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EL PELIGRO DE LAS CONVICCIONES QUE DESAPARECEN

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles
Jueves por la Tarde, 26 de Julio, 2012

“¿Qué haré a ti, Efraín? ¿Qué haré a ti, oh Judá? La piedad vuestra es como nube de la mañana, y como el rocío de la madrugada, que se desvanece” (Oseas 6:4).


Esta noche voy a darles otro sermón adaptado de Robert Murray McCheyne. Como les he dicho, él murió a la corta edad de veintinueve años. Sin embargo causó tal impresión por su santidad, oración y celo que F. B. Meyer dijo: “Oh, que pudiéramos tener más del espíritu de McCheyne, y ver de nuevo el trabajo de aquellos días” – porque eran días de avivamiento poderoso. Esta noche les estoy dando una adaptación de su sermón en Oseas 6:4,

“¿Qué haré a ti, Efraín? ¿Qué haré a ti, oh Judá? La piedad vuestra es como nube de la mañana, y como el rocío de la madrugada, que se desvanece” (Oseas 6:4).

En estas palabras Dios dijo que no sabía qué hacer con Israel porque sus convicciones no duraban mucho tiempo, pero rápidamente desaparecían como una nube de la mañana, y se evaporaban como el rocío de la mañana. Él les había destazado y cortado en pedazos por los profetas, y los había matado por las palabras de su boca (v. 5). Dios les había dado mensajes de despertarmiento de Su juicio venidero, y había hablado de Su amor y gracia. Pero no se arrepintieron. Sus convicciones pronto se secaron y se habían ido como una nube en la mañana o el rocío que pronto se evapora y desaparece.

Lo mismo ocurre con algunos de ustedes que no son convertidos. Dios te ha enviado sermones de despertamiento, y te ha cortado en pedazos y te ha matado por las palabras de Su boca. También te ha enviado mensajes de ánimo, pero nada de esto ha hecho una impresión duradera en ti. Has quedado impresionado por un corto tiempo, pero tus convicciones pronto se han secado y se alejaron de tu mente.

“¿Qué haré a ti, Efraín? ¿Qué haré a ti, oh Judá? La piedad vuestra es como nube de la mañana, y como el rocío de la madrugada, que se desvanece” (Oseas 6:4).

De esto vemos tres cosas.

I. Primero, el hecho que las convicciones de personas no convertidas frecuentemente desaparecen rápido.

Esto se comprueba una y otra vez en la Biblia. Piensa en la mujer de Lot. Ella fue despertada. Los dos ángeles vinieron a ella con palabras terribles y también palabras de misericordia. Lo que dijeron hizo una fuerte impresión en ella para huir de Sodoma. El miedo de su marido, y sus palabras de advertencia a sus hijos políticos se hundieron en su corazón. Ella huyó de Sodoma, pero a medida que avanzaba la mañana, sus convicciones comenzaron a secarse. Ella miró hacia atrás a Sodoma, y fue destruida con la ciudad.

Piensa también de Israel en el Mar Rojo. Cuando fueron guiados a través del mar, y luego vieron a sus enemigos ahogarse, cantaron alabanzas a Dios. Ellos cantaron alabanzas a Dios, pero pronto olvidaron Sus obras. Sólo tres días más tarde estuvieron murmurando y quejándose en incredulidad.

Entonces piensa del joven rico que se acercó corriendo a Jesús. Él dijo: “Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna?” Él sentía la convicción de pecado en su conciencia, cuando se puso de rodillas a los pies de Jesús. Pero él nunca se arrodilló allí de nuevo. Él se fue triste. Sus convicciones buenas se secaron como el rocío de la mañana, y pasaron como una nube de la mañana.

Una vez más, recuerda lo que le sucedió a Félix, el gobernador Romano. Cuando Pablo habló del juicio venidero, Félix se espantó. Félix se espantó con convicción, ¿pero fue salvó? No lo fue. Él le dijo a Pablo que se fuera por un tiempo. Pero nunca la convicción de pecado vino a él de nuevo. Sus buenas convicciones se habían ido como una nube de la mañana.

Una vez más, cuando Pablo predicó al Rey Agripa su corazón estaba preocupado. Por un momento pensó en convertirse en un Cristiano. Él dijo: “Por poco me persuades a ser cristiano”. Pero sus buenas convicciones pronto pasaron como una nube de la mañana y el rocío de la madrugada. Todas estas buenas convicciones pronto pasaron.

Estos ejemplos Bíblicos muestran que las convicciones de las personas no convertidas a menudo desaparecen rápidamente.

“¿Qué haré a ti, Efraín? ¿Qué haré a ti, oh Judá? La piedad vuestra es como nube de la mañana, y como el rocío de la madrugada, que se desvanece” (Oseas 6:4).

Esto también es demostrado por nuestra experiencia. La mayoría de la gente experimenta convicción de pecado cuando se predica el Evangelio. Si las convicciones de los hombres no convertidos fueran permanentes entonces la mayoría de ellos se salvarían. Pero sabemos que eso no sucede a la mayoría de la gente. Jesús dijo: “Pocos son los que la hallan”. Yo he predicado a cientos de personas que sintieron convicción pero nunca fueron salvos.

Cuando el Espíritu de Dios se está moviendo muchos reciben profundas convicciones. Muchos de ellos tienen sus sentimientos agitados, y miran que necesitan ser salvos. Muchos lloran y oran. Pero cuando los servicios terminan pronto se vuelven a dormir. Sus buenas convicciones pasan como una nube de la mañana. El Infierno está lleno de personas que una vez lloraron y oraron. “¿Qué haré de ti, Efraín?”

Veamos cómo desaparece la convicción. Cuando un hombre perdido está bajo el temor del Infierno, él empieza a orar. Mientras dura su convicción ora cuando está solo. Pero cuando sus convicciones se van ora cada vez menos cuando está solo, hasta que por fin se da por vencido y deja de orar cuando está solo. “¿Qué haré de ti, Efraín?”

Cuando una persona perdida es desapertada al principio escucha con atención los sermones. Se inclina hacia adelante y escucha con gran atención. Pero a medida que sus convicciones comienzan a desaparecer lentamente se desplaza en un estado de somnolencia, donde puede dormir hasta que el Espíritu de Dios se aparta de él para siempre. Hemos visto que esto sucede una y otra vez a través de los años. “¿Qué haré de ti, Efraín?”

Cuando alguien está bajo convicción evita el pecado. Huye del pecado con todas sus fuerzas. Reforma su vida, y trata de vivir mejor. Pero cuando muere su convicción, sus tentaciones vuelven, y regresa al pecado, como un perro a su vómito, y como un cerdo que fue lavado va a revolcarse en el fango.

Si hubiera algo sobre la convicción de pecado que pudiera salvar a una persona perdida ellos continuarían viviendo una vida santa. Pero en cambio, cuando pierden sus convicciones, se vuelven cada vez peor. Siete demonios entran en esa persona, y su fin es peor que su principio. “¿Qué haré de ti, Efraín?”

II. Segundo, por qué las convicciones de personas no convertidas desaparecen.

Primero, porque nunca se les hizo sentir verdaderamente perdidos. A veces era sólo una sensación rápida de terror que les daba miedo. A veces era sólo la sensación de un gran pecado que cometieron. Ellos pueden decir que son pecadores, pero nunca sintieron el profundo pecado y la rebelión en sus corazones. Ellos piensan que una pequeña oración y tristeza es todo lo que necesitan. Nunca sintieron que están tan perdidos en el pecado que no pueden cambiar. Nunca sentieron que estaban completamente perdidos. Así que nunca sintieron la necesidad de la Sangre de Jesús para limpiarlos.

Segundo, nunca vieron la belleza de Cristo. Un sentimiento de convicción de pecado puede hacerte llorar, pero no te va a llevar a Cristo. Sólo viendo el amor de Cristo puede llevarte hacia Él. Una persona perdida, bajo convicción de pecado, no ve la belleza de Cristo o su necesidad de Cristo. Cuando ves la dulzura y el amor de Cristo, y experimentas Su amor que perdona, ¡nunca volverás al pecado!

Tercero, nunca odiaron el pecado en sus corazones. Las convicciones que tuvieron eran sólo el temor del Infierno. Por lo tanto, sienten los peligros del pecado, pero no la inmundicia del mismo. Ellos todavía aman su pecado. Ellos no tienen cambio de corazón. El Espíritu Santo no está en ellos. Por lo tanto sus convicciones pronto se van como una nube de la mañana. En los momentos de tentación, sus convicciones desaparecen fácilmente.

III. Tercero, la tristeza de tu condición.

Dios llora por ti – “Efraín”. Debes estar en una condición terrible para que Dios llore por ti. Llora por ti como Cristo lloró por Jerusalén cuando vio los terribles juicios que pronto caería sobre ellos. Sabía que pronto estarían en el Infierno, sin ningún tipo de esperanza – por toda la eternidad.

Dios no tiene otro método para despertarte. Es por eso que Él dice, “¿Qué haré a ti, Efraín?” No hay nada más que Él pueda hacer. Has oído sermones de convicción. Has oído las advertencias de la Biblia. Has oído hablar del amor y el perdón que Jesús ofrece. Has oído hablar de Su Sangre que limpia, y que Él te ama y que Él puede salvarte. “¿Qué más te haré?” ¿Qué más puedo decirte? Has estado en varios servicios donde otros esperamos hayan sido salvos. Pero la cosecha pasó. Las reuniones se han terminado. ¡Y aún no eres salvo! ¿Qué más te puedo decir?

Convicciones anteriores no te harán ningún bien. Cuando la nube se seca y el rocío se derrite, la roca sobre la que cayó es tan dura como siempre. Pero cuando las convicciones desvanecen el corazón de un hombre inconverso es mucho más duro de lo que era antes. Cuando las convicciones se van, es menos probable que puedas ser salvo. Serás peor que lo que eras antes.

Cada día tu corazón se volverá más duro, porque tu corazón se acostumbra a su vieja manera de pensar y de sentir. Puesto que has ofendido al Espíritu Santo por el endurecimiento de tu corazón, es mucho menos probable que el Espíritu vendrá a convictarte una vez más. Ya que ahora te has acostumbrado a rechazar la convicción, es mucho menos probable que te rindas a la convicción en el futuro. Cuando estés en el Infierno, desearás nunca haber tenido tales convicciones, porque harán tu castigo mucho mayor.

Por eso les ruego que cedan a la convicción de pecado ahora, antes de que sea demasiado tarde. No descuides tus convicciones de pecado. No des marcha atrás. Recuerda a la mujer de Lot. Escapa por tu vida. No mires hacia atrás. Escape a Jesús antes de que seas consumido.

(END OF SERMON)
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EL BOSQUEJO DE

EL PELIGRO DE LAS CONVICCIONES QUE DESAPARECEN

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

“¿Qué haré a ti, Efraín? ¿Qué haré a ti, oh Judá? La piedad vuestra es como nube de la mañana, y como el rocío de la madrugada, que se desvanece” (Oseas 6:4).

I.   Primero, el hecho que las convicciones de personas no
convertidas frecuentemente desaparecen rápido.

II.  Segundo, por qué las convicciones de personas no convertidas
desaparecen.

III. Tercero, la tristeza de tu condición.