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¡El DIABLO Y EL EVANGELIO!

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles,
La Noche del Día del Señor, Marzo 16, 2014

“Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” (II Corintios 4:3, 4).


El Apóstol Pablo hablaba de Moisés en el capitulo tres de esta epístola. En el versículo 13 él dijo que Moisés puso un “velo” sobre su rostro cuando bajó del Monte Sinaí. Luego dijo que mucha gente Judía tiene un velo que cubre sus corazones al leer las Escrituras. Pero, dijo él, cuando alguien se voltea al Señor, el velo es quitado.

Luego una palabra diferente en Español es usada en nuestro texto. Dice: “Pero si nuestro evangelio está aún encubierto…” “Encubierto” es una traducción de la misma palabra Griega que es traducida “velo” en el capitulo anterior. Ambas palabras vienen de “kaluma”, que significa “una cubierta, un velo” (George Ricker Berry). Así que podríamos traducir nuestro texto “pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está velado”.

El Evangelio en sí mismo no está cubierto. Se compara a la luz. Brilla con tanta luz que aquellos que lo oyen y no lo obedecen tienen que estar cegados en sus mentes por Satanás – que aquí es llamado “el dios de este siglo”. Satanás ciega las mentes de los pecadores, porque es “el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia” (Efesios 2:2). El Apóstol nos dice que el Evangelio de Jesús es como una luz que brillaría en sus corazones si no estuvieran cegados por Satanás. El Evangelio de Jesús no es complicado ni secreto. No es oscuro ni escondido. No es difícil de entender. Un niño puede aprender y decir los puntos de él, y hasta explicarlo. El Evangelio no es oscuro ni confuso. ¡Es tan simple que hasta la gente primitiva sin escuela, hasta la gente débil de mente, pueden entender lo que dice! Es por eso que a menudo oímos a gente hablar del “Evangelio simple”. Los oímos decir: “Él predica el Evangelio simple”. Así que yo digo que el Evangelio en realidad no está escondido. Está “encubierto” por Satanás, mas no confuso, ni difícil de entender. ¡Y, en ese sentido, no está escondido de los perdido, sino que encubierto! El momento que el velo es quitado, “¡el glorioso evangelio de Jesús” resplandece!

“Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” (II Corintios 4:3, 4).

Enfoca tus pensamientos en este texto por unos minutos. Verás que hay varios puntos importantes aquí que tú debes saber.

I. Primero, el Evangelio es una luz gloriosa.

El texto habla de “la luz del evangelio de la gloria de Cristo”. La luz de nuestro Evangelio revela la gloria de Jesús. La Biblia habla a menudo del Evangelio como una luz. El Apóstol Juan dijo: “porque las tinieblas van pasando, y la luz verdadera ya alumbra” (I Juan 2:8). Jesús Mismo dijo: “la luz vino al mundo” (Juan 3:19). Y “la luz del evangelio de la gloria de Cristo” nos revela a Jesús. Nos dice que Él es el Hijo eterno de Dios el Padre. Nos dice que todas las cosas fueron hechas por Jesús. Nos dice que Él descendió del Cielo a esta tierra. Nos dice que “Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores” (I Timoteo 1:15). Nos die que Él nació en Belén en la primera Navidad. Nos dice que Él era Dios, la Segunda Persona de la Trinidad, “fue hecho carne, y habitó entre nosotros” (Juan 1:14). Él fue llamado “Emanuel, que [significa]: Dios con nosotros” (Mateo 1:23). ¡El nacimiento del santo niño fue el principio del glorioso Evangelio! Y el profeta Isaías clamó:

“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado” (Isaías 9:6).

Verbo del Padre, en carne aparece;
Venid, adoremos, Venid, adoremos,
Venid, adoremos al Señor.
   (Traducción libre de “O Come, All Ye Faithful,”
      traducida por Frederick Oakeley, 1802-1880).

Este mismo Jesús fue por todas partes predicando y enseñando y trabajando milagros de gran misericordia. La gente más baja del pueblo se le acercaba. Los leprosos que nadie podía tocar fueron tocados por Él y sanados de esa terrible enfermedad. Comía con publicanos y pecadores. Los niños pequeños se le acercaron, y él los tomó en sus brazos y los bendijo. ¡Todo lo que hacía proclamaba el Evangelio, la buena nueva de que el Dios-hombre estaba aquí entre nosotros! Su vida era el Evangelio – la buena nueva de que el Mesías y Libertador estaba aquí en medio de nosotros. Pero las más grandes cosas que hizo estaban por venir. Después de que comió la cena de Pascua con el 12, los condujo a la oscuridad, a la medianoche, en el Huerto de Getsemaní. Se durmieron, mientras el Salvador luchaba en oración, hasta que un sudor de sangre corría por sus piernas hasta la tierra. Vinieron con antorchas y lo arrestaron bajo acusación falsa. Le escupieron en el rostro y le golpearon con sus puños. Arrancaron pedazos de Su barba por las raíces. Ellos azotaron Su espalda hasta que mostró algunas de Sus costillas. Hicieron a Jesús arrastrar una cruz por las calles, mientras la multitud se burlaba y se mofaba de Él. Ellos clavaron las manos y pies a la Cruz. El sol caía a plomo sobre Su cuerpo desnudo hasta que su lengua se pegó al techo de su boca. Y luego murió. Cubrieron la entrada de Su tumba con una enorme piedra y fue sellada con un sello Romano. Pusieron guardias Romanos allí para mantener Su cuerpo de ser robado. La noche fue larga y oscura. Temprano en la mañana del Domingo, justo cuando los primeros rayos del sol aparecieron entre las sombras de ese jardín, un terremoto, una réplica de uno o dos días antes, sacudió el suelo. La roca rodó de la tumba. ¡Y Jesús, el Rey de los Judíos y el Salvador de la humanidad, salió a la luz de la mañana!

¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
Los días pronto pasaron,
Se alza en la resurrección.
¡A la cabeza gloria dad!
¡Aleluya!

¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
Del Hades las puertas cerró;
Las barras del Cielo bajó:
Los himnos cuenten su triunfo.
¡Aleluya!
   (Tradución libre de “The Strife Is O’er,”
      tranducida por Francis Pott, 1832-1909).

¡Ese es el Evangelio – de principio a fin! La vida de Jesús, la muerte de Jesús, la resurrección de Jesús, la ascensión de Jesús, Jesús en sesión, y la Segunda Venida de Jesús – Ese es el Evangelio! ¡Esas son las buenas nuevas! Predicador, ¿cómo puedes seguir semana tras semana sin predicar sermones enteros sobre estos temas? ¡La vida entera de Jesús era buenas nuevas!

Pero el centro del Evangelio es Su muerte, sepultura y resurrección. El Apóstol Pablo dijo:

“Además os declaro, hermanos, el evangelio…Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras” (I Corintios 15:1-4).

Viviendo, Él me ama, Muriendo Él me salva;
En la tumba, mi pecado llevó;
Al resucitar me justificó por siempre;
¡Un día Él viene, O día glorioso!
   (Traducción libre de “One Day” por Dr. J. Wilbur Chapman, 1859-1918).

¡No entiendo cómo los predicadores pueden pasar semanas sin predicar sermones enteros sobre esos temas vitales! El “decano” de los evangelistas Bautistas independientes fue el Dr. Monk Parker. Verás sus sermones a veces en The Sword of the Lord [La Espada del Señor]. ¡Dijo que la razón por la que no predican el Evangelio es que al menos el 50% de ellos nunca han sido salvos! Si lo que dijo es verdad, entonces eso le da la razón,

“Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” (II Corintios 4:3, 4).

Esa podría ser la razón por la que no predican sermones enteros sobre el Evangelio de Jesús. El “evangelio está encubierto…entre los que se pierden”. Esa podría ser la razón por la cual enseñan la Biblia versículo por versículo a los tal llamados “Cristianos” en vez de predicar el Evangelio. “[el evangelio] entre los que se pierden está encubierto”. El Evangelio mismo no está encubierto. Pero ellos no lo pueden ver. “entre los que se pierden está encubierto…” (II Corintios 4:3). Y eso nos lleva al segundo punto.

II. Segundo, el Evangelio es muy sencillo y fácil de entender.

No hay nada en el Evangelio que puede confundir a nadie – a menos que él quiera ser confundido. No hay nada en el Evangelio que un hombre no puede entender si quiere entenderlo. Todo es claro y sencillo para cualquiera que haya escuchado un par de sermones del Evangelio.

Yo sé que hay predicadores que no entienden el Evangelio. Creo que esa es una de las principales razones por las que predican sermones de autoayuda en muchas de nuestras iglesias. Les resultaría muy difícil predicar el Evangelio todos los Domingos, como lo hacemos nosotros. La razón por la que les resultaría difícil es que ellos mismos no lo entienden. Es difícil hablar y explicar un tema que tú mismo no comprendes.

Pero ellos no tienen que permanecer en la oscuridad. Si vinieran a Jesús como pecadores perdidos, pronto entenderían el Evangelio como tú. Una vez le pregunté a un predicador Bautista cómo fue salvo. Él dijo: “Bueno, yo era tan joven que no me acuerdo. Pero, cada vez que tengo una duda, voy a mi madre y ella me dice que soy salvo, ¡porque ella lo recuerda!” ¡Pensé que ya había escuchado todo! Pero esto era nuevo. ¡Aquí estaba un predicador cuya seguridad de la salvación dependía de su madre! ¡Señor! ¡Qué fantasías tenemos en nuestras iglesias! ¿Cómo podría un hombre así predicar el Evangelio con poder? No es de extrañar que tienen que recurrir a estudios Bíblicos verso por verso, dados sólo a los tales llamados “Cristianos” en sus iglesias.

Pero ¿qué es tan difícil sobre el Evangelio? Sí, Dios bajando en carne humana es un gran misterio. No sabemos cómo pudo haber sucedido. ¡Pero nosotros no necesitamos saber cómo sucedió! ¡Todo lo que necesitamos saber es que sucedió! La muerte vicaria de Jesús en la Cruz – en el lugar de los pecadores – puede ser una pregunta muy profunda. Puede que no podamos de explicarlo en detalle, pero no parece demasiado difícil. Conozco unos niños pequeños que pueden explicar que “Jesús vino del Cielo para pagar por nuestros pecados en la Cruz. Y si confiamos en Él, somos salvos”. Si un niño puede decirlo, no puede ser tan poco claro. El Domingo pasado una joven en nuestra iglesia dijo: “No sé cómo confiar en Jesús”. Ella me miró como si confiar en Él fuera la cosa más confusa y difícil en el mundo entero. En realidad es bastante simple. Yo le dije: “¿Confías en tus padres?” Ella dijo: “Sí”. Yo dije: “Confía en Jesús como confías en tus padres, y serás salva al instante”. He tenido muchas personas que confían en Jesús que me dicen, “¡Bueno, eso fue tan fácil! Y todo este tiempo pensé que era difícil!”

Te lo he dicho repetidamente, por años, una y otra y otra vez – “No necesitas saber cómo venir a Jesús. No necesitas saber cómo confiar en Jesús”. ¡No hay una sola palabra en toda la Biblia que dice “cómo” hacerlo! No puedes aprender estas cosas. Son cosas que Dios hace en ti y para ti. ¿Qué haces tú? Simplemente confía en Jesús

La otra noche estaba pensando en una historia que he usado a menudo al predicar en los últimos años. Originalmente era una historia real, aunque he olvidado algunos de los detalles. Un hombre estaba en un edificio de apartamentos que se incendió. Él estaba profundamente dormido y no se despertó cuando el edificio fue evacuado. Cuando finalmente se despertó todo el edificio estaba en llamas. Trató de salir de su habitación pero el pasillo estaba en llamas. Se acercó a la ventana y salió a su balcón. Él estaba en el décimo piso. Miró hacia abajo y vio a varios bomberos. Gritó pidiendo ayuda. Los bomberos corrieron y consiguieron una red y la extendieron para que él saltara. Un bombero tomó un altavoz y gritó: “¡Salta! ¡Salta, hombre! ¡Salta! “Pero el hombre estaba paralizado por el miedo. Ahora su habitación estaba ardiendo. Miró el fuego en su habitación. Luego miró hacia abajo a la red de los bomberos. Estaba 10 pisos más abajo. Se veía tan pequeña. ¡No más grande que su mano – muy, muy, muy abajo! Estaba paralizado de miedo. Gritó el jefe de bomberos, “¡Salta, hombre! ¡Salta! ¡Salta ahora mismo!” El hombre vio hacia abajo de nuevo. Luego apretó los dientes y volvió corriendo a su habitación, a las llamas. Unos momentos más tarde el décimo piso cedió y el edificio fue pronto reducido a escombros. Esa es una historia real.

Ahora, por supuesto, puedes ver cómo se aplica esto, estoy seguro. Pero déjame regresar por un minuto. Recordé esa historia. En mi mente pensé en mí mismo de pie en el balcón y mirando a esa red, diez pisos más abajo. ¡Se veía muy pequeña, muy pequeña! ¡En realidad se hizo mi piel como de gallina! ¿Qué haría yo? Me imaginé saltando y agarrando mis piernas, bajando por el aire como una bola – abajo, abajo, abajo a la red. ¡Hizo que mis manos sudaran!

No había manera de que yo pudiera hacer esto aprendiendo cómo hacerlo. Pensé que tenía que hacerlo. Tenía que confiar en los bomberos y en la red. ¡No había otra manera! O me quemaba en las llamas.

Esa es la mejor manera que puedo explicarlo. Tienes que confiar en Jesús y lanzarte sobre Él. Jesús dijo:

“Al que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37).

¡Si vienes a Jesús, Él no te echará fuera! Lánzate sobre Él. Él es más fiable que la red de cualquier bombero. ¡Si te lanzas a Él por misericordia, serás salvo, porque Él nunca te echará fuera! ¡Caerás de forma segura en los brazos de Jesús! Debes venir a Él o perecerás. ¡Entonces ven a Él, nada o húndete! Dile a Él ahora:

Vengo ya señor, Vengo hacia Ti,
Lávame en Tu sangre que
   Fluyó por mí.
(Traducción libre de “I Am Coming, Lord” por Lewis Hartsough, 1828-1919).

Pero hay un punto más.

III. Tercero, solo hay un obstáculo que te detiene de confiar en Jesús – y ese es Satanás.

El texto dice:

“Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos...” (II Corintios 4:3, 4).

La palabra “cegó” debe traducirse “veló”. “El dios de este siglo” es Satanás. Él pone un velo sobre tu mente para que la luz del Evangelio no sea visto por ti ahora. Escuchas mi voz. Escuchas la Biblia. Pero no te parece real porque Satanás puso un velo sobre tu mente.

Ahora, en el capítulo tres, vemos que esto también es cierto para el pueblo Judío. En el versículo 15 leemos:

“Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos” (II Corintios 3:15).

Ahora la Biblia nos dice que

“Porque no hay diferencia entre judío y griego...” (Romanos 10:12)

en el asunto de la salvación. Los Judíos y los Gentiles deben hacer exactamente lo mismo para encontrar salvación en Jesús.

Así, vemos en II Corintios 3 y 4 que Satanás pone un velo sobre los corazones de ambos Judíos y Gentiles. Y para ser salvo, los gentiles deben hacer exactamente lo mismo que los Judíos para tener el velo de Satanás removido. Mira II Corintios 3:16. Léelo en voz alta.

“Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará” (II Corintios 3:16).

“Cuando se conviertan al Señor”. El “se” se refiere al corazón, que está velado en el versículo 15.

Ves, así es como cualquiera es salvo. Escuchas el Evangelio, pero Satanás lo hace todo borroso e irreal. Así que debes alejarte de Satanás y “convertirte al Señor” primero. ¡Cuando te vuelves a Jesús, entonces se quita el velo y todo se vuelve claro y “la luz del gloriosos evangelio de Jesús” brilla!

Esa es la manera en que Dios trabaja. Dios no toma el velo fuera y entonces tú decides si quiere Jesús. No, debes voltearte a Jesús primero, y entonces “el velo será quitará” (II Corintios 3:16). ¿Es el Diablo tu amo? ¿Va a seguir siendo su siervo? ¿Va a escuchar los pensamientos que él está poniendo en tu mente en este momento?

“No vas a ser salvo esta noche”.
“No sucederá”.
“Fracasarás”.
“Date por vencido”.

¿Estás tan ciego que no puedes ver que estos son los pensamientos de Satanás?

Soy llamado por Dios para decirte esta noche, aunque hayas fracasado una y mil veces, ¡serás salvo esta noche si te vuelves a Jesús y arriesgas todo en Él! “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo” (Hechos 16:31). ¡Acaba con los trucos de Satanás! ¡Echarlo fuera y lánzate sobre Jesús ahora!

¿Podría ese hombre en el edificio en llamas haberse salvado si hubiera mantenido un pie en el balcón? ¿Y si hubiera dicho: “Voy a tirarme a esa red, pero voy tener cuidado de mantener un pie en el balcón”? ¿Y si él había dicho eso? Él se hubiera ido a las llamas. Mujer – ¡lanza todo tu cuerpo del balcón! Hombre – lánzate completo al Salvador – ¡y hazlo ahora! Confía en Jesús ahora y confiar en Él de una vez. ¡Aunque todo parece tan oscuro como el Infierno ahora, el momento que confías en Jesús con tu vida todo será tan brillante como el sol al mediodía! Lo he visto suceder muchas veces. Alguien que ha luchado y derramado lágrimas camino al cuarto de consejo sale con una sonrisa brillante en su cara. He visto eso una y otra vez.

Piensa en la alegría que el hombre habría sentido si hubiera saltado a la red. Los bomberos habrían lanzado sus brazos alrededor de él, ¡y habrían salido sonriendo juntos a tomar una taza de café! ¡Te puede pasar a ti! ¡Puede suceder esta noche! El Salvador prometió: “Al que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37).

Si deseas vernos esta noche sobre esto, por favor deja tu asiento y camina a la parte de atrás del auditorio ahora. Dr. Chan, por favor, ore para que alguien confíe en Jesús esta noche. Amén.

(FIN DEL SERMÓN)
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La Escritura Leída por el Sr. Abel Prudhomme Antes del Sermón: II Corintios 3:13-4:4.
El Solo Cantado por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith Antes del Sermón:
“The Strife Is O’er” (traducido por Francis Pott, 1832-1909).


EL BOSQUEJO DE

¡El DIABLO Y EL EVANGELIO!

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

“Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” (II Corintios 4:3, 4)

(Efesios 2:2)

I.   Primero, el Evangelio es una luz gloriosa, I Juan 2:8; Juan 3:19;
I Timoteo 1:15; Juan 1:14; Mateo 1:23; Isaías 9:6; I Corintios 15:1-4.

II.   Segundo, el Evangelio es muy sencillo y fácil de entender, Juan 6:37.

III. Tercero, solo hay un obstáculo que te detiene de confiar en Jesús –
y ese es Satanás, II Corintios 3:15; Romanos 10:12; II Corintios 3:16; Hechos 16:31; Juan 6:37.