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EL SUFRIMIENTO DE CRISTO – LO CIERTO Y LO FALSO
(SERMON NUMERO 5 DE ISAÍAS 53)

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

Un sermón predicado la Mañana del Día del Señor, 2 de Marzo de 2007
en el Tabernáculo Bautista de Los Angeles

“Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido” (Isaías 53:4).

La primera parte del nuestro texto dice que Jesús “llevó nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores.” Esta parte del verso fue citada en el Nuevo Testamento, en Mateo 8:17,

“Para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias” (Mateo 8:17).

El Dr. J. Vernon McGee dijo: “Este verso probablemente es usado por los curanderos de fe más que ningún otro verso. Dicen que el saneamiento físico está en la expiación, y usan esta citación [de Isaías 53:4, dada en Mateo] para apoyar su posición.” (traducción literal de J. Vernon McGee, Thru the Bible, Thomas Nelson Publishers, 1983, tomo IV, p. 48). El Dr. Edward J. Young dijo: “La referencia en Mateo 8:17 es propia, porque pese a que la figura el ejemplo aquí de enfermedad se refiere al mismo pecado, el verso también incluye la idea de que las consecuencias de pecado son quitadas. La enfermedad es compañera inseparable del pecado” (traducción literal de Edward J. Young, Ph.D., The Book of Isaiah, William B. Eerdmans Publishing Company, tomo 3, p. 345).

Eso aclara que en Mateo 8:17 la expiación se aplica a sanar enfermedad. Pero debemos recordar que es solo una aplicación dada por Mateo, y no es el significado principal dado en nuestro texto. El Profesor “Hengstenberg dice correctamente que el siervo [Cristo] lleva el pecado en sus consecuencias, y entre ellas la enfermedad y el dolor ocupan un lugar principal. Se debe notar que Mateo deliberadamente se desvía de [el Hebreo en Isaías 53:4]...para enfatizar el hecho de que Cristo realmente llevó nuestras enfermedades” (citado en Young, ibid., pagina 345, nota al pie 13).

Leer cuidadosamente los cuatro Evangelios nos mostrará que Cristo sanó enfermedades como muestra de que Él podía sanar el alma, salvándola en la conversión. El Sábado pasado prediqué sobre los diez leprosos que alzaron la voz a Jesús, y decían: “¡Maestro, ten misericordia de nosotros!” (Lucas 17:13). Jesús los envió al Templo a mostrarse a los sacerdotes, y “mientras iban, fueron limpiados” (Lucas 17:14). Ellos fueron físicamente limpiados por Su poder, pero no fueron salvos. Solamente uno de ellos volvió. Él recibió saneamiento espiritual de sus pecados, en la conversión, cuando él vino a Jesús, “y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias” (Lucas 17:16). Entonces Jesús le dijo: “Levántate, vete; tu fe te ha salvado” (Lucas 17:19). Él fue entonces sanado espiritualmente así como físicamente. Vemos esto en muchos de los sanares milagrosos que Jesús hizo, como cuando le abrió los ojos al ciego en el capitulo nueve de Juan. El hombre fue primero sanado de la ceguera, pero pensaba que Jesús era solamente “un profeta” (Juan 9:17). Después dijo,

“Creo, Señor; y le adoró” (Juan 9:38).

Por lo tanto concluyo que el saneamiento físico es secundario, y que el énfasis principal de Isaías 53:4 está sobre el saneamiento espiritual. El Dr. J. Vernon McGee dijo,

Esta pasaje de Isaías declara que somos sanados de nuestras transgresiones e iniquidades [Isaías 53:5]. Me dices tú: “¿Estás seguro?” Yo sé que de eso hablan los versos porque Pedro dice: “quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados” (I Pedro 2:24). ¿Sanados de qué? De “pecados.” Pedro lo está declarando muy bien que habla del pecado (McGee, ibid., pagina 49).

Esta explicación nos lleva de nuevo a nuestro texto,

“Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido” (Isaías 53:4).

Este verso se divide naturalmente en dos partes: (1) la verdadera razón por que Cristo sufrió, dada en la Biblia, y (2) la razón falsa que hombres cegados creen.

I. Primero, la razón verdadera por el sufrimiento de Cristo,
dada en las Sagradas Escrituras.

“Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores…” (Isaías 53:4).

La palabra “ciertamente” introduce el contraste entre la verdadera razón por que Cristo sufrió y la razón falsa que hombres cegados creen. “Ciertamente,” entonces es la declaración verdadera, “y,” luego la declaración falsa;

Ciertamente llevó Él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores: y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido” (Isaías 53:4).

Entonces las palabras “enfermedades” y “Dolores” deben entenderse. La palabras Hebrea para “enfermedades” significa eso, “enfermedades.” Isaías la usa como sinónimo de la enfermedad del pecado. “Dolores” se refiere al “sentir dolor, angustia.” Así que “la enfermedad” del pecado, y los “dolores, y angustia” que el pecado produce son lo que significa esto – la enfermedad misma del pecado y su dolor.

Luego nota la palabra “llevó.” Significa “cargar.” Pero “significa más que llevar [o cargar]. La idea es en vez levantar y cargar” (Young, ibid., p. 345). Cristo levanta el pecado que pertenece al hombre, lo alza sobre Sí mismo, y se lleva esos pecados. Como Cristo levantó Su Cruz y la cargó hacia el Calvario, así levanta el pecado del hombre y se lo lleva. Eso es lo que el Apóstol Pablo quiso decir cuando dijo de Cristo,

“Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero” (I Pedro 2:24).

Como dice el Comentario Keil and Delitzsch,

El significado no es solo que [Cristo] haya entrado al compañerismo de nuestros sufrimientos, sino que Él llevó sobre Él mismo los sufrimientos que teníamos que llevar y que merecíamos llevar, y por eso no solamente los quitó...sino que los llevó en Su propia persona [Su propio cuerpo], para liberarnos de ellos. Pero cuando una persona lleva sobre sí el sufrimiento que otro hubiese tenido que llevar, y no solamente lo soporta con él sino que toma su [lugar], esto se llama sustitución (traducción literal de C. F. Keil and F. Delitzsch, Commentary on the Old Testament in Ten Volumes, William B. Eerdmans Publishing Company, reimpreso en 1973, tomo VII, p. 316).

Cristo llevó nuestros pecados en Su propio cuerpo y se los llevó al monte Calvario, a la Cruz, y allí Él pagó el precio de nuestros pecados. ¡¡¡”Esto se llama sustitución”!!!

Llevando la vergüenza y la burla,
En mi puesto condenado estuvo;
Selló mi perdón con Su sangre;
¡Hallelujah! ¡Qué Salvador!
   (traducción literal de “Hallelujah! What a Saviour!”
       por Philip P. Bliss, 1838-1876).

“Mas él herido fue por nuestras rebeliones, [él fue] molido por nuestros pecados” (Isaías 53:5).

“Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras” (I Corintios 15:3).

Dr. W. A. Criswell dijo,

La muerte de Cristo en la cruz es el fruto y resultado de nuestros pecados. ¿Quién mató al Señor Jesús? ¿Quién ejecutó al Príncipe de Gloria? ¿Quién lo clavó a la cruz donde Él sufrió y murió? ¿De quién fue la culpa?...Debe decirse que todos tuvimos parte. Mis pecados presionaron sobre Sus sienes aquella corona de espinas. Mis pecados traspasaron los clavos por Sus manos. Mis pecados metieron la lanza en Su corazón. Mis pecados clavaron al Señor Jesús en el madero. Ese es el...significado de la muerte de nuestro Señor (traducción literal de W. A. Criswell, Ph.D., “The Blood of the Cross,” Messages From My Heart, REL Publications, 1994, paginas 510-511).

“Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras” (I Corintios 15:3).

“Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores…” (Isaías 53:4).

Esa es la verdadera razón por el sufrimiento de Cristo – ¡para pagar por tus pecados! ¡Pero la raza humana en su ceguera y rebelión, ha torcido la verdad bella y salvadora de la muerte por sustitución de Cristo, en una mentira! Lo que nos lleva al punto numero dos.

II. Segundo, la falsa razón por el sufrimiento de Cristo,
dada por hombres cegados.

Mira de nuevo a nuestro texto. Leámoslo juntos de pie y en voz alta.

“Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido” (Isaías 53:4).

Se pueden sentar.

“Y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios, y abatido.” “Nosotros,” los descendientes de Adán. Cegados por Satanás mismo, nosotros fallamos de ver el sufrimiento que Cristo era vicario, que Él murió en nuestro lugar, como nuestro sustituto. Nosotros pensábamos que era un simple necio, talvez loco o lunático, o como dijeron los Fariseos, “poseído de algún demonio,” trajimos Su sufrimiento al pelear y jadear contra el orden establecido. Igual que los amigos de Job, nosotros pensamos que Sus propios pecados y tonterías trajeron la ira de Dios y el hombre contra Él. Pensábamos que Él, a lo mejor, era un mártir que murió por nada.

¿Azotado? ¡Sí, sabíamos que fue azotado! ¿Herido? ¡Sí, sabíamos que era herido! ¿Abatido? ¡Sí, también sabíamos eso! Todos sabíamos que fue abofeteado con lo puños. Sabíamos que fue azotado con látigo. ¡Sabíamos que fue clavado a una cruz! ¡Todo hombre y mujer y niño sabe esas cosas! Pero las representamos mal. Las interpretamos mal. ¡No nos dábamos cuenta de que fueron nuestras enfermedades que Él llevó, nuestros dolores los que Él sufrió! Cuando en nuestra mente lo vimos clavado a la Cruz, pensábamos que era castigado por Sus propios pecados y necedades y errores. “¡Pero no! Fue por nuestras iniquidades, nuestras transgresiones, y para que nosotros pudiésemos tener paz, y para que nosotros pudiésemos ser sanados. Lo cierto es que fuimos nosotros los que nos descarriamos y caminamos en nuestra propia voluntad, y [Dios] puso nuestros pecados sobre Él, el sustituto sin pecado” (traducción literal de William MacDonald, Believer’s Bible Commentary, Thomas Nelson Publishers, 1995, p. 979).

De nuestra culpa nos dio paz,
De nuestro cautiverio nos soltó,
Y con Sus llagas, y con Sus llagas,
Y con Sus llagas son sanadas nuestras almas.
   (Thomas O. Chisholm)

“Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido” (Isaías 53:4).

¿Ha sido eso cierto de ti? ¿Has pensado que Jesús murió en la Cruz por alguna otra razón aparte de llevar tus pecados? Entonces, sabiendo ahora que Cristo murió en tu lugar para quitar la pena de tus pecados, vendrás a Él en fe simple? ¿Confiarás en el Hijo de Dios y serás lavado de todo tu pecados por Su santa y preciosa Sangre?

Te pido que quites tu mente de toda idea falsa que tuviste sobre Su sufrimiento y muerte. Él murió para pagar la pena de tu pecado. Él ha resucitado de los muertos. Él está sentado ahora a la diestra de Dios en el Cielo. Te pido que vengas a Él, que caigas sobre Él, a confiar en Él y ser salvo.

Pero no es suficiente saber estos hechos sobre Jesús. Tú puedes saber todos estos puntos sobre Su muerte y aun no ser un Cristiano. Tú puedes saber la verdad sobre la muerte vicaria de Cristo en la Cruz, tú puedes saber que Él murió en el lugar del pecador y aun estar inconverso. Tú tienes que tener un encuentro con Jesucristo, el Señor resucitado.

Tú tienes que venir a Él e inclinar tus ojos y someterte a Él por fe. Ese es el camino de salvación. Esa es a puerta a la vida eterna. Amen.

(FIN DEL SERMÓN)
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La Escritura Leía por Dr. Kreighton L. Chan Antes del Sermón: I Pedro 2:21-25.
EL Solo Cantado por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith Antes del Sermón:
“Hallelujah! What a Saviour!” (por Philip P. Bliss, 1838-1876).

EL BOSQUEJO DE

EL SUFRIMIENTO DE CRISTO – LO CIERTO Y LO FALSO
(SERMON NUMERO 5 DE ISAÍAS 53)

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

“Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido” (Isaías 53:4).

(Mateo 8:17; Lucas 17:13, 14, 16, 19;
Juan 9:17, 38; I Pedro 2:24)

I.   Primero, la verdadera razón por el sufrimiento de Cristo,
dada en las Sagradas Escrituras, Isaías 53:4a, 5; I Corintios 15:3.

II.  Segundo, la razón falsa por el sufrimiento de Cristo,
dada por hombres cegados, Isaías 53:4b.