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¡TRAE TU MADRE ADENTRO DE LA IGLESIA!

por el Dr. C. L. Cagan

Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles
Sábado por la Noche, 19 de Mayo del 2018

“Honra a tu padre y a tu madre” (Éxodo 20:12).


Nuestro texto es uno de los Diez Mandamientos. Dios se lo dio a Moisés en el Monte Sinaí. “Honra a tu padre y a tu madre”. Esta noche voy a predicar sobre parte de ese texto: “Honora...a tu madre”. “Honra... a tu madre”. La forma más importante en que puedes honrar a tu madre es para cuidar su alma. Claro, hablas con tu madre. La invitas a la iglesia a veces. ¿Pero realmente te importa su alma? ¿Es importante que se convierta en Cristiana? Claro, sería bueno. Pero ¿es importante para ti? ¿Es importante que vaya al Cielo y no al Infierno cuando ella muera? ¿De verdad te importa tu madre? ¿La honras lo suficiente como para preocuparte por ella? “Honra...a tu madre”.

El Domingo pasado fue el Día de la Madre. La Sra. Hymers organizó un maravilloso banquete. Veinticinco madres vinieron. Ellas lo pasaron muy bien. Pero tu madre no será salva solo por el banquete. Ella no se salvará si no la traes a la iglesia. ¿No es eso para lo que fue el banquete? No era solo para ser amable con la gente y dejarlos ir. No fue para entretenerlos y nunca volver a verlos. Fue para mostrarles el amor de Jesús en la iglesia – ¡para que ellos también encuentren a Jesús! ¿Te importa tu madre? ¿Realmente tratas de que sea salva? “Honra...a tu madre”.

Invitaste a tu madre. Hablaste con ella. Organizaste un transporte para traerla a la iglesia. ¿Pero ahora qué? Puedes invitarla a regresar. Podemos invitarla a regresar. Pero eso es solo una rutina. Eso es parte de la “maquinaria” de la iglesia. Las cosas habituales que nuestra iglesia hace – hacer evangelismo y hacer llamadas telefónicas – es la “maquinaria”. Hacer eso no la hará entrar. Todavía no lo ha hecho, ¿o sí?

Puedes pensar que no tienes que hacer nada más durante meses. No la invitarás a volver hasta Acción de Gracias o Navidad. Pero incluso si viene entonces, ella no entrará en la iglesia. Ella puede continuar así por muchos años. Y ella no será salva. Ella morirá sin Jesús. Eso no es cuidar de tu madre. Eso no está honrando a tu madre. La Biblia dice: “Honra...a tu madre”. Pero la tratas como basura y la dejas ir al Infierno. “Honra...a tu madre”.

Traerla de vez en cuando es lo más fácil de hacer. Esperas que traerla una o dos veces se encargará de eso. Así es la gente en nuestra cultura. Esperan resultados instantáneos. Los psicólogos lo llaman “gratificación instantánea”. Deseas obtener algo de inmediato, sin demora. Eso es lo que ves en las películas y en la televisión. El malo es vencido. El bueno se queda con la chica. Todo terminó en un solo show. Pero la vida no es así. Se necesita tiempo y trabajo para hacer algo. Y llevará tiempo y trabajo ganar a tu madre – o a tu padre – a Jesús, no solo dos o tres llamadas telefónicas al año. Si quieres traerla, obedece nuestro texto,

“Honra...a tu madre” (Éxodo 20:12).

¿Viniste a la iglesia por una llamada telefónica dos o tres veces al año? ¿Decidiste quedarte por eso? ¿Te gustaría si todo lo que obtuviste fuera una llamada telefónica de vez en cuando? No. Entonces tienes que hacer más por tu madre que eso. La gente de la iglesia se preocupaba por ti. Se tomaron tiempo contigo. Mostraron amor por ti. Eso es lo que tienes que hacer con tu madre. Pasa tiempo con ella. Ser amable con ella. Haz cosas por ella. Muéstrale que la amas. Jesús dijo: “Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos” (Lucas 6:31). En un lenguaje moderno, “Haz a los demás lo que quieres que hagan contigo”. “Trata a las demás personas de la manera en que deseas que te traten”. Haz a tu madre lo que te gustaría que la gente te hiciera. Agradécele cuando hace algo por ti. Cuando cocine para ti, agradécele por ello. Si vives con ella, mantén limpia tu habitación. Ayuda en la casa. Ayuda a mantener la casa limpia y ordenada. No solo tomes de ella sin devolver nada a cambio. Trátala de la manera en que te gustaría que las personas te traten a ti.

Para ganar a tu madre, debes pensar en ella. ¿Por qué vendría ella? ¿Por qué debería venir? Ponte en su lugar. ¿Qué está pensando ella?

Ella no está pensando en convertirse en Cristiana. Ninguna persona perdida lo hace. La Biblia dice: “No hay quien busque a Dios” (Romanos 3:11). Ella no piensa mucho acerca de Dios. Ella puede no pensar en Dios en absoluto. Ella piensa que está bien como está. Ella no está pensando en ser convertida. Ella no está pensando en que le perdonen su pecado. Entonces no la traerás hablando de religión. No la ganarás diciéndole que está equivocada – incluso si lo está. Discutir con tu madre no es honrarla. La Biblia dice,

“Honra...a tu madre” (Éxodo 20:12).

No discutas con ella. Se amable con ella. “Honra...a tu madre”.

Tu madre la pasó bien en el banquete del Día de la Madre. La Sra. Hymers siempre hace un programa maravilloso. Tu madre la pasará bien si viene otros Domingos. Tenemos almuerzo. Cenamos. Vemos una comedia. Todos hablan y hacen amigos. Tú también, cuando viniste por primera vez. Una persona puede venir a la iglesia una o dos veces solo para pasar un buen rato.

Pero no estoy hablando de venir una o dos veces. Estoy hablando de venir todos los Domingos. Estoy hablando de entrar a la iglesia. ¿Por qué no entra ella? ¿Qué está pensando ella? Déjame responder eso con una pregunta. ¿Que estabas pensando? Viniste un par de veces. Pero luego pensaste, “¿Realmente quiero entrar en esto?” Te preguntaste, “¿Esto es demasiado?” “¿Qué hará esto en mi vida?”

No solo llames a tu madre. Cuida de ella. ¿Qué está pensando tu madre? Probablemente piense que vas a la iglesia muchas veces. Probablemente te haya dicho eso – y ciertamente lo cree. “Sí, la iglesia es buena de vez en cuando, solo los Domingos por la mañana. Es un buen lugar para ir. Hay gente agradable allí. ¡Pero no quiero poner mi vida en ello! Eso es demasiado. Cambiaría mi horario. Cambiaría la forma en que vivo”. Pensaste eso. Estoy seguro de que ella también lo piensa.

¿Qué cambió tu forma de pensar? Por un lado, miraste a la gente. Viste que no fueron arruinados al venir a la iglesia. Viste que estaban felices. Viste que eran buenas personas. Viste que les iba mejor en la escuela que si no hubieran venido. Viste que no estaban quebrantados y desordenados como muchos lo son hoy en día. Viste que sus vidas eran más felices y mejores. Y te quedaste.

Deja que tu madre vea lo mismo en ti. Sé más amable con tu madre de lo que eras antes de venir a la iglesia. Hazle ver que eres un mejor hijo o hija que antes. Déjale ver que tu vida está limpia y “en orden”. Haz bien en la escuela. Consigue un buen trabajo. Encuentra un buen Cristiano para salir y casarte. Muéstrale a tu madre que no arruinaste tu vida. Otras personas lo hicieron – pero tú no lo hiciste, porque entraste a la iglesia. Cuando ella lo vea, dejará de hablar mal de ti. Ella misma puede entrar a la iglesia. “Honra...a tu madre”. Hónrala siendo un buen ejemplo de lo que es un Cristiano. Muéstrale en tu vida lo que Jesús y la iglesia han hecho por ti. Tu vida – no tus palabras – será el mejor testimonio que puedas dar. La honrarás de esa manera. “Honra...a tu madre”.

Puedes invitar a tu madre con una llamada telefónica o unas pocas palabras cara a cara. Alguien te invitó de esa manera. ¡Pero eso no te trajo! Alguien pensó en ti. Alguien se preocupó por ti. Alguien se tomó tiempo contigo. Y te quedaste. Puedes invitar a una persona – pero eso no los ganará. Te gustó cuando las personas se preocuparon por ti. Haz lo mismo con tu madre. “Honra a tu madre”.

¿Has pensado en ella? ¿Has pensado en lo que ella está pensando? ¿Acerca de lo que está pasando en su vida? ¿Sobre cuáles son sus problemas y obstáculos? ¿Has pensado en cómo vas a ganarla en realidad? ¿Cómo vas a ganar a tu madre de todos modos? ¿Has hablado con el pastor sobre ella? ¿Te importa tanto así tu madre? ¿Es eso honrarla? “Honra...a tu madre”.

Se necesita tiempo, trabajo y pensamiento para ganar a tu madre – o a tu padre. Se necesita mucho más que solo invitarla a la iglesia e intentar llevarla a la próxima reunión. Ella es una persona, no un teléfono. Ella está perdida – no quiere ser Cristiana. Ella tiene sus problemas y sus pecados. Será un proyecto traerla a la iglesia. Ella puede no querer venir. Ella puede discutir contigo. Ella puede quejarse. Ella tiene sus dolores y problemas. ¡Recuerda, ella es mayor que tú! Pero cuando ella venga, lo disfrutará. ¡Ella se alegrará de haber venido!

Así fue con la madre del Dr. Hymers. Una mañana, Dr. Hymers la invitó a ir a la iglesia. Ella no quería venir. Ella discutió. Ella dijo: “¡Me estás matando!” Por supuesto que él no la estaba matando. Eso es solo algo que ella dijo. La señora Hymers la escuchó decir eso. La Sra. Hymers preguntó: “¿Qué estás haciendo?” Dr. Hymers dijo: “¡La estoy invitando a la iglesia!” Y la madre del Dr. Hymers vino a la iglesia ese día. ¡Después de que ella llegó aquí, lo disfrutó! ¡Y tu madre también lo disfrutará!

Dr. Hymers trajo a su madre a la iglesia. Ella confió en Jesús. Ella ahora está en el Cielo. Pero él no la trajo llamándola de vez en cuando. Él se preocupaba por ella. Él obedeció nuestro texto. Él honró a su madre. Él se hizo cargo de ella. Él estuvo con ella en los buenos tiempos y en los malos. Él pensaba en ella. Él oraba por ella. Él luchó con Dios por ella. Él luchó con su madre también. Él la trajo – y ella se convirtió en una maravillosa Cristiana. No sucedió en una semana. Tomó muchos años. Ella murió a la edad de 84 años. Ella fue al Cielo en lugar del Infierno. ¿Valió la pena? ¡Sabes que sí! “Honra...a tu madre”.

La Sra. Cagan – mi esposa Judy – trajo a su madre. Ella confió en Jesús. No sucedió en una semana. No sucedió con una llamada telefónica de vez en cuando. La Sra. Cagan se preocupaba por su madre. Ella respetaba a su madre. La señora Cagan amaba a su madre. Ella honró a su madre. Ella se hizo cargo de su madre. Ella fue tras su madre. Su madre vio que Judy no había arruinado su vida. Ella vio que Judy tenía una buena vida y una familia normal. Ella vino a la iglesia. Luego vino todos los Domingos. Ahora la Sra. Menjivar es Cristiana. Ella ahora tiene 89 años. Cuando ella muera irá al Cielo. ¿Valió la pena? ¡Sabes que sí! “Honra...a tu madre”.

La señora Olivacce hizo lo mismo con su madre – y su padre. Ambos vinieron a la iglesia. Ellos confiaron en Jesús. Cuando mueran irán al Cielo. ¿Valió la pena? ¡Sabes que sí! “Honra...a tu madre”.

No tengas miedo de tu madre. Tú piensas: “Ella puede decir que no. Ella puede hablar mal”. ¿Y qué? ¿No amas a tu madre? ¿No puedes perdonarla e ir detrás de ella de todos modos? En la Cruz, Jesús oró por aquellos que lo crucificaron. Él oró: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34). Tu madre esta perdida. Ella no entiende lo que está haciendo. ¿No puedes perdonarla? Si Jesús te perdonó, ¿no puedes perdonarla? ¿No puedes seguir intentando incluso si ella dice que no? No dejes que tu miedo te impida amar a tu madre. Sigue detrás de ella, incluso si ella dice que no. No honra a tu madre si la dejas ir. “Honra...a tu madre”.

¡No dejes que tu madre vaya al Infierno porque no hiciste nada! Eso no es honrarla, es despreciarla. ¡No dejes que tu padre vaya al Infierno! Habrá llanto y tristeza – pero será demasiado tarde. Haz todo lo que puedas para traerlos. Haz todo lo que puedas para ganarlos. Es un proyecto para ti. Piensa en tu madre. Toma tiempo con ella. Amala. Cuídala. Ponte en su lugar. Acepta el proyecto de traerla. Lucha para hacerlo. Esfuérzate por hacerlo. Valdrá la pena todo cuando confíe en Jesús. ¡Que puedas traer a tu madre! “Honra...a tu madre”. Amén.


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(END OF SERMON)
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El Solo Cantado Antes del Sermón por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith:
“Oh, Bring Your Loved Ones” (por Dr. John R. Rice, 1895-1980).