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REACCIONES AL AVIVAMIENTO

por el Sr. John Samuel Cagan

Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles
Sábado por la Noche, 26 de Agosto del 2017

“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6).


En toda la Biblia, siempre que Dios desciende, hay divisiones. Las personas se dividen en grupos diferentes mediante la introducción del poder de Dios. Algunas personas creen en Dios, mientras que otras no. Algunos aceptan a Jesús, mientras que otros no. Algunos se dejan convencer y son doblados por el Espíritu de Dios, mientras que otros no. Jesús mismo dijo:

“No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada” (Mateo 10:34).

Hay gente de Dios, y hay gente de pecado. Hay ovejas y hay cabras. Cuando el poder de Dios desciende, la gente se separa en grupos. Unos creen, y otros no. Hay quienes reciben una bendición, y otros no. En todos los casos hay consecuencias espirituales y a veces eternas.

“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6).

Nuestra iglesia ha experimentado el poder de Dios. El poder de Dios ha tocado a nuestra iglesia en un suave avivamiento. Sin embargo, así como la tierra tuvo diferentes reacciones a la semilla de la Palabra de Dios en la Parábola del Sembrador, ha habido diferentes reacciones al movimiento de Dios en nuestra iglesia.

I. Primero, están aquellos que han visto, creído y fueron bendecidos.

Algunos oraron y buscaron diligentemente a Dios. Algunos enfocaron todo su corazón en alcanzar la bendición de Dios. No estaban satisfechos de vivir como siempre. Ellos querían tener la bendición y el poder de Dios en el avivamiento. Así que creyeron. Así que ayunaron. Así que oraron. Ellos confesaron sus pecados y encontraron perdón. Así que experimentaron la bendición de Dios. Después de que la amargura y los desacuerdos los separaron, encontraron de nuevo a sus amigos. Después de que el pecado los había separado, encontraron a Dios de nuevo. Sus vidas fueron restauradas a un lugar de alegría, esperanza y amor.

“¿No volverás a darnos vida, Para que tu pueblo se regocije en ti?” (Salmo 85:6).

Se encontraron ante la presencia de Dios y descubrieron que nada más importaba. Dios les dio una fe renovada para orar. Dios les dio un corazón revivido para amar las almas. Ellos vieron el poder de Dios moviéndose en sus vidas y en la vida de otros. El Espíritu de Dios cayó sobre ellos, y fueron buena tierra. Creían que Dios era capaz de romper los cielos y descender y derretir montañas. Ellos creían que Dios podía moverse aquí, en su iglesia y en sus vidas, y Dios tuvo misericordia y los bendijo. Ellos dieron testimonios de la bondad de Dios. Sus vidas se convirtieron en testigos del poder vivo de Dios.

“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6).

II. Segundo, están aquellos que han visto y creído, pero no fueron bendecidos.

Hay otros que vieron y creyeron pero no experimentaron la bendición de Dios. Existe el peligro de ver la bendición de Dios, aparte y fuera de ella. Sin duda, las almas que hacen esto tienen sus razones para hacerlo. Cualquiera que sea la justificación que puedan tener para no entrar en la bendición de Dios, lo están haciendo en un peligro espiritual personal. La Biblia advierte contra el peligro de ver y creer en el poder de Dios, pero no entrar en la bendición de Dios.

En el poderoso avivamiento del Libro de los Hechos, hubo un hechicero llamado Simón que presenció el poder de Dios. Simón el hechicero vio y oyó hablar de las cosas asombrosas que Dios estaba haciendo a través del ministerio del Apóstol Felipe. La Biblia dice de Simón:

“También creyó Simón mismo, y habiéndose bautizado, estaba siempre con Felipe; y viendo las señales y grandes milagros que se hacían, estaba atónito” (Hechos 8:13).

Simón vio y creyó en el poderoso movimiento de Dios, pero se mantuvo aparte de la bendición de Dios y no entró. De la misma manera, hay algunos que han visto el poder de Dios moviéndose en avivamiento y creyeron lo que vieron, y sin embargo no entraron en la bendición de Dios. Nota que Simón siguió con Felipe. Simón no dejó la iglesia ni regresó a una vida de pecado. Aquellos que han visto y creído en el poder de Dios no necesariamente dejan la iglesia inmediatamente. Aunque Simón no abandonó la iglesia, no recibió la bendición de Dios. Hay consecuencias espirituales por estar aparte de la bendición y presencia de Dios, incluso si crees que Dios está realmente aquí, y está realmente bendiciendo. La separación de Simón de Dios fue revelada cuando Pedro y Juan comenzaron a imponer las manos sobre la gente que recibirían el Espíritu Santo de Dios. La Biblia dice:

“Cuando vio Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero, diciendo: Dadme también a mí este poder, para que cualquiera a quien yo impusiere las manos reciba el Espíritu Santo. Entonces Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero. No tienes tú parte ni suerte en este asunto, porque tu corazón no es recto delante de Dios” (Hechos 8:18-21).

La separación de Simón de Dios reveló que su corazón no estaba bien con Dios. Había, de hecho, una razón por la que Simón no entró en el avivamiento, aunque lo vio y creyó que estaba sucediendo. La razón por la que Simón no entró en el avivamiento fue a causa del pecado. El Apóstol Pedro le dijo a Simón:

“Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad, y ruega a Dios, si quizá te sea perdonado el pensamiento de tu corazón; porque en hiel de amargura y en prisión de maldad veo que estás” (Hechos 8:23).

Aquellos que ven un avivamiento y creen que es real y que está sucediendo a su alrededor, pero no reciben una bendición, están en peligro de tener sus corazones expuestos como no correctos a la vista de Dios por no reaccionar a ello. Hay pecado en sus corazones y vidas que les impide entrar en la bendición de Dios. Como no entran en el perdón de Dios, se arriesgan a agotar la misericordia de Dios. Ellos corren el riesgo de entristecer al Espíritu Santo de Dios. Ellos arriesgan tener su conciencia cauterizada y la próxima vez, no creerán en absoluto. Su pecado les da una razón para estar separados de Dios. No permiten que Dios los toque personalmente, aunque esté tocando a tantos a su alrededor.

“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6).

III. Tercero, están aquellos que han visto, pero no han creído y no fueron bendecidos.

No es difícil decir que crees en Dios. No es difícil decir que crees que la Biblia es verdad. En el mundo Occidental, los Cristianos profesantes afirman creer en Dios. Pero el Dios en el que creen estos Cristianos profesantes es impotente. Su dios no cambia las cosas ni realiza milagros ni juzga el pecado ni hace nada más que generalmente amar y aceptar a las personas independientemente de cómo vivan. El dios de estos Cristianos profesantes es un dios falso. Ellos realmente no conocen al Dios de la Biblia. Ellos no conocen al verdadero Dios que creó el mundo en seis días, que separó el Mar Rojo, y que envió a Su único Hijo a morir por nuestros pecados en la Cruz. Ellos no conocen al Dios verdadero. Ellos no tienen fe. No pueden agradar a Dios. No pueden estar con Dios. Ellos no pueden tener sus vidas cambiadas o afectadas por Dios. Ellos no pueden ver a Dios trabajando en el mundo hoy.

“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6).

A medida que Dios mueve algunas vidas, otros están tensos contra Dios para no ser movidos. Cuando Dios se movió en Su gracia y misericordia, algunos fueron rápidos para no sentirse impresionados y escépticos. Los escépticos ya tenían una idea de cómo debía ser Dios, y por lo tanto no estaban convencidos por un arbusto ardiente. Los escépticos tenían una idea de lo que Dios debía hacer. Cuando esas cosas no sucedieron, los escépticos dijeron que Dios no estaba haciendo nada. Ellos se dijeron: “Yo creo que es verdad para ellos, pero no es verdad para mí”. Su fe en Dios no fue más allá de una fe religiosa de la ortodoxia, la tradición y el hábito.

“Que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita” (II Timoteo 3:5).

Los escépticos que rechazan las señales de Dios trabajando en nuestras vidas y en nuestro tiempo son como los Fariseos. Los Fariseos creían que cada palabra de la Biblia era verdadera, pero su fe no fue más allá. Los Fariseos rechazaron a Jesús aun cuando Jesús levantó gente de entre los muertos. Los Fariseos enmascararon su incredulidad detrás de su religión. Jesús dijo a los Fariseos:

“Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no queréis venir a mí para que tengáis vida” (Juan 5:39-40).

La religión de los Fariseos era útil y provechosa, pero la fe de los Fariseos estaba muerta. La religión de los escépticos también es útil, pero su fe está muerta. Los escépticos piensan que no pueden apreciar a Dios avivando nuestra iglesia porque Dios no ha cumplido con los rigurosos estándares de su evaluación espiritual. Y sin embargo, hay vidas que son cambiadas por el poder de Dios. Esas vidas componen una iglesia que es cambiada para la gloria de Dios. Esas vidas cambiadas y reavivadas contradicen las conclusiones del escéptico y señalan la maravilla y el poder de Dios.

“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6).

¿Es eso cierto de ti? Si un movimiento del Espíritu de Dios en nuestra iglesia y en las vidas de tus amigos no puede convencerte, ¿qué puede? ¿Estarías convencido de la separación del Mar Rojo? El pueblo de Israel vio al Mar Rojo dividido por el poder de Dios, pero poco después adoró a un becerro de oro. ¿Estarías convencido si oyeras a Elías predicarte? El Rey Acab oyó a Elías predicar y lo persiguió. ¿Estarías convencido si Jesús Mismo se parara ante ti y predicara y realizara milagros? La gente en el tiempo de Jesús lo vio predicar y realizar milagros, pero pidió la crucifixión de Él.

Cuando el rico estaba ardiendo en el Infierno, pidió poder regresar y aparecer a sus hermanos para advertirles de los peligros del Infierno. Pero Abraham dijo:

“Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos. Él entonces dijo: No, padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán. Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos” (Lucas 16:29-31).

Aquellas vidas que esperaban y agradaban a Dios fueron revividas y cambiadas. Pero aquellos que se detuvieron y esperaron para la correcta manifestación del poder de Dios no se movieron, no fueron cambiados, y no fueron bendecidos. No creyeron. Y así Dios irá y continuará, y los habrá dejado atrás.

“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6).

Pero Dios no quiere que te quedes atrás. Dios no quiere que te quedes atrás del avivamiento, la salvación y el perdón. Debes humillarse y arrepentirse de tus pecados y confiar en Jesús. La vida eterna y la salvación plena vienen solamente a través de una experiencia personal con Jesucristo, y de ninguna otra manera.

Si dependes de tu intelecto y experiencia, irás al Infierno. Si dependes de la bondad de tu vida, irás al Infierno. Si dependes de sentimientos, creencias o en cualquier cosa excepto Jesús, sufrirás en el Infierno para siempre. Debes depender de Jesús. Debes entrar en la bendición de Dios por el perdón a través del Salvador. Jesús murió por ti en la Cruz. Jesús derramó Su Sangre para cubrir tus pecados de la vista de Dios. Jesús te salvará, si confías en Él. No te apartes en escepticismo e incredulidad. Te detienes de las bendiciones de Dios. No te detenga y esperes más. Confía en Jesús por fe. Lánzate sobre Él. Cree en el Señor Jesucristo y se salvo. Dr. Hymers, por favor venga y cierre el servicio.


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(FIN DEL SERMÓN)
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El Solo Cantado Antes del Sermón por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith:
“Revive Thy Work” (por Albert Midlane, 1825-1909).


EL BOSQUEJO DE

REACCIONES AL AVIVAMIENTO

por el Sr. John Samuel Cagan

“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6).

(Mateo 10:34)

I.    Primero, están aquellos que han visto, creído y fueron
bendecidos, Salmo 85:6.

II.   Segundo, están aquellos que han visto y creído, pero no fueron
bendecidos, Hechos 8:13, 18-21, 23.

III.  Tercero, están aquellos que han visto, pero no han creído y no fueron
bendecidos, II Timoteo 3:5; Juan 5:39-40; Lucas 16:29-31.