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¡EL DELANTAL DE ADAN NO TE PUEDE ESCONDER!

(SERMÓN #91 SOBRE EL LIBRO DE GÉNESIS)

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles
La Noche del Día del Señor, Diciembre 11, 2016

“Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella. Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales. Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto” (Génesis 3:6-8).


Cuando era joven me enseñaron la teoría de la evolución. Cada ser vivo en la tierra evolucionó desde la primera forma de vida. Yo lo creí. Ahora creo lo que dice la Biblia:

“Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente” (Génesis 2:7).

¿Qué cambió mi mente de creer que el hombre evolucionó de las formas inferiores de la vida? Mi mente no cambió por estudiar el tema. Hay muchos libros que enseñan que la evolución es una mentira. Pero yo no los leí. Fueron útiles más tarde. Pero los libros contra la evolución no desempeñaron ningún papel en mi cambio de pensamiento. Para nada. Yo rechacé la evolución en el mismo momento en que fui convertido. Fue un acto de Dios. Fue Dios Mismo quien cambió mi mente. Fue Dios quien me convirtió de esa falsa teoría. En el Nuevo Testamento la palabra Griega traducida como “convertir” significa “dar la vuelta o invertir” (Strong). En una conversión real nuestras mentes se vuelven e invierten. Dios volvió mi mente e invirtió mis pensamientos de la mentira de la evolución Darwiniana a la verdad de la creación. Ves, la evolución era muy importante para mí. Pero en un breve momento fui convertido y confié en Jesús. Y en ese breve momento de conversión Dios repentinamente giró mi mente e invirtió mi pensamiento – y en ese momento supe en mi mente que la evolución era una mentira, una mentira satánica. Y en ese momento supe que Dios creó al primer hombre del polvo. El Dr. Henry M. Morris dijo: “El cuerpo del hombre fue formado de los elementos de la tierra, carbono, hidrógeno, oxígeno, etc.” (traducción de The Defender’s Study Bible, nota en Génesis 2:7). Los mismos elementos en la tierra también son los mismos elementos encontrados en el cuerpo del hombre. Así cuando fui convertido, supe con seguridad que el primer hombre fue creado de la tierra – y rechacé como ciencia ficción la mentira de que el hombre evolucionó desde las formas inferiores de la vida.

El primer hombre Adán fue creado perfectamente inocente. Fue colocado en un hermoso Huerto. Cada árbol en el Huerto produjo fruta deliciosa. Todo lo que Adán tenía que hacer era alcanzarla y arrancarla. Ya que todos los animales y aves eran vegetarianos, Adán no tenía enemigos. Entonces Dios hizo una hermosa esposa para él. Ellos vivían en ese ambiente perfecto. Dios bajaba por la tarde cada día tenía comunión con ellos. No había pecado para interrumpir su comunión con Dios.

Sin embargo, Satanás estaba allí. Él era un gran ángel de Dios que se rebeló. Y Dios lo lanzó del Cielo a la tierra. Él no podía atacar a Adán y Eva. Dios los protegía de ser directamente dañados por Satanás. Todo lo que Satanás podía hacer era tentarlos. Y sólo había una cosa con la que podía tentarlos. Era la tentación de comer del fruto del árbol de la ciencia del bien y el mal. Dios les había dicho que morirían si comían esa fruta.

Satanás había tomado posesión del cuerpo de una serpiente. Y Satanás habló por la boca de esta criatura. Después un burro habló al falso profeta Balaán.

Adán y Eva podrían haber vivido para siempre en ese Huerto maravilloso. Podrían haber vivido para siempre, sin envejecer. Podrían haber vivido para siempre sin ninguna enfermedad, sin ninguna angustia, sin ninguna tristeza o dolor. Nunca tendrían que haber muerto.

Pero había una ley muy simple que tenían que obedecer. Una ley muy fácil, y la única ley que Dios les pidió obedecer.

“Mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” (Génesis 2:17).

Esa fue la única ley que Dios les dio.

Había alguien más en ese Huerto. Satanás estaba allí. Sólo había una forma en que Satanás podía tentarlos, porque sólo había una ley que pudieran romper. Satanás los tentó a comer el fruto del árbol prohibido. Él tentó a Eva diciéndole que Dios estaba equivocado. Ella lo escuchó y comió el fruto prohibido.

“Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella. Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales” (Génesis 3:6, 7).

En cuanto comieron el fruto prohibido, se convirtieron en pecadores. Ya no eran inocentes. Ahora eran pecadores por naturaleza. Su naturaleza misma fue cambiada de inocente a pecaminosa. Ahora tenían una naturaleza pecaminosa. Ahora sabían que eran pecadores. Y ahora trataron de ocultar su pecado con delantales hechos de hojas de higuera. Más que eso, trataron de esconderse de Dios entre los árboles del Huerto.

El Diablo había cumplido su malvado plan. Se convirtieron en pecadores para siempre. En el momento en que comieron del fruto prohibido, se volvieron “muertos en delitos y pecados”. Ahora estaban “muertos en pecados” (Efesios 2:1, 5). No sólo estaban muertos espiritualmente, ahora veían a Dios como su enemigo. “Porque la mente carnal es enemistad contra Dios”. Ahora eran enemigos de Dios en sus mentes arruinadas y carnales.

Pero aún peor, su naturaleza arruinada y su muerte espiritual serían heredadas por todos sus descendientes – por todos en la tierra. “Por la desobediencia de un hombre [Adán] los muchos fueron constituidos pecadores” (Romanos 5:19, RV). “Así que, como por la transgresión de [Adán] vino la condenación a todos los hombres” (Romanos 5:18). El pecado original de Adán está en tu corazón. Tu corazón está corrompido y tu corazón es pecaminoso. Esta es la raíz de todos los pecados que cometes. Una naturaleza pecaminosa es transmitida a ti de Adán. “No somos pecadores porque pecamos, sino que pecamos porque somos pecadores, nacimos con una naturaleza esclavizada al pecado” (traducción de The Reformation Study Bible, nota en la página 781). “El hombre [está] muerto en el pecado [y] no puede por su propia fuerza convertirse a sí mismo” (traducción de Westminster Confession, IX, 3).

Así que eres un hijo de Adán. Su naturaleza pecaminosa es heredada (transmitida) a toda la raza humana. Eres esclavo del pecado. Nada de lo que digas puede ayudarte a ser salvo. Eres pecador por naturaleza. Leer y estudiar la Biblia no te salvará. Estar en la iglesia todos los Domingos no te salvará. Conozco a un hombre que nunca ha faltado a la iglesia en toda su vida. Desde la semana en que nació hasta ahora. Nunca ha faltado a un solo servicio de la iglesia. Pero ese hombre todavía está perdido. Está “muerto en pecados” (Efesios 2:5).

Puedes escuchar cientos de sermones de salvación, pero no te ayudarán. ¿Por qué? Porque eres esclavo del pecado, “muerto en delitos y pecados” (Efesios 2:1).

Tú dices: “¡Ese no soy yo!” Pero estás equivocado. Ese eres tú. Al igual que Adán, tratas de cubrir tus pecados, como lo hizo con un delantal de hojas de higuera. Tratas de cubrir tus pecados haciendo el bien. Yo hice eso durante cinco años. A la edad de quince años vi a mi abuela muerta en un ataúd. Me destrozó por dentro. Mientras la estaban enterrando, corrí hacia los árboles del cementerio Forest Lawn de Glendale. Corrí y corrí y corrí – hasta que estaba empapado en sudor y caí sin aire al suelo. Entonces Dios descendió sobre mí como lo hizo con Jacob. Y Jacob dijo: “Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía” (Génesis 28:16). Jacob no fue salvo entonces, ni tampoco yo. Pero desde ese momento me convencí de que Dios era real y yo era un pecador. Durante los siguientes cinco años fui atormentado por mi pecado. Traté todas las maneras posibles para detener el tormento. Oraba todos los días. Leía la Biblia todos los días. Iba a la iglesia cada Domingo por la mañana y cada Domingo por la noche. Iba a la reunión de oración todos los Miércoles por la noche. Iba al frente en cada invitación y dedicaba y re-dedicaba mi vida a Dios cada Domingo por la noche. Oraba la “oración de pecador” una y otra vez. A los diecisiete años dediqué mi vida a predicar el Evangelio, luego dediqué mi vida a ser misionero. ¡Pero nada de eso me sirvió de nada! Cuanto más intentaba ser bueno, lo más pecador me sentí. Yo era miserable y estaba horrorizado de ser un pecador. Todas esas buenas obras eran como el delantal que Adán se puso para ocultar su desnudez de Dios. Pero aún así era un pecador desnudo a los ojos de Dios – y yo lo sabía. Dije que era salvo. Pero cada vez que dije que era salvo sabía que era mentira. Dios no estaba contento conmigo en absoluto – y yo lo sabía. Yo estuve bajo convicción de pecado por cinco años. Fueron cinco años de tormento, miedo y culpa.

Déjame que te lo aplique. Has estado aquí en la iglesia por un largo tiempo, pensando que eres salvo. Pero en el fondo de tu corazón sabes que es una mentira. Sabías que era una mentira durante el avivamiento que Dios envió. Otros confesaban sus pecados y encontraban paz en Jesús. Pero seguías diciéndote a ti mismo lo bueno que eras. ¡Pecador, tu delantal de la hoja de higuera no puede esconderte de Dios! Nunca tendrás paz con Dios hasta que admitas que eres un hipócrita perdido. ¡Hasta que admitas que estás perdido, nunca serás salvo! Esta mañana John Cagan predicó un sermón – “Dios Está Correcto Y Tú Estás Equivocado”. John Cagan dijo: “Luché con Dios muchas noches sin dormir. Hice todo lo posible para sacar a Dios y mi pecado de mi mente, porque sabía que Dios estaba correcto y yo estaba equivocado, pero no quería admitirlo...La experiencia fue muy dolorosa”. John Cagan era un hijo de Adán, tratando de ocultarse de Dios. Dijo: “La realidad de que estaba equivocado seguía golpeando las ventanas de mi alma. Cuanto más trataba de ignorarlo, más evidentes eran las evasiones”. ¿Te sientes así esta noche? Si sientes algo de lo que John Cagan y yo sentimos, significa que Dios te está llamando. Pero no será una llamada eficaz a menos que te sientas tan incómodo que harás cualquier cosa – cualquier cosa en el mundo para detener la angustia y el dolor que Dios te está enviando. La angustia y el dolor que Dios te está enviando para quebrantarte y hacerte estar dispuesto a confiar en Jesús.

El famoso evangelista Noruego O. Hallesby dijo esto:

“El pecador es salvo cuando el pecado se ha vuelto tan insoportable para él que desea una completa reconciliación con Dios y desea ser salvo de sus pecados, no sólo su ansiedad e inquietud (traducción de O. Hallesby, Letters on Revival by Dr. E. Porter, reprinted by Linde Publications, 1992, p. 192).

Jesús no murió para hacerte sentir mejor. Él no murió para hacerte feliz. No murió para darte la seguridad de tu salvación. Eso a menudo viene meses o años después de que realmente eres salvo. Pero casi nunca llega en el momento de la conversión. La mayoría de las personas no tienen ningún sentimiento de seguridad cuando son convertidas. Ellos confían en Jesús. Sus pecados son borrados. Pero para la mayoría de la gente no hay seguridad de salvación por días, meses o incluso años. Yo mismo no me di cuenta de que fui salvo hasta seis meses después de que Jesús me salvó. Aquellos que buscan la seguridad de la salvación nunca son salvos. Nunca he visto a una sola persona salva que buscaba seguridad.

Jesús murió por una razón y una sola razón – para salvarte del pecado y convertir tu corazón de un hijo de Adán a un hijo de Dios – para cambiarte de amarte solo a ti mismo a amar a Jesucristo con todo tu corazón. Muchos de ustedes vienen al frente porque quieren sentirse mejor. Deseas tener tu ansiedad y miedo eliminado, pero nunca eres salvo. He conocido a personas que vienen al frente literalmente decenas de veces y nunca son salvas porque todo lo que quieren es libertad de la ansiedad y el miedo. Todo lo que quieren es un sentimiento. Al igual que John Cagan y yo, debes encontrar el pecado insoportable – de modo que ya no te puedas soportar como eres. Sólo entonces te volverás a Jesús y serás salvo de tu pecado. No somos psicólogos. Somos predicadores. No tratamos de resolver tus problemas psicológicos. Estamos tratando de que te preocupes de tu corazón pecaminoso, para que no toleres vivir más como eres. Hasta que eso suceda nunca serás salvo.

Aquí hay un ejemplo de eso. Un hombre vino a nuestra iglesia hace muchos años. Parecía un buen hombre. Venía a todos los servicios. Pero él me decía repetidas veces: “¡Soy salvo!” Una y otra vez le dije: “Tú no eres salvo” porque yo conocía en detalle los antecedentes de ese hombre. Una y otra vez me reprendió y dijo: “Soy salvo”. Una noche, en una reunión de oración, gritó, “Dr. Hymers, soy salvo”. Yo estaba dividido porque no quería perderlo. Pero Dios me dijo: “¡No lo tienes de todos modos – dale el Infierno!” ¡Y yo hice eso! Le reprendí con tanta fuerza que pensé que nunca volvería a verlo. Pero unos días más tarde leí el testimonio completo de John Cagan en un sermón. No di una invitación por alguna razón. No recuerdo por qué no lo hice. Esa tarde me encontró y me dijo: “Me habría arrepentido si hubieras dado una invitación”. Le dije: “Voy a dar una esta noche”. Toda la tarde se sintió miserable. Su pecado se había vuelto “insoportable para él y deseaba una completa reconciliación con Dios y deseaba ser salvo de sus pecados, no sólo su ansiedad e inquietud”, como dijo el Dr. Hallesby.

Esa noche cuando di la invitación, pasó al frente en lágrimas. En pocos minutos fue salvo de una vida de pecado por Jesús. Había estado escondido detrás de un delantal de hojas de higuera durante años. ¡Pero esa noche vino a Jesús y fue lavado por la Sangre del Salvador!

¿Alguna vez te has sentido como ese hombre y John Cagan y yo? ¿El pecado se ha vuelto insoportable para ti? ¿Se han vuelto insoportables los pecados de tu corazón? ¿Estás atormentado por los pecados de tu corazón? ¿Sientes algo de lo que John Cagan y yo y el señor Nickell sentimos? Mientras busques un “sentimiento” nunca encontrarás que tu pecado sea insoportable. Sólo sentirás ansiedad e inquietud. Porque Jesús no murió en la Cruz para salvarte de la ansiedad y la inquietud – o cualquier otro mal sentimiento. Él murió en la Cruz y resucitó para cambiar tu corazón pecaminoso, heredado de Adán, a un corazón Cristiano. Él murió en la Cruz para cambiarte interiormente de un pecador egoísta a un Cristiano verdadero, alguien que ha tenido su corazón Adámico cambiado a un corazón Cristiano. Tu corazón sólo puede ser cambiado por una conversión. Conversión significa “cambiado”. Sólo Dios puede hacer eso. Y sólo lo hará cuando encuentres tu pecado insoportable.

Esta mañana John Cagan habló de una mujer que dijo: “Durante mucho tiempo, seguí tratando de buscar un sentimiento para probar mi salvación. Incluso aunque Dr. Hymers y Dr. Cagan me dijeron una y otra vez – que no buscara un sentimiento”. ¡Esta mujer estaba ocultando su pecado al querer tener un sentimiento! John Cagan dijo: “Tú confianza está en tus sentidos. Crees sólo en lo que puedes sentir. Porque no puedes ‘sentir’ a Jesús, no confiarás en Él…Debes seguir confiando en tus sentidos y sentimientos hasta que te quemes en los fuegos del Infierno o debes admitir que estás equivocado, que Dios está correcto y confiar en Jesús por fe y sin sentimiento”.

Mis queridos amigos, tenía la intención de hablar más tiempo, pero mi tiempo se acabó. El viejo Adán en tu naturaleza te ha impedido tener paz con Dios por mucho tiempo. ¡Deja de esconderte de Él, y hazlo ahora! Nunca tendrás paz con Dios a menos que renuncies a tus falsas ideas. A menos que dejes de ocultar tu pecado. Arrepiéntete ahora, antes de que sea demasiado tarde. Deja de ocultar tu pecado y acude directamente a Jesucristo. Él limpiará tu pecado con Su Sangre. Él te dará paz con Dios. Él murió en la Cruz para pagar por tus pecados. Confiesa tu pecado a Jesús y ven a Él ahora. Confía en Jesús ahora antes de que sea demasiado tarde. Dr. Cagan, John Cagan y yo estaremos aquí en el altar. Mientras los otros van a la sala de compañerismo a comer, ven aquí y déjenos hablarte acerca de Jesús y Su Sangre, y se lavado antes de ir a casa esta noche. Amén.


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(FIN DEL SERMÓN)
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La Escritura Leída Antes del Sermón por el Sr. Noah Song: Génesis 3:6-10.
El Solo Cantado Antes del Sermón por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith:
“Examíname, Oh Dios” (Salmo 139:23-24).