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LA CONVERSIÓN DE ISAÍAS

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles
La Noche del Sábado, 21 de Enero, 2012

“En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo” (Isaías 6:1).

“Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos” (Isaías 6:5).

“Es quitada tu culpa, y limpio tu pecado” (Isaías 6:7).

“Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí” (Isaías 6:8).


Antes de mirar el llamado del profeta en Isaías 6:1-8 necesitamos considerar dos cuestiones: (1) ¿Adónde en la cronología de la vida de Isaías cabe este pasaje? y (2) ¿Es ésta la experiencia de la conversión de Isaías, o es un llamado a una mayor consagración después de su conversión?

Primero, ¿dónde cabe Isaías 6 en la vida del profeta? Juan Calvino (1509-1564) mismo admitió que “algunos piensan que [Isaías 6:1-8] es el principio del libro” (traducción de John Calvin, Commentary on the Book of the Prophet Isaiah, tomo I, Baker Book House, 1998, p. 198; nota sobre Isaías 6:1).

El Dr. Edward J. Young dijo que “ahora se opina más generalmente que el capítulo presenta el llamado original de Isaías...y es difícil escaparse de esa impresión... parece haber una razón definida por la cual el capítulo se halla en la posición presente. Aparentemente el propósito de Isaías es primero presentar el corazón de su mensaje [en los capítulos 1 al 5], y luego relatar la historia de su propio llamado profético” (traducción de Edward J. Young, Ph.D., The Book of Isaiah, tomo I, William B. Eerdmans Publishing Company, 1965, pp. 232, 233).

El Dr. Franz Delitzsch tambien dio dicha explicación en el Libro Keil and Delitzsch Commentary cuando dijo: “El capítulo VI debe hacer la impresión en la mente sin prejuicio, que se refiere a la vision [original] del profeta” (traducción de Franz Delitzsch, Ph.D., Commentary on the Old Testament, tomo VII, William B. Eerdmans Publishing Company, reimpresión de 1973, p. 188).

Así, decimos que Isaías 6:1-8 da el llamado original de Dios al profeta, y que describe lo que le sucedió a él al mero principio de su ministerio.

Segundo, ¿es este pasaje una descripción de la conversión de Isaías, o es un llamado a una mayor consagración después de su conversión? Me he convencido de que el sexto capítulo de Isaías es uno de los grandes pasajes de la Escritura que tratan con la conversión. Se parece a la conversión de Pablo en Hechos 9, y a otras conversiones en la Biblia, y en la historia Cristiana. Pero lastimosamente esa opinión se ha oscurecido por lo que el gran Reformador Juan Calvino escribió acerca de ella. Calvino pensaba que la experiencia de Isaías le fue dada para confirmar y fortalecerlo en su ministerio de predicación (John Calvin, ibid., p. 199).

Yo creo que aunque magnífico, Juan Calvino estaba equivocado en este punto. La opinión de Calvino se ha mantenido como la interpretación correcta por casi todos los comentadores siguientes. Así, el error de Calvino sobre este punto ha pintado el pensamiento de muchos. Por ejemplo, John MacArthur dijo: “Lo que se ve es la limpieza espiritual para servicio especial al Señor, no la salvación” (traducción de John MacArthur, D.D., The MacArthur Study Bible, Word Bibles, edición de 1977, p. 963; nota sobre Isaías 6:7).

Aun el reconocido comentador Dr. Edward J. Young dijo: “Isaías habia sido un verdadero creyente y había servido al Señor. No leemos la cuenta de su conversión. Ahora él es promovido...para servir al Señor en mayor medida que hasta hoy” (ibid., p. 250). Inmediatamente después de que el Dr. Young dio tal declaración citó a Calvino para apoyarla (ibid.).

Aunque la opinión de Calvino ha influenciado los comentarios, creo que es una interpretación incorrecta de Isaías 6:1-8. Pero fue la opinión de Calvino que ha estado tras todos los sermones que he oído sobre este pasaje de la Escritura. Pero, para ser justos, eran la opinión de Calvino sin el pecado original y la salvación solo por gracia. Era la opinión de Calvino vuelta un mensaje de ayuda propia. Lo he oído predicado a jóvenes en campamentos de iglesias, para “conseguir” que se “consagren” a mayor servicio, o para “dedicarse” al ministerio, o para “dedicarse” a las misiones extranjeras. Para mí esto está erróneo. Ya que tantos jóvenes son religiosos, pero no convertidos, sería mucho mejor predicar el pasaje de modo evangelístico. Pero generalmente se predica exactamente como dijo el Dr. MacArthur: “Lo que se ve es la limpieza espiritual para servicio especial al Señor, no la salvación” (ibid.). Pero estoy convencido de que esta opinión no es apoyada por las mismas palabras del pasaje. Yo diría exactamente lo opuesto de lo que dijo el Dr. MacArthur, ¡“Lo que se ve es la salvación, no la limpieza espiritual para servicio especial al Señor”!

Sí, yo creo que Isaías era algo “creyente” antes de tener esta experiencia. Sin duda él creía en Dios teóricamente. Sin duda trataba de servir a Dios. Quizá hasta había predicado antes de esta experiencia. Sin embargo estoy convencido de que él no era convertido. ¿No trató Martín Lutero de predicar y servir al Señor antes de ser convertido? ¿No predicaban y trataban de servir al Señor, John Wesley y George Whitefield antes de ser convertidos? Yo mismo comencé a predicar más de tres años antes de ser salvo. Tomás, el que dudaba, mero discípulo de Cristo, también predicaba y trataba de servir al Señor tres años antes de que fuera verdaderamente convertido.

Tomás huyó cuando Jesús fue arrestado. Después de que Jesús resucitara de los muertos Tomas rehusaba creer el Evangelio. Él no estaba convertido, en ningún modo significante de la palabra, ¡hasta que se encontró con el Cristo resucitado! Y no importa qué creencia superficial Isaías tenía antes de su experiencia en el capitulo sexto, él también permanecía inconverso – hasta que Dios Mismo abrió los ojos de su entendimiento, y lo salvó, como se nos dice en Isaías 6:1-8. La experiencia de Isaías es semejante a lo que usualmente sucede cuando la gente pasa por conversiones verdaderas. La experiencia de Isaías es similar a lo que por usual sucede cuando la gente tiene verdadera conversión. El problema de hoy es que hemos visto muy pocas conversiones verdaderas. La mayoría de la gente hace una “decisión” superficial y permanece inconversa. Pero la experiencia de Isaías sigue claramente el modelo de las conversiones verdaderas, tal como las que ocurrieron en los tres Grandes Despertamientos. Y esta es la manera que la gente es verdaderamente salva.

I. Primero, tienes que experimentar la realidad de Dios.

Mira el verso uno.

“En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo”
       (Isaías 6:1).

El Dr. Delitzsch dijo: “era el año que murió Uzías, no el primer año del reinado de Jotam; o sea, Uzías reinaba aun, aunque su muerte se acercaba” (Delitzsch, ibid., p. 188). Isaías nos da la hora misma cuando Dios se volvió real para él. Antes, Dios para él era solo una teoría. Él había hablado de Dios, pero ahora experimentaba la realidad de Dios. Él de repente se volvió consciente de Dios. Por la primera vez en su vida Isaías estuvo consciente de Dios. “Vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime”. El “Señor” del que se habla acá es el Cristo pre-encarnado, porque en el capítulo doce de Juan se nos dice:

“Isaías dijo esto cuando vio su gloria, y habló acerca de él”
       (Juan 12:41).

¿Has tenido tú alguna vez una experiencia similar? Puedes venir a la iglesia por años sin sentir la realidad de Dios y de Cristo. Dios Mismo tiene que darte tal conciencia. Si eres un pecador no despertado tú vives tu vida sin percibir jamás la realidad de Dios.

Dios, Él Mismo tiene que darse a conocer a ti o nunca serás convertido. Sin tal experiencia dada por Dios no tienes esperanza, “Sin esperanza y sin Dios en el mundo” (Efesios 2:12). Jacob era tan pecaminoso como Esaú. Pero Dios se dio a conocer a Jacob. Esaú nunca tuvo un encuentro con Dios. Oh, él sabía sobre Dios, pero Dios nunca fue real para él. Esaú nunca habló de Dios como una persona real. ¡Tú no puedes ser convertido si no tienes un conocimiento por experiencia de Dios! Mi asociado, Dr. Cagan dijo: “De repente supe, muy por dentro, que Dios era real...Pero yo no era Cristiano. La experiencia que tuve con Dios fue muy real para mí, pero yo no estaba listo para creer en Jesucristo...Había sentido la presencia de Dios. Pero todavía no era Cristiano. Pasaron dos años más antes de que fuera convertido” (traducción de C. L. Cagan, Ph.D., From Darwin to Design, Whitaker House, 2006, pp. 17, 18).

Recientemente vi una fotografía de algunas personas que solían venir a nuestra iglesia. ¡Se veían como paganos salvajes! Venían a la iglesia. Se aprendían la Biblia. Se memorizaban versículos Bíblicos. Decían las palabras de oraciones. Pero jamás experimentaron la realidad de Dios. Dios no estaba en sus pensamientos. Todo lo que pensaban era en su conexión unos con otros. Solo se miraban unos a otros. No podían decir con Isaías, “Vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime” (Isaías 6:1). ¡Es por eso que nunca fueron convertidos!

Tú vienes al cuarto de consejo a hablar con nosotros sobre la salvación. Pero ya que nunca se te ha dado una conciencia de Dios, no hay nada que te podamos decir para ayudarte. ¿Cómo puedes sentirte culpable ante la vista de Dios si no tienes conciencia de Dios? Es imposible. ¿Cómo puedes sentir la necesidad de que Cristo perdone tus pecados ante la vista de Dios, si tú no tienes experiencia de Dios? Todo lo que puedes hacer es aprender algo acerca de Jesús y murmurar palabras de una tal llamada “oración de pecador”. ¡Ya que Dios nunca se te ha revelado Él Mismo, seguirás como Isaías estaba antes de esta experiencia, sin conocimiento interior de Dios, sin visión espiritual, y sin esperanza! Isaías dijo: “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado” (Isaías 55:6). Busca a Dios cuando estás solo. Si fallas de hacer eso seguirás como estás. Nada de lo que yo diga te hará ningún bien a menos que se te dé una visión de Dios, a menos que se te haga ser consciente del Dios de Jacob!

Dios es soberano. Él tal vez no te de nunca una experiencia de Su realidad. Pero si te esfuerzas, buscas conocerlo a Él, lo descubrirás a Él, si lo buscas a Él “de todo vuestro corazón” (Jeremías 29:13). Pero si experimentas la realidad de Dios será un encuentro doloroso.

II. Segundo, te sentirás pecaminoso en la presencia de Dios, y sentirás tu necesidad de perdón.

Mira el verso cinco:

“Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos” (Isaías 6:5).

Cuando el profeta vio la realidad de Dios, se le hizo pensar sobre su propia inmundicia. Él dijo: “¡Ay de mí!” En su exclamación vemos su condenación propia. Él dijo: “que soy muerto”. La palabra Hebrea “muerto” significa “soy cortado, soy destruido, soy condenado” (Young, ibid., p. 247). El Dr. Delitzsch la tradujo: “Estoy perdido” (Delitzsch, ibid., p. 195). Su visión de Dios lo hizo sentir completamente condenado. Delitzsch dijo: “Isaías por lo tanto se consideraba perdido” (ibid.).

Eso es lo que los Puritanos y sus herederos llamaban “despertamiento”. El despertamiento pasa cuando se te hace sentir cortado de Dios y condenado. Solo cuando tu inmundicia pecaminosa te hace sentir “muerto” ante la vista de un Dios santo, verdaderamente te sentirás perdido. Solo entonces dirá tu corazón: “¡Soy condenado! ¡Soy perdido!” Antes de sentir el horror de tal “despertamiento” te quedarás dormido en pecado. Tú puedes venir al cuarto de consejo mil veces, pero no serás convertido hasta que se te haga sentir en tu corazón que eres perdido y condenado ante la vista del “Rey, Jehová de los ejércitos” (Isaías 6:5). Algunas personas pasan largo tiempo sin ser convertidas. Están tristes porque no son convertidas, pero no tienen horror por sus pecados ante la vista de un Dios santo. ¡Si en verdad se sintieran condenados, no tendrían impedimento en huir a Cristo!

Es solo en una condición de condena, perdida que Dios puede sanar tu pecado. Es en este punto, y no antes, que Cristo se volverá precioso, y muy importante para ti, y tú serás atraído a Él por la fe. Y entonces Él te dirá a ti, como le dijo a Isaías, “y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado” (Isaías 6:7).

He dejado fuera los “Serafines”, y otros detalles en el pasaje. Estas cosas sin duda suceden en el campo del espíritu, pero no veo necesidad de morar en ellas en este breve sermón. Es suficiente decir que hay verdaderas paralelas entre la visión transformadora de Isaías y la conversión Cristiana verdadera.

A ti se te debe hacer ver la terrible majestad y soberanía de Dios. Se te tiene que hacer sentir perdido y muerto ante la vista de un Dios santo. Tú tienes que venir a Jesús para tener “quitada tu culpa, y limpio tu pecado”.

El pasaje termina con “la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?” “Nosotros” da una pista de la santa Trinidad. “¿Quién irá por nosotros?” “Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí” (Isaías 6:8). Cuando seas verdaderamente convertido irás alegremente a ganar a los perdidos, y lo harás, como lo hizo Isaías, no importa cuan difícil sea para ti. Y, como Isaías, jamás te apartarás de hacerlo. ¡Esta es la perseverancia de los santos!

(FIN DEL SERMÓN)
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EL BOSQUEJO DE

LA CONVERSIÓN DE ISAÍAS

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

“En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo” (Isaías 6:1).

“Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos” (Isaías 6:5).

“Es quitada tu culpa, y limpio tu pecado” (Isaías 6:7).

“Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí” (Isaías 6:8).

I.   Primero, tienes que experimentar la realidad de Dios, Isaías 6:1;
Juan 12:41; Efesios 2:12; Isaías 55:6; Jeremías 29:13.

II.  Segundo, te sentirás pecaminoso en la presencia de Dios y sentirás
tu necesidad de perdón, Isaías 6:5, 7, 8.