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CRISTO – RECHAZADO POR LAS MASAS

(SERMÓN NÚMERO 3 DE ISAÍAS 53)

Un sermón escrito por Dr. R. L. Hymers, Jr., Pastor Emerito
y dado por Jack Ngann, Pastor
en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles
La Tarde del Día del Señor, 13 de Agosto, 2023

“¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿y sobre quién se ha manifestado el brazo de Jehová? Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos” (Isaías 53:1-2; p. 732 Scofield).


Isaías dijo que pocos creerían su mensaje acerca del siervo de Dios que sufre, y que pocos Su gracia. El Apóstol Juan citó Isaías 53:1 para describir la incredulidad de la mayoría de Judíos en los tiempos de Cristo.

“Pero a pesar de que había hecho tantas señales delante de ellos, no creían en él; para que se cumpliese la palabra del profeta Isaías, que dijo: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio?” (Juan 12:37-38; p. 1089).

El Apóstol Pablo también citó este verso 30 años después de la ascensión de Cristo de regreso al Cielo, para mostrar que la mayoría de Gentiles responderían solamente un poco más al Señor Jesucristo que los Judíos. Pablo dijo,

“Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan... Mas no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio?
     (Romanos 10:12, 16; p. 1161).

El Señor Jesucristo Mismo nos dijo la misma cosa. Él dijo que el número de aquellos que creen en Él salvadoramente sería unos pocos,

“Porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mateo 7:14; p. 964).

Cristo hizo el mismo punto cuando Él dijo,

“Esforzaos a entrar por la puerta angosta [pequeña]; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán
     (Lucas 13:24; p. 1053).

La gente en el mundo generalmente cree que casi todos hallarán su camino al Cielo. Pero Jesús dijo exactamente lo opuesto,

“Pocos son los que la hallan” (Mateo 7:14).

“Porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán”
     (Lucas 13:24).

Esa realidad perturbadora hace eco en el triste lamento de Isaías:

“¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿y sobre quién se ha manifestado el brazo de Jehová?” (Isaías 53:1).

Nos podemos preguntar por qué eso es así. Los Judíos se anticipaban que un regidor poderoso, un rey de resplandor y riquezas, fuera su Mesías, ¡y los Gentiles no anticipaban a ningún Mesías! Así, vemos que la humanidad en general no esperaba que Cristo viniese como un manso Siervo que sufre, muriendo en la Cruz para pagar por sus pecados.

En el capitulo ocho de Hechos, el Eunuco Etiope estaba tan ciego a estos hechos como los sacerdotes y Fariseos del Judaísmo. Él estaba leyendo el capitulo cincuenta y tres de Isaías cuando el evangelista Felipe alcanzó su carruaje.

“Acudiendo Felipe, le oyó que leía al profeta Isaías, y dijo: Pero ¿entiendes lo que lees? El dijo: ¿Y cómo podré...”
     (Hechos 8:30-31; p. 1118).

Este Africano era ciertamente convertido al Judaísmo. Evidentemente estaba familiarizado con las Escrituras del Antiguo Testamento, sin embargo estaba igual de ciego que los escribas Judíos tocante a este pasaje de la Escrituras.

Me parece que cualquiera podría haber visto de este pasaje sobre el Mesías, que cuando Él viniera, no sería rico ni famoso, rodeado de pompa y gloria humana, sino que vendría como un “varón de dolores, experimentado en quebranto,” a ser “despreciado y desechado entre los hombres.” Pero, aunque esta verdad estaba claramente escrita en la Biblia,

“A lo suyo [el pueblo Judío] vino, y los suyos no le recibieron”
     (Juan 1:11; p. 1071).

La Israel como nación entera, no aceptó a Jesús como su Mesías aunque Él estaba perfectamente descrito en esta profecía Bíblica. Y el profeta nos da la razón por la cual ellos lo rechazaron en el segundo versículo de nuestro texto:

“Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer [belleza, Strong] en él, ni hermosura [majestad, Strong], le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos” (Isaías 53:2).

Pero no debemos juzgar a los Judíos que lo rechazaron a Él más ásperamente que los Gentiles, que en su mayoría también le rechazaron. Spurgeon dijo,

Recuerda que lo que era cierto de los Judíos es igualmente cierto de los Gentiles. El evangelio de Jesucristo es la cosa más simple del mundo, sin embargo ningún hombre lo entiende has que Dios le enseña...El pecado ha traído una incapacidad mental a la raza humana con respecto a temas espirituales...¿qué de ti? ¿También estás ciego? Oh, si lo eres, que [Dios] te instruya en la fe de Jesús (traducción literal de C. H. Spurgeon, “A Root out of Dry Ground,” The Metropolitan Tabernacle Pulpit, Pilgrim Publications, re-impreso en 1971, tomo XVIII, paginas 565-566).

Ahora, volviendo al verso dos en nuestro texto, veremos tres razones por que Jesús es rechazado. Lean el verso dos en voz alta:

“Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos” (Isaías 53:2).

I. Primero, Cristo es rechazado porque al hombre le parece Él como un renuevo, un vástago.

Pocos creen en Jesús por ese hecho.

“Subirá cual renuevo delante de él...” (Isaías 53:2).

O como dijo el Dr. Gill: “Como un vástago pequeño, que crece de la raíz de un árbol...del cual nadie cuida, ni se espera nada de él, y el modo [de hablar] da a entender la [baja] apariencia poco prometedora de Cristo en su [nacimiento]; lo cual es la razón por la que los Judíos en general no creyeron, rechazaron y despreciaron a Él” (traducción literal de John Gill, D.D., An Exposition of the Old Testament, The Baptist Standard Bearer, re-impreso en 1989, tomo I, pp. 310-311).

“Subirá cual renuevo delante de él...” (Isaías 53:2).

Esto significa que Cristo nació y creció “delante de” Dios el Padre, quien lo notó y lo fortaleció. Pero el Dr. Young dijo: “Pero para el hombre, el siervo [Jesús] parecía como un renuevo...los hombres arrancan los renuevos, porque quitan la vida del árbol y según los hombres deben ser arrancados” (Edward J. Young, Ph.D., The Book of Isaiah, William B. Eerdmans Publishing Company, 1972, tomo 3, pp. 341-342).

¿No es esa la precisa razón por que los principales sacerdotes y Fariseos quisieron deshacerse de Jesús? Ellos dijeron,

“Si le dejamos así, todos creerán en él; y vendrán los romanos, y destruirán nuestro lugar santo y nuestra nación”
     (Juan 11:48; p. 1087).

“El hombre corta los renuevos, porque le quitan la vida al árbol y según los hombres deben ser arrancados” (Young, ibid.). Ellos temían perder su identidad de nación Judía si creían en Él. Como un “renuevo,” un vástago, temían que Él “quitaría la vida del árbol” de su nación.

¿Y, no es esa la verdadera razón por la que tú lo rechazas a Él? ¡Piensa seriamente en eso! ¿No es cierto de ti también – que temes perder algo que te parece importante – si vienes a Él y confías en Él? ¿No es cierto de ti que temes que Cristo “te quitará la vida,” que Él se chupara algo que a ti te parece muy importante?

Yo le pedí a Dr. Cagan que me consiguiera un artículo que se publicó en la revista The Saturday Evening Post en Octubre 1929. Era una entrevista con el gran físico Dr. Albert Einstein. El entrevistador le preguntó: “¿Acepta usted la existencia histórica de Jesús?” Einstein respondió: “Indudablemente. Nadie puede leer los Evangelios sin sentir la presencia real de Jesús. Su personalidad pulsa en toda palabra. Ningún mito está lleno de tal vida” (traducción de The Saturday Evening Post, Octubre 26, 1929, p. 117). Einstein tuvo una muy alta opinión de Cristo. Einstein era un adultero, y no quería dejar ese pecado. Es así de simple. Tú sí tienes que dejar ciertas cosas para volverte un Cristiano verdadero.

Ahora, yo sería un falso profeta si te dijera que eso no es cierto. Si yo te dijera que puedes venir a Cristo sin perder nada, te estaría predicando una doctrina falsa. ¡Por supuesto que cuesta algo venir a Jesús! ¡Te cuesta la vida misma! ¿Cómo podía Cristo haberlo hecho más claro? Él dijo,

“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará. Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” (Marcos 8:34-37; p. 1016).

¿Está muy claro, no? Para venir a Cristo tienes que negarte a ti mismo, abandonar tus propias ideas, tus propios planes, tus propias ambiciones. Debes entregarte a Él. Eso es lo que significa confiar en Cristo. Confías en Él – no en ti mismo. Te das a Él – no a tus propios pensamientos y metas. Tú “pierdes” tu vida al entregársela a Él. Es solamente cuando pierdes tu vida por rendirte a Cristo que tu vida es salva para toda la eternidad.

Así la palabra “renuevo” significa que Cristo es aquel que da vida ante los ojos de Dios. Pero Él es quien quita la vida ante los ojos del hombre, y por eso la mayoría de gente lo rechaza. ¡No quieren que les quite la vida! Temen dejar su vida y dejar que Él los guíe.

II. Segundo, Cristo es rechazado porque al hombre le parece Él como raíz de tierra seca.

“Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca...” (Isaías 53:2).

Se me acabó el tiempo por haber pasado mucho en el primer punto. Pero podemos mostrar fácilmente cómo Cristo se parecía como una “raíz de tierra seca.” El Dr. Young dijo,

La tierra seca se refiere a la humilde condición y fondo en el que el siervo [Cristo] aparecería. Sugiere la naturaleza miserable de las condiciones en medio de las que la vida del siervo se viviría...Una raíz en tierra seca debe luchar para mantener la vida (Young, ibid., p. 342).

Esta profecía se refiere a la pobreza in la cual Cristo nació. Su padre adoptivo era solamente un carpintero. Su madre verdadera era una chica virgen pobre. Él nació en un establo y creció entre los pobres, “como raíz de tierra seca.” Él hizo el trabajo de su vida entre los pobres y humildes. Sus Discípulos no eran sino solamente pescadores. Él fue rechazado por el Rey Herodes, por Pilato el Gobernador Romano, por los escribas y Fariseos, “como raíz de tierra seca.” Lo flagelaron casi hasta la muerte, y luego clavaron Sus manos y pies a una cruz. Pusieron Su cuerpo muerto, quebrantado en una tumba prestada. Su vida entera sobre la tierra, Su sufrimiento y Su muerte, las vivió “como raíz de tierra seca.” Pero, gracias a Dios, Él resucitó de los muertos el tercer día, ¡“como raíz de tierra seca”! Como el renuevo tierno de una planta creciendo de repente después de una tormenta, así Cristo salió, vivo de entre los muertos, “como raíz de tierra seca.” ¡Aleluya!

Y sin embargo la mayoría de gente no cree en Él. Piensan que Él es uno que “chupa la vida” y un “Judío muerto.”

“¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿y sobre quién se ha manifestado el brazo de Jehová? Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca...” (Isaías 53:1-2).

III. Tercero, Cristo es rechazado porque Él no tiene parecer ni hermosura, ni atractivo para que le deseemos.

Por favor leamos el verso dos en voz alta.

“Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos” (Isaías 53:2).

Jesús no tiene “parecer en él, ni hermosura,” ni apariencia externa de majestad y resplandor. El Dr. Young dijo: “Cuando vemos al siervo [Cristo], no vemos hermosura para que le deseemos. O sea que nuestro criterio es según la apariencia exterior y no es justo ni cierto. Es un retrato triste. El siervo [Cristo] moró en medio de su propia gente, y tras su forma física el ojo de la fe debería haber visto la verdadera gloria; mas viendo su apariencia exterior, Israel no halló nada de hermosura que deleitara sus ojos...la apariencia del siervo [Cristo] fue tal, que el hombre juzgando desde el punto equivocado, lo juzgó erróneamente” (Young, ibid.).

Exteriormente Jesús no tiene hermosura ni majestad para atraer al mundo. Él no ofrece las cosas que atraen a la mayoría de gente. Él no ofrece éxito ni fama ni dinero ni placer terrenal. Sino lo opuesto.

“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará. Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” (Marcos 8:34-37; p. 1016).

Cristo ofrece que uno se niegue a sí mismo. Cristo ofrece la pérdida del control sobre la vida y el destino de uno. Cristo ofrece la salvación del alma, el perdón de pecados y la vida eterna. Estas cosas son intangibles, cosas que no se pueden tocar ni ser vistas por los sentidos humanos, cosas que son de naturaleza espiritual. Por lo tanto Cristo es rechazado por aquellos cuyos ojos interiores no han sido abiertos por Dios porque

“el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente”
     (I Corintios 2:14; p. 1171).

Más yo me pregunto esta tarde si Dios estará hablándole a tu corazón. Me pregunto si Dios te estará diciendo: “Aunque Él es sin atractivo para que le deseemos, sin embargo te estoy atrayendo a mi Hijo.” ¿Has sentido eso en tu corazón alguna vez? ¿Has sentido alguna vez que el mundo no te ofrece nada más que un momento de placer pasajero o un momento pasajero de éxito? ¿Alguna vez has pensado sobre tu alma? ¿Has pensado alguna vez acerca de dónde pasarás la eternidad si Jesús no te limpia de tu pecado con Su Sangre? ¿Has estado pensando sobre estas cosas? Y si lo has hecho, ¿vendrás por fe simple a Él quien no tiene belleza ni hermosura...sin atractivo para que le deseemos? (Isaías 53:2). ¿Te arrodillarás ante Jesús de Nazaret, y confiarás en Él con todo tu corazón? Yo oro que así lo hagas.

Toma el mundo, pero dame a Jesús, Todos sus gozos son solo de nombre,
Mas el amor de Él es para siempre, por los años eternos siempre igual.

Toma el mundo, pero dame a Jesús, en Su cruz yo confiaré;
Hasta que con visión clara, cara a cara le vea a mi Señor.
¡Oh, que profunda misericordia! ¡Oh, cuan largo y ancho amor!
¡Oh, la plenitud de redención, promesa de la vida eterna en lo alto!
     (Traducción libre de “Take the World, But Give Me Jesus”
     por Fanny J. Crosby, 1820-1915).