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POR QUE DEPENDER DE LA ORACIÓN
TE ENVIARA AL INFIERNO

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Angeles
La Tarde del Día del Señor, 22 de Agosto de 2010

“Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía...” (II Tesalonicenses 2:3).


Las palabra apostasía es una palabra Griega que traducida [en Ingles] significa “caer”. Estoy convencido de que la apostasía de hoy comenzó primeramente con dos hombres. Johann Semler (1725-1791), en Alemania, comenzó a enseñar el criticismo de la Biblia, lo cual llevó al liberalismo en los seminarios y universidades, causando que los predicadores perdieran confianza en la Biblia. El otro hombre primeramente responsable por la apostasía de hoy es C. G. Finney (1792-1875). Finney atacó casi toda doctrina de la Reformación. El enseñaba que el hombre sí puede salvarse a si mismo por un acto de su propia voluntad (peor que el sinergismo – Finney enseñaba el Pelagianismo). El rechazaba la depravación total del hombre y la salvación solamente por gracia. El negaba la obra de sustitución de Cristo en la Cruz por los pecadores. Finney enseñaba las doctrinas parecidas a las del hereje Católico Romano llamado Pelagius (354-420) – de que un hombre se salva a sí mismo por una “decisión” de su propia voluntad. Muchos evangelistas y pastores siguieron el “decisionismo” Pelagiano de Finney. Hoy día, el “decisionismo” es la creencia principal de la mayoría de evangélicos y fundamentalistas, aun entre aquellos que rechazan “el sistema del la invitación”, aunque todavía no se dan cuenta de ello. Walter Chantry dijo,

Los evangélicos saben que no todo esta bien en sus iglesias… que la iglesia tiene poco poder en el evangelismo…los lideres de iglesia están incómodos y profundamente insatisfechos con su experiencia presente y con los resultados de sus esfuerzos (Walter J. Chantry, Today’s Gospel: Authentic or Synthetic? Banner of Truth Trust, edición de 2009, p. 1).

Leonard Ravenhill dijo:

Que Dios ayude a las naciones, arruinadas con la religión hecha por el hombre…y condenadas con la doctrina hecha por el hombre! ¿Ha habido una hora tan mala? (Leonard Ravenhill, Why Revival Tarries, Bethany House Publishers, reimpreso en 2004, p. 156).

La razón principal de la “ruina” y “condena” de nuestras iglesias es que están llenas de miembros inconversos, incluyendo a niños de iglesia, adultos, y aun aquellos en posiciones de liderazgo. Y la razón de que hay grandes masas de miembros de iglesia inconversos es que hemos adoptado varios métodos “decisionistas” para conseguir que la gente sea “salva”. Uno de los métodos más mortíferos es “Pedirle a Cristo que entre en tu corazón”. La persona que le pide a Cristo que entre en su corazón, y depende de esa oración, sin duda se irá al Infierno cuando muera. Ni una sola persona que dependa de esa oración estará en el Cielo. ¿Es eso demasiado fuerte? No creo. Probablemente no sea suficientemente fuerte! Una persona que depende de “pedirle a Jesús que entre en su corazón” ¡se irá al Infierno! ¿Por qué? Porque esa no es la manera de ser convertido conforme a las Escrituras.

En ninguna parte la Biblia te dice que “pidas a Jesús que entre en tu corazón”. Sin embargo este modo falso de salvación es extremamente muy conocido hoy día. El Domingo pasado en la noche le pregunté a nuestra congregación cuantos habían oído eso. Casi todos alzaron la mano – inclusive las manos de los visitantes de primera vez, ¡algunos de los que jamás habían asistido a una iglesia Cristiana! Es tan bien conocido y popular que muchos piensan que está en alguna parte de la Biblia. Pero no. A veces se apela a Efesios 3:17. Pero ese verso fue dado a “los santos...que están en Efeso” (Efesios 1:1), no a gente no salva – ¡así que no tiene nada qué ver con “pedirle” a Jesús que entre en el corazón! A veces se apela a Juan 14:23, pero (igual que Efesios 3:17) este verso se refiere al Espíritu Santo, no a Jesucristo hombre. Se refiere al “Espíritu de Dios”, aun “el Espíritu de Cristo” (Romanos 8:9) – no a Jesucristo hombre, quien en quince versos del Nuevo Testamento se nos dice que “fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios” (Marcos 16:19), “donde está Cristo sentado a la diestra de Dios” (Colosenses 3:1). Quince veces el Nuevo Testamento nos dice que el Cristo resucitado está arriba en el Cielo, a la diestra de Dios.. Jesucristo hombre no baja al corazón del pecador cuando ora dicha oración. ¡Él permanece en el Cielo a la diestra de Dios!

I. Primero, Apocalipsis 3:20 no dice nada sobre el “corazón”.

El principal verso usado por los predicadores de la “salvación por pedir a Jesús que entre” es Apocalipsis 3:20. Por favor abre tu Biblia y léelo en voz alta.

“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”
       (Apocalipsis 3:20).

Como dije el Domingo pasado, la palabra “corazón” nunca aparece en este verso. Este verso habla del “Espíritu de Cristo” llamando a la puerta de tu conciencia. El modo principal en que El llama es por oír la predicación de la Ley y del Evangelio. Esto se ilustra en el testimonio de una persona joven en nuestra iglesia que tenemos la esperanza fue convertida no hace mucho tiempo. El dijo:

Al empezar el servicio y Dr. Hymers comenzó a predicar intentaban pelear contra Dios, pero al progresar el sermón sentí mis pecados pesar sobre mí. Con cada minuto que pasaba el dolor y la carga de mis pecados se volvió mas insoportable... Yo siempre había sabido que era pecador, y mi misma naturaleza odiaba a Dios, no cabía duda de eso, pero en [esta] vez no podía escaparlo...No me soportaba a mi mismo. Todo lo que yo era, lo que me había vuelto, parecía tan horrible que sentí que Dios era justo al enviarme al Infierno... de repente recordé las palabras de un sermón previo... Las palabras: “Cede a Cristo! Cede a Cristo!” seguían haciendo eco en mi mente. Mi voluntad, sin embargo, no se había quebrado, todavía estaba resuelto contra Cristo. Jesús había sangrado y muerto por mi pero yo no paraba de resistirlo. Esto me condenaba aun mas que nunca antes. Ya no podía afianzarme a mi pecado. Tenía que ceder a Cristo. En un momento yo cedí a Cristo y vine a El. En ese momento dejé todas mis dudas y mis pensamientos que me detenían y simplemente vine a Jesús. Me volví de mi pecado y de mi mismo...al Salvador resucitado, por fe... Dejar de resistirlo era mi problema. Venir a El era fácil... Por la gracia de Dios sola yo fui convicto y convencido de pecado, y por Su Hijo fueron mis pecados borrados de los libros en el Cielo. ¡Toda la gloria sea a El!... Mi esperanza está en Jesús...en Jesús mi alma está sellada, y yo tengo en toda sinceridad y desesperación que vivir para El.

¡Eso es de lo que habla Apocalipsis 3:20! El “Espíritu de Cristo” llama y toca a la puerta de la conciencia hasta que el alma cede a Cristo. Entonces parece fácil lo suficiente recibir el “Espíritu de Cristo” y ser atraído a Jesucristo hombre. La voluntad debe ser suavizada y quebrada antes de que el Espíritu Santo atraiga a un pecador perdido al Salvador.

II. Segundo, Juan 1:12 no dice nada acerca del “corazón”.

Un segundo verso que se usa mal es Juan 1:12. Voltea por favor allí en tu Biblia y léelo en voz alta:

“Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”
       (Juan 1:12).

La palabra traducida “recibieron” es la palabra clave. Los predicadores que predican la “salvación por oración” dicen que “recibieron” significa pedirle a Jesucristo hombre que entre al corazón de uno. Pero eso no es lo que la palabra Griega significa en absoluto. La palabra Griega significa “agarrar” (Strong #2983). No es la idea Gnóstica de recibirlo dentro de uno mismo. Significa “tomar” o “obtener” a Cristo. No se puede referir a recibir a Jesucristo hombre en el corazón de uno, porque Juan escribía sobre la gente que vivía en ese entonces, al mismo tiempo que Cristo estaba en la tierra... ¡Hubiera sido absurdo pensar que la gente viva en el tiempo de Cristo lo recibiera dentro de sus corazones! Entonces, no podía significar eso hoy día tampoco. Recibir a Cristo significa “obtener” a Cristo. Nosotros “obtenemos” a Cristo cuando somos renacidos, como nos dice el verso trece. Léelo en voz alta.

“Los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios” (Juan 1:13).

William MacDonald explica esto de un modo simple:

Este verso nos dice que hay tres modos en los que el nuevo nacimiento no sucede, y la única manera en que sí. Primero, las tres maneras en que no somos renacidos. [No] De sangre. Esto significa que la persona no se hace Cristiana por tener padres Cristianos. La salvación no se pasa de padre a hijo pero el flujo sanguíneo. Ni de voluntad de carne. O sea, una persona no tiene el poder en su propia carne para producir el nuevo nacimiento... Ni de voluntad de varón. Ningún hombre puede salvar a otra persona. Por ejemplo, un predicador puede estar muy ansioso de ver a cierta persona renacida, pero no tiene el poder para producirlo. Entonces, ¿cómo toma lugar este nuevo nacimiento? La respuesta se halla en las palabras sino de Dios (traducción de William MacDonald, Believer’s Bible Commentary, Thomas Nelson Publishers, edición de 1995, pp. 1467-1468; nota sobre Juan 1:13).

Ese punto de vista, que es el punto de vista Bíblico, es el monergismo – Dios es el autor del nuevo nacimiento y de la conversión, no el hombre. Ya que Dios, no el hombre, produce el nuevo nacimiento, ¡el hombre ciertamente no puede salvarse a sí mismo por un acto de oración para que Cristo entre en su corazón! – ¡ni por cualquier otra oración! Ninguno de los grandes Cristianos en la historia le pidieron a Jesús que entrara en sus corazones – Lutero no lo hizo, ni Bunyan, ni Whitefield, ni Wesley, ni Spurgeon. De hecho, ¡ninguno de esos famosos conversos oraron ninguna oración cuando fueron convertidos! Todos ellos fueron convertidos por fe en Cristo solo – ¡sin la oración!

Spurgeon contó de un ministro que le preguntó a un grupo de gente como una persona podía ser salva:

Un anciano contestó: “Seremos salvos si nos arrepentimos, y abandonamos nuestros pecados, y nos volvemos a Dios”. “Sí: dijo una [mujer] de edad media, “y con un corazón sincero también”. “Sí” [dijo] un tercero: “y con oración” y, agregó un cuarto, “tiene que ser la oración del corazón”... Así, cada uno habiendo contribuido... anticipaban la aprobación del predicador; pero le habían dado lastima: tenia que comenzar desde el principio, y predicarles a Cristo. La mente [inconversa] siempre imagina una manera en que el yo pueda operar y volverse grande; pero la manera del Señor es lo opuesto (traducción de C. H. Spurgeon, Around the Wicket Gate, Pilgrim Publications, reimpreso en 1992, p. 25).

Jesús ha hecho toda la obra que se necesita para la salvación. Él murió en la Cruz en tu lugar, para pagar por tus pecados. Él derramó Su Sangre preciosa para lavar tu pecado de los libros del registro de Dios. Él resucitó de los muertos para darte vida. Ahora Él te dice a ti:

“Venid a mí” (Mateo 11:28).

“Venid, que ya todo está preparado” (Lucas 14:17).

Como dijo la persona joven en el testimonio que leí mas temprano: “Dejar de resistirlo [a Cristo] era mi problema. Venir a Él era fácil”. “Las palabras: “Cede a Cristo! Cede a Cristo!” seguían haciendo eco en mi mente. Mi voluntad, sin embargo, no se había quebrado, todavía estaba resuelto contra Cristo. Jesús había sangrado y muerto por mi pero yo no paraba de resistirlo. Esto me condenaba aun más que nunca antes. Ya no podía afianzarme a mi pecado..En un momento yo cedí a Cristo y vine a Él”. ¡Deja de depender en la oración! Depende en Jesucristo Mismo. ¡La oración no te puede salvar! ¡Solamente Cristo puede salvarte!

Cede a Cristo! Sométete a Cristo! Ríndete a Cristo! Cede a Cristo! Ven a Él. Inclínate ante Él. Él solo puede salvarte. No le pidas que haga nada. Tú tienes que descansar en Cristo – ¡no en ninguna oración! ¡No! ¡No! ¡Cede a Él sin pedir! ¡Ven a Él sin la oración!

“A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid...sin dinero y sin precio, vino y leche” (Isaías 55:1).

Oh qué gran fuente de misericordia
   Fluye del Salvador crucificado.
Preciosa la sangre que Él derramó
   Gracia y perdón para mi pecado.
(Traducción libre de “Oh, What a Fountain!”
   por Dr. John R. Rice, 1895-1980).

(FIN DEL SERMON)
Tú puedes leer los sermones de Dr. Hymers cada semana en el Internet
en www.realconversion.com. Oprime “Sermones en Español”.

La Escritura Leída por Dr. Kreighton L. Chan Antes del Sermón: Efesios 2:1-9.
El Solo Cantado por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith Antes del Sermón:
“Oh, What a Fountain!” (por Dr. John R. Rice, 1895-1980).
 

EL BOSQUEJO DE

POR QUE DEPENDER DE LA ORACION
TE ENVIARA AL INFIERNO

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

“Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía...” (II Tesalonisenses 2:3).

(Efesios 3:17; 1:1; Juan 14:23; Romanos 8:9;
Marcos 16:19; Colosenses 3:1)

I.   Primero, Apocalipsis 3:20 no dice nada sobre el “corazón,”
Apocalipsis 3:20.

II.  Segundo, Juan 1:12 no dice nada sobre el “corazón”, Juan 1:12, 13;
Mateo 11:28; Lucas 14:17; Isaías 55:1.