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EL TESTIMONIO DEL CENTURIÓN

Una lección escrita por Dr. R. L. Hymers, Jr.
Y enseñada por Dr. C. L. Cagan
en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles
La Tarde del Día del Señor, 1o de Abril, 2018

“Mas Jesús, dando una gran voz, expiró. Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. Y el centurión que estaba frente a él, viendo que después de clamar había expirado así, dijo: Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios” (Marcos 15:37-39).


Jesús fue clavado a la Cruz a las 9:00 AM. Murió a las 3:00 PM. Era raro que alguien muriera de la crucifixión en un tiempo tan corto. Sin embargo, no debe sorprendernos que muriera tan rápidamente. Después de todo, a diferencia de la mayoría de los que eran crucificados, Jesús había sido azotado casi hasta la muerte al principio del día – antes de ser crucificado. Pilatos esperaba convencer a la gente que no lo crucificaran sino en vez darle una severa azotada. “De cualquier manera, el azotamiento no era un castigo suave. Los Romanos primero despojaban a la víctima y le ataban las manos a un poste por encima de su cabeza. El látigo (flagelo) era hecho de varias piezas de cuero con piezas de hueso y plomo incrustado cerca de los extremos. Dos hombres, uno a cada lado de la víctima, por lo general daban los azotes” (traducción de Frank E. Gaebelein, D.D., General Editor; The Expositor’s Bible Commentary, Zondervan Publishing House, 1984, vol. 8, p. 775; nota sobre Marcos 15:15).

La siguiente es una explicación y descripción de los efectos físicos de la flagelación – que fue escrito por un médico,

El pesado látigo es llevado hacia abajo con toda su fuerza una y otra vez sobre los hombros de Jesús, espalda y piernas. Al principio las correas pesadas solo cortan la piel. Entonces, mientras los golpes continúan, cortan profundamente en el tejido subcutáneo, produciendo al principio un derrame de sangre de los capilares y venas de la piel, y finalmente el manar de sangre arterial de vasos en los músculos subyacentes ...Por último, la piel de la espalda cuelga en largas cintas y toda la zona [de la espalda] es una masa irreconocible de tejidos desgarrados sangrado (traducción de C. Truman Davis, M.D., “The Crucifixion of Jesus: The Passion from a Medical Point of View,” Arizona Medicine, 22, no. 3 [Marzo 1965]: p. 185).

“No es de extrañar que las víctimas de los azotes Romanos rara vez sobrevivieron” (Gaebelein, ibíd.). El Centurión Romano y su banda de soldados – que estaban a cargo de la crucifixión, no se sorprendieron por el hecho de que Jesús murió pocas horas después de pasar por esa tortura. ¡Lo que sorprendió fue la forma en que murió!

Cuando Jesús murió, ocurrieron varias cosas. Durante tres horas antes de que El muriera “hubo tinieblas sobre toda la tierra” (Mateo 27:45). Unos momentos después de que Jesús murió, hubo un gran terremoto que destruyó el gran velo en el templo “de arriba a abajo, y la tierra tembló, y las rocas se partieron” (Mateo 27:51). Las tumbas se abrieron, pero los que se levantaron lo hicieron después de la resurrección de Jesús, de modo que el Centurión y sus hombres no vieron eso. Pero el terremoto y las tinieblas han de haber causado una gran impresión en ellos, porque Mateo dice:

“El centurión, y los que estaban con él guardando a Jesús, visto el terremoto, y las cosas que habían sido hechas, temieron en gran manera, y dijeron: Verdaderamente éste era Hijo de Dios” (Mateo 27:54).

Aquí los comentaristas liberales nos dicen que el Centurión sólo estaba diciendo que Jesús era como un dios en sus creencias panteístas. Pero no mencionan que el Centurión había escuchado el Sumo Sacerdote y sus secuaces, así como a los ladrones, decir:

“Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere; porque ha dicho: Soy Hijo de Dios. Lo mismo le injuriaban también los ladrones que estaban crucificados con él” (Mateo 27:43-44).

Por lo tanto, el Centurión y sus hombres habían oído a estos hombres judíos decir: “él dijo: Yo soy el Hijo de Dios” (Mateo 27:43). El Centurión y sus hombres tuvieron todo el día para pensar y discutir lo que estos Judíos quisieron decir cuando dijeron “el Hijo de Dios." El Dr. Lenski lo dijo bien:

La exégesis racionalista y modernista no considera la confesión del centurión como un reconocimiento de la divinidad de Jesús, porque el racionalismo y el modernismo niegan esta deidad. Todos [sus argumentos] son dogmáticos en extremo...[Los modernistas dicen que el centurión] la respuesta es entonces extraída de la mitología pagana. ¿Los evangelistas sabían de la confesión de este funcionario y sin embargo la archivaron cuando en realidad no significaba nada para los verdaderos creyentes?...Sin duda, los evangelistas no habrían engañado a sus lectores (traducción de R. C. H. Lenski, D.D., The Interpretation of St. Mark’s Gospel, Augsburg Publishing House, 1946, pp. 726-727; nota sobre Marcos 15:39).

Había algo más sobre la manera en que Jesús murió que convenció al Centurión de que Sus enemigos estaban equivocados – y que realmente Él era “el Hijo de Dios”. Escucha con mucha atención a Marcos 15:37 y 39,

“Mas Jesús, dando una gran voz, expiró” (Marcos 15:37).

“Y el centurión que estaba frente a él, viendo que después de clamar había expirado así, dijo: Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios” (Marcos 15:39).

Jesús “dando una gran voz” justo antes de morir. “Y el centurión...viendo que después de clamar [con un fuerte grito] dijo: Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios” (Marcos 15:39). ¿Por qué la “gran voz” de Jesús causó que el Centurión dijera: “Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios”? Escucha el comentario del Dr. Gaebelein:

El fuerte grito de Jesús es inusual porque a las víctimas de la crucifixión por lo general no les queda ninguna fuerza, especialmente cuando están cerca de la muerte. Pero la muerte de Jesús no era ordinaria, ni era su grito el último aliento de un moribundo. Fue un grito de victoria... (traducción de Gaebelein, ibíd., p. 783; nota sobre Marcos 15:37).

El Centurión había visto todo. A principios de la crucifixión era un incrédulo. Pero escuchó a Jesús orar por él,

“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34).

Él vio las tinieblas caer sobre la faz de la tierra. Vio el terremoto. Él “temió en gran manera” (Mateo 27:54). ¡Y ahora vio morir a Jesús como nunca había visto a un hombre crucificado morir! Todos los demás estaban tan débiles que no podían ni respirar – y morían en silencio. Pero Jesús ¡“dando una gran voz”! ¿De dónde sacó la energía para hacerlo? Este Centurión había presidido muchas crucifixiones. Pero ningún otro hombre había muerto con “un grito de victoria”. El Centurión estaba convencido. ¡Los enemigos de Cristo se habían equivocado! ¡Él mismo se había equivocado!

“Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios” (Marcos 15:39).

¿Fue el Centurión convertido? Creo que sí, y aquí está por qué – él había sido un incrédulo – pero ahora él dice, “Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios” (Marcos 15:39). ¡Esta es seguramente tan buena como la confesión de Pedro! Jesús le preguntó a Pedro “¿quién decís que soy yo?” (Mateo 16:15). Pedro respondió: “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo” (Mateo 16:16). Jesús le respondió:

“porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos” (Mateo 16:17).

¡El Centurión seguramente tenía tanta fe como Pedro! ¡Y él hizo una mejor confesión de su fe en Jesús que la que hizo Pedro! Pedro le abandonó a Él y huyo. El Centurión quedó a la vista de los enemigos de Cristo – y sin temor, declaró:

“Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios” (Marcos 15:39).

Pero el Centurión dijo algo más de igual importancia. Lucas nos dice que él también dijo:

“Verdaderamente este hombre era justo” (Lucas 23:47).

Eso puede que no suene tan importante, pero lo es. Es lo mismo que el ladrón moribundo había dicho cuando se convirtió en la cruz junto a Jesús:

“Éste ningún mal hizo” (Lucas 23:41).

El Centurión oyó al ladrón convertido decir eso. No lo había creído antes. Antes se había burlado de Cristo – ¡al igual que el ladrón lo hizo! (Lucas 23:36, Mateo 27:44). Pero ahora, en sus conversiones, el ladrón y el Centurión estaban de acuerdo:

“Éste ningún mal hizo”.

“Verdaderamente este hombre era justo”.

Por iluminación divina, tanto el ladrón como el Centurión vieron que Cristo no era culpable. Más que eso – ¡vieron su justicia bendita! Cuánto más sabían no puedo decir. ¿Sabían más? La Escritura es silenciosa. Pero sabían lo suficiente como para decir que Jesús era sin pecado. El ladrón sabía lo suficiente como para llamarlo “Señor”. El Centurión sabía lo suficiente como para decir:

“Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios”.

Creemos que el ladrón se convirtió. ¡También debemos creerlo del Centurión!

No tengo mucha confianza en la tradición, porque puede ser el producto de la superstición. Y sin embargo, no puedo terminar este sermón sin decirte que la antigua tradición dice que este hombre se hizo Cristiano. El Dr. Lenski dijo:

Este gentil, llamado Longinus en la tradición, viene a la fe bajo la cruz del Salvador muerto. Su confesión es fuerte, debido a su αληθως, “verdaderamente”. Este adverbio se establece en contra de la incredulidad y burla de los Judíos. Lo que [se] puede decir, el centurión ve la verdad de la filiación divina de Jesús (traducción de Lenski, ibíd., nota sobre Mateo 27:54).

Algunos pueden decir que he señalado una tradición Católica. Creo que es probablemente más antigua que el Catolicismo. No sé si la tradición es verdadera o falsa. Pero sí sé que la conversión del Centurión fue Protestante. No hay en ella Catolicismo en absoluto – no hay bautismo, no hay penitencia, no hay sacramentos. ¡Simplemente fe en Jesús! ¡Y esa es la manera en que Cristo salva a todos los que vienen a Él!

Ahora, ¿qué podemos aprender de todo esto? Creo que las Escrituras hacen la lección clara – dos hombres, el ladrón que cree y confeso Centurión, comenzaron burlándose de Cristo en la Cruz, al igual que el resto de la multitud. Pero, después de ver morir a Jesús, estos dos hombres, el ladrón y el Centurión, creyeron en Jesús, el Hijo de Dios. Pero otros dos hombres, el Sumo Sacerdote y el ladrón no convertido, vieron los mismos hechos y se mantuvieron en la incredulidad. Eso, creo, es la lección que Dios quiere que aprendamos de las Escrituras. Los dos ladrones pudieron ver la misma cosa – pero uno fue convertido y el otro no. Dos hombres pudieron ver la misma cosa, pero el Sumo Sacerdote permaneció sin convertirse, mientras que el Centurión creyó. Dos personas pueden escuchar el mismo Evangelio – y uno se convierte mientras que el otro permanece en la incredulidad.

¿Cuántas veces has leído en los Evangelios de la muerte de Jesús para pagar el castigo por tus pecados? ¿Cuántas veces has escuchado el Evangelio ser predicado? Otros han venido a Jesús y han sido salvos. ¿Cómo es que permaneces perdido? ¿Cómo puede ser que no vienes a Jesús y eres salvo? ¿Cuánto tiempo más vas a esperar? Jesús te dice:

“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28).

Jesús murió en tu lugar, para pagar la pena completa por tus pecados. Jesús resucitó de entre los muertos para darte vida. ¿Por qué no vienes a Jesús? ¿Por qué esperas? ¿Por qué no vienes al Hijo de Dios?

Jesús amó al ladrón lo suficiente para salvarlo a la puerta de la muerte. ¡Jesús amó el Centurión lo suficiente para darle fe, a pesar de que este hombre supervisó y ejecutó Su crucifixión, y había ordenado que Sus manos y pies fueran clavados al maldito madero! Y, querido amigo, Jesús te ama lo suficiente como para perdonarte y salvar tu alma esta noche – con todos los pecados que has cometido – con todo el tiempo que has permanecido lejos de Él. ¡Ven a Él quien te ama, y Él lavará tus pecados en Su preciosa Sangre!

Yo vi a uno colgando en el madero
   En agonía y sangre;
Fijó Sus [llenos de dolor] ojos sobre mi
   Mientras cerca de Su cruz yo estaba.

Me vio una segunda vez, que dijo,
   “Todo lo perdono:
Esta sangre fue recompensa por ti;
   Muero para que tú puedas vivir”.
(Traducción libre de “He Died For Me” por John Newton,
     1725-1807; a la melodia de of “O Set Ye Open Unto Me”).


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(FIN DEL SERMÓN)
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