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PEDRO BAJO CONVICCIÓN

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles
La Tarde del Día del Señor, 3 de Abril, 2011

“Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente” (Lucas 22:62).


La noche antes que Jesús fuese crucificado Él llevó a Sus Discípulos a un “gran aposento alto” (Lucas 22:12) donde comieron la cena de la Pascua juntos. Al final de la cena Jesús tomó el pan y una copa e instituyó la Cena del Señor. Jesús entonces les dijo “que uno de vosotros me va a entregar” (Mateo 26:21). Entonces Judas “luego salió; y era ya de noche” (Juan 13:30). Pocos minutos después los Discípulos de nuevo (cf. Lucas 9:46) discutieron sobre “quién de ellos sería el mayor”. El Dr. McGee dijo: “¿Puedes imaginar eso? A la sombra de la cruz estos hombres estaban peleando por una posición” (traducción de J. Vernon McGee, Th.D., Thru the Bible, Thomas Nelson Publishers, 1983, volumen IV, p. 345; nota sobre Lucas 22:24). Ellos todavía no entendían que Jesús iba a la Cruz, aunque Él se los había dicho cinco veces en el Evangelio de Mateo (16:21; 17:12; 17:22-23; 20:18-19; 20:28). Estoy de acuerdo con el Dr. McGee (nota sobre Juan 20:21) que los Discípulos no eran renacidos (regenerados) hasta que ellos encontraron al Cristo resucitado la noche de la Pascua. (Oprime aquí para ver mis sermones – “El Miedo de los Discípulos”, “Esta Palabra les era Encubierta” y “La Conversión de Pedro”.) Pedro estaba especialmente en contra del Evangelio. Pedro tuvo una iluminación de Dios acerca de Jesús (Mateo 16:15-17) – aún así él regañó a Jesús por decir qué Él iba a ser “matado, y resucitaría de nuevo al tercer día”. ¡Así, Pedro fuertemente rechazó el Evangelio! El Evangelio de Mateo nos dice:

“Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día. Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca. Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres” (Mateo 16:21-23).

El Dr. J. Vernon McGee dio estos comentarios sobre el pasaje de Mateo 16:

Por primera vez el Señor Jesús anuncia a Sus Discípulos Su muerte y resurrección. El tiempo fue aproximadamente seis meses antes de que Él fuera crucificado. ¿Por qué esperó tanto tiempo para hacer ese anuncio tan importante? Obviamente, Sus discípulos no estaban preparados para ello, aún en este momento, juzgando por su reacción. Él repitió cinco veces el hecho de que Él iba a Jerusalén para morir (Mateo 16:21; 17:12; 17:22-23; 20:18-29; 20:28). A pesar de esta instrucción intensiva, los discípulos no comprendieron el significado de la misma...hasta después de su resurrección (traducción de J. Vernon McGee, Th.D. Thru the Bible, Thomas Nelson Publishers, 1983, volumen IV, p. 93; nota sobre Mateo 16:21).

El Dr. McGee dijo: “En esencia, Pedro dijo: ‘Tú eres el Mesías; tú eres el Hijo de Dios. ¡No debes, no puedes ir a la cruz!’ La cruz no estaba en [su] pensamiento...para nada, como puedes ver” (ibíd., nota sobre Mateo 16:22). Pedro esperaba que el Mesías estableciera Su Reino allí mismo. Él no esperaba que el Mesías primero sufriera y muriera en la Cruz como se predijo en tantas profecías del Antiguo Testamento (vea Isaías 53, Salmo 22; Zacarías 12:10, 13:6, etc.). Por lo tanto, estoy de acuerdo con el Dr. McGee, que el rechazo absoluto de Pedro del Evangelio muestra que él no nació de nuevo hasta después que Cristo resucitó de los muertos. ¡Nadie puede ser renacido y convertido si rechaza el Evangelio!

Ahora, mientras nos acercamos a nuestro texto, vemos a los Discípulos discutiendo sobre quien “sería el mayor”. Entonces encontramos a Jesús hablándole a Simón Pedro:

“Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez [convertido], confirma a tus hermanos. Él le dijo: Señor, dispuesto estoy a ir contigo no sólo a la cárcel, sino también a la muerte. Y él le dijo: Pedro, te digo que el gallo no cantará hoy antes que tú niegues tres veces que me conoces” (Lucas 22:31-34).

Jesús dijo, “Una vez [convertido], confirma a tus hermanos”. ¡Pero Pedro no pensaba que necesitaba ser convertido! Pedro precipitadamente respondió: “Yo estoy dispuesto a ir contigo a la cárcel y a la muerte”. Pero Jesús sabía que no podía hacer eso en un estado no convertido. Jesús le dijo: “Pedro, te digo que el gallo no cantará hoy antes que tú niegues tres veces que me conoces”.

Entonces Jesús tomó a los Discípulos del aposento alto a la profunda oscuridad del Huerto de Getsemaní, donde, “estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra” (Lucas 22:44). Cuando Jesús volvió de su oración solitaria, encontró a los Discípulos dormidos. Mientras estaba hablando con ellos, los guardias del templo, encabezados por Judas el traidor, llegaron al Huerto y detuvieron a Jesús. Condujeron a Jesús hasta la casa del sumo sacerdote, “Y Pedro le seguía de lejos” (Lucas 22:54). Había un fuego encendido enfrente de la residencia del sumo sacerdote. Pedro se sentó junto al fuego con un grupo de personas. Entonces una joven dijo: “También éste estaba con [Jesús]” (Lucas 22:56). Pedro negó a Cristo diciendo: “Mujer, no lo conozco” (Lucas 22:57). Un poco más tarde, otra persona vio a Pedro y le dijo: “Tú también eres de ellos” – eres uno de los discípulos de Jesús – “Y dijo Pedro: Hombre, no lo soy” (Lucas 22:58). Una hora después, otro hombre dijo: “Verdaderamente también éste estaba con él, porque es galileo” (Lucas 22:59). Y Pedro dijo: “Hombre, no sé lo que dices” (Lucas 22:60). Entonces empezó [Pedro] a maldecir y a jurar, diciendo: Yo no conozco a ese hombre” (Mateo 26:74).

“Y en seguida, mientras él todavía hablaba, el gallo cantó. Entonces, vuelto el Señor, miró a Pedro; y Pedro se acordó de la palabra del Señor, que le había dicho: Antes que el gallo cante, me negarás tres veces. Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente” (Lucas 22:60-62).

Aquí está el texto: “Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente”. Dos lecciones se pueden aprender de él – primero, la causa de su convicción y, segundo, la cura para ella.

I. Primero, la causa de la convicción de Pedro.

Aquí vemos a Pedro bajo la convicción de pecado. El Dr. A. T. Robertson dijo: “Él se echó a llorar. ‘Amargamente’ es una expresión común para las lágrimas en todos los idiomas y en todos los corazones” (traducción de A. T. Robertson, Litt.D., Word Pictures in the New Testament, Broadman Press, 1930, volumen II, p. 276; nota sobre Lucas 22:62).

El Dr. R. C. H. Lenski dijo: “Mateo y Lucas [describen] el arrepentimiento de [Pedro] con dos palabras [eklause pikrōs], el verbo denota fuerte, llanto en voz alta: ‘él lloró amargamente’. El adverbio se refiere, no al llanto físico, sino a la amargura y al arrepentimiento que está detrás de el. Arrepentimiento incluye la realización de que hemos pecado y dolor consecuente genuino por nuestro pecado” (traducción de R. C. H. Lenski, Ph.D., The Interpretation of St. Luke’s Gospel, Augsburg Publishing House, 1961 edition, p. 1091; nota sobre Lucas 22:62).

“Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente” (Lucas 22:62).

Esta es tristeza piadosa,

“Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación” (II Corintios 7:10).

Esta era convicción, enviada a Pedro por el Espíritu de Dios,

“Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado”
       (Juan 16:8).

El Rev. Iain H. Murray dijo:

El Espíritu Santo viene para convencer de pecado. Es absolutamente necesario que el hombre sea convencido del pecado...Él viene a propósito para convencer de pecado, para que los hombres sientan que son culpables, culpables en gran medida – tan culpables que son perdidos, arruinados y deshechos. Él viene a hacer que el pecado sea visto como pecado, y para dejarnos ver las horribles consecuencias [del pecado]. Él viene a herir para que ningún bálsamo humano pueda curar; a matar para que ningún poder terrenal pueda hacernos vivir...Hay un trabajo del Espíritu Santo que te debilita, que debemos experimentar, o nunca sabremos de su poder vivificador y su restauración. Este debilitamiento es una experiencia necesaria, y ahora se tiene que insistir mucho en ella. Hoy tenemos muchos que son levantados y que nunca fueron derribados; muchos que están llenos que nunca fueron vaciados; muchos exaltados que nunca fueron humillados; yo más fervientemente te recuerdo que el Espíritu Santo debe convencerte [a ti] de pecado, o [tú] no podrás ser salvo. Este trabajo [de convicción] es muy necesario, porque sin él no hay hombres para recibir el Evangelio de la Gracia de Dios...Hay una necesidad urgente hoy para la recuperación de la verdad acerca de la conversión. Una amplia controversia sobre este tema sería un viento saludable para soplar un millar de cosas menos importantes. Un temor renovado de Dios pondría fin a mucho pensamiento mundano...(traducción de Rev. Iain H. Murray, The Old Evangelicalism, The Banner of Truth Trust, 2005 edición, pp. 66-67).

“Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente” (Lucas 22:62).

Personalmente, creo que fue cuando Pedro vino bajo la antigua evangélica convicción de pecado. Sí, sé que antes Pedro había dicho a Jesús: “Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador” (Lucas 5:8). Pero una cosa es pensar que eres pecador, ¡y es una cosa totalmente diferente sentir el peso y el horror de tu pecado ante el rostro de un Dios santo! Estoy convencido de que Pedro no tuvo convicción interna hasta este momento.

“Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente” (Lucas 22:62).

No todo el mundo llora lágrimas físicas cuando son convertidos. Sin embargo, Lutero, y Bunyan, y Whitefield y Wesley, y muchos miles de personas en tiempos de avivamiento han llorado físicamente lágrimas de amargura. Y creo que una de las grandes cosas que hay en el evangelismo de hoy es la falta de cualquier lágrimas, y la falta de “tristeza que es según Dios [que] produce arrepentimiento para salvación” (II Corintios 7:10).

“Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente” (Lucas 22:62).

Un joven dijo: “Cada vez que me miro, me veo a mí mismo como un pecador”. ¡Ah, “ver” eso es una cosa! Pero, ¿sientes tu pecado? ¿Te hunde y te “debilita” como lo dijo Iain Murray? ¿Estás trabajado y cargado bajo el peso de la convicción de pecado? ¿Puedes por lo menos sentir una lágrima que brota de tu corazón cuando piensas en tu pecado?

“Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente” (Lucas 22:62).

La causa de la condena de Pedro fue el Espíritu de Dios.

II. Segundo, la cura para la convicción de Pedro.

Mi tiempo se ha ido. Sólo puedo tocar este punto brevemente. Pedro permaneció en un estado de convicción por tres días. Él tenía miedo, no creía y tenía una gran agitación del alma el Viernes, Sábado y casi todo el Domingo (por cálculo Romano). El Domingo de Pascua:

“Pero…corrió al sepulcro; y cuando miró dentro, vio los lienzos solos, y se fue a casa maravillándose de lo que había sucedido” (Lucas 24:12).

Pedro todavía estaba “preguntándose”; todavía no entendía o creía el Evangelio completamente.

No fue hasta la tarde del Domingo de Pascua que Cleofás y otro discípulo podría decir a los Discípulos:

“Ha resucitado el Señor verdaderamente, y ha aparecido a Simón [Pedro]” (Lucas 24:34).

El Cristo resucitado apareció a Simón Pedro en privado, antes de que Él apareciera a los once. La Biblia dice: “Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor” (Juan 20:20). Creo que fue cuando el Cristo resucitado se le apareció, que Pedro finalmente nació de nuevo y fue convertido. El Dr. McGee dio este comentario sobre Juan 20:22,

Es cierto que Simón Pedro [había] mostrado un discernimiento cuando dijo que Jesús es el Cristo, pero fue sólo unos minutos después que le dijo a Jesús que no fuera a la cruz y a morir. Personalmente creo que en el momento en que nuestro Señor sopló sobre ellos, y dijo: “Recibid el Espíritu Santo”, estos hombres fueron regenerados [nacidos de nuevo]. Antes de esto, el Espíritu de Dios no había morado en ellos (traducción de J. Vernon McGee, Th.D., ibid., p. 498; nota sobre Juan 20:22).

Yo también creo que Pedro nació de nuevo el Domingo de Pascua por la tarde cuando Cristo se le apareció a él y a los otros.

¿Sientes el peso de tu pecado? ¿La convicción del pecado te ha abrumado y agobiado? ¿Deseas que tu pecado sea limpiado por la preciosa Sangre de Cristo? La segunda estrofa de la canción de Dr. John R. Rice: “Jesús, Sólo Jesús” ¡podría haber sido escrita por Pedro!

En vano estaba obrando, Ningún alivio hallando,
   Más Dios siguió llamando, Que yo a Jesús viniera,
Mis culpas perdonadas, Y desencadenas,
   Mi corazón lo he dado, Sólo a Jesús, a Él sólo.
(Traducción libre de “Jesus, Only Jesus” por Dr. John R. Rice, 1895-1980).

(FIN DEL SERMÓN)
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en www.realconversion.com. Oprime “Sermones en Español”.

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La Escritura Leída Antes del Sermón por el Dr. Kreighton L. Chan: Mateo 26:69-75.
El Solo Cantado Antes del Sermón por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith:
“Jesus, Only Jesus” (por Dr. John R. Rice, 1895-1980).


EL BOSQUEJO DE

PEDRO BAJO CONVICCIÓN

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

“Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente” (Lucas 22:62).

(Lucas 22:12; Mateo 26:21; Juan 13:30; Lucas 9:46;
Mateo 16:21; 17:12; 17:22-23; 20:18-19; 20:28; 16:21-23;
Lucas 22:31-34, 44, 54, 56, 57, 58, 59, 60;
Mateo 26:74; Lucas 22:60-62)

I.   Primero, la causa de la convicción de Pedro, II Corintios 7:10;
Juan 16:8; Lucas 5:8.

II.  Segundo, la cura para la convicción de Pedro, Lucas 24:12, 34;
Juan 20:20.