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EL JOVEN RICO

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles
La Mañana del Día del Señor, 13 de Enero, 2013


Ahora esta mañana quiero que voltees en tu Biblia a Marcos capitulo diez, versículo diecisiete. Es la historia del Joven Rico. En un evento tan importante que el Espíritu Santo lo registró en los tres Evangelios sinópticos de Mateo, Marcos y Lucas. Se le da más espacio al Joven Rico que a casi cualquier otra persona en los Evangelios con la excepción de Pedro. Eso muestra la importancia de lo que le sucedió a este joven. Y yo creo que es una de las historias más importantes en el Nuevo Testamento para el tiempo en el que vivimos hoy. Por favor de pie y escúchala con cuidado.

“Al salir él para seguir su camino, vino uno corriendo, e hincando la rodilla delante de él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios. Los mandamientos sabes: No adulteres. No mates. No hurtes. No digas falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre. El entonces, respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud. Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz. Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! Los discípulos se asombraron de sus palabras; pero Jesús, respondiendo, volvió a decirles: Hijos, ¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas! Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios. Ellos se asombraban aun más, diciendo entre sí: ¿Quién, pues, podrá ser salvo? Entonces Jesús, mirándolos, dijo: Para los hombres es imposible, mas para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios” (Marcos 10:17-27).

Se pueden sentar.

Sabemos mucho acerca de este hombre. Mateo 19:20 nos dice que él era joven. Eso significa que él tenía menos de treinta años de edad. Lucas 18:18 nos dice que era un hombre “principal”. El Dr. Gill dijo que eso quiere decir que era un magistrado civil, “tal vez uno del Sanedrín”. Marcos 10:22 nos dice que él tenía “muchas posesiones”. Ahora podemos ver por qué Mateo, Marcos y Lucas toman mucho espacio para hablar de él. Él era un hombre joven rico, con una posición muy alta. ¡Casi cualquier predicador hoy día se rompería la espalda para conseguir que tal hombre se uniera a su iglesia!

Este joven hombre vino a Jesús corriendo. Cuando llegó a Jesús se arrodilló. Luego le preguntó a Jesús, “Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?” (Marcos 10:17). Él vino a Jesús. Él se arrodilló ante Jesús. Él le preguntó: “¿qué haré para heredar la vida eterna?” Él hizo lo correcto en venir a Jesús. Él vino a la hora correcta – cuando era joven. Él preguntó la pregunta correcta ““¿Qué haré para heredar la vida eterna?”. Él vino con la actitud correcta – en humildad. Él consiguió la respuesta correcta – exactamente qué hacer. Pero hizo la cosa incorrecta – él se volteó de Jesús, él se fue, y nunca fue salvo.

¿Por qué se apartó? La razón es simple. Él dijo: “¿Qué haré para heredar la vida eterna?” Jesús le dijo qué hacer, y él lo rechazó. Por eso estuvo afligido y se fue triste.

La Biblia dice: “Jesús, mirándole, le amó” (Marcos 10:21). Por favor no me digas que Jesús le dio una respuesta difícil porque no le importaba él. Por favor, no seas tan superficial. No, Jesús le dio una respuesta difícil porque Él le amó. “Jesús, mirándole, le amó” (Marcos 10:21). Me he dado cuenta de que los predicadores “duros” son los que tienden a amar a la gente. Son los predicadores “suaves” los que en verdad no dan un comino por ti.

Nadie fue predicador más suave que Robert Schuller de la Catedral de Cristal. Cuando John Wayne estaba muriendo le pidió a Schuller que viniera a verlo. John Wayne le preguntó a Schuller qué necesitaba hacer ya que estaba muriendo. Schuller le dijo que no necesitaba hacer nada, que él ya estaba bien. Cuando leí eso me enfureció. Ves, yo amaba a John Wayne. Él era un gran Americano y yo lo amaba. Pero era obvio para mí que a Schuller no le importaba para nada el alma del hombre. Lo que Schuller quería era cualquier dinero que pudiera sacar de John Wayne y su familia. Tú le mientes a la gente que no te importa. Tú le dices la verdad a la gente que amas. Es así de simple. ¡Si amas a alguien le dices la verdad! ¡Y es eso exactamente lo que Jesús hizo!

El Joven Rico se arrodilló ante Jesús, y le preguntó qué necesitaba hacer él para heredar la vida eterna. Jesús lo miró a su rostro, y le amó.

“Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz” (Marcos 10:21).

El joven lo pensó un rato, y luego se fue.

“Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones” (Marcos 10:22).

Las peticiones de Jesús suenan duras hoy. Pero necesitamos pensar “afuera de la caja” del “decisionismo” evangélico de hoy. ¿Por qué tenía que dejar este joven sus riquezas para ser salvo, “para heredar la vida eterna”? La respuesta se da en Marcos 10:24, cuando Jesús dijo:

“Hijos, ¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas!” (Mark 10:24).

El pasaje entero muestra que este joven confiaba en sus riquezas. ¿Cómo podía confiar en Cristo si en vez su corazón confiaba en las riquezas? Jesús dijo: “No podéis servir a Dios y a las riquezas” (Mateo 6:24). ¡No puedes servir a Dios y al dinero! La Biblia dice: “Los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición” (I Timoteo 6:9). El joven rico no podía confiar en Cristo porque su corazón confiaba en las riquezas. ¿Cómo podía confiar en Cristo, cuando su corazón confiaba en las riquezas?

Me gusta lo que Iain H. Murray dijo sobre esto. Murray dijo que el evangelismo antiguo alarmaba la conciencia, mostrándole al pecador que “El arrepentimiento que Dios exige no es un cambio parcial, ni sentimiento temporal de dolor, sino un completo cambio de vida”. Cristo le dijo al Joven Rico que vendiera lo que tenía, y se lo diera a los pobres, “y ven, sígueme, tomando tu cruz” (Marcos 10:21). Iain Murray dijo: “En realidad esto era ‘predicación de la ley’ pero el propósito de llamar a un hombre a la obediencia completa no era calificarlo para la salvación, en vez era para probarlo a ver cuán lejos estaba de ella. Nuestro Señor dio ese consejo, no porque él pensaba que el hombre podía ser obediente, sino porque el hombre pensaba que podía serlo. Y todo hombre natural en su confianza propia piensa lo mismo. Así que la ley dice en efecto: ‘Haz una prueba de la obediencia! Ponte lo más serio que puedas’…El hombre no convertido es llamado a hacer esto porque lo más que trate, hallará aun más que no tiene esperanza. Él ve que no solo su conducta sino su naturaleza misma están mal. El estándar requerido es inalcanzable. Por naturaleza él no puede amar, él no puede ser santo, él no se puede deleitar en Dios. ‘¿Quién, pues, podrá ser salvo?’ preguntaron los discípulos asombrados, oyendo la exigencia absoluta de Cristo para joven rico, y ellos recibieron la respuesta que permanece cierta hoy, ‘Para los hombres es imposible, mas para Dios, no’…Cuando un alma está siendo llevada a la salvación no hallará culpa con la ley sino consigo misma. Antes de la ley su propia conciencia le condena, y se confiesa no solo culpable sino impotente de hacer lo que debe…En las palabras de Jonathan Edwards: ‘Tal seriedad y rigor de esfuerzos, es el medio ordinario que Dios usa para traer a la gente a conocerse a sí misma, a una vista de sus propios corazones, a un sentido de su propia impotencia…Es experimentarnos a nosotros mismos, y hallar lo que somos, lo que Dios comúnmente usa como medio para sacarnos de depender en nosotros mismos’…dicha persona orará, como una vez William Wilberforce oró: ‘¡O Dios, líbrame de mi mismo!’” (Iain H. Murray, The Old Evangelicalism, The Banner of Truth Trust, 2005, pp. 10-14).

Cristo quería que el Joven Rico viera el egoísmo de su propio corazón. Él quería que viera que su corazón confiaba en las riquezas en vez de en Dios. Él quería que viera cuan mal estaba su corazón, que él en realidad no amaba a Dios para nada, que él realmente confiaba en las cosas materiales, y no confiaba en Dios para nada.

Cuando Pedro de repente se dio cuenta de cuan malvado e incrédulo era su corazón “cayó de rodillas ante Jesús, diciendo: Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador” (Lucas 5:8). El Joven Rico se arrodilló ante Jesús, pero en vez de proseguir a sentir y confesar lo pecaminoso de su corazón “él, afligido por esta palabra, se fue triste” (Marcos 10:22).

Cuan a menudo hemos visto eso repetirse. Persona dirán que quieren ser salvas. Pero cuando les mostramos que sus corazones están mal, que confían en las cosas del mundo, que realmente no tienen amor por Dios, se voltean tristes, y tarde o temprano se van de la iglesia.

Pero entonces vemos otros, como la chica que dijo: “Estoy tan disgustada conmigo misma” – como la chica que dijo: “Soy una pecadora terrible”. Como Pedro, cayeron de rodillas y dijeron: “Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador”. Son los Pedros los que hallan la salvación. Los otros, tarde o temprano, siempre se van tristes, aferrándose a su egoísmo y pecado.

Volvamos un minuto al Joven Rico. ¿Qué le hubiera sucedido a él si en realidad hubiera hecho lo que Jesús le dijo? ¡Bueno, quizá se hubiera vuelto el doceavo Apóstol, reemplazando a Judas! ¡Pero porque él confiaba en el dinero en vez de Jesús, ni siquiera sabemos su nombre! Si él hubiera obedecido a Jesús su nombre se hubiera cantado, alabado y honrado – por todos los siglos!

Después de que el Joven Rico se fue, Pedro dijo: “He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido” (Marcos 10:28). Él tenía razón. Ellos habían dejado sus redes, su banco de tributos y lo habían seguido. Tú dices: “No era tanto como lo que el Joven Rico tenía que dejar”. No era tanto, pero dejaron todo lo que tenían, y eso es mucho más de lo que hace la gente en estos días de apostasía. Y Jesús le dijo a Pedro y a los otros Discípulos:

“Respondió Jesús y dijo: De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio, que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eternal” (Marcos 10:29-30).

¿Crees tú eso? ¿Crees tú que Jesús dará esas cosas a los que se arrepienten y confían en Él? Si le crees a Él, ¿entonces qué te detiene de confiar en Él? Pero si no le crees a Él, ¿Por qué te molestas en venir a la iglesia? Si no crees Su promesa, ¿por qué no te vas ahora, y vives y mueres como el Joven Rico vivió y murió? Él sí murió, sabes. Como 37 años después los Romanos vinieron y destruyeron a Jerusalén. ¡Fue allí cuando el Joven Rico lo perdió todo – su salud, sus propiedades, y su alma. ¡Treinta y siete años después de que él rechazó a Cristo, él lo perdió todo de todas maneras!

¿Cómo estará los Estados Unidos 37 años de ahora? No me gusta pensar en eso. No se ve muy bien, ¿verdad? ¿Por qué arriesgar perder tu alma por unos cuantos años más de place en una nación moribunda como esta? ¿Para qué tomar ese riesgo cuando puedes tener “ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eternal”? Ninguna vida es más rica que la vida de un Cristiano dedicado del todo. Pregúntales a los miembros de nuestra iglesia. ¡Todos ellos te dirán que es verdad! Cada uno de ellos te dirá:

“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (I Juan 2:15-17).

Ven a Jesús. Confía en Él. Él te dará una vida más rica y llena de la que podrías tener sin Él. Yo sé que eso es cierto. Lo he experimentado en mi propia vida. Así que te digo otra vez, Jesús murió en la Cruz para que tus pecados pudieran ser perdonados. Él resucitó físicamente de los muertos para darte vida eterna. Voltéate de una vida egoísta y pecaminosa, y confía en Jesús con todo tu corazón. ¡Jamás te arrepentirás de que lo hiciste!

Si te gustaría hablar con nosotros acerca de volverte Cristianos, por favor ve a la parte trasera del auditorio ahora. Dr. Cagan te llevará a un lugar callado donde podamos hablar y orar. Sr. Lee, por favor guíenos en oración.

(FIN DEL SERMÓN)
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La Escritura Leída por Dr. Kreighton L. Chan Antes del Sermón: Lucas 12:16-21.
El Solo Cantado por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith Antes del Sermón:
“Acres of Diamonds” (por Arthur Smith, 1959).