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¿CUÁL NIÑO ES ESTE? – UN SERMÓN DE NAVIDAD

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles
La Mañana del Día del Señor, 18 de Diciembre, 2011

“Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre” (Lucas 2:12).


El Dr. Philip Schaff, historiador famoso, dijo:

Jesús de Nazaret, sin dinero y sin armas, conquistó a más millones que Alejandro, Cesar, Mahoma y Napoleón.

¡O que Lenin, Stalin, Hitler, y Mao Tse Tung!

Y hay solamente tres reacciones posibles hacia Cristo. C. S. Lewis dijo,

Lo puedes catalogar de necio, puedes escupirle y matarlo como a un demonio, o puedes caer a Sus pies y llamarlo Señor y Dios.

En este maravilloso pasaje de Navidad, en Lucas 2:7, nos damos cuenta de la pobreza de Cristo.

“Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón” (Lucas 2:7).

La Biblia nos dice que el Espíritu Santo puso a Jesús en el vientre de la virgen María.

“El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios” (Lucas 1:35).

Pero el Hijo de Dios no nació en un gran palacio. Él nació en una condición muy pobre – en un establo. La Biblia dice que Él

“…se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres” (Filipenses 2:7).

Cristo nació en esta condición pobre para ocultar de un mundo insensitivo y pecaminoso la grandeza del evento, y para revelar la grandeza de ello a aquellos que tenían visión espiritual.

El lugar de nacimiento de Jesús era tan humilde y pobre, que eso en sí, fue lo que se le dio a los pastores para que lo identificaran a Él:

“Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre” (Lucas 2:12).

Los pañales mismos no eran la señal. Todos los bebés Judíos, al nacer, eran lavados en agua, untados de sal y luego envueltos en pedazos de tela o “pañales”. Él no sería solamente envuelto en pañales, sino que también sería acostado en un “pesebre”, en una caja de paja de donde comían los burros en un establo. El Dr. Gill dice: “Esta señal distinguiría al Salvador recién nacido de todos los demás” (traducción de John Gill, D.D., An Exposition of the New Testament, The Baptist Standard Bearer, reimpreso en 1989 de la edición de 1810, comentario de Lucas 2:12).

Y Matthew Henry dice:

Cuando lo vimos envuelto en pañales y acostado en un pesebre, fuimos tentados a decir: “Seguramente este no puede ser el Hijo de Dios”. Pero mira su nacimiento atendido, como está aquí, con un coro de ángeles, y decimos: “Seguramente no puede ser otro sino que el Hijo de Dios…” (Matthew Henry’s Commentary on the Whole Bible, Hendrickson, reimpresión de 1996, comentario de Lucas 2:12).

Un bebé recién nacido, envuelto en pañales, acostado en un pesebre, una caja que se usa para darle comida a los animales. ¡Ni aun estos pobres pastores nunca habían visto a un bebé en una caja para comida de animales! ¡“Esto os servirá de señal”!

Huestes cantan a Jesús, a Belén venidle a ver;
A Jesús ven a adorar, al recién nacido Rey.

¡En pesebre está Jesús, el Señor de todo es Él!
Con María y José, a Jesús cantémosle.
   (Traducción de “Angels We Have Heard on High,” fuente desconocida).

Allá en un pesebre, sin cuna para Él,
Su dulce cabeza reposa Emanuel,
Estrellas lejanas del cielo al mirar,
Se inclinan gozosas su lumbre a prestar.
   (Traducción de “Away in a Manger,” fuente desconocida).

Jesús vino de la gloria del Cielo a nacer en un establo y fue puesto en una caja sucia de paja para comida de ganado.

“[Él] se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2:7-8).

El Hijo de Dios, el Señor de la creación, nació en un establo. Vivió Su vida en la pobreza. Fue desnudado, y clavado a una cruz. ¿Por qué pasó voluntariamente por tanta humillación? El Apóstol Pablo lo explicó bien cuando dijo:

“Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos” (II Corintios 8:9).

“Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre” (Lucas 2:12).

¿Cuál niño es, que duerme así, en brazos de María?
¿Por qué yace Él humilde allá en donde come el asno?
¿Qué ángeles anuncian ya a pastores con alegría?
   (Traducción libre de “What Child Is This?”
     por William C. Dix, 1837-1898).

¿Qué niño es este? En el primer capitulo del Evangelio de Juan leemos:

“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho” (Juan 1:1-3).

Estos versos nos dicen que Jesús es “ho logos” – “El Verbo”. Jesús es la Segunda Persona de la Trinidad. El verso uno dice que Jesús “era con Dios” y “era Dios”. Desde la eternidad pasada, Él siempre estuvo con Dios y siempre ha sido Dios, coexistiendo con el Padre.

Además, el verso tres nos dice que “todas las cosas fueron por él hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”. Jesús creó el mundo.

Ahora mira el verso diez.

“En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció” (Juan 1:10).

Jesús creó el mundo, aun cuando Él nació, de bebé, el mundo no lo conoció como su Creador y Señor. Ahora lea el verso catorce en voz alta.

“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14).

Se pueden sentar. “Y el verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros.” Esa es la encarnación. Dios el Hijo, la Segunda Persona de la Trinidad, fue hecho carne en el vientre de la virgen María. Aquel que hizo el mundo nació en ese establo en Belén.

El Verbo santo, en carne aparece;
Venid, adoremos, venid adoremos;
Venid, adoremos, al Señor.
   (Traducción de “O Come, All Ye Faithful,”
     traducido al Inglés por Frederick Oakeley, 1802-1880).

“Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre” (Lucas 2:12).

Jesús vino del Cielo a esta tierra. Pero Él no vino del modo en que lo esperaban. Él no vino como un gran rey. Él vino como un pequeño bebé. Él nació en las condiciones más bajas. Lo acostaron en la paja, en medio de vacas y asnos.

“Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre” (Lucas 2:12).

Esto muestra que Jesús era completamente humano. Él era completamente Dios y completamente hombre al mismo tiempo. El Dr. McGee dijo:

Él vino del modo más débil posible, como un bebé. George Macdonald lo puso así:

Todos buscaban a un Rey
   Que matara a sus enemigos y los alzara.
Tú viniste como un bebito
   Que hizo a una mujer llorar.

Ese es el modo en que el Salvador vino al mundo. Él no dejó Su deidad; Él se despojó de Su Gloria. Deben haber sido más que unos cuantos pastores y ángeles debían haber estado presentes para darle la bienvenida – toda la creación debía haber estado allí…[El Emperador Romano] Cesar debía haber estado en Belén para adorarle. Jesucristo lo podía haber forzado a hacer eso mismo, pero no lo hizo. Él hizo a un lado, no Su deidad, sino que Sus prerrogativas de deidad. Él vino como un pequeño bebito (traducción de J. Vernon McGee, Thru the Bible, Nelson, 1983, tomo IV, pagina 253).

Vino un resonar del celeste hogar proclamando tu majestad;
Mas con tu nacer este mundo vio nacimiento en humildad.
   (Traducción de “Thou Didst Leave Thy Throne”
     por Emily E. S. Elliott, 1836-1897).

“Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre” (Lucas 2:12).

El pobre y humilde nacimiento de Jesús en aquel establo antecedió Su muerte pobre, humillante. Lo arrestaron por predicar la verdad. Le taparon los ojos y lo golpearon en el rostro. Le escupieron, y le arrancaron las barbas. Casi lo azotaron a muerte al flagelar Su espalda. Le quitaron todas sus ropas y lo clavaron desnudo a una cruz. Allí Él colgó muriendo entre dos criminales comunes, que estaban crucificados, uno a cada lado de Él. En Marcos 15:16-20 se halla una descripción horrible de la tortura y muerte que Cristo atravesó.

“Entonces los soldados le llevaron dentro del atrio, esto es, al pretorio, y convocaron a toda la compañía. Y le vistieron de púrpura, y poniéndole una corona tejida de espinas, comenzaron luego a saludarle: ¡Salve, Rey de los judíos! Y le golpeaban en la cabeza con una caña, y le escupían, y puestos de rodillas le hacían reverencias. Después de haberle escarnecido, le desnudaron la púrpura, y le pusieron sus propios vestidos, y le sacaron para crucificarle” (Marcos15:16-20).

Luego, en Marcos 15:24-25, leemos:

“Cuando le hubieron crucificado, repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes sobre ellos para ver qué se llevaría cada uno. Era la hora tercera cuando le crucificaron”
       (Marcos 15:24-25).

Y en Marcos 15:37-39 leemos:

“Mas Jesús, dando una gran voz, expiró. Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. Y el centurión que estaba frente a él, viendo que después de clamar había expirado así, dijo: Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios” (Marcos 15:37-39).

Cuando yo era un niño pequeño iba a una iglesia Católica todas las tardes. En aquellos días ellos tenían las puertas abiertas el día entero. Yo siempre iba al mismo lugar, a una estatua de tamaño real de Jesús cargando Su Cruz al lugar de la crucifixión. La Sangre corriendo por Su rostro desde la corona de espinas en Su cabeza. Oh, yo sé que los Católicos hacen ídolos de las estatuas así. Pero hizo una profunda impresión en mí de niño. Yo pensaba vez tras vez: “¿Por qué le hicieron eso a Él? Él no hizo nada malo. ¿Por qué lo mataron? Él era tan bueno y manso. ¿Por qué lo torturaron y lo mataron?” Yo nunca supe la respuesta. No había quien me la diera. Pero el retrato de la terrible humillación de Jesús y de su muerte quedó impresa en mi mente infantil y jamás me dejó. Pensaba en eso a menudo al crecer. “¿Por qué le hicieron eso a Él? ¿Por qué lo mataron?”

Más tarde, los vecinos de al lado, el Dr. y la Sra. McGowan me llevaron a una iglesia Bautista, y hallé la respuesta de la Biblia. En Isaías, capitulo cincuenta, verso seis. Jesús dijo esto en profecía. Léela en voz alta.

“Di mi cuerpo a los heridores, y mis mejillas a los que me mesaban la barba; no escondí mi rostro de injurias y de esputos” (Isaías 50:6).

Ahora voltea a Isaías 53: 4-5. Es por eso que lo mataron.

“Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53:4-5).

Luego Isaías 53:11, leen:

“Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos” (Isaías 53:11).

Hallé la respuesta a mi pregunta de infancia: “¿Por qué le hicieron eso a Él? ¿Por qué lo mataron?” Jesús, Señor del Cielo y de la tierra, sufrió la crucifixión para pagar la terrible pena de mis pecados y para justificarme y salvarme de la ira y del juicio de Dios. El día que yo fui salvo cantamos la canción de Charles Wesley.

Dejó Jesús su trono de esplendor, cuan enorme y libre gracia nos dio;
Todo dejó menos su amor, y con Su Sangre al vil limpió;
Esta merced cuan inmensa es, pues, oh mi Dios, a mi me halló.
¿Grandioso amor, cómo es que fue, que Tú, mi Dios murieras por mí?
   (Traducción de “And Can It Be?” por Charles Wesley, 1707-1788).

Jesús fue humillado y murió en la Cruz para pagar la pena por mis pecados. Yo lo sabía, y confié en Él, y Él salvo mi alma. El Dr. Watts dijo:

La cruz excelsa al contemplar, do por mi Jesús murió,
De todo cuanto estimo aquí, lo más precioso es su amor.
   (Traducción de “When I Survey the Wondrous Cross”
     por Isaac Watts, D.D., 1674-1748).

Esa era una de mis canciones favoritas cuando era joven, y todavía es. Cuando pienso en el sufrimiento horrible y la muerte agonizante de Jesús, el Hijo de Dios; “Mi más grande riqueza cuento pérdida, y desprecio todo mi orgullo”.

Yo vine a Jesús y Él me salvo. Tú puedes hacer lo mismo.

“Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre” (Lucas 2:12).

Él no está en aquel pesebre hoy. Él no está en la Cruz hoy. Este Domingo de Navidad Él está resucitado – físicamente de los muertos. Él ha ascendido a la diestra de Dios en la gloria del Cielo arriba. Tú puedes venir a Él, como lo hicieron aquellos pastores. Tú puedes arrodillarte delante de Él y Él cancelará tus pecados y te dará un archivo limpio, y salvará tu alma.

¿Vendrás a y confiarás en Cristo, el Hijo de Dios? ¿Serás salvo por Él, del pecado, de la muerte y de la tumba? ¿Recibirás la vida eterna de Él?

El Apóstol Pablo dijo:

“Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa”
       (Hechos 16:31).

¿Creerás en Él completamente? ¿Confiarás en Él con tu vida? ¿Serás salvo por Él? Yo oro que así sea.

Asegúrate de hacer tiempo para el Hijo de Dios en la Víspera de Navidad, la noche anterior a la Navidad, aquí en la iglesia. Dale tu corazón completo al Señor Jesucristo, y muéstralo estando con Su pueblo aquí en la iglesia ambas, ¡esta la Víspera de Navidad y la Víspera del Año Nuevo! ¿Por qué estar solitario? ¡Ven a casa – a la iglesia!¿Por qué estar perdido? ¡Ven a casa a Jesucristo – el Hijo de Dios!

Huestes cantan a Jesús, a Belén venidle a ver;
A Jesús ven a adorar, al recién nacido Rey.
   (Traducción de “Angels We Have Heard on High,” autor desconocido).

¡En pesebre está Jesús, el Señor de todo es Él!
Con María y José, a Jesús cantemosle.
   (Traducción de “Angels We Have Heard on High,” fuente desconocida).

Venid, adoremos, venid adoremos;
Venid, adoremos, al Señor.
   (Traducción de “O Come, All Ye Faithful,”
     traducido al Inglés por Frederick Oakeley, 1802-1880).

(FIN DEL SERMÓN)
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La Escritura Leída por Dr. Kreighton L. Chan Antes del Sermón: Lucas 2:8-12.
El Solo Cantado por Sr. Benjamin Kincaid Griffith Antes del Sermón:
“What Child Is This?” (por William C. Dix, 1837-1898).