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VINIERON APRESURADAMENTE –
UN SERMÓN DE NAVIDAD

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles
El Día del Señor, 12:30 PM, 25 de Diciembre, 2011

“Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres! Sucedió que cuando los ángeles su fueron de ellos al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: Pasemos, pues, hasta Belén, y veamos esto que ha sucedido, y que el Señor nos ha manifestado. Vinieron, pues, apresuradamente, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Vinieron, pues, apresuradamente, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre” (Lucas 2:8-16).


Nadie habló más intensa y dulcemente de la Navidad que el Dr. John R. Rice. En su pequeño libro, Amo La Navidad [I Love Christmas,] el Dr. Rice dijo:

      Las cosas siguieron su ronda rutinaria en Roma, el centro del mundo. En el palacio de César, el entretenimiento, la fiesta, la política continuó; ¡nadie sabía que había nacido el hijo de Dios, y el Salvador de los hombres! Esa noche la cabeza de César reposó...inquieto...El Senado Romano nunca vio a un ángel venir, nunca escuchó un susurro de “Gloria a Dios en las alturas” en coro. Nunca se imaginaron en Roma que había nacido el Rey de los Judíos que un día gobernaría el mundo.
      En el palacio del rey de Jerusalén, el asesino [Rey] Herodes no había pensado que a sólo seis millas de distancia nació uno que un día haría a Jerusalén “la alegría de toda la tierra” ¡y que allí establecería Su reino para siempre en el trono de David! El Sanedrín se reunió como de costumbre; los escribas, Fariseos y Saduceos discutían acerca de los detalles de la ley ceremonial. Ninguno de ellos tenía [idea] de que el Cristo, el Mesías tanto tiempo prometido, había nacido. Dios no creyó que valía la pena contar la historia del nacimiento del Salvador en los palacios, o universidades, o entre los ricos y poderosos del mundo. ¡Cuando Jesús nació el ángel del Señor dejó el Cielo [y] buscó a un grupo de humildes pastores, y les contó la historia que debería haber electrificado al mundo!
      No hasta que los reyes magos del Oriente vinieron a buscar “al Rey de los Judíos” y le preguntaron a Herodes... los “poderes que eran”, en Jerusalén, ¡oyeron que [el Salvador] había nacido!
      ¡Un Salvador para los humildes, los ignorantes y los pobres! Esto, sin duda, es el significado de esta Escritura (traducción de John R. Rice, D.D., I Love Christmas, Sword of the Lord Publishers, 1955, pp. 18-19).

“Vinieron, pues, apresuradamente, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre” (Lucas 2:16).

No voy a tenerlos aquí mucho tiempo esta tarde. Pero quiero que piensen en dos cosas acerca de esos pastores.

I. Primero, ellos eran pobres.

¿No es eso lo más sorprendente? Con toda esa gente rica e importante en el mundo, Dios escogió enviar a Su ángel a llamar a estos pobres pastores a Cristo. Pero si conoces la Biblia no debe ser una gran sorpresa. El Apóstol Pablo dijo,

“Ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios…”
       (I Corintios 1:26-28).

Por lo tanto, no debemos sorprendernos de que Dios paso por alto a César Augusto, el Rey Herodes, y los escribas y Fariseos, y optó por enviar el anuncio del nacimiento de Cristo a los pobres “pastores que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño” (Lucas 2:8).

El tema del humilde pastor que conoce a Dios está en toda la Biblia. Abel era pastor (Génesis 4:2). José era un pastor (Génesis 37:2). Moisés huyó de Egipto y se convirtió en un pastor (Éxodo 3:1). David era un pastor (I Samuel 16:11).

Dios se mostró a Abel, el pastor, no a su hermano Caín. Dios se mostró a José, el pastor, no a sus hermanos. Dios se mostró a Moisés el pastor, no al Faraón de Egipto. Dios se mostró a David, el pastor, no al Rey Saúl. Sin duda hay una lección aquí. Dios envió su ángel para anunciar el nacimiento de Cristo a “pastores que velaban y guardaban las vigilias sobre su rebaño” (Lucas 2:8) – no a César Augusto o el Rey Herodes. Sin duda este importante tema de la Biblia ilustra la declaración del apóstol Pablo,

“Ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios…”
       (I Corintios 1:26-28).

Yo digo, este es un tema importante en la Biblia. Más adelante, en este mismo capítulo de Lucas, María, la madre de Jesús, dijo:

“[Dios] los hambrientos colmó de bienes, Y a los ricos envió vacíos” (Lucas 1:53).

Y Jesús Mismo dijo:

“¡Cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas! Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios”
       (Marcos 10:24-25).

¿Por qué es tan difícil que es virtualmente imposible? Debido a que “confían en las riquezas”, confían en el dinero, en lugar de Dios.

Mira a través de la historia y ve la frecuencia con la que Dios habla a la gente normal, como estos pastores, no a los poderosos. El historiador Roland Bainton dijo que el padre de Lutero “no era excesivamente rico, y que su mujer todavía tenía que ir al bosque y arrastrar a su casa leña. El ambiente de la familia era la de los campesinos: tosco, áspero, a veces ordinario” (traducción de Roland H. Bainton, Ph.D., Here I Stand: A Life of Martin Luther, New American Library, 1950, p. 19). Lutero dejó de estudiar para ser abogado, y se convirtió en un monje Agustino pobre, para disgusto de su padre. Pero fue este pobre monje a quien Dios habló y mostró la gran verdad de la justificación por la fe sola. Fue este pobre monje que Dios levantó para romper las esposas y las cadenas de la religión Católica, ¡soplando la vida de la Reformación a la iglesia de la Edad Media! Y fue George Whitefield, el hijo pobre y huérfano, cuya madre tenía una taberna, que Dios levantó para proclamar el nuevo nacimiento a través de Inglaterra y América. Era el pobre John Bunyan, un modesto calderero, que fue a la cárcel por predicar el evangelio “sin licencia” del estado, a quien Dios levantó en la prisión para escribir libros que han sido utilizados por Dios para evangelizar a millones por trescientos años. Era pobre David Livingstone, que se esclavizó yendo a la escuela de medicina por la noche, trabajando todo el día en una fábrica, que Dios usó para penetrar en el continente de África oscuro por el pecado, cuyos escritos y conferencias se utilizaron para convertir el Imperio Británico en contra de la esclavitud. Y nunca hay que olvidar que Spurgeon fue el hijo pobre de un clérigo que nunca fue a un instituto Bíblico, seminario, o universidad, que Dios levantó para ser el “Príncipe de los Predicadores”, el más grande predicador del Evangelio, aparte de Whitefield, desde el Apóstol Pablo. Y el mismo Pablo, que “cuenta todas las cosas por basura” para ganar a Cristo, y pasó por dificultades casi increíbles para hacerlo, se convirtió en el predicador del Evangelio más grande de todos los tiempos.

Entonces, mira al mundo de hoy. ¿Dónde vemos avivamiento en nuestro tiempo? No en la rica Europa. No en los ricos Estados Unidos. Vemos que la mano de Dios se mueve con gran poder en China, el sudeste de Asia, y África y la India – entre los pobres, entre “lo débil del mundo”, Dios ha confundido a “las cosas que son fuertes”.

Y eso nos lleva de vuelta a los pastores en la primera Navidad,

“Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor…Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo...que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor”
       (Lucas 2:8-11).

Fueron estos pobres pastores a quienes Dios llamó primero a ver al recién nacido Cristo “acostado en un pesebre” en Belén.

¿Hay una lección aquí para ti? ¡En efecto sí! Si no eres convertido ahora, debes buscar a Cristo mientras eres joven y pobre. El libro de Eclesiastés dice

:

“Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud”
       (Eclesiastés 12:1).

Ahora, en el tiempo de tu juventud y pobreza, busca a Cristo hasta que lo encuentres. Debes hacerlo ahora, o puede ser eternamente tarde.

“Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos” (Eclesiastés 12:1).

Una vez que estés encadenado a un trabajo y a una profesión, los “días malos” van a comenzar. Tu corazón ya no será sensible hacia Dios. Tu mente estará tan fija en tu trabajo y carrera que puede ser demasiado tarde para que seas salvo. Puedes llegar a estar tan enredado con el deseo de progresar, que tu corazón no tendrá tiempo para la contemplación, silencio y la comunión con Dios. El tiempo de conversión es ahora. Es por eso que la Biblia dice:

“Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestros corazones”
       (Hebreos 3:15).

Mira lo rápido que el tiempo se desliza entre los dedos. Mira qué tan pronto los medios de gracia se irán, mientras los días de la juventud cierran sus puertas detrás de ti, y tú rápidamente te conviertes en un esclavo de tu trabajo, tu avance, y tu “carrera”. ¡Alto! ¡Detente ahora, mientras todavía hay tiempo!

“Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza. Humillaos delante del Señor, y él os exaltará” (Santiago 4:9-10).

Humillaos delante de Dios ahora, mientras aún eres joven. El profeta dijo:

“Pasó la siega, terminó el verano, y nosotros no hemos sido salvos” (Jeremías 8:20).

Pronto la cosecha terminará para ti. ¡Y no eres salvo! Pronto los días frescos de la juventud van a pasar, o mejor dicho, ya están pasando. Y “no eres salvo”.

Oh, te ruego, ven con esos pobres pastores. Busca a Dios en Cristo hasta que lo encuentres. Dale a Jesús el primer lugar en tu corazón y tu vida. Confía en Jesús. Nunca te llevará al mal. Él te dará lo que es mejor para ti. ¡Confía en Él! ¡Pon tu confianza en Él! No confíes en tu propia mente. No confíes en tus propios planes y razonamientos. Ven con los pastores la noche de Navidad – ¡y deja que César Augusto y el Rey Herodes sigan su camino – al Infierno! Que vayan a ese lugar de tormento, ya que “confían en las riquezas” (Marcos 10:24). Ven con los pastores, y deja que los escribas y Fariseos sigan su camino – ¡al Infierno! Que vayan a ese lugar de tormento porque confiaban en el “seguro” modo de vida. ¡Arriésgalo todo por Jesús! ¡Eso es lo que significa confiar en Él! Confía en Él con tu mente, confía en Él en tu corazón. Confía en Él con tu vida. Él nunca te fallará. ¡Confía en Él! Esa es mi oración. Y cuando confíes en Jesús, vas a salir del mundo de César y el Rey Herodes, al mundo de los pastores, hombres que fueron bendecidos para siempre porque se encontraron con el Hijo de Dios. Es mejor ser pobre y conocer a Jesús que tener todas las riquezas del mundo sin Él. Es por eso que me encanta la vieja canción de George Beverly Shea,

Prefiero a Jesús más que oro tener,
   Prefiero a Jesús que plata poseer,
Prefiero a Jesús más que todo afán
   Este mundo pueda dar.
(Traducción libre de “I’d Rather Have Jesus,” letra de Rhea F. Miller, 1922;
   música compuesta por George Beverly Shea, 1909-).

II. Segundo, vinieron a Jesús apresuradamente.

Mira de nuevo a nuestro texto 2:16. Por favor pónganse de pie y léanlo en voz alta.

“Vinieron, pues, apresuradamente, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre” (Lucas 2:16).

Se pueden sentar. “Vinieron, pues, apresuradamente”. Ellos no esperaron. Se apresuraron a Jesús. Sabían que era demasiado importante como para esperar, y perder tiempo, y posponerlo. Era demasiado importante como para postergar por más tiempo. Por lo tanto, escucharon el sermón del ángel y se apresuraron,

“Vinieron, pues, apresuradamente” (Lucas 2:16).

Y, por supuesto, encontraron a Jesús, como el ángel les dijo que lo harían. “Vinieron, pues, apresuradamente”. Llegaron rápidamente. Ellos encontraron a Jesús.

Dije antes que el Rey Herodes estaba a sólo seis millas de distancia cuando Jesús nació. Herodes sabía dónde estaba Cristo. Los reyes magos vinieron en busca de Él. Los escribas leyeron la profecía a Herodes de Miqueas 5:2, que dice que Cristo nacería en Belén. Pero Herodes no fue a Belén. En vez él,

“Enviándolos [los magos] a Belén” (Mateo 2:8).

Tú sabes lo que pasó. Como los pastores, los reyes magos fueron y encontraron a Jesús. Pero Herodes no fue. Por lo tanto, nunca encontró a Cristo. Al poco tiempo murió. Fue a la eternidad sin Cristo.

Te advierto esta mañana, no siempre podrás venir a Cristo. La Biblia dice:

“Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano” (Isaías 55:6).

Pero el Rey Herodes no quería Cristo. Quería matarlo. No quería que alguien fuera su rey. Cuando finalmente buscó a Cristo, Él se había ido – abajo a la tierra de Egipto. Fue demasiado tarde para que Herodes encontrara a Cristo. Tuvo una muerte horrible, sin Cristo.

“Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano” (Isaías 55:6).

Hay una línea, invisible para nosotros,
   Que cruza todos los caminos;
El límite escondido entre
   La paciencia de Dios y Su ira.

[El pecador] siente que todo está bien,
   Y calma su temor.
Él vive, él muere, el camina en el Infierno,
   No solo condenado sino maldecido.
(Autor desconocido, traducción de C. H. Spurgeon, “The Soul’s Crisis,”
   The Metropolitan Tabernacle Pulpit,
Pilgrim Publications,
      1976 reimpresión, volumen 15, pp. 707-708).

Este es el momento. Este es el día para buscar a Cristo. Ven a Él apresuradamente, como los pastores lo hicieron hace mucho tiempo.

(FIN DEL SERMÓN)
Puedes leer los sermones de Dr. Hymers cada semana en el Internet
en www.realconversion.com. Oprime “Sermones en Español”.

You may email Dr. Hymers at rlhymersjr@sbcglobal.net, (Click Here) – or you may
write to him at P.O. Box 15308, Los Angeles, CA 90015. Or phone him at (818)352-0452.

Oración Antes del Sermón por el Dr. Kreighton L. Chan.
El Solo Cantado Antes del Sermón por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith:
“I’d Rather Have Jesus” (letra de Rhea F. Miller, 1922;
música compuesta por George Beverly Shea, 1909-).


EL BOSQUEJO DE

VINIERON APRESURADAENTE –
UN SERMÓN DE NAVIDAD

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

“Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres! Sucedió que cuando los ángeles su fueron de ellos al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: Pasemos, pues, hasta Belén, y veamos esto que ha sucedido, y que el Señor nos ha manifestado. Vinieron, pues, apresuradamente, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Vinieron, pues, apresuradamente, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre” (Lucas 2:8-16).

I.   Primero, ellos eran pobres, I Corintios 1:26-28, Lucas 2:8; Génesis 4:2;
Génesis 37:2; Éxodo 3:1; I Samuel 16:11; Lucas 1:53;
Marcos 10:24-25; Lucas 2:8-11; Eclesiastés 12:1; Hebreos 3:15;
Santiago 4:9-10; Jeremías 8:20.

II.  Segundo, vinieron a Jesús apresuradamente, Miqueas 5:2; Mateo 2:8;
Isaías 55:6.