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MARTIN LUTERO Y EL DIABLO

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

Un sermón predicado la Tarde del Domingo de Reformación
en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles, Octubre 30, 2011

“Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (I Pedro 5:8).

[Favor de bajar hasta el final de este sermón para ver un esquema biográfico de Martin Lutero, por el gran predicador Bautista, C. H. Spurgeon].


Con respecto a este texto, Martín Lutero (1483-1546) dijo: “El espíritu del mal no duerme, es astuto y malvado...Él anda como un león que tiene hambre y ruge como si fuera a devorar a todos” (traducción de Martin Luther, Th.D., Commentary on Peter and Jude, Kregel Classics, 1990 reimpresión, p. 218; comentario sobre I Pedro 5:8).

El Dr. Lenski dijo: “En este momento, bajo Nerón, el rugir de la espantosa persecución estaba siendo escuchado por las pobres víctimas Cristianas. En Octubre del año 64 [después de Cristo] se desató la tormenta. El mismo Pedro se convirtió en un [mártir]...No siempre el Diablo ruge [así]...” (traducción de R. C. H. Lenski, Th.D., The Epistles of St. Peter, St. John and St. Jude, Augsburg Publishing House, 1966, p. 225).

El Diablo rugió durante los tres primeros siglos, cuando miles de Cristianos fueron despedazados por los leones en la arena de la antigua Roma. Pedro sin duda estaba pensando en esto cuando dijo:

“Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar”
       (I Pedro 5:8).

El Diablo rugió así durante la Inquisición en la época de Lutero, y durante el Holocausto, y durante la Revolución Cultural en China, y bajo el extremismo Musulmán en muchas partes del mundo esta noche.

Pero el Diablo no está “rugiendo” aquí en el mundo Occidental. Aquí está utilizando un método más sutil para “devorar” a las personas. Aquí él utiliza el materialismo (lo cual niega lo sobrenatural) para ponernos a dormir, y para que no nos demos cuenta de su presencia. Pero el Diablo está secretamente muy activo en los Estados Unidos y en el Occidente. A pesar de que él trabaja aquí de una manera invisible, su objetivo es el mismo, “buscando a quien devorar”. Cristo dijo que el Diablo “ha sido homicida desde el principio” (Juan 8:44). Uno de los nombres del Diablo es “Abadón” (Apocalipsis 9:11). “Abadón” significa “Destructor”. Ya sea abiertamente o en secreto, el propósito del Diablo es “devorar,” “asesinar”, “destruir” las almas humanas.

El Diablo ha tenido tanto éxito en su trabajo oculto que la mayoría de nuestros pastores Bautistas en América casi nunca predican sermones enteros a cerca de Satanás o los demonios. ¡Qué ciegos son muchos predicadores de la realidad de la actividad Satánica, incluso en sus propias iglesias!

¡Los Estadounidenses se han vuelto necios espiritualmente! Hemos permitido que el Día de Acción de Gracias, la Navidad y la Semana Santa se hayan prohibido en las escuelas públicas. Sin embargo, casi toda aula está decorada con esqueletos y demonios y brujas y vampiros con la sangre corriendo fuera de las esquinas de su boca para que los niños los miren el día de los muertos. La Biblia dice: “Profesando ser sabios, se hicieron necios” (Romanos 1:22), y Shakespeare dijo: “Qué necios son estos mortales”.

Esto nos lleva de nuevo a Martín Lutero. A menudo ha sido acusado de sobre enfatizar a Satanás y lo demoníaco por “eruditos” del siglo Veinte, influenciados por el liberalismo. Incluso un conservador Luterano moderno como Ewald M. Plass fue algo crítico con el énfasis de Lutero sobre el Diablo. Plass dijo: “Lutero naturalmente compartió muchas de las supersticiones de ese tiempo. No cabe duda de que a menudo él atribuyó la actividad de los poderes de las tinieblas a lo que eran causas naturales”. Pero, entonces, Plass se protegió diciendo: “Es posible que el Diablo estaba más notablemente activo [en la época de Lutero] de lo habitual, porque sentía cuánto estaba en juego” (traducción de Ewald M. Plass, What Luther Says, Concordia Publishing House, 1994 edición, pp. 391-392).

David L. Larsen también menospreció el énfasis de Lutero sobre Satanás y lo demoníaco, diciendo: “Lutero fue un verdadero medieval...Lutero vio a toda la humanidad ‘encerrada en un conflicto profundo entre Dios y el Diablo, mientras que el Juicio Final se acercaba rápidamente’” (traducción de David L. Larsen, M.Div., D.D., The Company of the Preachers, Kregel Publications, 1998, p. 153).

El Dr. Larsen sin duda aprendió a encontrarle defectos a Lutero sobre este tema en el liberal Seminario Teológico Fuller, una escuela evangélica donde Larsen obtuvo su Maestría. He notado que los estudiantes de Fuller aprenden rápido ser críticos de los pasados gigantes de nuestra fe. De ese modo me enseñaron a mí en los dos seminarios liberales de los que me gradué. ¡Pero yo resistí dicha influencia, y Larsen no! Larsen dijo: “Lutero fue un verdadero medieval...Lutero vio a toda la humanidad ‘encerrada en un conflicto profundo entre Dios y el Diablo, mientras que el Juicio Final se acercaba rápidamente’”. ¿Qué hay de malo en eso? ¿Por qué eso lo convierte en un “medieval”? En la vejez Lutero dijo algunas cosas medievales sobre los Judíos, y otros asuntos, que yo rechazo fuertemente. Pero Lutero no estaba equivocado al pensar que la humanidad está ¡“encerrada en un conflicto profundo entre Dios y el diablo”! ¡Él tenía toda la razón en eso – porque eso es lo que enseña la Biblia!

“Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar”
       (I Pedro 5:8).

La mayoría de lo que Lutero dijo acerca del Diablo y los demonios era directamente de la Biblia.

I. Primero, Lutero estaba correcto cuando él habló sobre el origen del Diablo y los demonios.

Lutero dijo:

      [¿De dónde viene el Diablo?] Estos son los hechos seguros: Los ángeles cayeron y el diablo fue convertido de un ángel de luz a un ángel de oscuridad...

La Biblia dice que Lutero estaba correcto:

“¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones. Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo” (Isaías 14:12-15).

Lutero dijo:

      [¿Hay ángeles buenos y angeles malos [pero] Dios los creo todos buenos. Eso sigue necesariamente indica que los ángeles malos cayeron y no estuvieron firmes en la verdad…Es muy probable que ellos cayeron por el orgullo, porque ellos despreciaban…al Hijo de Dios, y querían exaltarse a sí mismos arriba de Él (Plass, ibíd. p. 391).

La Biblia dice que Lutero estaba correcto. Ambos la Biblia y Lutero dicen lo que Ezequiel 28:13-17 nos dice:

“En Edén, en el huerto de Dios estuviste [Satanás]; de toda piedra preciosa era tu vestidura; de cornerina, topacio, jaspe, crisólito, berilo y ónice; de zafiro, carbunclo, esmeralda y oro; los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación. Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas. Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad. A causa de la multitud de tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y pecaste; por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín protector. Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor; yo te arrojaré por tierra; delante de los reyes te pondré para que miren en ti” (Ezequiel 28:13-17).

Y respecto a los ángeles caídos que se convirtieron en demonios, la epístola de Judas dice:

“Los ángeles que no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día” (Judas 6).

Algunos de estos ángeles caídos están encadenados en el Infierno. Pero la mayoría son los demonios que encontramos en el mundo hoy en día. Lutero dijo: “Aunque estén demonios mil”. ¡Cántala!

Aunque estén demonios mil,
   Pronto a devorarnos,
No temeremos porque Dios
   Sabrá aun prosperarnos.
(Traducción libre de “A Mighty Fortress Is Our God”
     por Martin Lutero, estrofa tres.)

II. Segundo, Lutero estaba correcto cuando dijo que el Diablo es el autor de la tristeza y la desesperación.

Lutero dijo:

      [¿Toda tristeza es del diablo, porque él es el señor de la muerte. Por lo tanto la tristeza en relación a Dios ciertamente es obra del diablo (Plass, ibíd., p. 398).

      [¿El Reformador constantemente llama al diablo el espíritu de la tristeza; Satanás odia la luz, la vida, la risa; porque él es el espíritu de la oscuridad y la desesperación, y a él le gusta arrastrar al hombre a la oscuridad y la desesperación, representando el caso del pecador como sin esperanza (comentario sobre Lutero, Plass, ibíd., pp. 397-398).

Lutero dijo:

“[El Diablo] lanza terribles pensamientos al corazón: odio a Dios, blasfemia, y desesperación. Estos son ‘dardos de fuego’, Efesios 6:16” (Plass, ibíd., p. 399).

Estas son cosas reales que le están sucediendo hoy, a gente que conocemos personalmente. Uno de nuestros diáconos habló con un joven en el cuarto de consejo. El joven dijo: “Dios no me ama. Jesús no me ama”. Como dijo Lutero, estos son claramente pensamientos que vienen de Satanás, “la blasfemia y la desesperación”. Luego el diácono leyó a él de la Biblia:

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).

Cuando el diácono le preguntó si creía el verso, él se negó a responder. ¡El Diablo mismo lo detuvo de responder! El Diablo intenta impedirnos escuchar la Biblia, y de aceptarla cuando la escuchamos. Lutero dijo: “Toda la astucia del diablo es ejercida al tratar de separarnos de la Palabra [de Dios]” (Plass, ibíd., P. 396).

Una joven le dijo a este mismo diácono: “Yo no soy perdonada, y yo no sé por qué”. Puede que ella no sepa por qué, pero yo sí. No es perdonada porque continuamente cree en los pensamientos que Satanás pone su mente, en vez de creer en las promesas de la Biblia. Ella rechaza las palabras de Cristo: “Al que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37). Lutero dijo que el Diablo “lanza terribles pensamientos al corazón, [pensamientos] de desesperación”. Él dijo, “Toda la astucia del diablo es ejercida en tratar de separarnos de la palabra [de Dios]”.

III. Tercero, Lutero estaba correcto cuando mostró que la tristeza y la desesperación no son lo mismo que la convicción de pecado.

Lutero dijo que la tristeza y la desesperación vienen del Diablo. Pero él enseñó que la convicción de pecado es de Dios. La Biblia hace la misma distinción:

“Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación…pero la tristeza del mundo produce muerte”
       (II Corintios 7:10).

Lutero habló de la convicción de pecado que viene antes de la conversión. Él dijo:

      [¿Es necesario, si has de ser convertido, que seas aterrorizado, es decir, que tengas una conciencia alarmada. Entonces, después que esta condición es creada, debes comprender que el consuelo no viene de ninguna obra propia sino de la obra de Dios. Él envió a su Hijo Jesucristo al mundo a anunciar a los pecadores aterrorizados la misericordia de Dios. Esta es la manera que la conversión se produce; otras formas son formas equivocadas (Plass, ibíd., p. 343).

Lutero dijo:

      [¿Por la justificación queremos decir que somos redimidos del pecado, la muerte y el diablo y se hechos partícipes de la vida eterna, no por nosotros mismos, pero con la ayuda de afuera, por el Hijo unigénito de Dios, Jesucristo (Plass, ibíd., p. 343).

Lutero dijo:

      [¿Nada más es requerido para la justificación que oír de Jesucristo y creer en Él... (Plass, ibid., p. 707).

En estos puntos los Protestantes Bíblicos y los Bautistas clásicos están de acuerdo con el Gran Reformador, Lutero. El mismo Apóstol Pablo dijo: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo” (Hechos 16:31). ¡Nada más es necesario! ¡Somos salvos por fe en Cristo solamente! Por favor volteen a himno número tres en su cancionero. ¡Cántenlo!

Castillo fuerte es nuestro Dios, defensa y buen escudo;
   Con Su poder nos librará en este trance agudo.
Con furia y con afán acósanos Satán;
   Por armas deja ver, astucia y gran poder,
Cual él no hay en la tierra.

Nuestro valor es nada aquí, con el todo es perdido;
   Mas por nosotros pugnará de Dios el escogido.
¿Sabéis quien es? Jesús, el que venció en la cruz.
   Señor de Sabaoth. Y pues Él solo es Dios.
Él triunfa en la batalla.

Aunque estén demonios mil, Pronto a devorarnos,
   No temeremos porque Dios Sabrá aun prosperarnos.
Que muestre su vigor– Satán y su furor;
   Dañarnos no podrá, Pues condenado es ya,
Por la palabra santa.

Esa palabra del Señor – Que el mundo no apetece;
   Por el Espíritu de Dios Muy firme permanece.
No pueden despojar, De bienes, nombre, hogar;
   El cuerpo destruir: Más siempre ha de existir,
De Dios el reino eterno.
   (Traducción libre de “A Mighty Fortress Is Our God”
      por Martin Lutero, 1483-1546;
        traducida por Frederick H. Hedge, 1805-1890.)

ESQUEMA DE LA VIDA DE LUTERO, POR SPURGEON

“El justo por la fe vivirá” (Romanos 1:17).

Spurgeon dijo:

      [¿Yo resumiría e ilustraría esta enseñanza con mencionar ciertos incidentes en la vida de Lutero. La luz del evangelio cayó sobre el gran Reformador a grados lentos. Fue en el monasterio donde al voltear la vieja Biblia que estaba encadenada a un pilar, tropezó con este pasaje – “El justo por la fe vivirá”. Esta frase celestial se le adhirió pero a penas entendía su significado. Pero él no podía hallar paz en su profesión religiosa ni en su hábito de monasterio. Si conocer nada mejor perseveraba en penitencias sin números, y mortificaciones tan arduas, que a veces desmayando de cansancio. Fue a la puerta de la muerte. Debe ir a Roma, porque en Roma hay una iglesia nueva para cada día, y puedes estar seguro de ganar el perdón de pecados y toda clase de bendiciones en esos santos lugares. Él sonaba con entrar a la ciudad santa [Roma], pero la halló un nido de hipócritas e iniquidad. Para su horror, oyó gente decir que si había un infierno Roma se había edificado encima de él, porque era lo más cercano a él que se podía hallar en este mundo; pero él [Lutero] todavía creía en su Papa y siguió con sus penitencias, buscando descanso, pero sin hallarlo…[después] el Señor lo liberó completamente de la superstición, y él vio que no por sacerdotes, ni por sacerdocios, ni por penitencias, ni por nada que él pudiera hacer, podría vivir, sino que tenía que vivir por su fe [en Cristo]. Nuestro texto de esta [mañana] había puesto en libertad al monje, y encendido su alma en fuego.

[“El justo por la fe vivirá” (Romanos 1:17).]

Cuando Lutero finalmente entendió ese texto él confió en Cristo solo. Le escribió a su madre: “Sentí ser renacido y haber entrado al paraíso por puertas abiertas”. Spurgeon dijo:

      [¿Tan pronto creyó este hombre comenzó a vivir en el sentido de ser activo. Un [sacerdote], llamado Tetzel, andaba por toda Alemania vendiendo perdones de pecados por tanto dinero efectivo. No importaba cual fuera tu ofensa, tan pronto tu dinero tocaba el fondo de la caja [de colectas] tus pecados se iban. Lutero oyó de eso, se indignó, y exclamó: “haré un agujero en su tambor”, lo cual ciertamente hizo, y en varios otros tambores. Clavar su tesis en la puerta de la iglesia fue un modo seguro de silenciar la música de las indulgencias. Lutero proclamó el perdón de pecado por fe en Cristo sin dinero y sin precio, y las indulgencias del Papa luego fueron objeto de división. Lutero vivió por su fe, y por ello aquel que de otro modo hubiera estado callado, denunció el error furiosamente como un león ruge sobre su presa. La fe que estaba en él lo llenaba de vida intensa, y él se sumergió en guerra con el enemigo. Después lo llamaron a Augsburg, y a Augsburg fue, aunque sus amigos le aconsejaron que no fuera. Lo mandaron a llamar, como hereje, a dar respuesta por si mismo en “Diet [La Corte Imperial] de Worms”, y todos [le dijeron] que se alejara, porque de seguro sería quemado [vivo]; pero él sintió que era necesario que se diera el testimonio, así que fue en un coche, de aldea en aldea, de pueblo en pueblo, predicando mientras iba, la pobre gente salía a darle la mano al hombre que se paraba por Cristo y el evangelio arriesgando su vida. Recuerdas cómo se paró ante aquella augusta asamblea [en Worms], y pese a saber que según el poder humano su defensa le costaría la vida, porque, probablemente, sería [quemado vivo], como John Huss, sin embargo él [se comportó] como hombre para el Señor Su Dios. Ese día en la [Corte] Alemana Lutero hizo una obra por la cual diez mil por diez mil personas han bendecido su nombre, y bendecido aun más el nombre del Señor Su Dios (traducción libre de C. H. Spurgeon, “A Luther Sermon at the Tabernacle,” The Metropolitan Tabernacle Pulpit, Pilgrim Publications, reimpreso en 1973, tomo XXIX, pp. 622-623).

“El justo por la fe vivirá” (Romanos 1:17).

Mi primer encuentro con Lutero fue en una iglesia Bautista, hace mucho tiempo, a principios de la década de los 50. Un Domingo en la noche exhibieron una película en blanco y negro que se trataba de él. Me pareció como una figura extraña del pasado, que no me interesaba para nada. La película me pareció aburrida y larga, y me preguntaba por qué el Pastor, Dr. Walter Pegg la exhibió. Pero debo agregar que hoy tengo una opinión completamente diferente de esta película. ¡Ahora me encanta verla! Oprima aquí para ver una escena de esta película.

Mi segundo encuentro con Lutero vino mucho más tarde, después de que fui convertido. Yo leí sobre la conversión de John Wesley, en la cual Wesley dijo:

En la noche fui indispuesto a una sociedad en la Calle Aldersgate, donde alguien leía sobre El Prefacio de Lutero a la Epístola de los Romanos. Como un cuarto para las nueve, cuando él describía el cambio que Dios obra en el corazón mediante la fe en Cristo, yo sentí mi corazón extrañamente acalorado. Sentí que confié en Cristo, Cristo solo para la salvación; y se me dio una seguridad, que él había quitado mis pecados, los míos propios, y me había salvado de la ley del pecado y de la muerte (traducción de John Wesley, The Works of John Wesley, tercera edición, Baker Book House, re-impresión de 1979, tomo I, p. 103).

Esto me impresionó, porque yo sabía que Wesley llegó a ser uno de los predicadores más poderosos durante el Primer Gran Despertamiento. Wesley fue convertido mientras escuchaba las palabras de Lutero acerca de la justificación por fe en Cristo.

Pero después me dí cuenta de que John Bunyan leía a Lutero durante el tiempo en que fue notablemente convertido, “Expandiendo su estudio de la Escritura con las obras escritas de Martín Lutero” (traducción de la introducción del publicador Inglés del Progreso del Peregrino, Thomas Nelson, re-impresión de 1999, p. xii). ¡Bunyan llegó a ser el autor Bautista más leído de todos los tiempos!

John Wesley, el Metodista, fue convertido al escuchar las palabras de Lutero. John Bunyan, el Bautista, fue ayudado en su lucha para ser convertido al leer lo que Lutero escribió. Pensé que después de todo, habría mucho bien en leer las obras de Lutero.

(FIN DEL SERMÓN)
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La Escritura Leída Antes del Sermón por el Dr. Kreighton L. Chan: Isaías 14:12-15.
El Solo Cantado Antes del Sermón por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith:
“Christian, Dost Thou See Them?” (por Andres de Creta, 660-732;
traducida por John M. Neale, 1818-1866;
al son de “Onward, Christian Soldiers”).


EL BOSQUEJO DE

MARTIN LUTERO Y EL DIABLO

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

“Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (I Pedro 5:8).

(Juan 8:44; Apocalipsis 9:11; Romanos 1:22)

I.   Primero, Lutero estaba correcto cuando él habló sobre el origen del
Diablo y los demonios, Isaías 14:12-15; Ezequiel 28:13-17; Judas 6.

II.  Segundo, Lutero estaba correcto cuando dijo que el Diablo es el autor de la
tristeza y la desesperación, Juan 3:16; 6:37.

III. Tercero, Lutero estaba correcto cuando mostró que la tristeza y la
desesperación no son lo mismo que la convicción de pecado,
II Corintios 7:10; Hechos 16:31.