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LA RESURECCIÓN DE CRISTO Y LA
VANIDAD DE LA PREDICACIÓN MODERNA

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles
en la Mañana del Día del Señor, 12 de Abril del 2009

“Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe” (I Corintios 15:14).


El Dr. A. W. Tozer dijo, “Si la Cristiandad ha de rejuvenecer…debe aparecer un nuevo tipo de predicador…Él contradirá, denunciará y protestará en el nombre de Dios y se ganará el odio y la oposición de un gran segmento de la Cristiandad” (traducido de A. W. Tozer, D.D., Of God and Men, Christian Publications, 1960, pp. 22, 23).

El Dr. Martyn Lloyd-Jones frecuentemente señaló que vivimos en una época de predicación mediocre en América y en Europa. Él dio varias razones de esto en su libro, Preaching and Preachers [La Predicación y Los Predicadores] (Zondervan Publishing House, 1972). No cabe ninguna duda en mi mente que él estaba en lo correcto tocante a la predicación en el Occidente. Vivimos en una época de predicación muy débil y superficial en América y en Europa. ¡Cómo ansiamos a predicadores del Evangelio como Christmas Evans (1766-1838), Timothy Dwight (1752-1817), Howell Harris (1714-1773) y Asahel Nettleton (1783-1844)! ¿Hay realmente grandes predicadores aquí hoy en día? ¡Menciona uno! ¡El tiempo de grandes predicadores se ha terminado en el mundo Occidental! ¡Tienes que buscar en la China y en otros países del Tercer Mundo para hallar hombres que sí saben predicar!

Una de las razones principales por la predicación débil, aburrida, miserable de hoy en día es ¡que nuestros predicadores del Occidente se han salido del tema! Yo no sé de otros, pero mi certificado de ordenación dice que yo fui ordenado en la Primera Iglesia Bautista China de Los Ángeles, el 2 de Julio de 1972, para: “El Ministerio del Evangelio.” Eso es lo que dice en mi certificado de ordenación – que yo fui ordenado para “¡El Ministerio del Evangelio!” Eso significa que yo fui ordenado primeramente para predicar el Evangelio – no principalmente para dar charlas de motivación, no para enseñar la Biblia, no para educar a niños, no para enseñar la crianza de hijos, no para darle a las personas estimulo emocional – ¡sino que primeramente para predicar el evangelio! La mayoría de pastores fueron ordenados para predicar el Evangelio. Pero ellos se han salido del tema. Esa es una de las razones principales por la “predicación” vana, débil, blanda, insípida, y seca que hay en nuestros pulpitos Occidentales hoy en día. ¡La Predicación que no está centrada en el Evangelio jamás podrá ser predicación grandiosa!

Escucha a algunos de los temas sobre los que famosos pastores Americanos están hablando y verás, por los mismos temas, cuán aburridos deben ser para las pobres almas que tienen que soportarlos Domingo tras Domingo. Estos son temas verdaderos, de verdaderos pastores de hoy en día: “Cómo Someter Tu Corazón”, “Haciendo una Diferencia”, “Sanando Las Heridas De Tu Vida”, “Siete Etapas Para Vivir Tu Potencial Completo”, y “Es Más Fácil De Lo Que Tú Piensas.” Los “sermones” de hoy en día no son doctrinales. Son centrados en la psicología moderna y la ayuda-propia. Mencionan a Jesús, pero no están centrados en Cristo. Los títulos de los “sermones” modernos suenan como artículos de la revista “Selecciones” – llenos de pelusa y palabras baratas – con nada en ellos que perturbe a un miembro de la iglesia inconverso – o que capture la atención de un estudiante universitario que pueda estar presente en el servicio. Estos pequeños sermones al estilo “Selecciones”, que son dados para calmar a las mujeres mayores y no alborotar a nadie, ¡están matando la Cristiandad verdadera! ¡No son gran predicación! ¡Y no son gran predicación porque no están centrados en el Evangelio! ¡No son sermones centrados en Cristo, y los sermones que no tienen a Cristo en el centro jamás pueden ser grandes sermones! Ponlo como axioma – el que no predica a Cristo crucificado y resucitado, como su tema principal, jamás puede esperar ser un gran predicador bajo las normas de nadie, ni siquiera de su propia esposa!

Lo que tenemos en vez del verdadero Evangelio son pequeños “sermoncillos” para “Cristianillos”, la clase de sermones que acabo de mencionar. Predicador, escupe esa basura fuera de tu boca, y predica al Cristo crucificado y resucitado hasta que se caigan las estrellas, y el mundo sea juzgado con fuego. Y hasta que los cuencos de la ira divina sean derramados en un mundo sin Dios – ¡mantente predicando la Crucifixión y Resurrección del Hijo de Dios! Predicador, hagan lo que hagan los demás – mantente en el tema, el tema para el cual fuiste ordenado – ¡para predicar el Evangelio, para predicar a Cristo crucificado, para predicar a Cristo resucitado de los muertos! Mantén ese como tu tema principal Domingo tras Domingo, año tras año, década tras década – hasta que los Cielos se derritan en fuego y el abismo negro del Infierno se llene hasta el tope de pecadores – ¡mantente predicando la muerte vicaria de Jesús y Su gloriosa resurrección de los muertos! Spurgeon dijo que no podía pensar en nada más importante que predicar que en esos temas. ¡Con razón él era llamado “¡El Príncipe de Predicadores!” Toma a un príncipe de hombre mantenerse en los temas que mantendrá a los predicadores fuera del Infierno. Toma a un príncipe de hombre no ser engañado por el Diablo a dar pequeños sermones al estilo de “Selecciones”. Predicador, si tú estás leyendo esto, ¡arrepiéntete y regresa a la predicación del fuego del Infierno, la cruz Ensangrentada, predicación de la resurrección física que detiene a hombres y mujeres y jovencitos y jovencitas fuera del Lago de Fuego!

Acerquémonos a nuestro texto para aprender de la resurrección de Cristo – uno de los puntos centrales de la predicación verdadera, un punto que siempre ha sido prominente en la gran predicación, porque la resurrección de Cristo está en el mero centro del Evangelio.

“Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe” (I Corintios 15:14).

Sacaré a luz dos puntos.

I. Primero, si Cristo no resucitó nuestra predicación es vana y sin valor.

A diferencia de muchos sermones modernos, la predicación del Apóstol Pablo, y de todos los Apóstoles, estaba centrada en Cristo, no estaba centrada en el hombre, como lo es hoy en día. Cada sermón excepto uno registrado en el Libro de Los Hechos fue predicado sobre la resurrección de Cristo. Pero hoy, los predicadores están siempre tratando de hacer sus sermones “relevantes” a las necesidades modernas de sus congregaciones. Eso, en sí mismo, no está mal, pero la manera en que lo hacen está mal. El Evangelio de la muerte de Cristo por nuestros pecados y Su resurrección corporal de la tumba ¡son extraordinariamente relevantes hoy en día! ¡Nada podría ser más relevante! Aún así ¿adónde escuchamos estas grandes doctrinas ser predicadas en nuestros púlpitos Occidentales con autoridad y poder? Frecuentemente me parece que II Timoteo 4:3 ha sido cumplido en nuestro tiempo, aquí en América y en Europa.

“Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias” (II Timoteo 4:3).

El Dr. Michael Horton, en su libro, Christless Christianity [La Cristiandad Sin Cristo] (Baker Books, 2008) habla de dos diferentes ministros liberales de iglesias de “renombre” que fueron forzados a atender a iglesias evangélicas más conservadoras el Domingo de Resurrección. El primero era un teólogo liberal de “renombre”. Él dijo que “no parecía ser una junta de Dios. Las canciones eran casi exclusivamente acerca de nosotros, de nuestros sentimientos y de nuestras intenciones…pero no era claro de quien estaban hablando o por qué… Aunque era Domingo de Resurrección, el mensaje (sin un texto claro) era de cómo Jesús nos da fuerza para sobrepasar nuestros obstáculos…el teólogo se fue perturbado. Él había venido a una iglesia evangélica el Domingo de Resurrección, y en vez de encontrar a Dios y el anuncio de una Victoria verdadera sobre el pecado y la muerte por Jesucristo [se le dio una platica de cómo sobrepasar tus propios obstáculos]” (ibid., pp. 29-30).

Un segundo teólogo liberal fue a una iglesia que “creyente Bíblica” y que está “centrada en Cristo”, también en Domingo de Resurrección. Él también se decepcionó. “El sermón era de algo acerca de cómo Jesús venció sus retrocesos y como nosotros también podemos”. Esto confirmó su opinión de que hay pequeña diferencia entre la predicación evangélica y la liberal (ibid., p. 30). Estoy totalmente de acuerdo con esa evaluación.

Habiendo atendido dos seminarios liberales, escuché un sin número de sermones en iglesias Presbiterianas Unidas, Episcopales, y otras “de renombre”. ¡Cuando me hice un Bautista fundamentalista independiente hace veinticuatro años, fui grandemente sorprendido al darme cuenta que los pastores más jóvenes predicaban casi exactamente igual a los Episcopales y los Metodistas! ¡Para mi sorpresa, había muy poca diferencia! Los temas eran los mismos en ambos casos. El estilo de darlos era el mismo. Y la respuesta era la misma. ¡Adormitando a todos! Los sermones de hoy en día están diseñados para complacer a las mujeres mayores de las iglesias para que sigan asistiendo. ¡No están diseñados para convertir a los jóvenes! ¡No están diseñados para convertir pecadores!

“Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación…” (I Corintios 15:14).

¡Oh, lo vacío, lo insignificativo, lo vacío de la vanidad moderna, de la predicación centrada en el hombre! En 1900 a William Booth se le preguntó, “¿Cuáles son los peligros que confrontan al nuevo siglo?” Él respondió, “La Cristiandad sin Cristo”. Y eso es exactamente lo que se está predicando hoy en día. Cristo se menciona pero solo de paso. “Si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación.” Es falsa, sin base, vacía, hueca, inútil, sin valor, que no satisface, insípida sin importancia, insignificante e incompetente!

II. Segundo, si Cristo no resucitó vana es nuestra fe y sin valor.

“Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe” (I Corintios 15:14).

Si Cristo no resucitó entonces tu fe es falsa, vacía, infructuosa, e inútil. “Tú fe es también vana”. Esto se repite en el verso 17,

“Y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados” (I Corintios 15:17).

El Dr. Gill dijo, que si Cristo no ha resucitado,

Aún estáis en vuestros pecados; en un estado de naturaleza y no regenerado, bajo el poder y el dominio del pecado, sin ser regenerado ni santificado; porque la regeneración se debe a la resurrección de Cristo de los muertos…pero si Cristo no resucitó, nunca hubo, o habrá tal cosa como la regeneración… además, si Cristo no resucitó su gente está bajo la culpa de sus pecados: no hay expiación, ni remisión de ellos, ni justificación de ellos; por que él fue entregado como sacrificio para expiar por sus ofensas, y su sangre fue derramada para obtener el perdón de sus pecados, aún así él debe levantarse de nuevo para su justificación, y ser exaltado como Príncipe y Salvador…para dar arrepentimiento [y] remisión de pecado, o ellos nunca disfrutarán estas bendiciones; a pesar de su sufrimiento y muerte, si él está bajo el poder de la tumba, ellos deben permanecer bajo el poder y la culpa del pecado, y ser responsables por un castigo eterno por ello (traducción de John Gill, D.D., An Exposition of the New Testament, The Baptist Standard Bearer, 1989 reimpreso, tomo II, p. 729; nota de I Corintios 15:17).

“Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe” (I Corintios 15:14).

Pero el Apóstol Pablo dijo que él creía en la resurrección de Cristo. Él dijo:

“Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos”
       (I Corintios 15:20).

Pablo y los otros Apóstoles fueron cambiados de cobardes incrédulos a santos valientes de Dios al encontrar al Cristo resucitado. Ellos sufrieron y murieron porque sabían que Cristo había resucitado de la tumba.

Esteban murió apedreado mientras decía, “He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios” (Hechos 7:56). Felipe fue crucificado. Mateo fue decapitado en Etiopía. Jacobo murió apedreado en India. Matías murió apedreado en Jerusalén. Andrés fue crucificado en una cruz en forma de X. Tardó tres días para que él muriera. Marcos fue arrastrado por las calles Alejandría hasta que murió. Pedro fue crucificado de cabeza en el Circo de Nerón. Ileana y yo estuvimos exactamente en ese lugar. Tadeo fue traspasado con flecha en Armenia. Bartolomé fue crucificado. Tomás fue traspasado con una lanza por sacerdotes Hindúes en la India. Lucas fue colgado del cuello en un árbol de olivo en Grecia. Simón Celote fue cortado a la mitad en Persia. A Juan lo dejaron caer en un tonel con aceite hirviendo, y solo por un milagro se escapó de la muerte. Pablo fue decapitado. Estos hombres murieron por predicar la resurrección de Cristo. A través de los siglos personas les han creído porque prefirieron morir que negar haber visto, sentido y escuchado a Cristo después de que Él resucitó de los muertos.

A través de los siglos incontables miles han sido torturados y asesinados por la misma razón. Ellos encontraron al Cristo resucitado. Ellos sabían que Él había resucitado de los muertos por el poder de Dios. Y yo te digo ésta mañana que tú también, puedes venir a Cristo. Tú, también puedes conocerlo. Jesús dijo:

“Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37).

Cuando tú vienes a Jesús, Su Sangre lava tus pecados y tú eres renacido. Que esa sea tú experiencia por fe en Cristo Jesús. Que el Cristo resucitado se haga una realidad viva para ti. Como lo dijo Paul Rader, en una de sus canciones:

María lo vio, y “¡Maestro!” grito, Después que de la tumba Él salio;
De repente Jesús se paró en medio de ellos, Entro al cuarto cerrado.
¡Él que murió vive otra vez! ¡Él que murió vive otra vez!
Quebrantó las fuertes, frías garras de la muerte – ¡Él que murió vive otra vez!

Pedro lo vio a la orilla del mar, Comió con Él ahí en el mar;
Jesús decía, sus labios antes muertos, Pedro, ¿tú me amas?
¡Él que murió vive otra vez! ¡Él que murió vive otra vez!
Quebrantó las fuertes, frías garras de la muerte – ¡Él que murió vive otra vez!

Tomás lo vio ahí en el cuarto, Lo llamó Maestro y Señor,
Puso sus dedos en las llagas Hechas por los clavos y la espada.
¡Él que murió vive otra vez! ¡Él que murió vive otra vez!
Quebrantó las fuertes, frías garras de la muerte – ¡Él que murió vive otra vez!
   (Traducción literal de “Alive Again” por Paul Rader, 1878-1938).

(FIN DEL SERMÓN)
Tú puedes leer los sermones de Dr. Hymers’ cada semana en el Internet
en www.realconversion.com. Oprime “Sermones en Español”.

La Escritura Leída por Dr. Kreighton L. Chan Antes del Sermón: I Corintios 15:12-20.
El Solo Cantado por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith Antes del Sermón:
“Alive Again” (por Paul Rader, 1878-1938).


EL BOSQUEJO DE

LA RESURRECCIÓN DE CRISTO Y LA
VANIDAD DE LA PREDICACIÓN MODERNA

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

“Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe” (I Corintios 15:14).

I.   Primero, si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación y sin valor II Timoteo 4:3; I Corintios 15:14a.

II.  Segundo, si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra fe y sin valor, I Corintios 15:14b, 17, 20; Hechos 7:56;
Juan 6:37.