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LA ORACIÓN DE CRISTO EN GETSEMANÍ

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Angeles
en la Tarde del Día del Señor, 15 de Febrero de 2004

“Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: sentaos aquí, entre tanto que voy allí y oro. Y tomando a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera. Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy tiste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo. Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú” (Mateo 26:36-39).


El Domingo pasado en la noche seguimos a Cristo dentro de la oscuridad del Huerto de Getsemaní. Vimos el horror y la agonía de Su asombrante sufrimiento allí.

Ved al Hijo de Dios, sufriendo,
¡Clamando, gimiendo, sudando sangre!
¡Profundidades de amor divino!
¡Cuan grande fue tu amor, Jesús!
   (traducción libre de “Thine Unknown Sufferings”
      por Joseph Hart, 1712-1768).

Spurgeon señaló el contraste entre el Huerto del Edén y el Huerto de Getsemaní.

No pensamos que como en un huerto, la indulgencia propia de Adán nos arruinó, así en otro huerto las agonías del [segundo] Adán nos restaurarían[¿?]. El Getsemaní suple la medicina para los males que siguieron al fruto prohibido del Edén (traducción literal de C. H. Spurgeon, “The Agony in Gethsemane,” The Metropolitan Tabernacle Pulpit, Pilgrim, 1971, tomo xx, pagina 589).

En el Huerto de Edén, Adán pecó y trajo ruina a la humanidad. En el Huerto de Getsemaní, Cristo tomó sobre Sí Mismo el pecado de la humanidad para restaurar a nuestra raza caída.

“Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán [Cristo] espíritu vivificante” (I Corintios 15:45).

“Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos” (Romanos 5:19).

Allí, en el Huerto de Getsemaní, Cristo se volvió el macho cabrío, cargando con todos los pecados de la raza de Adán.

“Y aquel macho cabrío llevará sobre sí todas las iniquidades de ellos a tierra inhabitada; y dejará ir al macho cabrío por el desierto” (Levítico 16:22).

En el desierto oscuro del Getsemaní, Cristo llevó “todas [nuestras] iniquidades.”

“Jehová cargo sobre él el pecado de todos nosotros”
      (Isaías 53:6).

Él es

“varón de dolores, experimentado en quebranto...Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores” (Isaías 53:3-4).

Todo el peso de nuestros pecados fue puesto sobre Jesús. No es una maravilla que haya dicho,

“Mi alma está muy triste, hasta la muerte” (Mateo 26:38).

No es una maravilla que haya dicho,

“Estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra”
      (Lucas 22:44).

Allí, en el Huerto, Cristo se volvió en el que carga con nuestro pecado.

Mucho del sufrimiento suyo bajo el peso de nuestro pecado está más allá del entendimiento humano. Aun los angeles en el Cielo no podían comprender completamente la agonía de Cristo bajo el peso del pecado humano. Como lo puso Joseph Hart,

Mucho hablamos de la sangre de Jesús,
¡Pero cuán poco comprendemos!
De Sus sufrimientos tan intensos,
Los ángeles no comprenden todo.

¿Quién comprenderá bien
Su principio o su final?
Es solamente Dios y solo Él
Quien conoce su peso completamente.

Ved al Hijo de Dios, sufriendo,
¡Clamando, gimiendo, sudando sangre!
¡Profundidades de amor divino!
¡Cuan grande fue tu amor, Jesús!
   (traducción libre de “Thine Unknown Sufferings”
      por Joseph Hart, 1712-1768).

Ahora vamos a la oración que Cristo oró en Getsemaní. Voltea por favor a Mateo 26: 38-39. Leamos de pie y en voz alta estos dos versos.

“Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy tiste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo. Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú” (Mateo 26:38-39).

Se pueden sentar.

La interpretación común de la oración de Jesús es que Él oraba para ser librado de la Cruz. Pero yo no creo que ese es el punto de vista correcto. Creo que la interpretación del Dr. John R. Rice y del Dr. J. Oliver Buswell es correcta. El Dr. Rice y el Dr. Buswell dicen que “la copa” de la cual oraba Cristo no era la Cruz, que padecería al día siguiente, sino que “la copa” se refería a Su muerte esa misma noche en el Huerto. El Dr. Buswell dijo,

El sudor profuso como el que Lucas describe es característico de un estado de choque en el cual aquel que lo padece está a punto de desvanecerse y hasta morir...Nuestro Señor Jesucristo, viéndose en este estado físico de extremo choque, oró para ser librado de la muerte en el huerto, para así poder cumplir Su propósito en la cruz (traducción literal de Dr. J. Oliver Buswell, A Systematic Theology of the Christian Religion, Zondervan, 1971, parte III, p. 62).

El Dr. John R. Rice dijo virtualmente lo mismo:

Sin poner atención a los versos 37 y 38 [de Mateo 26], el significado de la oración de Getsemaní se pierde. Jesús estaba en congoja y Su alma estaba “triste, hasta la muerte,” o sea, que literalmente moría de dolor...Jesús oraba que la copa de la muerte pasase de Él aquella noche para poder vivir y morir en la cruz el día siguiente (traducción libre de Dr. John R. Rice, The Gospel According to Matthew, Sword of the Lord, 1980, pagina 441).

El Dr. Buswell y el Dr. Rice ambos señalan a Hebreos 5:7, y nos dicen que este verso se refiere a la oración de Cristo en el Huerto de Getsemaní (Rice, ibid., Buswell, ibid., páginas 62-63). Por favor voltea a Hebreos 5:7. Leámoslo de pie y en voz alta. Este verso se refiere a la humanidad de Cristo. Por favor léalo en voz alta.

“Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a cause de su temor reverente” (Hebreos 5:7).

Se pueden sentar.

El Dr. Buswell dijo que Cristo

Oraba para ser librado de la muerte en el huerto, para poder cumplir Su propósito en la cruz. Esta interpretación armoniza con Hebreos 5:7, y me parece que es la única interpretación que armoniza (Buswell, ibid.).

Dr. Rice dijo,

La copa mencionada...era la copa de la muerte, la muerte esa noche en el Huerto de Getsemaní. Esto está claro especialmente Hebreos 5:7 donde se nos dice que Jesús “ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a cause de su temor reverente.” A punto de morir en el Huerto de Getsemaní, Jesús oraba que la copa de la muerte pasara de Él para poder vivir y así morir en la cruz el día siguiente. Las Escrituras nos dicen que ¡“fue oído”! Dios contestó Su oración (Rice, ibid.).

Luego el Dr. Rice señala la importancia de la oración de Cristo en el Huerto.

Que agradecidos debemos estar de que Jesús “oró hasta el final” esa noche y recibió la respuesta a Su oración. Si Jesús hubiese muerto en el Huerto de Getsemaní no tendríamos un Evangelio que salva, porque el Evangelio es “que Cristo murió por nuestros pecados conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras” (I Corintios 15:3-4). No cualquier muerte ordinaria haría el trabajo, la muerte de Cristo tiene que ser conforme a las Escrituras...Si Jesús no moría literalmente “conforme a las Escrituras,” entonces no podría ser nuestro Salvador. ¡Gracias a Dios Sus oraciones en el Huerto de Getsemaní fueron contestadas!...Lucas 22:43 nos dice que "se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle.” Sin el fortalecimiento sobrenatural de Su cuerpo, Cristo seguramente hubiera muerto en el Huerto aquella noche (traducción literal de Dr. John R. Rice, ibid., pp. 441-442).

El Dr. Rice dio un buen punto. Si Cristo hubiese muerto en el Huerto de Getsemaní, no hubiese podido salvarnos – porque Él tenía que morir “conforme” a las Escrituras del Antiguo Testamento. Kata tas graphas, “conforme a las Escrituras.” Antes de la crucifixión, Jesús dijo,

“Porque lo que está escrito de mí, tiene cumplimiento”
      (Lucas 22:37).

Después de su resurrección, Jesús dijo,

“¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían” (Lucas 24:25-27).

“Lo que está escrito de mí, tiene cumplimiento.” Cristo tiene que morir kata tas graphas, “conforme a las Escrituras.” Si hubiese muerto allí en el Huerto, bajo el peso de nuestros pecados, Él no hubiese cumplido las Escrituras del Antiguo Testamento – y, ¡no hubiese sido el Salvador profetizado!

Volteemos a varios lugares en el Antiguo Testamento que predijeron cómo debería morir el Salvador, “conforme a las Escrituras.” Primero, voltea a Isaías 50:6.

“Di mi cuerpo a los heridores, y mis mejillas a los que me mesaban la barba; no escondí mi rostro de injurias y de esputos” (Isaías 50:6).

Si Jesús hubiese muerto bajo el peso de nuestros pecados en Getsemaní, Él no hubiera cumplido esta Escritura. Él no hubiera sido flagelado por los soldados Romanos, como lo fue la siguiente mañana. Él no hubiera tenido parte de Su barba haladas por sus manos crueles. Él no hubiera padecido la vergüenza de que le escupieran en Su rostro.

Ahora voltea a Isaías 53:5.

“Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53:5).

Si Jesús hubiese muerto bajo el peso de nuestros pecados en Getsemaní, Él no hubiera cumplido la Escritura. Él no hubiese sido herido, o horadado. Él no hubiera sido molido. Él no hubiese sido flagelado hasta casi morir antes de ser crucificado.

Ahora mira Isaías 53:9.

“Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte...” (Isaías 53:9).

Si Él hubiese muerto en Getsemaní, Él no hubiera sido sepultado con los impíos y con los ricos, como Mateo 27:57-61 nos dice que fue, después de la crucifixión.

Mira a Isaías 53:12.

“Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores” (Isaías 53:12).

Si Él hubiese muerto bajo el peso de nuestros pecados en Getsemaní, Él no hubiera sido contado con los pecadores,” crucificado entre dos ladrones. Él no hubiera “orado por los transgresores,” como lo hizo cuando Él oró, desde la Cruz, “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34).

Ahora voltea a Salmo 22. En este gran Salmo profético David nos dijo muchas cosas que no hubieran sucedido “conforme a las escrituras,” si Cristo hubiese muerto bajo el peso de nuestros pecados en Getsemaní. Mira los versos siete y ocho.

“Todos los que me ven me escarnecen; Estiran la boca, menean la cabeza, diciendo: Se encomendó a Jehová; líbrele él; Sálvele, puesto que en él se complacía” (Salmo 22:7-8).

Los principales sacerdotes y escribas mofaban a Jesús, así, cuando colgaba Él de la Cruz,

“Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere; porque ha dicho: Soy Hijo de Dios” (Mateo 27:43).

Mira el verso dieciséis.

“Porque perros me han rodeado; Me ha cercado cuadrilla de malignos; Horadaron mis manos y mis pies” (Salmo 22:16).

Sus manos y pies no hubieran sido horadados si El hubiese muerto en Getsemaní, bajo el peso de nuestros pecados. El profeta Zacarías también dijo,

“Y mirarán a mí, a quien traspasaron” (Zacarías 12:10).

“Y le preguntarán: ¿Qué heridas son estas en tus manos? Y él responderá: Con ellas fui herido en la casa de mis amigos” (Zacarías 13:6).

Esos tres versos en Zacarías 12:10, Zacarías 13:6, y Salmo 22:16, muestran que las manos y pies de el Salvador fueron traspasadas. Si Jesús hubiese muerto en Getsemaní El no hubiera muerto “conforme a las escrituras.” El no hubiera sido el Salvador profetizado.

Mira los versos catorce y quince.

“He sido derramado como aguas, Y todos mis huesos se descoyuntaron; Mi corazón fue como cera, Derritiéndose en medio de mis entrañas. como un tiesto se secó mi vigor, Y mi lengua se pegó a mi paladar, Y me has puesto en el polvo de la muerte” (Salmo 22:14-15).

La nota de Scofield dice,

El Salmo 22 ofrece una descripción gráfica de la muerte por crucifixión. Los huesos (de las manos, los brazos, los hombros y la pelvis) descoyuntados (v. 14); el sudor abundante causado por el intenso sufrimiento (v. 14); el daño sufrido por el corazón (v. 14); la pérdida de toda fuerza y la sed extremada (v. 15); las manos y los pies traspasados por los clavos (v. 16); la desnudez parcial y su resultante ofensa a la modestia (v. 17); todos estos son sufrimientos que acompañan la muerte por crucifixión. En el Salmo 22, las circunstancias relacionadas con esta muerte son precisamente aquellas que, en cumplimiento de esta profecía, se observan en la crucifixión de Cristo...al recordar que la muerte por crucifixión no era un método Judío de ejecución, sino romano, la prueba de la inspiración divina de las Escrituras se hace irresistible (Nota sobre el Salmo 22 de La Biblia Anotada de Scofield).

Pero, una vez más mira al Salmo 22:1.

“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”

Esas fueron las palabras exactas que Cristo dijo en la Cruz (Mateo 27:46). Y, entonces, mira al verso dieciocho.

“Repartieron entre sí mis vestidos, Y sobre mi ropa echaron suertes” (Salmo 22:18).

“Cuando los soldados hubieron crucificado a Jesús, tomaron sus vestidos...tomaron también su túnica, la cual era sin costura, de un solo tejido de arriba abajo. Entonces dijeron entre sí: No la partamos, sino echemos suertes sobre ella, a ver de quién será. Esto fue para que se cumpliese la Escritura, que dice: Repartieron entre sí mis vestidos, Y sobre mi ropa echaron suertes. Y así lo hicieron los soldados” (Juan 19:23-24).

Si Cristo hubiese muerto en Getsemaní, los soldados Romanos no hubieran echado suertes sobre su túnica al pie de la Cruz, y Cristo no hubiera muerto "conforme a las escrituras.”

Esas son solo unas cuantas de las Escrituras del Antiguo Testamento que fueron cumplidas literalmente cuando Cristo fue crucificado – desde Isaías, Zacarías, y de David en el Salmo 22. Cristo cumplió estas profecías en detalle diminuto cuando fue Crucificado. Si El hubiese muerto en Getsemaní bajo el peso de nuestros pecados, ninguna de estas profecías hubiesen sido cumplidas – ¡y Cristo hubiese sido impostor, no el profético Salvador de la humanidad! Cristo no hubiera “muerto por nuestros pecados, conforme a las escrituras” (I Corintios 15:3).

No es maravilla que El orara en Getsemaní,

“Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa” (Mateo 26:39).

En Getsemaní El

“[ofreció] ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte” (Hebreos 5:7).

Y Dios escuchó las oraciones de Jesús y lo fortaleció allí en el Huerto, para la terrible experiencia que pasaría al día siguiente para expiar por nuestros pecados "conforme a las escrituras" – en la Cruz.

Sacaré tres breves lecciones para cerrar este sermón. Primero, tú sí puedes confiar en la Biblia. El cumplimiento preciso de los detalles del Antiguo Testamento y las profecías de la crucifixión de Cristo son una de las pruebas de que la Biblia es dependible – la misma palabra de Dios. Nunca dudes lo que lees en la Biblia. El Jueves pasado fue el cumpleaños de Lincoln.

Abraham Lincoln una vez dijo,

Yo creo que la Biblia es el mejor presente que Dios le ha dado al hombre. Toma todo lo que puedas por razón, y el resto por fe, y vivirás y morirás como un hombre mejor.

La segunda lección que aprendemos de Getsemaní es a “orar hasta el fin.” Jesús oró tres períodos, durante la noche, hasta que llegó la respuesta, y Dios quitó la copa amarga – para que El pudiera ir a la Cruz. A veces debemos orar por mucho tiempo antes de que llegue la respuesta. Esto hace la respuesta aun más dulce cuando Dios la da, después de largos “ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas” (Hebreos 5:7).

Pero la tercera lección, y la más importante es cuan grandemente Cristo sufrió para pagar por nuestros pecados.

“Mirad, y ved si hay dolor como mi dolor que me ha venido; Porque Jehová me ha angustiado en el día de su ardiente furor” (Lamentaciones 1:12).

“Mirad, y ved si hay dolor como mi dolor.”

“Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra”
      (Lucas 22:44).

Ved al Hijo de Dios, sufriendo,
¡Clamando, gimiendo, sudando sangre!
¡Profundidades de amor divino!
¡Cuan grande fue tu amor, Jesús!
   (traducción libre de “Thine Unknown Sufferings”
      por Joseph Hart, 1712-1768).

¿Allí sangró mi Salvador?
   ¿Y murió mi rey por mi?
¿Devotaría su santa cabeza
   Por un gusano como yo?

Mas las gotas de dolor jamás pagarán
   La deuda de amor que debo yo:
He aquí, Señor, me doy a tí,
   ¡Es todo lo que puedo hacer!
(Traducción de “Alas, And Did My Saviour Bleed?”
      por Isaac Watts, 1674-1748).

Mira con seriedad tu corazón y tu vida. Piensa en los pecados que has cometido. Piensa en el pecado en tu corazón. Piensa en los pecados que has cometido, grabados en los “libros” de Dios (Apocalipsis 20:12).

Cristo pagó la pena por tu pecado, en la Cruz. Su Sangre es la única cosa que puede limpiar tu pecado del récord de Dios. ¿Vendrás tú a Cristo? ¿Serás tú limpiado de tu pecado por Su Sangre? ¿Entrarás tú a Cristo?

Nos gustaría hablar contigo respecto a que tus pecados sean lavados por la Sangre de Cristo. Cuando cantemos la última estrofa del himno número 7, por favor ve a la parte trasera del cuarto. El Dr. Cagan te llevará al cuarto de consejo, donde podremos hablar de ello.

(FIN DEL SERMÓN)
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La Escritura Leída por el Dr. Kreighton L. Chan Antes del Sermón: Lucas 22:39-45.
El Solo Cantado por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith Antes del Sermón:
“Thine Unknown Sufferings” (por Joseph Hart, 1712-1768).