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LA CONVERSIÓN DE ADONIRAM JUDSON –
EL PRIMER MISIONERO A BIRMANIA

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles
La Tarde del Día del Señor, 29 de Enero, 2012

“Si no os volvéis [convertís] y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos” (Mateo 18:3).


Este será un sermón biográfico. Te daré la historia de la conversión de Adoniram Judson (1788-1850). Su conversión debe ser especialmente interesante para los jóvenes criados en la iglesia. Él es un ejemplo perfecto de un “niño de iglesia” que fue convertido después de una larga lucha.

Adoniram Judson llegó a ser un misionero pionero el primer misionero, uno de la primera banda de misioneros enviada de Norteamérica. El 19 de febrero de 1812 Adoniram y Ann Judson zarparon de Cape Cod, Massachusetts rumbo a la India. De allí llevaron el Evangelio a Birmania (hoy Myanmar). El Sr. y la Sra. Judson fueron a pasar por penurias amargas, encarcelamiento, y tragedias familiares como misioneros pioneros en un terreno totalmente pagano, donde los misioneros no habían ido antes. Sin embargo Judson nunca vaciló en su compromiso de ganar esta gente pagana a Cristo, y en traducir la Biblia por primera vez en el idioma Birmano. ¿Cómo se convirtió Adoniram Judson en un Cristiano fuerte? Al leer la historia de su vida, me convencí de que el fundamento de su vida Cristiana radica en la conversión real que experimentó como una persona joven, antes de que él fuera a las misiones. En este sermón me estoy basando en el libro de Courtney Anderson, To the Golden Shore: The Life of Adoniram Judson (Judson Press, edición de 1987).

Su nombre era Adoniram Judson, Hijo. Su padre, Adoniram Judson, Padre era ministro Congregacional del tipo antiguo. La persona que el joven Adoniram más temía era su padre. Era la maravilla pura del hombre que causó que su hijo le temiera. Él casi no podía tener buen humor o reír. Era tan severo y estricto como el Mismo Dios. De hecho, en la mente del joven Adoniram, Dios y su padre tenían casi la misma identidad.

Adoniram aprendió a leer a sólo tres años de edad. Esto hizo que su padre sintiera que el niño se convertiría en un gran hombre, y su padre se lo dijo una y otra vez. Su padre era sólo un pastor pobre, pero él quería que su hijo fuera mucho más grande de lo que él era – un ministro de una iglesia grande de Nueva Inglaterra. Él tenía esperanzas de que su hijo ganara la fama y el éxito que él jamás había conocido.

Durante su infancia Adoniram leía todo lo que pudo tener en sus manos, de los libros en la biblioteca de su padre a las novelas y obras teatrales que eran populares en ese momento. Sin embargo él era muy activo y enérgico. A los diez años de edad ya era un experto matemático, y había aprendido los conceptos básicos del Griego y Latín. Su padre le dijo: “Tú eres un niño muy [brillante], Adoniram, y espero que te conviertas en un gran hombre”. Las palabras hicieron una fuerte impresión en él. “Espero que te conviertas en un gran hombre”.

Durante este tiempo la congregación de su padre tuvo una terrible división de iglesia. Finalmente la familia tuvo que mudarse a otra ciudad donde su padre se convirtió en el pastor de otra iglesia pequeña. Sin embargo Adoniram tenía un gran respeto por el ejemplo de su padre: Nunca rendirse.

Adoniram sentía que su destino era convertirse en un orador, un poeta o un estadista como John Adams – algo relacionado con los libros y el aprendizaje, algo que le daría elogios y fama, y daría a conocer su nombre a través de las edades.

Él siempre había querido ser verdaderamente religioso. Sin embargo ¿cómo iba a ser un verdadero Cristiano y un gran hombre al mismo tiempo? Mientras estaba enfermo en, le pareció oír una voz en su mente que decía, “No a nosotros, no a nosotros, sino a tu nombre sea la gloria”. Sería el desconocido pastor de pueblo cuya fama sonaría a través de la eternidad, a pesar de que no se había oído de él aquí. El mundo estaba equivocado acerca de sus héroes. El mundo estaba equivocado en sus juicios. La fama del desconocido pastor de pueblo era en realidad más grande – mucho más grande que cualquier logro mundano se reducía a la insignificancia. Esta era la única fama que había triunfado sobre la tumba. “No a nosotros, no a nosotros, sino a tu nombre sea la gloria” resonó en su mente. Estaba sentado muy erguido en su lecho de enfermo, consternado por estos pensamientos extraños.

Pronto los forzó fuera de su mente. Pero en ese pequeño momento la revelación fue tan fuerte que lo recordaría por el resto de su vida.

A la edad de dieciséis años Adoniram estaba listo para ingresar a la universidad. A pesar de ser un graduado de Yale, el padre de Adoniram no envió a su hijo allí, probablemente porque era demasiado lejos de casa. A pesar de que Harvard sólo estaba como a setenta y cinco kilómetros de distancia, no envió a su hijo allí ya que se estaba volviendo liberal. En lugar el Rev. Judson envió a su hijo a la universidad de Rhode Island en Providence. Poco después de que Adoniram ingresara a la universidad, se le llamó “la Universidad Brown”. El Reverendo Judson sabía que era una escuela fuerte, que creía la Biblia. El Reverendo Judson sintió que Adoniram estaría seguro en esta universidad.

Ya que Adoniram ya sabía Latín, Griego, matemáticas, astronomía, lógica, oratoria en público y filosofía moral, él ingresó en la escuela como un estudiante de segundo año en lugar de un estudiante de primer año. Sus profesores le pusieron atención a él de inmediato. Al final del año escolar el presidente de la universidad envió una carta a su padre, llamando a Adoniram un “hijo muy cordial y con gran futuro”. El corazón del Reverendo Judson se llenó de orgullo al leer la carta.

Los estudiantes de la escuela pronto se dieron cuenta de que Adoniram, a pesar de que era hijo de un ministro, tenía muy poco interés en las dos reuniones de oración a la semana. En vez se hizo muy popular con los jóvenes no convertidos en la escuela.

Adoniram pronto se hizo amigo de un joven llamado Jacob Eames, quien era un año mayor que él. Eames era talentoso, ingenioso y muy popular – pero era un Deísta, no un Cristiano. Él y Adoniram se hicieron amigos cercanos, y Adoniram fue tan influenciado por él que pronto se volvió igual de incrédulo como Jacob Eames. Si el padre de Adoniram hubiese sabido que él se había convertido en un Deísta, le habría sacado de la universidad de inmediato. El Reverendo Judson despreciaba el liberalismo, el Unitarismo y el Universalismo, pero sentía que el Deísmo era el peor de todos. Los Deístas rechazaban la Biblia por completo. Los Deístas solo creían que había un Dios que no estaba involucrado con la humanidad en lo absoluto. Ellos rechazaron a Cristo como el Hijo de Dios, no creyeron en el Cielo o el Infierno, o la expiación de Sangre de Cristo. Sin embargo el Reverendo Judson no sabía que el amigo de Adoniram, Jacob Eames había llevado a su hijo hacia ese error e incredulidad.

Jacob Eames era el líder de los jóvenes con los que Adoniram se relacionaba. Estos chicos estudiaban juntos, asistían a fiestas con señoritas, hablaban juntos, y jugaban juntos. Estos jóvenes no tenían ningún interés en el Cristianismo. Hablaban acerca de convertirse en los grandes autores, escritores de obras y actores. Ellos serían los Shakespeares y los Goldsmith del Nuevo Mundo en América. Toda la religión que el padre de Adoniram con tanto cuidado enseñó a su hijo desapareció por completo. Jacob Eames había “liberado” a Adoniram de las viejas creencias de su padre, y lo había liberado para buscar fama y fortuna.

Sin embargo Adoniram tenía sentimientos de culpa. Rechazar al Dios de su padre era lo mismo que rechazar a su padre, a quien admiraba todavía en lo más profundo de su corazón. Temía la desaprobación de su padre, por lo que nunca mencionó su incredulidad cuando iba a casa entre los semestres de la universidad.

Adoniram se convirtió en el primero de su clase. Fue elegido a entregar el discurso principal en su graduación. Tan pronto como se enteró de haber ganado este honor corrió a su habitación y escribió: “Querido Padre, ya lo tengo. Con cariño, tu hijo A.J.” Al final de la graduación, en la posición de más alto honor, Adoniram dio el discurso de despedida, con su orgulloso padre y madre en la audiencia.

Así, a los diecinueve años, Adoniram estaba listo para comenzar su vida laboral. Pero no tenía idea de lo que sería. Regresó a casa y fue a la iglesia con su padre y madre todos los Domingos. Sus padres no sabían que él ahora era un incrédulo. Él se sentía como un hipócrita cada vez que se unía a su padre y a su madre en las oraciones de la familia.

Cada semana se volvió más inquieto. No dejaba de pensar acerca de las ambiciones que había compartido con Jacob Eames. Ese verano él finalmente decidió irse de la casa e ir a Nueva York. Él conocería personas relacionadas con el teatro. Aprendería a escribir obras para el teatro. Él sabía que su padre y su madre pensaban que Nueva York era la ciudad más pecaminosa en América, una Sodoma moderna. Él sabía que ellos pensaban que el teatro era un agujero del Infierno lleno de depravación y pecado. Pero él pensaba que sus padres eran demasiado cerrados de mente.

Pronto estaría listo para irse Nueva York. ¡Sus padres reaccionaron como si les hubiera dicho que estaba haciendo un viaje a la luna! No se dieron cuenta de que había llegado al punto de no estar más bajo su gobierno, de actuar y de pensar por sí mismo como ya adulto. En este tiempo su padre le pidió que estudiara para ser ministro. Cuando Adoniram escuchó eso, furiosamente le dijo a sus padres la verdad. El Dios de ellos no era su Dios. Ya no creía en la Biblia. Él no creía que Jesús era el Hijo de Dios.

Su padre trató de razonar con él, pero fracasó. Su madre lloraba y gritaba mientras lo seguía de habitación en habitación. “¿Cómo puedes hacerle esto a tu madre?”, exclamó ella. Su amado Adoniram había elegido el Diablo y rechazado a Dios. Él podía oír sus sollozos y que oraba por él cada vez que entraba en casa.

Adoniram aguantó esto durante seis días. Luego se montó en su caballo y cabalgó hacia Nueva York. Pero cuando llegó allí descubrió que no era el paraíso que él soñaba. No hubo bienvenida para él ni empleo. Sólo estuvo allí por unas semanas antes de irse, disgustado y dolido.

A medida que el sol se estaba poniendo llegó a un pequeño pueblo. Él encontró una posada, puso su caballo en el establo, y le pidió al dueño de la posada una habitación. La posada estaba casi llena. Sólo había una habitación. El dueño le dijo que la habitación estaba al lado de un hombre joven que estaba muy enfermo, tal vez muriendo. Podría ser despertado durante la noche. “No,” dijo Adoniram, no dejaría que unos ruidos al lado le impidieran descansar. Después de darle algo de comer, el dueño de la posada llevó a Adoniram a su habitación y lo dejó allí. Adoniram se metió en la cama, y esperó a que llegara el sueño.

Pero no podía dormir. Podía oír los sonidos suaves provenientes de la habitación de al lado, los pasos que iban y venían, un rechinido, voces bajas, gemidos y jadeos. Estos sonidos no le molestaban mucho – ni siquiera la idea de que el hombre podría estar muriendo. La muerte era común en la Nueva Inglaterra de Adoniram. Podría pasarle a cualquiera, a cualquier edad.

Lo que le inquietaba era la idea de que el hombre de la habitación de al lado no estuviese preparado para la muerte. ¿Estaba él mismo preparado? Estos pensamientos pasaron por su mente mientras yacía allí, medio dormido, medio despierto. Se preguntaba cómo él mismo se enfrentaría a la muerte. Su padre le daría la bienvenida a la muerte como una puerta a la gloria eterna. Sin embargo a Adoniram, el incrédulo, la muerte era la puerta a un pozo vacío, a la oscuridad, en el mejor de los casos a la extinción, en el peor a – ¿qué? Su piel se erizó al pensar en la tumba, la lenta descomposición del cadáver, el peso de la tierra sobre el ataúd enterrado. ¿Eso era todo, a través de los siglos sin fin?

Pero otra parte de él se reía de estos pensamientos a la medianoche. ¿Qué pensarían sus amigos de la universidad de estos terrores de la noche? Sobre todo, ¿qué pensaría su amigo Jacob Eames? Se imaginaba a Eames riéndose de él, y se sintió avergonzado.

Cuando despertó el sol brillaba a través de la ventana. Sus temores se habían desvanecido con la oscuridad. Apenas podía creer que había sido tan débil y tan miedoso la noche anterior. Se vistió y bajó a desayunar. Se encontró con el dueño y pagó su cuenta. Luego preguntó si el joven en la habitación de al lado estaba mejor. El hombre respondió: “Está muerto”. Entonces Adoniram preguntó: “¿Sabes quién era?” El dueño contestó: “Oh, sí. Él era un joven de la Universidad Brown. Su nombre era Eames, Jacob Eames”. Era su mejor amigo, el incrédulo Jacob Eames, quien había muerto en la habitación de al lado la noche anterior.

Adoniram nunca pudo recordar cómo había pasado las próximas horas. Lo único que recordaba era que él no salió de la posada durante un tiempo. Finalmente se fue montado en su caballo, como en un sueño. Una palabra tenía en su mente – “¡perdido!” En la muerte, su amigo Jacob Eames estaba perdido – totalmente perdido. Perdido en la muerte. Perdido a sus amigos, al mundo, para el futuro. Perdido como una nube de humo se pierde en el aire. Si los puntos de vista propios de Eames eran ciertos, ni su vida ni su muerte tenían significado.

Pero, ¿qué si Eames se había equivocado? ¿Qué pasa si la Biblia era literalmente verdad, y un Dios personal era real? Entonces Jacob Eames estaba eternamente perdido. Y ya, en ese momento, Eames sabía que se había equivocado. Pero ahora ya era demasiado tarde para que Eames se arrepintiera. Conociendo su error, Eames ya estaba experimentando el inimaginable tormento de las llamas del Infierno. Toda oportunidad de ser salvo se había perdido, eternamente perdido. Estos pensamientos pasaron por la mente sorprendida de Adoniram. Adoniram pensó que no podía ser una coincidencia que su mejor amigo hubiese muerto en el cuarto de al lado. Pensaba que el Dios de su padre había arreglado estos eventos por la providencia, que no fue por casualidad en lo absoluto.

De repente Adoniram sintió que el Dios de la Biblia era el Dios verdadero. Le dio la vuelta a su caballo y se dirigió a casa. Su viaje había durado sólo unas cinco semanas, pero lo que en esas cinco semanas había comenzado como el salir del control de sus padres se había convertido en una convulsión que sacude el alma interior. Ahora estaba disturbado en gran manera, con temor mortal por su propia alma. Regresó a su casa como un pecador que ha despertado.

En ese tiempo dos ministros llegaron a la casa de su padre. Ellos sugirieron que Adoniram se inscribiese en un nuevo seminario que acababa de abrir sus puertas. Él ingresó en el Seminario Teológico de Andover en Octubre. Todavía no era convertido, por lo que se enroló como estudiante especial, no como un candidato para el ministerio. Como estudiante allí, comenzó a leer la Biblia en los idiomas originales Hebreo y Griego. En Noviembre sus dudas empezaron a alejarse, y él pudo escribir que “comenzó a entretener la esperanza de haber recibido la influencia regeneradora del Espíritu Santo”. En el segundo día de Diciembre – un día que nunca olvidó – fue convertido y dedicó su vida entera a Dios. Desde ese momento, literalmente, fue un hombre nuevo. Se alejó para siempre de sus sueños de éxito en el mundo, y simplemente se preguntó: “¿Cómo puedo agradar más a Dios?”

Esta fue una conversión muy importante, porque llevó Adoniram a convertirse en el primer misionero extranjero a Birmania. Al llegar al campo misionero, Adoniram Judson se convirtió en bautista, a través de un estudio de la palabra Griega “baptizo”. Él fue a Birmania en un momento en que ningún misionero había llegado a esa tierra pagana. A través de las dificultades amargas, los encarcelamientos y las tragedias familiares, incluyendo la muerte de sus dos esposas y varios niños, Adoniram Judson nunca vaciló en su compromiso de ganar almas perdidas a Cristo, y traducir toda la Biblia al idioma Birmano. Cómo oramos para que alguna persona joven no convertida en nuestra iglesia experimente una conversión real, como la de Adoniram Judsony y sirva a Cristo por toda su vida. El Dr. John R. Rice (1895-1980) escribió una canción que describe perfectamente la conversión de Adoniram.

En el camino del placer, y buscando tesoro anduve,
   Pero la paz completa está, Solo en Jesús en Él solo...

En vano estaba obrando, Ningún alivio hallando,
   Más Dios siguió llamando, Que yo a Jesús viniera...

La palabra de Dios resistí, Su espíritu llamó, insistió,
   Arrepentido me enlisté, Con Jesús, precioso Jesús.
Mis culpas perdonadas, Y desencadenadas,
   Mi corazón lo he dado, Solo a Jesús a Él solo.

Oh Cristo, amor incesante, que aumenta bendiciones,
   Dejo todos mis temores, Adoro y amo a mi Jesús.
Mis culpas perdonadas, Y desencadenadas,
   Mi corazón lo he dado, Solo a Jesús a Él solo.
(Traducción libre de “Jesus, Only Jesus” por Dr. John R. Rice, 1895-1980).

Por favor pónganse de pie y canten la número cinco en su cancionero, “Casi Resuelto”.

“Casi resuelto” para creer; “Casi resuelto” a Jesús confiar;
Parece alguien decir, “Vete espíritu”,
Cuando convenga más, Te llamaré”.

“Casi resuelto”, ¡paso el segar! “Casi resuelto”, ¡ruina vendrá!
“Casi” no bastará; “Casi” ¡fracasará!
Triste lamento harás, Perdido estás.
    (Traducción libre de “Almost Persuaded” por Philip P. Bliss, 1838-1876).

(FIN DEL SERMÓN)
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en www.realconversion.com. Oprime “Sermones en Español”.

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Oración Antes del Sermón por Dr. Kreighton L. Chan.
El Solo Cantado Antes del Sermón por Sr. Benjamin Kincaid Griffith:
“Speak, Lord, in the Stillness” (por E. May Grimes, 1868-1927;
alterado por el Pastor).