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¡ANHELANDO EL CIELO!

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles
La Mañana del Día del Señor, 5 de Mayo, 2013

“No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros” (Juan 14:1-2).


Cristo estaba con sus Discípulos por última vez. Ellos habían comido la cena de Pascua. Cristo les había servido la Cena del Señor, llamada Santa Comunión por algunas iglesias. Estaban a punto de salir a la oscuridad del Huerto de Getsemaní. Cristo sería arrestado allí. Ellos lo iban a llevar y a crucificar la mañana siguiente. Cristo sabía que esta era su última oportunidad para consolarlos. La mañana siguiente Él iba a ser arrastrado y clavado a una cruz. Él dijo: “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí”. Él lo hizo claro que tenían que creer en Él sin que importara lo que pasara. Pero Cristo dijo algo que debe haber parecido extraño a ellos. Él dijo: “En la casa de mi Padre muchas moradas hay...voy, pues, a preparar lugar para vosotros”. Las “moradas” se refiere a cuartos, habitaciones – en términos modernos “apartamentos”. “Voy, pues, a preparar lugar para vosotros”. Cristo quiso decir que Él iba a la casa de Su Padre a construir un lugar para ellos – un apartamento para ellos, para vivir allí para siempre. Eso es el Cielo. Nota que Cristo dijo: “Yo voy allí a preparar un lugar para ti”. El Cielo no es una existencia en donde flotas en las nubes. Es un lugar real – un lugar que Cristo ha preparado para que los seguidores vivan allí después de morir, un lugar llamado Cielo.

En los pocos minutos que tenemos juntos esta mañana te daré algunas ideas que he tenido sobre el Cielo.

I. Primero, nunca fue difícil para mí creer en el Cielo.

Muchas de las cosas que experimenté cuando era niño fueron negativas. Me moví de lugar más de veinte veces, así que nunca estuve estable en una escuela. Nunca me llevaron a la iglesia hasta que tuve trece años. En unos de los lugares donde yo viví hubo mucho licor y peleas.

Pero hubo cosas positivas. Mi madre me leía libros a mí todos los días. Y ella me animó de usar mi imaginación. Yo era hijo único, y estaba enfermo de alergias bronquiales la mayoría del tiempo. Así que aprendí a jugar yo solo. Yo era un niño enfermizo, que jugaba solo en el patio de atrás. Ahí es donde descubrí a Dios. Es difícil de describir, pero pasé mucho tiempo con Dios – allí en el patio de atrás. Es por eso que Dios siempre fue real para mí, y el Cielo parecía tan real como San Francisco. Y era aún más real, porque nunca había visto San Francisco. Pero el Cielo bajó todas las tardes en el patio de atrás. Solo allí, jugaba en una especie de laberinto transparente de color y luz, ángeles y Dios. A veces me sentí transportado al tercer Cielo, donde vi cosas que nunca podría explicar. Me sentí como el Apóstol Pablo, que “fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar” (II Corintios 12:4).

Pronto me di cuenta de que no podía decirle a la gente sobre esto. Habría sido totalmente ajeno a ellos. Tomo estas experiencias como regalos de Dios, por Su gracia. ¿Cómo podría un niño que nunca había sido llevado a la iglesia tener una experiencia viva con Dios y los ángeles, y el Cielo? Tenía que ser de Dios, porque “el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (I Corintios 2:14).

Me di cuenta de que otros niños habían perdido todo contacto que tenían con el mundo invisible. Se les enseñó, “Ver para creer”. Si no lo puedes ver, y sentir, no es real. Eso es lo que los adultos les machacaron a ellos hasta que se hicieron materialistas sin corazón. Pero ese tipo de cosas nunca me afectó. Yo simplemente pensé: “Ellos nunca han estado solos en el patio de atrás de mi abuela, como yo”. Yo estaba un poco apenado por ellos. En cierto modo, todavía lo estoy.

El Dr. A. W. Tozer escribió muchos ensayos maravillosos. Mi favorito se titula: “El Mundo de la Biblia es el Mundo Real. [The Bible World is the Real World]”. El Dr. Tozer dijo:

      Los ojos ciegos de la gente moderna no pueden ver lo invisible. Pero eso no destruye la realidad de la creación espiritual... No nos oponemos a la ciencia, pero reconocemos sus limitaciones propias y nos negamos a parar donde se ve obligada a parar. La Biblia nos habla de un mundo demasiado [sutil] para que los instrumentos de investigación científica lo puedan descubrir. Por la fe nos involucramos en ese mundo y lo hacemos nuestro. Es accesible para nosotros por la sangre del pacto eterno. Si creemos, podemos incluso ahora disfrutar de la presencia de Dios y el ministerio de Sus mensajeros celestiales. Sólo la incredulidad nos puede robar de este privilegio real (traducción de A. W. Tozer, D.D., “The Bible World is the Real World”).

“No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros” (Juan 14:1-2).

II. Segundo, el Cielo es un lugar.

Jesús dijo: “Voy, pues, a preparar un lugar para vosotros”. La palabra Griega traducida como “lugar” es “topos” – un lugar. En nuestro texto Jesús describió el Cielo como un lugar real. Es por eso que siempre pongo en mayúscula la primera letra del Cielo. Es un nombre – el nombre de un lugar como Los Ángeles. Hay algunos que dicen que el Cielo es un “estado de ánimo”, “una idea”, o simplemente “una ilusión”. Pero el Dr. W. A. Criswell dijo: “La Biblia testifica que el Cielo es tan real como la casa en la que habitas y la ciudad en la que vives... ¿Jesús subió a un estado de ánimo? ¡No! Jesús fue a un lugar real, un verdadero hogar, la asamblea final y permanente y eterna de la [gente] de Dios” (traducción de W. A. Criswell, Ph.D., Heaven, Tyndale House Publishers, 1991, p. 6).

Aunque no estoy de acuerdo con el Dr. John MacArthur sobre la Sangre de Cristo, él dio una descripción maravillosa de la ciudad eterna de Dios en la Nueva Jerusalén. En una interpretación del Apocalipsis 21:15-16, dijo:

      De acuerdo con estas medidas, la Nueva Jerusalén, cubre una superficie de 2.25 millones de millas cuadradas. En comparación, todo Londres es 621 millas cuadradas. La actual ciudad de Londres es sólo una milla cuadrada, con una población de alrededor de 5,000. [La “Ciudad de Londres” se encuentra dentro de una ciudad más grande que es llamada “Londres”]. Sobre esa base, ¡la Nueva Jerusalén podría albergar a más de once billones de personas! ¡Y eso ni siquiera toma en cuenta la altura imponente de la ciudad!...
      La ciudad se halla establecida en forma cuadrada, y su longitud es igual a su anchura; y [Juan] midió la ciudad con la caña, doce mil estadios; la longitud, la altura y la anchura de ella son iguales. Así que la ciudad es perfectamente simétrica, un cubo masivo, 1,500 millas cuadradas y 1,500 millas de altura...
      ¿Cuánto es 1,500 millas? Es aproximadamente la misma distancia desde Maine a la Florida. Imagínate esa área cuadrada, como en cubo, con múltiples niveles y millones de avenidas de oro que intersectan. ¡[La] Nueva Jerusalén es un lugar de inmenso tamaño y majestuosidad y belleza sobrenatural! (Traducción de John F. MacArthur, D.D., The Glory of Heaven, Crossway Books, 1996, pp. 107-108).

La Biblia dice que Abraham vio esa bella ciudad,

“Porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios” (Hebreos 11:10).

En cuanto a los santos del Antiguo Testamento, se dice: “Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad” (Hebreos 11:16). Squire Parsons llamó la Ciudad Celestial Tierra Beula. Él escribió la hermosa canción que el Sr. Griffith cantó hace unos minutos sobre ese lugar Celestial. Sr. Griffith, venga y cántela otra vez conmigo.

Nostalgia tengo por la tierra
   La cual jamás he visto yo.
No hay despedidas ni tristezas,
   Y el tiempo ya no importa más.
Tierra Beula, te estoy deseando,
   Y algún día estaré allí.
Y mi hogar será eterno.
   Dulce Tierra Beula es.

Mirando a través del río
   Donde mi fe al ver terminará.
Solo obraré por pocos días,
   Y tomaré mi viaje celestial.
Tierra Beula, te estoy deseando,
   Y algún día estaré allí.
Y mi hogar será eterno.
   Dulce Tierra Beula es.
(Traduccón libre de “Sweet Beulah Land” por Squire Parsons, 1948-).

III. Tercero, encontrando el camino al Cielo.

Antes de que compráramos este edificio nuestra iglesia se reunía en el Hotel Ambassador. Yo estaba predicando una mañana. Como a la mitad del sermón vi a una mujer que entraba. Tres hombres con lentes oscuros estaban con ella. Al final del sermón ella se presentó. Era la actriz Diane Keaton. Los hombres eran guardaespaldas. La Señorita Keaton dijo que quería que yo narrara parte de una película que estaba haciendo sobre el Cielo. Le dije: “OK”. Unos días más tarde grabó mi voz predicando sobre el Cielo y el Infierno. Lo puedes oir en su película titulada, “El Cielo” ["Heaven"]. Varias semanas más tarde ella me invitó a mí y a mi esposa a un escenario de cine donde conocimos a Warren Beatty. Le di una copia de un libro sobre cómo ser salvo por el Dr. John R. Rice.

La Señorita Keaton comenzó a interesarse en el Cielo cuando su madre murió. Ella hizo la película para saber más acerca del Cielo. Fue un proyecto de investigación. Esto es lo que el crítico de cine Leonard Maltin dijo al respecto:

Muy raro, este proyecto personal de Keaton extrañamente mezcla entrevistas filmadas con...partes de viejas películas sobre el tema del Cielo, cómo llegar allí, como será, si es que existe. Los cortos corren desde “Metropolis” a [Jack Benny en] “The Horn Blows at Midnight” ["La Trompeta Suena en la Medianoche"]. ¿Para que sirve? (traducción de Leonard Maltin, Movie and Video Guide, 1998 edición, Penguin Books, p. 572).

¡Mi nombre está en los créditos! ¡Esta “extraña” pequeña película es mi reclamo a la fama en Hollywood! Pero fue una buena oportunidad para testificar de Cristo a Diane Keaton y Warren Beatty.

Yo sólo te cuento esta historia para señalar un hecho – si buscas en el lugar equivocado, no vas a encontrar la respuesta correcta. ¡No vas a encontrar la verdad acerca del Cielo entrevistando gente y mirando viejas películas! ¡No puedes aprender mucho sobre el Cielo de Jack Benny actuando el papel del angel Gabriel! Nuestro conocimiento del Cielo viene de lo que Dios nos ha revelado en la Biblia. La Biblia es “la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro” (II Pedro 1:19). Dios nos dio la Biblia para decirnos cosas acerca del Cielo que no podríamos aprender de otra manera.

¡No puedes encontrar información sobre el Cielo viendo viejas películas! ¡No puedes encontrar información sobre el Cielo preguntándoles a otras personas! ¡No puedes encontrar información sobre el Cielo por la meditación o el pensamiento racionalista! Sólo la Biblia es la “palabra profética más segura”. Nos dice lo que no podemos aprender de ninguna otra manera. ¡Amén!

Cuando yo era niño oí a mi padre y sus hermanos hablar de un lugar en Inglaterra llamado “Alston”. Oí hablar del lugar como si fuera un cuento de hadas o un sueño. Mi abuelo nació allí. Pero, desde que llegaron a Canadá, ninguno de ellos jamás regresó a Inglaterra antes de que mis tios Oscar y Clifford fueron. Todo lo que sabíamos sobre Alston fueron unas cuantas historias. Era un lugar mitológico para mí. Era tan irreal como la tierra de Oz o Alicia en el país de las “Maravillas”. Pero nosotros fuimos a Alston. Allí estaba, tan real como Los Ángeles. Mi primo David Hymers y su esposa son de Alston. Ellos están aquí con nosotros esta mañana. No son fantasmas o hadas. ¡Son personas reales, de un lugar real, que realmente existe!

Yo sólo he estado en Alston una vez. Pero está grabado como una fotografía en mi mente. ¡Así fue el Cielo para el Apóstol Juan! Sólo vio el Cielo una vez. ¡Pero nunca lo pudo olvidar! Él dijo:

“Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos; y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero. Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se postraron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios, diciendo: Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén. Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido? Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos. Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno; porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos” (Apocalipsis 7:9-17).

Mirando a través del río
   Donde mi fe al ver terminará.
Solo obraré por pocos días,
   Y tomaré mi viaje celestial.
Tierra Beula, te estoy deseando,
   Y algún día estaré allí.
Y mi hogar será eterno.
   Dulce Tierra Beula es.

¡Pónganse de pie y canten el coro conmigo!

Tierra Beula, te estoy deseando,
   Y algún día estaré allí.
Y mi hogar será eterno.
   Dulce Tierra Beula es.

Amén. Pueden sentarse. Una historia más y termino.

Hace unos años una joven con la que fui a la escuela secundaria me llamó por teléfono. No la había visto por muchos años. Ella dijo: “Robert, mi hijo tiene leucemia. ¿Quieres venir y orar por él?” Por supuesto dije que sí. Fui al hospital, City of Hope. El niño sólo tenía siete o ocho años de edad. Tan pronto lo vi supe que se estaba muriendo. Ella me pidió que orara que fuera sanado. Puse mi mano en su frente y oré. A la semana siguiente me llamó y me dijo que estaba peor. Fui allí de nuevo. Esta vez tomé bastante tiempo para explicarle al niño cómo Jesús murió para pagar el castigo por sus pecados, y cómo podía confiar en Jesús y ser salvo. Era un niño inteligente. Él entendió. Lo guié en oración y espero que él confió en Jesús.

La próxima semana la madre me llamó de nuevo. Ella me dijo que estaba peor y que no creía que pudieran salvarlo. Ella me pidió que fuera al hospital y lo bautizara. Ella dijo: “Yo nunca lo llevé a la iglesia. Nunca ha sido bautizado. Tengo miedo por su alma”. Yo sabía que no necesitaba ser bautizado para ser salvo. Yo sabía que él había confiado en Jesús, y que no necesitaba nada más. Pero su madre me suplicó. Así que fui, y bauticé a ese niño allí en el hospital, mientras las enfermeras y los médicos miraban.

Unas semanas más tarde, el niño murió. Ella me llamó para que hiciera el funeral. Yo fui. El servicio fue frente al pequeño ataúd que tenía el cuerpo sin vida. Después, junto al ataúd, su madre lloraba mientras yo la abrazaba. Ella dijo: “Lo van a poner bajo tierra en esa caja”. Mientras la abrazaba, me dio gusto haber podido decir: “Carol, él no está en esa caja. Él está en el Cielo con Jesús. Y Jesús va a cuidar muy bien de él, como lo hace con todos los niños que mueren”. Estoy muy contento de creer en el Cielo. Estoy muy contento que tenía la esperanza del Cielo dentro de mí. Si no la hubiera tenido, no hubiera tenido palabras de consuelo para esa pobre madre que sufría. Sin Cristo somos “ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo” (Efesios 2:12).

“Sin esperanza y sin Dios en el mundo”. ¡Qué terrible manera de vivir y morir! Pero Jesús bajó del Cielo para darnos esperanza. Él murió en la Cruz para pagar el castigo por nuestros pecados. Él resucitó físicamente de entre los muertos para darnos vida eterna. Jesús está allí, ahora mismo, en el Cielo, sentado a la diestra de Dios. Puedes venir a Él. Puedes confiar en Él. Puedes ser limpio de todo tu pecado por Su Santa Sangre. Puedes tener esperanza al confiar en Él. El Sr. Griffith y yo vamos a cantar la primera estrofa de esa canción otra vez. Si deseas hablar con nosotros acerca de este sermón, por favor deja tu asiento y ve a la parte de atrás del auditorio mientras cantamos. El Dr. Cagan te llevará a un lugar tranquilo donde podamos hablar y orar contigo durante unos minutos. Si deseas hablar con nosotros acerca de este sermón, y en convertirte en un Cristiano, por favor ve a la parte de atrás del auditorio ahora.

Nostalgia tengo por la tierra
   La cual jamás he visto yo.
No hay despedidas ni tristezas,
   Y el tiempo ya no importa más.
Tierra Beula, te estoy deseando,
   Y algún día estaré allí.
Y mi hogar será eterno.
   Dulce Tierra Beula es.

Dr. Chan, por favor venga y ore por los que respondieron. Amén.

(FIN DEL SERMÓN)
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Puedes enviar en correo electronico al Dr. Hymers en Ingles a rlhymersjr@sbcglobal.net – o
puedes escribirle a P.O. Box 15308, Los Angeles, CA 90015, Estados Unidos.
Llamale por telefono a (818)352-0452.

La Escritura Leída Antes del Sermón por el Sr. Abel Prudhomme: Apocalipsis 7:9-17.
El Solo Cantado Antes del Sermón por el Sr Benjamin Kincaid Griffith:
“Sweet Beulah Land” (por Squire Parsons, 1948-).


EL BOSQUEJO DE

¡ANHELANDO EL CIELO!

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

“No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros” (Juan 14:1-2).

I.   Primero, nunca fue difícil para mí creer en el Cielo,
II Corintios 12:4; I Corintios 2:14.

II.  Segundo, el Cielo es un lugar, Hebreos 11:10, 16.

III. Tercero, encontrando el camino al Cielo, II Pedro 1:19;
Apocalipsis 7:9-17; Efesios 2:12.