Print Sermon

El propósito de este sitio de Internet es proporcionar manuscritos de sermones gratuitos y videos de sermones a pastores y misioneros en todo el mundo, especialmente en el Tercer Mundo, donde hay pocos, si es que hay, seminarios teológicos o escuelas Bíblicas.

Estos manuscritos de sermones y videos ahora van a casi 1,500,000 computadoras en más de 221 países todos los meses en www.sermonsfortheworld.com. Otros cientos miran los videos en YouTube, pero rápidamente dejan YouTube y vienen a nuestro sitio de Internet. Los manuscritos de sermones se dan en 46 idiomas a casi 120,000 computadoras cada mes. Los manuscritos de sermones no tienen derecho de autor, así que los predicadores pueden usarlos sin nuestro permiso. Por favor, oprime aquí para aprender cómo puedes hacer una donación mensual para ayudarnos en esta gran obra de predicar el Evangelio a todo el mundo.

Cuando le escribas a Dr. Hymers, siempre dile en qué país vives o él no te podrá contestar. El correo electrónico de Dr. Hymers es rlhymersjr@sbcglobal.net.




¡CONVERSIÓN CRISIS!
¡MUERTOS! ¡VIVIFICADOS! ¡RESUCITADOS!

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

Un sermón predicado la Mañana del Día del Señor, 28 de Enero de 2007
en el Tabernáculo Bautista de Los Angeles

“Aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo, (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús” (Efesios 2:5-6).


Los nueve primeros versos del capitulo dos de Efesios, creo yo, son los más claros en la Biblia tocante al tema de la salvación por gracia por medio de nuestro Señor Jesucristo. El mensaje central de este pasaje se halla en nuestro texto, en los versos cinco y seis. Sobresalen tres cosas en este texto: “muertos,” “dar vida” y “resucitó.”

I. Primero, tú estás muerto en pecados.

El texto dice:

“Aun estando nosotros muertos en pecados...” (Efesios 2:5).

Ese es el estado de toda persona inconversa – “muertos en pecados.” No quiere decir que tu cuerpo está muerto. No. No quiere decir que tu mente está muerta. No. Tú puedes pensar con tu mente, y decidir venir a la iglesia. Tú puedes sacar tu cuerpo de la cama el Domingo en la mañana y venir a la iglesia. Eres capaz de hacer esos actos mentales y carnales. Puedes tomar el cancionero y cantar los himnos. Puedes abrir la Biblia y leer las palabras. Puedes aprenderte el plan de la salvación y repetirlo cuando el pastor te pide que lo hagas. Puedes decir las palabras de alguna oración. Pero en tu religión no hay vida. Es solamente obras muertas de tu mente y cuerpo. No hay vida en tu Cristiandad, solamente palabras muertas y obras muertas, no hay vida ni poder en tu religión en absoluto.

¿Por qué? Porque estás muerto en tu espíritu, “muertos en vuestros delitos y pecados” (Efesios 2:1). El Apóstol Pablo hablaba de lo muerto de tu entendimiento espiritual cuando dijo,

“El hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (I Corintios 2:14).

En este estado de muerte espiritual solamente puedes venir a la iglesia por hábito, o por amistades humanas, o por superstición, pensando que las cosas serán mejores si vienes a la iglesia, y peor si no vienes. Todas estas razones para venir a la iglesia salen de tu corazón carnal, muerto. Y tu corazón está “muerto en pecados” (Efesios 2:5). Sin el movimiento de Dios dentro de ti, continuarás en esta condición muerta hasta que mueras, y luego experimentarás la muerte eterna en el Infierno. El poder y la gracia de Dios deben impartirle vida a tu alma muerta o continuarás estando espiritualmente muerto ante la vista de Dios,

“Teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón” (Efesios 4:18).

En este estado de muerte espiritual podrás orar ocasionalmente, pero tus oraciones no tienen vida en ellas. Piensa, hombre, ¿podrías orar con el poder y la autoridad de Dios en tus labios, y arrojarte a una oración potente – como las que has oído de los diáconos y de los hombres en nuestra iglesia, en las reuniones de oración? ¿Podrías orar con celo como ellos? Y si dices “no,” entonces, ¿por qué será? Por qué, ¡porque todavía estás “muerto en pecados,” por eso (Efesios 2:5)! ¡Sin embargo no es porque no hayas estado en la iglesia mucho tiempo para aprender a orar como ellos! ¡No lo es! Algunos Cristianos muy jóvenes, nuevos a la fe, pueden orar muy bien en las reuniones de oración. Pero tú no te atreverías a orar como ellos, ¿verdad? Y digo que ni te atreverías a orar tan fuerte y confiadamente como ellos lo hacen. Te daría temor probar. Ahora, pregúntate a ti mismo por qué. Creo que sabes la respuesta: simplemente no tienes la vida y el poder de Dios dentro de ti, así que no podrías orar como ellos si trataras. No podrías orar con el celo y la pasión de ellos simplemente porque estás “muerto en pecados” (Efesios 2:5).

La oración es asunto espiritual, y aquellos que están “muertos en pecados” no lo pueden hacer con celo ni poder piadoso hasta que la condición muerta de su corazón sea vivificada por una verdadera conversión en Cristo Jesús.

Y es igual con tu “testimonio” también. Hay muchos en nuestra iglesia que pueden dar testimonios maravillosos de la salvación por medio de la Sangre y justicia de Cristo. Podrían hablar diez o más minutos sobre los efectos maravillosos de la Sangre y justicia de Cristo, de cómo Él los salvó, y qué grande cambio hizo Él en sus corazones. Pero tú no podrías dar un testimonio así que exalte a Cristo. Todo lo que podrías hacer es decir una palabras sobre ti mismo, pero poco, si acaso algo, de lo que Cristo ha hecho por ti, ¡y de lo que Cristo significa para ti! Tú no puedes testificar del amor y de la dulce misericordia de Cristo simplemente porque estás “muerto en pecados” y, de ese modo, no tienes palabras reales qué decir sobre el amor y el poder salvador del Señor Jesucristo.

Ahora, ¿no son ciertas esas cosas de ti? Y si admites que son ciertas de ti, te ruego que consideres que jamás has sido nacido de nuevo, que nunca has sido verdaderamente convertido, que estás en “un país lejano,” como el Hijo Prodigo en Lucas 15. Y el padre del Hijo Prodigo dijo: “Mi hijo muerto era” (Lucas 15:24).

Solo hay una medicina que te puede traer a la vida – y de esa medicina hablaré próximamente.

II. Segundo, tú tienes que ser vivificado.

Nuestro texto dice,

“Aun estando nosotros muertos en pecados, [Dios] nos dio vida juntamente con Cristo” (Efesios 2:5).

La palabra Griega traducida “dar vida” es “suzoopoieo.” Significa “vivificar.” Dios tiene que hacerte vivir espiritualmente por una conversión repentina o continuarás estando “muerto en pecados.”

Ahora ese “dar vida” ese “vivificar” del pecador espiritualmente muerto, llega de una manera particular, y solamente así. No llega por aprender el plan de salvación o decir una “oración de pecador,” o por asistir a los servicios de iglesia, o por ir vez tras vez al cuarto de consejo para ser aconsejado por los diáconos al después del sermón.

El vivificar comienza cuando Dios seca tus falsas esperanzas de salvación y te muestra cuan muerto estás espiritualmente. El profeta Isaías dio una descripción perfecta de la obra del Espíritu Santo que seca en el corazón del pecador muerto, cuando dijo,

“La hierba se seca, y la flor se marchita, porque el viento de Jehová sopló en ella; ciertamente como hierba es el pueblo” (Isaías 40:7).

La gente es como hierba. El Espíritu de Dios sopla como un viento caliente en la hierba, y la seca, la marchita y muere. Es por eso que Spurgeon lo llamaba: “la obra secante del Espíritu de Dios.” El Espíritu de Dios viene soplando como un viento caliente del desierto que seca la hierba y las flores en el jardín, y los seca hasta que se mueren. El profeta Isaías dijo: “ciertamente como hierba es el pueblo.” Él quiere decir que los pecadores muertos deben de tener todas sus falsas esperanzas y todas sus falsas ideas secadas, marchitadas, y matadas “porque el viento de Jehová sopla en ella.”

Yo creo que esto le está sucediendo a algunos de aquellos con quienes hemos hablado en el cuarto de consejo después de los servicios. Tu tienes muchos pensamientos falsos de cómo ser convertidos. Pero Dios tiene que soplar en ellos con el viento caliente de Su Espíritu, Él tiene que secar, marchitar y matar estas ideas falsas sobre la salvación con el soplo secador de Su Espíritu sobre tu mente y corazón. Solamente cuando todas tus ideas falsas sobre la salvación hayan sido secadas por el soplo caliente del Espíritu de Dios verás claramente que estás “muerto en pecados” (Efesios 2:5). Esa es la primera cosa que el Espíritu Santo hace cuando empieza a “vivificar,” “dar vida” a una alma muerta. Él tiene que soplar tus falsas ideas, secarlas y matarlas con el soplo caliente del Espíritu Santo. Solamente cuando esta obra se haga el pecador espiritualmente muerto estará listo para la segunda obra de vivificar.

La segunda obra de vivificar es para mostrar la necesidad de Jesucristo y Él solo. Cuando tus ideas falsas y necias sobre la salvación se hayan secado y sean matadas por el soplo del Espíritu de Dios, entonces, y solo entonces, estarás listo para que Él te atraiga a Cristo, ¡la fuente de vida! Después de que el Espíritu Santo seque y mate tus ideas falsas sobre la salvación, y estés ante Cristo sin esperanza de ninguna clase aparte de Jesús, entonces el Espíritu Santo dice a tu corazón,

Venid, pecadores pobres y miserables,
   Débiles y heridos, enfermos y adoloridos,
Jesús está presto a salvarte,
   Lleno de misericordia con amor.

De pie cantemos ese viejo y buen himno. Es el número 4 en la hoja de canciones.

Venid, pecadores pobres y miserables,
   Débiles y heridos, enfermos y adoloridos,
Jesús está presto a salvarte,
   Lleno de misericordia con amor.
Él sí puede, Él sí puede,
   Él sí quiere, no dudes más.
Él sí puede, Él sí puede,
   Él sí quiere, no dudes más.

Que la conciencia no te retrase,
   Ni sueñes en digno ser;
Todo lo que Él requiere
   Es que sientas tu necesidad de Él;
Eso te lo da Él, eso te lo da Él,
   El Espíritu lo hace ver;
Eso te lo da Él, eso te lo da Él,
   El Espíritu lo hace ver.

Venid, cansados, sobrecargados,
   Heridos y quebrantados por la caída;
Si te esperas hasta haber mejorado,
   Tú jamás vendrás a Él:
No al justo, no al justo,
   Jesús vino pecadores a llamar;
No al justo, no al justo,
   Jesús vino pecadores a llamar.

Miradlo postrado en el huerto,
   Tú hacedor en el suelo está;
Miradlo en el madero del Calvario,
   Escuchadlo clamar antes de morir,
“¡Consumado es! ¡Consumado es!”
   Pecador, ¿no es esto suficiente ya?
“¡Consumado es! ¡Consumado es!”
   Pecador, ¿no es esto suficiente ya?

Mirad, a Dios en carne, ascendido,
   Él ruega los méritos de Su sangre;
Aventúrate en Él, arriésgate completamente,
   Que no haya otra confianza;
Jesús solamente, Jesús solamente,
   Puede hacerle bien al pecador incapaz,
Jesús solamente, Jesús solamente,
   Puede hacerle bien al pecador incapaz.
(Traducción literal de “Come, Ye Sinners” por Joseph Hart, 1712-1768).

Se pueden sentar.

Es pobre pecador marchitado, secado, moribundo entonces tal vez viene a Jesús en una conversión crisis. Digo “conversión crisis” porque todas las demás esperanzas se han marchitado y eres movido a venir a Jesús y hallar en Él la vida verdadera que tu alma ahora añora. Entonces, cuando vienes a Jesús en ese momento de crisis, eres completamente vivificado, ¡hecho vivo de entre los muertos!

“Aun estando nosotros muertos en pecados, [Dios] nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)” (Efesios 2:5).

Pero hay una tercera cosa que sucede en ese momento, cuando tu alma muerta es vivificada.

III. Tercero, tienes que ser traído a Cristo –
resucitado por Dios a unión con Su Hijo.

Lee el verso seis, o sea el segundo verso de nuestro texto, de pie por favor.

“Y juntamente con Él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús” (Efesios 2:6).

Al ser vivificado, Dios te trae a Cristo. Sí, Cristo está en el Cielo, a la diestra de Dios. Cuando finalmente eres traído a ver tu necesidad por Jesús, Dios te atrae a Él y tú vienes a Cristo, y eres unido con Él, por que

“Ninguno [dijo Jesús] puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere” (Juan 6:44).

Tú puedes decir: “Predicador, ¿está seguro de que Dios me atraerá a Cristo?” Sí, estoy seguro que Él lo hará, porque Él lo ha prometido en la Biblia. Jesús dijo,

“Al que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37).

Si de verdad ves que estás perdido sin Cristo, si ves que todas tus ideas y esperanzas de cómo ser salvo han sido marchitadas y están muertas, entonces Dios te atraerá a Jesús,

“Y al que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37).

Anoche les leí el testimonio de John Bunyan. Eso era cierto de él. Te leí el testimonio de C. H. Spurgeon anoche. Eso también era cierto de él. Y te digo con la autoridad de la Palabra de Dios, la Biblia, que será también cierto de ti. Jesús dijo,

“Al que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37).

De pie en oración. El Sr. Prudhomme nos guiará en oración. Cuando termine de orar por ti, podrás ir a la parte trasera del cuarto y Dr. Cagan nuestro diácono te guiará al cuarto de consejo donde los diáconos y yo hablaremos contigo más respecto a lo que he dicho en este sermón. Amen.

(FIN DEL SERMÓN)
Tú puedes leer los sermones de Dr. Hymers cada semana en el Internet,
en www.realconversion.com. Oprime "Sermones en Espaol."


La Escritura Leída por el Dr. Kreighton L. Chan Antes del Sermón: Efesios 2:1-9.
El Solo Cantado por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith Antes del Sermón:
“No One Ever Cared for Me Like Jesus” (por C. F. Weigle, 1871-1966).


EL BOSQUEJO DE

¡CONVERSIÓN CRISIS!
¡MUERTOS! ¡VIVIFICADOS! ¡RESUCITADOS!

por Dr. R. L. Hymers, Jr.


“Aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo, (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús” (Efesios 2:5-6).

I.   Primero, estás muerto en pecados, Efesios 2:5a, Efesios 2:1;
I Corintios 2:14; Efesios 4:18; Lucas 15:24.

II.  Segundo, tienes que ser vivificado, Efesios 2:5b; Isaías 40:7.

III. Tercero, tienes que ser traído a Cristo – resucitado por Dios a
unión con Su Hijo, Efesios 2:6; Juan 6:44; 6:37.