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LA GRAN DIVISIÓN DE LAS EDADES –
GRACIA CONTRA OBRAS

por Dr. C. L. Cagan

Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles
La Noche del Sábado, 24 de Octubre, 2015

“Si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia” (Romanos 11:6).


Todas las religiones del mundo están divididas por sólo dos palabras: gracia y obras. La Biblia dice que la gracia y las obras son opuestas. Si es una, no puede ser la otra. Nuestro texto dice: “Si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia”. Salvación por obras no puede ser salvación por gracia. Salvación por gracia no puede ser salvación por obras. No puede ser ambas cosas. ¡Es una o la otra!

¿Qué es salvación por obras? Significa que si trabajas lo suficiente – si haces cosas buenas, puede satisfacer a Dios. De alguna manera puedes llegar al Cielo por ser bueno. Tú escuchas eso todo el tiempo. “Soy suficientemente bueno”. “No soy una mala persona”. “Soy mejor que la mayoría de la gente”. Todo eso es el error de la salvación por obras.

¿Qué es salvación por gracia? Esto significa que no puedes llegar al Cielo por ser bueno, porque no eres bueno. Eres pecaminoso por dentro. Tienes una naturaleza pecaminosa. No puedes estar limpio ante Dios. No puedes llegar al Cielo por tratar de ser bueno. Tienes que ser salvo por gracia. “Gracia” significa el amor, la gracia, la misericordia de Dios – que no mereces. No puedes ganarla. La gracia es un don. ¿Cuál es ese don? “La dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23).

La gracia y las obras son opuestas. Hay una división entre ellas. Yo lo llamo “la gran división de las edades”. Esta noche vamos a ver esa división en tres maneras.

I. Primero, el aspecto doctrinal de la división.

Hay seiscientas religiones en el mundo. Todas menos una de ellas enseñan la salvación por obras. Dicen que puedes ganar el Cielo trabajando. Los Musulmanes dicen que Jesús no murió en la Cruz. Tienes que hacer obras – orar cinco veces al día, ayunar en el mes de Ramadán, hacer una peregrinación a Meca, y hacer otras cosas religiosas. ¡Y aun así puede que no entres! Para ellos, la única manera de estar seguro de ir al Cielo es morir luchando contra los “infieles”. El camino de las obras es un camino difícil. ¡Gracias a Dios por Su gracia!

Los Hindúes creen en las obras – muchas vidas de obras. Tienes que adorar a los dioses Hindúes, y comer sólo verduras, y cantar oraciones, y hacer meditación. Ellos creen en la reencarnación, que tú regresas en otro cuerpo en otra vida. Si no eres religioso regresas como una persona de bajo rango, o un animal. Si haces muchas obras regresas como una persona de alto rango. ¡Lo más alto que puedes ser es una vaca! Tienes que trabajar durante millones de años, y al final la recompensa es que tú dejas de existir. Los Budistas son casi lo mismo. Pero la reencarnación es una mentira inventada por Satanás para detener a la gente de ser salva. La Biblia dice: “está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9:27). Tienes que confiar en Jesús y ser salvo en esta vida, o será demasiado tarde para siempre.

La Iglesia Católica enseña salvación por obras. Dice que si eres bautizado cuando eres un bebé eso lava el pecado de Adán. Luego, durante toda tu vida tienes que trabajar duro para ser salvo. Confiesas tus pecados a un sacerdote. Después de confesar, vas a Misa. Rezas. Das dinero. Ayunas. Si realmente quieres ser bueno, no te cases. Las jóvenes se hacen monjas y los muchachos se hacen sacerdotes. Aun así, después de morir, vas a un lugar llamado Purgatorio y te quemas allí durante un millón de años antes de que puedas entrar en el Cielo. El camino de las obras es un camino terrible. ¡Gracias a Dios por Su gracia!

Solo hay una religión en el mundo que predica la salvación por gracia. Ese el Cristianismo Bíblico. La Biblia dice, “Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia...el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna” (Tito 3:5-7). La Biblia dice: “el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo…por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado” (Gálatas 2:16). ¡Hacer buenas obras no salva a nadie! La Biblia dice: “todas nuestras justicias como trapo de inmundicia” (Isaías 64:6). Tu “bondad” es como la ropa sucia ante los ojos de Dios.

Pero Dios te ama a pesar de que eres un pecador sucio. La Biblia dice: “Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8). Jesús murió en la Cruz para pagar por tu pecado. Él derramó Su Sangre para limpiarte de todo pecado. La Biblia dice, “estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira” (Romanos 5:9). Si confías en Jesús, eres limpio delante de Dios, no a causa de tu bondad, sino por la sangre de Jesús. La salvación viene por el don del Hijo de Dios. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16). La salvación es sólo por gracia. No tenemos ninguna cosa buena para ofrecer. Que nuestra confianza y nuestro reclamo, y nuestra gloria por siempre sea la Sangre de Jesús y nada más, porque – “La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (I Juan 1:7).

II. Segundo, el aspecto histórico de la división.

En el primer siglo, las iglesias Cristianas crecieron poderosamente. El primer gran avivamiento fue en Pentecostés, cuando tres mil personas se convirtieron en un día. Pronto el Evangelio fue predicado en todo el mundo Romano. Se establecieron grandes iglesias locales. El Evangelio fue llevado a África, Irán y la India. De los primeros Cristianos “ha sido divulgada la palabra del Señor” (I Tesalonicenses 1:8). ¿Cuál era su mensaje? Ellos predicaron que “Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras” (I Corintios 15:3). El Apóstol Pablo dijo: “Me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado” (I Corintios 2:2). Pablo escribió: “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados” (Efesios 2:1). Una vez más, Pablo escribió: “Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)” (Efesios 2:4-5). ¡No obras aquí! ¡Sólo la gracia de Dios en Jesús a los pecadores perdidos y muertos! Sí, “todos pecaron” (Romanos 3:23). Pero si confías en Jesús, vienes “siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre” (Romanos 3:24-25). ¡No obras aquí! ¡Sólo la gracia de Dios a través de la Sangre de Jesucristo!

El Nuevo Testamento deja claro que la salvación es por gracia y no por obras. La Biblia dice: “al que no obra, sino cree [confía] en aquel [Jesús] que justifica al impío, su fe le es contada por justicia” (Romanos 4:5). El carcelero de Filipos le preguntó a Pablo y Silas, “Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?” (Hechos 16:30). ¿Ellos le dijeron que fuera una mejor persona? ¿Ellos le dijeron que confesara sus pecados? No, ellos dijeron: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo” (Hechos 16:31). ¡No obras aquí! Confía en Jesús y eso es todo. ¡Jesús, sólo Jesús, nada más que Jesús!

A través de los siglos, la salvación por obras entró en las iglesias. El Apóstol Pablo advirtió de los “falsos hermanos introducidos a escondidas, que entraban para espiar nuestra libertad que tenemos en Cristo Jesús, para reducirnos a esclavitud” (Gálatas 2:4). Aun entonces, la gente había entrado en las iglesias con un mensaje de obras.

El primer error de las obras es que el bautismo en agua lava el pecado. En los siglos cuatro y cinco, millones de personas perdidas fueron bautizadas para “lavar” su pecado. Algunos esperaban hasta el momento de morir para poder hacer todos sus pecados y luego ser “lavados”. En la Edad Media, la gente bautizaba a sus bebés de manera que si morían iban a ir al Cielo. Es por eso que la Iglesia Católica bautiza bebés. Aun hoy en día hay personas que dicen: “Yo fui salvo cuando fui bautizado. Todos mis pecados fueron lavados”. ¡Qué mentira! Sólo “la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (I Juan 1:7).

En la Edad Media la falsa doctrina de la salvación por obras fue más profunda. La Iglesia Católica enseñó que la gente iba al Cielo por un proceso de confesiones, oraciones, ser buenos, ayunos, viajes a lugares santos, y dar dinero. Los Papas y obispos estaban interesados en el dinero por encima de todo lo demás. Hace quinientos años decían que si dabas dinero eso pagaría tus pecados, incluso los pecados de tus parientes muertos. Juan Tetzel dijo: “Tan pronto como la moneda en el cofre cae, el alma del purgatorio sale”.

Pero Dios salvó a un hombre llamado Martín Lutero (1483-1546). Lutero había tratado mucho ser salvo por obras. Se convirtió en un monje. Se hizo sacerdote. Él ayunaba y oraba por días. Hizo un viaje a Roma. Pero nada de eso le dio paz con Dios. Finalmente Dios le mostró en la Biblia que él sólo tenía que confiar en Jesús con simple fe. La vida de Lutero fue definida por Romanos 1:17, “Mas el justo por la fe vivirá”

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Lutero se levantó contra Tetzel y el Papa – y la salvación por obras. Así comenzó el gran avivamiento llamado la Reformación Protestante. El mensaje de la Reformación era simple: Sola Scriptura, sola gratia, sola fide – Solo la Biblia, solo gracia, fe solo [en Jesús]. ¡Volvamos a la vieja fe! ¡Volvamos al viejo Evangelio! El avivamiento de la Reformación cambió el mundo. Incontables miles fueron convertidos. Lo recordamos hoy. Mañana vamos a celebrar Domingo de la Reformación, el aniversario 498 de la Reformación Protestante.

Durante siglos el verdadero Evangelio de la salvación por gracia fue predicado en las iglesias Protestantes. Dios envió muchos avivamientos. Pero en el siglo diecinueve el Diablo trajo la salvación por obras a las iglesias. Charles Finney (1792-1875) predicó que la muerte de Jesús y Su Sangre en la Cruz no eran importantes. Lo que importaba era que el pecador tenía que hacerse bueno por su propia voluntad y decisión. Eso es salvación por obras. El sermón más importante de Finney fue llamado “Pecadores Destinados a Cambiar Sus Propios Corazones”. ¿Dónde está Jesús en eso? ¿Dónde está la gracia de Dios en eso? Es solo obras. De alguna manera un pecador tiene que cambiar su propio corazón. ¿Cómo puede un pecador muerto, perdido hacer eso?

Finney predicó salvación por una decisión. Esto se llama “decisionismo”. Es salvación por obras. Desde entonces, el decisionismo ha arruinado muchas iglesias y ha hecho millones de falsos conversos. Hoy la gente dice: “Yo soy salvo porque oré la oración del pecador”. “Levanté mi mano”. “Pasé al frente en la iglesia”. “Yo dediqué mi vida de nuevo”. Estas son decisiones humanas. ¿Dónde está la gracia de Jesús? ¿Dónde está la Sangre de Jesús? Esto es salvación por obras.

Hoy los hombres como el Dr. John MacArthur y Paul Washer dicen: “Si haces la oración del pecador, pero estás viviendo profundamente en el pecado, estás perdido”. Eso es verdad. Pero, ¿qué le dicen a la gente que hagan – que vengan a Jesús y sean lavados en Su Sangre? No, ellos le dicen a la gente que dejen sus pecados y hagan de Jesús el Señor de sus vidas. Le dicen a la gente que sigan a Jesús como discípulos y estudien la Biblia por horas. ¡Eso no va a salvar a nadie! Ellos predican la ley, no el Evangelio. Ellos predican salvación por obras. Pero, “el hombre no es justificado por las obras de la ley” (Gálatas 2:16).

Hoy la salvación por obras a través del decisionismo se encuentra en todo el mundo Occidental. Ha hecho millones de falsos conversos. Aquí en Los Ángeles, estamos tratando de construir una iglesia de personas que son verdaderamente convertidas a través de confiar en Jesucristo. Y esto nos lleva al último punto del sermón.

III. Tercero, el aspecto personal de la división.

Por un lado – la salvación por gracia. Por otro lado – la salvación por obras. ¿Dónde estás ? ¿De qué lado estás ? En esta sala hay personas que han sido salvos por gracia. Ellos han confiado en Jesús y tuvieron sus pecados lavados en Su Sangre.

¿Dónde estás en esto? Hay personas aquí que están tratando de ser salvos por obras. Una persona dijo, “Jesús me ayuda con mi vida. Él está ayudándome a ser una mejor persona”. Eso es salvación por obras. ¿Cómo lava eso tus pecados? Eres un pecador muerto, culpable, perdido. ¿Cómo una mejor vida lava tus pecados y te hace limpio ante Dios? No lo hace.

Otros están analizándose a sí mismos, estudiando sus propios pensamientos y sentimientos – ¡salvación por obras! Eres un pecador, muerto, culpable, perdido. Tus pensamientos y sentimientos no pueden lavar tus pecados y hacer que estés bien con Dios. Pero te niegas a apartar la mirada de ti mismo y confiar en Jesús Mismo. Tú permaneces perdido.

Algunas personas están tratando de aprender cómo ser salvos. Ellos quieren aprender hechos y doctrinas. Ellos quieren aprender acerca de nuestra iglesia. Ellos quieren “ver” las cosas. Pero el aprender es una obra humana. Eres un pecador muerto, culpable, perdido. ¿Cómo el aprender puede lavar tus pecados y hacerte limpio ante Dios?

En tu corazón no piensas de ti mismo como un pecador muerto, culpable, perdido. Es por eso que te analizas a ti mismo. Es por eso que tratas de aprender cosas. Pero estás perdido, muerto, y culpable de todos modos. Oh, me gustaría que vieras eso. Que Dios te conceda la convicción de pecado. Que Dios te muestre tu impotencia. Que Dios te muestre a Jesús Mismo como tu única esperanza y te atraiga hacia Él.

Eres un pecador muerto, culpable, perdido. ¡No puedes ser salvo por obras! Puedes tratar por muchos años y todavía estarás perdido. Una persona “no es justificado por las obras de la ley” (Gálatas 2:16). No puedes “salvarte a ti mismo”. Estás perdido. Estas muerto. Eres culpable. No puedes cambiarte a ti mismo. No puedes hacer nada para “salvarte a ti mismo”. Debes de ser salvo por gracia – por un regalo fuera de ti mismo – o nunca serás salvo.

¡Mira lejos de ti mismo! No hay nada allí sino pecado. ¡Mira a Jesús! Él murió en la Cruz para pagar por tu pecado. Él dio Su Sangre para limpiarte del pecado, para lavar tu pecado, para que Dios no lo vea. Confíen en Jesús y sean “justificados en su sangre” (Romanos 5:9). ¡Mira a Jesús! ¡Confía en Él! ¡Se justificado en Su Sangre! Amén.

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(FIN DEL SERMÓN)
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EL BOSQUEJO DE

LA GRAN DIVISIÓN DE LAS EDADES –
GRACIA CONTRA OBRAS

por Dr. C. L. Cagan

“Si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia” (Romanos 11:6).

(Romanos 6:23)

I.   Primero, el aspecto doctrinal de la división, Hebreos 9:27; Tito 3:5-7;
Gálatas 2:16; Isaías 64:6; Romanos 5:8, 9; Juan 3:16; I Juan 1:7.

II.  Segundo, el aspecto histórico de la división, I Tesalonicenses 1:8;
I Corintios 15:3; 2:2; Efesios 2:1, 4-5; Romanos 3:23, 24-25;
Romanos 4:5; Hechos 16:30, 31; Gálatas 2:4; I Juan 1:7;
Romanos 1:17; Gálatas 2:16.

III. Tercero, el aspecto personal de la división, Gálatas 2:16; Romanos 5:9.