Jesús ahora. ¡Él murió en tu lugar, para perdonar tus pecados, y traerte a Dios!

Puedes temer que tendrás que cambiar mucho cuando confías en Cristo. ¡Si no pasas esa prueba nunca serás salvo! Debes estar en contra de tus miedos y venir a Cristo valientemente. ¡No lo dudes! Lánzate al Salvador por fe. Él te salvará de la ira de Dios, y del juicio por el pecado. La Sangre de Jesús te limpiará de todo pecado. Su muerte en tu lugar en la Cruz pagará el precio por tu pecado, y nunca serás castigado.

Si estás interesado en convertirte en un verdadero Cristiano, por favor deja tu asiento ahora y camina hasta la parte de atrás de este auditorio. El Dr. Cagan te llevará a un lugar tranquilo donde podamos responder a tus preguntas, y hablar y orar. Por favor ve ahora mismo. Dr. Chan, por favor guíenos en oración por la conversión de los que respondieron. Amén.

(FIN DEL SERMÓN)
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en www.realconversion.com. Oprime “Sermones en Español”.

You may email Dr. Hymers at rlhymersjr@sbcglobal.net, (Click Here) – or you may
write to him at P.O. Box 15308, Los Angeles, CA 90015. Or phone him at (818)352-0452.

La Escritura Leída Antes del Sermón por el Sr. Abel Prudhomme: Génesis 22:1-13.
El Solo Cantado Antes del Sermón por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith:
“He Bought My Soul” (por Stuart Hamblen, 1908-1989).


EL BOSQUEJO DE

LA OFRENDA DE ISAAC

(SERMÓN #70 SOBRE EL LIBRO DE GÉNESIS)

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

“Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré” (Génesis 22:1-2).

(Génesis 22:10-13)

I.   Primero, el pasaje habla de la fe siendo probada, Génesis 22:1;
Génesis 12:1; 13:1-18; 17:17, 18; Proverbios 23:26;

II.  Segundo, el pasaje habla del amor de Dios, Romanos 8:32; Juan 3:16.

III. Tercero, el pasaje habla de la obediencia de Cristo hasta la muerte,
Génesis 22:7-10; Isaías 53:7; Mateo 27:14; Génesis 22:6;
Filipenses 2:8.

IV. Cuarto, el pasaje habla de la muerte sustitucionaria de Cristo en lugar
de los pecadores, Génesis 17:18; 21:12; Hebreos 11:19;
Génesis 22:12; Santiago 2:21, 17; Génesis 22:13; Romanos 6:23;
I Corintios 15:3; I Pedro 3:18; Génesis 22:14.