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¡LA PROPICIACIÓN!
(SERMÓN NUMERO 11 DE ISAÍAS 53)

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

Un sermón predicado la Mañana del Día del Señor, 25 de Marzo de 2007
en el Tabernáculo Bautista de Los Angeles

“Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado” (Isaías 53:10).


El Dr. J. Wilbur Chapman bellamente sacó a luz todos los puntos principales del Evangelio, en el coro de su canción “One Day!”

Viviendo, Él me amó; Muriendo, Él me salvó;
Sepultado, Él llevó muy lejos mis pecados;
Resucitado, Él me justificó gratis por siempre;
Él vendrá un día, ¡Qué gloria será!
    (traducción literal de “One Day!”
      por Dr. J. Wilbur Chapman, 1859-1918).

El Domingo pasado en la noche estudiamos el segundo punto del Evangelio, en la exposición de Isaías 53:9. El Apóstol Pablo llevó nuestra atención a la sepultura de Cristo siendo el segundo punto del Evangelio cuando dijo,

“y que fue sepultado” (I Corintios 15:4).

Esa es una parte del Evangelio que recibe poca atención hoy en día, pero es muy importante. El Apóstol habló de ello a cierta longitud en Romanos 6:3-5,

“¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección” (Romanos 6:3-5).

“Ser bautizado en Cristo significa morir con Cristo, sepultados con Cristo, y luego alzarnos a vida nueva con Cristo” (traducción literal de The Applied New Testament Commentary, Kingsway Publications, 1997, p. 568). Así ambos nuestro bautismo espiritual en Cristo y su retrato, en el bautismo de agua, enfatizan nuestro bautismo en Su muerte, sepultura y resurrección. Como lo dice el Dr. Chapman,

Viviendo, Él me amó; Muriendo, Él me salvó;
Sepultado, Él llevó muy lejos mis pecados;
Resucitado, Él me justificó gratis por siempre;
Él vendrá un día, ¡Qué gloria será!

Todos estos puntos del Evangelio son sacados a luz poderosamente y dramáticamente en Isaías capitulo cincuenta y tres. En el verso diez, se declara la muerte propiciatoria de Cristo.

En este texto, el punto principal va “tras las cortinas,” para mostrarnos que Dios Padre estaba obrando para la salvación de los pecadores al enviar a Su Hijo unigénito a atravesar los horrores de Su pasión. Desde el Huerto de Getsemaní hasta la Cruz del Calvario, Dios era el verdadero autor del sufrimiento de nuestro Salvador, porque el texto dice,

“Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado …” (Isaías 53:10).

El texto se centra en Dios el Padre y lo que Dios hizo a Jesús para nuestra salvación,

“A quien Dios puso como propiciación” (Romanos 3:25).

El Dr. W. A. Criswell dijo sobre este verso: “La propiciación es la obra de Cristo en la cruz, en la cual Él cumplió las demandas del Dios justo contra el pecado, satisfaciendo así los requisitos de la justicia de Dios, y cancelando la culpa del hombre” (traducción de W. A. Criswell, Ph.D., The Criswell Study Bible, Thomas Nelson Publishers, 1979, p. 1327, nota sobre Romanos 3:25).

“A quien Dios puso como propiciación” (Romanos 3:25).

La The Reformation Study Bible [Inglés] dice de este verso: “Cristo murió como sacrificio propiciatorio que satisface el juicio divino contra los pecadores, trayendo perdón y justificación. Pero Pablo tiene cuidado de indicar que el sacrificio [del Hijo de Dios] no causa que Dios el Padre nos ame. Lo opuesto es cierto – el amor de Dios causó que Él ofreciera a Su Hijo” (traducción de The Reformation Study Bible,Ligonier Ministries, 2005, p. 1618, nota de Romanos 3:25).

“Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8).

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).

“El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” (Romanos 8:32).

Así, es el amor de Dios por los pecadores que se halla tras ésta tremenda profecía de que Cristo sería entregado a Su sufrimiento y muerte “por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios” (Hechos 2:23). Es por eso que

“Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado …” (Isaías 53:10).

Dios Padre era el origen del sufrimiento y muerte de Cristo. No te asquees de ese hecho en nuestro ya que muestra claramente lo que Juan 3:16 declara, “que [Dios Padre] ha dado a su Hijo unigénito” (Juan 3:16), para que Su ira contra el pecado pudiese ser propiciada, ¡y los pecadores pudiesen hallar la salvación por medio de la Sangre de Cristo! Viendo el texto más de cerca vemos que (1) Dios quiso quebrantarlo; (2) Dios le sujetó a padecimiento; (3) Dios puso su vida en expiación por el pecado.

I. Primero, Dios quiso quebrantarlo.

“Jehová quiso quebrantarlo” (Isaías 53:10).

La palabra traducida “quebrantarlo” significa “triturar.” “Jehová quiso triturarlo.” El Dr. Edward J. Young dijo: “Pese a la inocencia de [Cristo], Jehová tuvo placer en quebrantarlo [y triturarlo]. Su muerte no estuvo en manos de hombres malvados sino que en manos de Dios. Esto no quita la responsabilidad de aquellos que le dieron muerte, sino que ellos no tuvieron control de la situación. Solamente estaban haciendo lo que el Señor les permitió hacer” (traducción literal de Edward J. Young, The Book of Isaiah, William B. Eerdmans Publishing Company, 1972, tomo 3, pp. 353-354).

Como dijimos, esto se muestra claramente en Romanos 3:25, tocante a Cristo,

“A quien Dios puso como propiciación” (Romanos 3:25).

Y en Juan 3:16, que,

“De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito” (Juan 3:16)

para propiciar Su ira contra el pecado, y hacer posible la salvación para el hombre pecaminoso.

“Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo [triturarlo]”
      (Isaías 53:10).

Yo creo firmemente que Dios Padre quebrantó y trituró a Su Hijo empezando en el Huerto de Getsemaní, porque Mateo nos dice que en el Huerto de Getsemaní, Dios dijo, “Heriré al pastor” (Mateo 26:31). El Evangelio de Marcos también nos dice eso, en Getsemaní, “Heriré al pastor” (Marcos 14:27). Así, estamos convencidos de que Dios hirió a Jesús, lo quebrantó, y comenzó a quebrantarlo como propiciación vicaria por nuestros pecados en la oscuridad del Getsemaní. Spurgeon habló de eso cuando declaró,

No era que ahora nuestro Señor tuviese que tomar cierta copa de la mano del Padre. Ni de los Judíos, ni del traidor Judas, ni de los discípulos que dormían, ni del diablo que venía el canino [en el Huerto] ahora, sino que era una copa llena por el que él sabía que era Su Padre...una copa que asombraba su alma y angustiaba lo más profundo de su ser. Se rehuía atemorizaba de ella, por eso está seguro de que era [una copa] más amarga que el dolor físico, ya que de eso no rehuyó...era algo inconcebiblemente terrible, horriblemente lleno de temor, lo que le llegó de la mano del Padre. Esto quita la toda duda de lo que era, porque leemos: “Jehová quiso quebrantarlo...” El Señor hizo posar sobre Él el pecado de todos nosotros. Él había hecho pecado por nosotros a aquel que no conocía el pecado. Esto, es lo que le causó tan gran depresión al Salvador...Él debe padecer [en el lugar] del pecador. He aquí el secreto de aquellas agonías [en el Huerto] que para mi no es posible [explicarle completamente] a ustedes, así que es cierto que –

‘Solamente y solo Dios,
Conoce por complete su dolor.’

(Traducción literal de C. H. Spurgeon, “The Agony in Gethsemane,” The Metropolitan Tabernacle Pulpit, Pilgrim Publications, 1971, tomo XX, pp. 592-593).

“Jehová quiso quebrantarlo” (Isaías 53:10).

Bajo el peso del pecado humano, derramado sobre Él en el Huerto, Cristo fue triturado, Él fue quebrantado por el peso de tu pecado al tal extremo que

“Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra”
      (Lucas 22:44).

Ningún humano le había tocado aun. Todavía no había sido arrestado, ni azotado ni flagelado, ni crucificado. No, fue Dios el Padre que lo quebrantó y trituró, porque fue Dios el Padre que dijo ahí en Getsemaní, “ Heriré al pastor” (Mateo 26:31). Yo creo que eso fue lo que Dios profetizó por medio de Isaías,

“Jehová quiso quebrantarlo” (Isaías 53:10).

II. Segundo, Dios lo sujetó a padecimiento.

“Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento …” (Isaías 53:10).

De nuevo, fue Dios quien puso a Su Hijo unigénito bajo el padecimiento que Él experimento durante Su pasión y muerte. El Dr. Gill dijo,

Sujetando [Él] a padecimiento [causado que Él padezca]...cuando no lo escatimó, sino que le entregó en manos de hombres perversos, a la muerte: él fue puesto bajo padecimiento en le huerto, cuando su alma estuvo muy angustiada, y en la cruz, cuando fue clavado a ella, [y] tuvo el peso del pecado de su pueblo, y la ira de su padre sobre él, y cuando él escondió su rostro de él, que lo hizo clamar: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?... [permitiéndole] ser puesto bajo el dolor, de ambos cuerpo y mente (traducción literal de John Gill, D.D., An Exposition of the Old Testament, The Baptist Standard Bearer, re-impreso 1989, tomo V, pagina 315).

Jesús sufrió voluntariamente el quebranto y el dolor, los azotes y la crucifixión, padeciendo voluntariamente por nuestros pecados, porque Él dijo,

“Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió” (Juan 6:38).

“A éste, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios” (Hechos 2:23).

“Hecho por nosotros maldición” (Gálatas 3:13).

“Y él es la propiciación por nuestros pecados” (I Juan 2:2).

“A quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre” (Romanos 3:25).

Nadie puede decir la ira que Él llevó,
    La tanto me merecía yo;
¡Todo el pecado Él cargó,
    Para liberar al pecador!
(traducción literal de “The Cup of Wrath”
    por Albert Midlane, 1825-1909;  
        al son de “O Set Ye Open Unto Me”).

“Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento…” (Isaías 53:10).

III. Tercero, Dios hizo su alma expiación por el pecado.

Leamos el texto de pie y en voz alta, acabando con “expiación por el pecado.”

“Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado” (Isaías 53:10).

Se pueden sentar.

Nota la frase “con todo” al principio. Se refiere al verso nueve, “aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca. Con todo...” (Isaías 53:9-10a). Aunque Jesús nunca había pecado, “ con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento...” El comentario del Dr. Gaebelein dice, “El verso 10 es casi chocante en su aparente presentación del desecho arbitrario de la justicia personal [de Cristo], pero luego el lector recuerda la naturaleza sustituta de dichos sufrimientos...De una sola vez Dios se ve no como duro sino asombrantemente lleno de gracia” (traducción literal de Frank E. Gaebelein, D.D., General Editor, The Expositor’s Bible Commentary, Zondervan, 1986, tomo 6, p. 304).

“Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado” (Isaías 53:10).

“El...no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros” (Romanos 8:32).

“Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero...por cuya herida fuisteis sanados” (I Pedro 2:24).

“Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él”
      (II Corintios 5:21).

“Cuando haya puesto su vida por expiación por el pecado” (Isaías 53:10).

Nadie puede decir la ira que Él llevó,
    La tanto me merecía yo;
¡Todo el pecado Él cargó,
    Para liberar al pecador!
(Traducción literal de “The Cup of Wrath”
   por Albert Midlane, 1825-1909).

Mi esperanza está en el Señor
    Quien se dio a Sí mismo por mi,
Y pagó la precio por mis pecados,
   En Calvario.

Ningún mérito mío
    Quita Su enojo,
Mi única esperanza se halla
    En la justicia de Jesús.
(Traducción literal de “My Hope is in the Lord”
    por Norman J. Clayton, 1903-1992).

“Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado” (Isaías 53:10).

Cristo era la ofrenda de Dios por el pecado. Cristo murió en tu lugar, como sustituto tuyo. Cristo padeció vicariamente por ti, como propiciación, para pagar la pena de tu pecado, para volver la ira de Dios lejos de ti y llevarla toda sobre Él mismo. Cuando veas los clavos atravesando Sus manos y pies, es por ti. Él muere, el justo por los injustos, para llevarte a Dios en un estado justamente perdonado. Spurgeon dijo,

El hombre fue condenado al fuego eterno por el pecado; cuando Dios tomó a Cristo para ser el sustituto, no lo envió al fuego eterno, sino que derramó sobre él el dolor, tan desesperado, que fue un pago válido aun para una eternidad de fuego...porque en aquella hora Cristo tomó todos nuestros pecados, pasados, presentes, y por venir, y fue castigado por todos ellos allí mismo, para que nosotros jamás seamos castigados, porque él padeció en nuestro [lugar]. ¿Ves, entonces, como fue que el Padre lo quebrantó? Sin que Él hiciese esto a menos que esto fuese hecho, las agonías de Cristo no podrían haber sido por nuestro [merecido] sufrimiento [en el Infierno] (traducción literal de C. H. Spurgeon, “The Death of Christ,” The New Park Street Pulpit, Pilgrim Publications, re-impreso en 1981, tomo IV, paginas 69-70).

Sin embargo la muerte de Cristo no salva de los dolores del Infierno a todos los hombres. Solamente a aquellos que son convertidos a Cristo y son salvos. Él murió por los pecadores, y por los pecadores solamente, por aquellos que saben dolorosamente dentro de sí mismos que son pecadores, y buscan a Cristo para el perdón.

Tu sentido del pecado y tu sentido de la necesidad de Jesús son las marcas que muestran que Su muerte curará tu pecado. Los que paran un momento para pensar en Su muerte y luego se olvidan, se irán a recibir castigo eterno por sus propios pecados, porque rechazan el pago que Cristo hizo por ellos en la Cruz.

Por eso piensa detenidamente y cuidadosamente sobre la muerte de Jesús. Porque si no lo haces, en la eternidad te espera la condena,

“El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado” (Marcos 16:16).

(FIN DEL SERMÓN)
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La Escritura Leída por el Dr. Kreighton L. Chan Antes del Sermón: Romanos 3:21-26.
El Solo Cantado por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith Antes del Sermón:
“O, My Soul, What Darkness” (por John Parker, 2007).


EL BOSQUEJO DE

¡LA PROPICIACIÓN!
(SERMÓN NUMERO 11 DE ISAÍAS 53)

por Dr. R. L. Hymers, Jr.


“Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado” (Isaías 53:10).

(I Corintios 15:4; Romanos 6:3-5; 3:25; 5:8;
Juan 3:16; Romanos 8:32; Hechos 2:23)

I.   Primero, Dios quiso quebrantarlo, Isaías 53:10a; Mateo 26:31;
Marcos 14:27; Lucas 22:44.

II.  Segundo, Dios lo sujetó a padecimiento, Isaías 53:10b; Juan 6:38.

III. Tercero, Dios hizo su alma expiación por el pecado, Isaías 53:10c;
Isaías 53:9-10a; Romanos 8:32; I Pedro 2:24; II Corintios 5:21;
Marcos 16:16.