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DETERMINADO A SUFRIR

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles
Sábado por la Noche, 10 de Marzo del 2018

“Cuando se cumplió el tiempo en que él había de ser recibido arriba, afirmó su rostro para ir a Jerusalén” (Lucas 9:51).


El Dr. John Gill dijo: “Se había llegado la hora en que Jesús debía ir a las tierras bajas de Galilea, habiendo terminado su trabajo allí, para ir arriba al país de Judea, y de allí a Jerusalén..Después de esto, nunca más fue a Galilea...y estaba determinado a ir a Jerusalén...aunque sabía lo que iba a encontrar y lo que iba a soportar; que Él tenía que llevar los pecados de su gente, la maldición de la ley, y la ira de Dios; que Él tendría muchos enemigos, hombres y demonios con quien luchar, y padecer una muerte dolorosa, vergonzosa, y detestable; aún así ninguna de estas cosas lo movió, Él estaba [afirmado] a ir [allí]” (traducción de John Gill, D.D., An Exposition of the New Testament, The Baptist Standard Bearer, reimpresión de 1989, volumen I, p. 589; nota sobre Lucas 9:51).

“Cuando se cumplió el tiempo en que él había de ser recibido arriba, afirmó su rostro para ir a Jerusalén”
       (Lucas 9:51).

“Afirmó su rostro para ir a Jerusalén” a morir en la Cruz. Traeré tres pensamientos de este texto.

I. Primero, Jesús fue a la Cruz a propósito.

¡La crucifixión de Jesús no fue un accidente! ¡No! Él ya le había dicho a los Discípulos:

“Es necesario que el Hijo del Hombre padezca muchas cosas, y sea desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y que sea muerto, y resucite al tercer día” (Lucas 9:22).

De nuevo, Él ya les había dicho:

“Haced que os penetren bien en los oídos estas palabras; porque acontecerá que el Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres. Mas ellos no entendían estas palabras, pues les estaban veladas para que no las entendiesen; y temían preguntarle sobre esas palabras” (Lucas 9:44-45).

Los Discípulos no entendían que Él iba a Jerusalén a morir en la Cruz. Pero Jesús lo sabía y lo entendía. Por tercera vez en el Evangelio de Lucas, Jesús dijo:

“He aquí subimos a Jerusalén, y se cumplirán todas las cosas escritas por los profetas acerca del Hijo del Hombre. Pues será entregado a los gentiles, y será escarnecido, y afrentado, y escupido. Y después que le hayan azotado, le matarán; mas al tercer día resucitará. Pero ellos nada comprendieron de estas cosas, y esta palabra les era encubierta, y no entendían lo que se les decía” (Lucas 18:31-34).

Los Discípulos esperaban que Jesús fuera puesto en el trono como el Rey y Mesías de Israel. Ellos simplemente no podían entender por qué Él tenía que morir en la Cruz. ¿Por qué? Lucas 18:34 dice que “esta palabra les era encubierta”. No fue sino hasta que Jesús resucitó de entre los muertos que Él les abrió “el entendimiento…y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Jesús padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día” (Lucas 24:45-46). Así, los Discípulos no tuvieron entendimiento del Evangelio (I Corintios 15:1-4) sino hasta que Jesús resucitó de los muertos (cf. John 20:22, 24-28).

Pero Jesús sabía por qué Él iba a Jerusalén. El Apóstol Juan dijo que Jesús sabía “todas las cosas que le habían de sobrevenir” (Juan 18: 4). Sin embargo, Él “afirmó su rostro para ir a Jerusalén” para morir en la Cruz (Lucas 9:51). Él sabía que Dios iba a moler Su alma en Getsemaní con el peso de nuestros pecados – hasta que sudó sangre y clamó para que Dios lo salvara de la muerte esa noche, para que Él pudiera ir a la Cruz en la mañana. Él sabía que Pilato lo azotaría, y cada vez que el látigo azotaba Su espalda, y cada vez que la Sangre brotaba, y la piel era arrancada de Sus huesos, los azotadores se reían y se burlaban de Él, haciendo Su dolor más intenso y horrible. Y Jesús sabía que Él iba a Jerusalén para ser clavado en la Cruz. Él sabía que lo iban a arrastrar del lugar donde lo azotaron y traspasarían clavos en Sus manos y Sus pies. Entonces, al levantar la Cruz los soldados, Él estaría colgado por horas, desnudo, bajo el sol caliente antes de morir. Sí, Jesús sabía todo esto; Él sabía que iba a Jerusalén a sufrir, a sangrar, y a morir. Aún así “afirmó su rostro para ir a Jerusalén” (Lucas 9:51). “¡Él no fue forzado a ir! ¡No! Él fue dispuesto,

“...el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios” (Hebreos 12:2).

¡Jesucristo, “por el gozo puesto delante de Él”, “afirmó su rostro para ir a Jerusalén” – a morir en la Cruz! De pie y canten el coro, “En La Cruz”.

En la cruz, en la cruz,
   Sea allí mi gloria;
Hasta que el río al cruzar
   Mi alma descanse.
(Traducción libre de “Near the Cross” por Fanny J. Crosby, 1820-1915).

Se pueden sentar. Sí, Jesús fue a la Cruz a propósito.

“Cuando se cumplió el tiempo en que él había de ser recibido arriba, afirmó su rostro para ir a Jerusalén”
       (Lucas 9:51).

II. Segundo, Jesús fue a la Cruz para dejarnos un ejemplo.

Yo sé que los antiguos liberales que rechazaron la Biblia, como Harry Emerson Fosdick, exageraban ese punto, ¡porque no tenían otro punto qué enfatizar! Pero es un punto que está en la Biblia – así que algunas veces debemos predicarlo. El Apóstol Pedro no era un liberal, y él dijo:

“Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas” (I Pedro 2:21).

Jesús “afirmó su rostro para ir a Jerusalén” a sufrir y a morir. Y todo Cristiano debe estar dispuesto a seguir Su “ejemplo” (I Pedro 2:21). Todo Cristiano verdaderamente convertido debe pasar por pruebas y dificultades voluntariamente como lo hizo Jesús, nuestro gran ejemplo.

Sé que el tal llamado “evangelio de la prosperidad” es muy popular hoy en día. Benny Hinn, Joel Osteen y otros predican constantemente “prosperidad” en la TBN. Pero es sólo una moda pasajera. No lo vas a escuchar mucho (si lo llegas a escuchar) dentro de pocos años. Durante el aumento del terrorismo mundial, que apenas empieza, mucha gente se dará cuenta de que el “evangelio de la prosperidad” es una enseñanza falsa. El verdadero Evangelio llama a la gente a una vida de abnegación y de cargar con la cruz. Jesús dijo:

Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame” (Lucas 9:23).

Nota que Jesús dijo: “Si alguno” (traducción moderna, “alguien”). Él no estaba hablando de un grupo especial de “súper santos”. Él dijo:

Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame” (Lucas 9:23).

No te equivoques. Yo no creo que las obras humanas lleven a la salvación. Salvación es solo por gracia, “no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:9).

“Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”
        (Filipenses 2:13).

Cuando Dios está obrando en ti, tú estás dispuesto a negarte a ti mismo y tomar la cruz, y pasar por la angustia de la convicción, y venir a Jesús, y pasar por pruebas y angustias como Cristiano, porque:

“Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios” (Hechos 14:22).

Puede que alguien diga: “¿Si es tan difícil, por qué querría alguien ser Cristiano?” La respuesta es simple.

“Tu pueblo se te ofrecerá voluntariamente en el día de tu poder” (Salmo 110:3).

Sé que muchísimos Cristianos en el Tercer Mundo han sido torturados y encarcelados por su fe. Sin embargo no abandonan a Jesús. Puedes leer sobre ellos en el Internet, en www.persecution.com. Por la gracia de Dios, puedes llegar a ser como ellos, ya que ellos son como Jesús, quien “afirmó su rostro para ir a Jerusalén” (Lucas 9:51) – porque “Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas” (I Pedro 2:21). Es por el sufrimiento que llegamos a ser Cristianos maduros. Dios usa las pruebas y las tribulaciones de la vida Cristiana para hacernos más santos y más fuertes en la fe. El Apóstol Pablo dijo:

“También nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado” (Romanos 5:3-5).

Entonces podrás cantar ese coro. Yo sé que algunos de ustedes no lo sienten ahora, pero por la Gracia de Dios, algún día algunos de ustedes lo sentirán. ¡Cántenlo de nuevo, de pie!

En la cruz, en la cruz,
   Sea allí mi gloria;
Hasta que el río al cruzar
   Mi alma descanse.

Se pueden sentar. Sí, Jesús murió en la Cruz para dejarnos un ejemplo – ¡para mostrarnos que necesitamos seguirlo no importa lo que cueste!

“Cuando se cumplió el tiempo en que él había de ser recibido arriba, afirmó su rostro para ir a Jerusalén”
       (Lucas 9:51).

III. Tercero, Jesús fue a la Cruz para hacer expiación por nuestros pecados.

Jesús le dijo a Jacobo y a Juan:

“Porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas”
       (Lucas 9:56).

Jesús le dijo a Zaqueo:

“Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10).

Por Su muerte en la Cruz, Jesús puede salvarte del juicio, y pecado, y de la ira de Dios. Jesús puede salvarte al morir en tu lugar, para morir por nuestros pecados, en al Cruz. Jesús deliberadamente “Afirmó su rostro para ir a Jerusalén”, y murió en la Cruz para expiar por tu pecado. El profeta Isaías dijo:

“Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros” (Isaías 53:6).

“Por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos”
       (Isaías 53:11).

Jesús fue a Jerusalén para morir en tu lugar, para pagar por tus pecados, como tu sustituto. Eso es llamado Su “expiación vicaria”. El Dr. Charles Hodge dijo:

El sufrimiento Vicario es el sufrimiento soportado por una persona en el [lugar] de otra (traducción de Charles Hodge, Ph.D., Systematic Theology, Eerdmans, 1946 reimpresión, p. 475).

Jesucristo, Dios el Hijo, murió en tu lugar, como tu sustituto. Jesús pagó por todos tus pecados cuando murió en tu lugar, como tu sustituto en la Cruz. ¡Confía en Él y eres salvo! Como Isaías dijo:

“Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados” (Isaías 53:5).

Y como dijo el Apóstol Pablo:

“Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras” (I Corintios 15:3).

La muerte de Jesús en la Cruz satisface la justicia de Dios. La muerte de Jesús satisface la ley de Dios. La muerte de Jesús apacigua, propicia, la ira de Dios. Así, la muerte de Jesús reconcilia a Dios con nosotros los pecadores. La muerte de Jesús nos libera del poder del mal. Es por eso que Jesús bajó del Cielo. Es por eso que Jesús “Afirmó su rostro para ir a Jerusalén” para morir en la Cruz (Lucas 9:51). ¡Su muerte en la Cruz expiará tu pecado, y serás salvo por siempre y por toda la eternidad! ¡Cómo oramos que Dios te atraiga a Jesús! Por favor pónganse de pie y canten el himno número 1 en su cancionero.

Las llagas de Jesús muestran tan claro Su amor.
Nos muestran ríos carmesí de Sangre de expiación,
De Sangre de expiación.

¡Cómo es que espinas con Sangre coronan a Jesús!
¡Y clavan sus manos y pies con tortura feroz!
¡Con tortura feroz!

Venid, ustedes que del pecado manchados están;
Venid, en Su Sangre lavaos, y así limpios serán;
Y así limpios serán.
   (Traducción libre de “Jesus Wounded” por Edward Caswell, 1849;
      a la melodía de “Majestic Sweetness Sits Enthroned”).


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(FIN DEL SERMÓN)
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El Solo Cantado Antes del Sermón por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith:
“Jesus Wounded” (por Edward Caswell, 1849;
a la melodía de “Majestic Sweetness Sits Enthroned”).


EL BOSQUEJO DE

DETERMINADO A SUFRIR

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

“Cuando se cumplió el tiempo en que él había de ser recibido arriba, afirmó su rostro para ir a Jerusalén” (Lucas 9:51).

I.    Primero, Jesús fue a la Cruz a propósito, Lucas 9:22, 44-45; 18:31-34;
Lucas 24:45-46; I Corintios 15:1-4; Juan 20:22, 24-28; Juan 18:4;
Hebreos 12:2.

II.   Segundo, Jesús fue a la Cruz para dejarnos un ejemplo, I Pedro 2:21;
Lucas 9:23; Efesios 2:9; Filipenses 2:13; Hechos 14:22; Salmo 110:3;
Romanos 5:3-5.

III.  Tercero, Jesús fue a la Cruz para hacer expiación por nuestros pecados,
Lucas 9:56; 19:10; Isaías 53:6, 11, 5; I Corintios 15:3.