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TOCANTE A LA RUINA Y LA REGENERACIÓN DEL HOMBRE CAÍDO

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Angeles
La Mañana del Día del Señor, 6 de Marzo, 2011

“Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo” (Juan 3:6-7).


La “carne” viene de Adán. El nuevo nacimiento viene del Espíritu de Dios. Pero ¿por qué necesitamos el nuevo nacimiento? Esa pregunta no puede ser contestada adecuadamente a menos que comprendamos la Caída del hombre – y su condición actual de pecador depravado. Este sermón se da para mostrar lo que la Biblia enseña sobre estos temas. La mayoría de la gente no puede comenzar a sentir una necesidad del nuevo nacimiento a menos que primero sientan su propia depravación pecaminosa. Por eso la Biblia nos habla de la Caída y del estado natural del hombre.

I. Primero, el estado original de la humanidad.

El primer hombre y la primera mujer fueron creados santos, y por un tiempo sirvieron a Dios sin pecar.

“Creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Génesis 1:27).

El hombre fue creado a la “imagen” de Dios. Esto quiere decir que el hombre fue creado como Dios. Dios es un espíritu. El alma humana es un espíritu. Los atributos esenciales del espíritu son el intelecto (la razón), la sensibilidad (la conciencia), y la voluntad. El Dr. Charles Hodge dijo: “Dios es Espíritu. Los atributos esenciales del espíritu son la razón, la conciencia, y la voluntad…Al hacer al hombre a su imagen, por lo tanto, Dios lo creó con esos atributos que le pertenecen a su propia naturaleza como espíritu…Si no fuéramos como Dios, no podríamos conocerle. Seríamos como las bestias que perecen (traducción de Charles Hodge, Ph.D., Systematic Theology, Eerdmans, 1946, tomo II, página 97).

El hombre original, por lo tanto, tenía piedad y santidad. Eclesiastés 7:29 confirma esto: “Dios hizo al hombre recto”. Esto también es mostrado en Génesis 1:31:

“Vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera”.

“Esto incluye al hombre, y no sería verdad si el hombre hubiera sido [pecaminoso o] moralmente imperfecto” (Traducción de Henry C. Thiessen, Ph.D., Introductory Lectures on Systematic Theology, Eerdmans, edición de 1949, p. 221). W. G. T. Shedd dijo que el hombre fue creado santo. “La santidad es más que solo inocencia...el hombre no sólo era negativamente inocente, pero positivamente santo. La condición regenerada del hombre es una restauración de su estado sin mancha [de antes de la Caída]...‘creado según Dios en la justicia y la santidad de la verdad’, Efesios 4:24” (traducción de W. G. T. Shedd, Ph.D., Dogmatic Theology, Scribners, 1889, tomo II, p. 96). El Dr. John L. Dagg dijo: “No hay forma de saber cuánto tiempo el primer [hombre y mujer] continuaron en su estado original de inocencia y [santidad]; pero está [claro en el Libro de Génesis] que sí continuaron así por un tiempo. Una libre [comunión] con [Dios] existió… Podemos ver el estado santo y feliz en el que estaban nuestros primeros padres cuando vinieron de la mano de su Creador; y podemos, con efecto, recordar de dónde hemos caído. [Pensar sobre] este tema nos [ayudará a aceptar] el plan de la gracia de restauración el cual [Cristo da como] el [postrer] Adán” (traducción de John L. Dagg, D.D., A Manual of Theology, Southern Baptist Publication Society, 1858, pp. 141, 143-144).

“Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante”
       (I Corintios 15:45).

El primer Adán llevó la raza humana al pecado. Cristo, “el postrer Adán”, vino a redimir a Su pueblo del pecado.

II. Segundo, la Caída de la humanidad.

El primer hombre violó la ley de Dios, y trajo muerte a sí mismo y a todos sus descendientes. La ley de Dios fue dada, con una penalidad por quebrantarla:

“Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” (Génesis 2:16-17).

El Dr. Dagg dijo: “No te engañes; Dios no puede ser burlado. El que desobedece a Dios, rechaza Su reinado; y así lo ve Dios. La prueba de obediencia [dada] a Adán era fácil; y este hecho hace [su] trasgresión más inexcusable. Mostró la grandeza de la fe de Abraham, que [él] soportó una prueba tan severa cuando le fue requerido ofrecer a su hijo Isaac; y eso prueba la grandeza del pecado de Adán, que fue cometido, cuando él podía haberlo evitado fácilmente” (Dagg, ibíd. p. 146). Adán, de hecho, sacudió su puño ante el rostro de Dios. El Dr. Dagg dijo: “Un mal más grande [no pudo cometer Adán] que cuando comió del fruto prohibido” (Dagg, ibid.). Él le dio la espalda a Dios, escuchó a la serpiente, desafió a Dios, arruinó su propia alma, y el alma de todos sus descendientes.

“Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres...” (Romanos 5:12).

“Porque la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23).

“Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos” (Romanos 5:19).

La Biblia de Ginebra de 1599 da ésta nota sobre Romanos 5:19, “Estos dos hombres [Adán y Cristo] se establecen como dos...raíces, por lo que de uno sale el pecado por naturaleza, del otro, brota la justicia por gracia. Así que el pecado no entró en nosotros sólo siguiendo los pasos de nuestro antepasado [Adán], sino que tenemos la corrupción de él por herencia”.

III. Tercero, el estado presente de la humanidad.

El Dr. Dagg dijo: “El mal [las consecuencias que vienen] de la desobediencia de nuestros primeros padres no fue limitado a ellos personalmente, pero ha [pasado de ellos] a sus descendientes también. Adán había sido creado a la imagen de Dios; pero cuando esa imagen fue [arruinada por el pecado], él engendró un hijo a su semejanza (Génesis 5:3). Así que todos los descendientes [de Adán] han llevado la imagen de [su antepasado caído], y son como él no sólo en carácter, sino en condición” (Dagg, ibíd., p. 150).

Así todos los hombres en todas las edades y naciones han violado la ley de Dios. ¿Por qué? Porque, como descendientes de Adán, son “por naturaleza hijos de ira” (Efesios 2:3),

“Teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón” (Efesios 4:18).

“Pues no hay hombre que no peque” (II Crónicas 6:36).

“Pues ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado. Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda. No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Sepulcro abierto es su garganta; Con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios; Su boca está llena de maldición y de amargura. Sus pies se apresuran para derramar sangre; Quebranto y desventura hay en sus caminos; Y no conocieron camino de paz. No hay temor de Dios delante de sus ojos. Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios” (Romanos 3:9-19).

En su presente condición, como descendiente de Adán, el hombre está ahora “bajo pecado” (Romanos 3:9), o sea, él está bajo el dominio del pecado, lo cual Romanos 3:9-19 muestra claramente. Como lo dijo el Apóstol Pablo, el hombre está “muerto en pecados” (Efesios 2:5).

¿Cómo puede cualquier descendiente caído de Adán ser salvo de la esclavitud y la corrupción del pecado? La respuesta es esta – “Os es necesario nacer de nuevo” (Juan 3:7). En tu primer nacimiento, naciste como hijo de Adán, muerto en pecado. Es necesario que nazcas de nuevo para tener vida ahora y en la eternidad.

La regeneración es el término teológico que Cristo llamaba al nuevo nacimiento (Juan 3:3, 7). El Dr. John L. Dagg (1794-1884), un teólogo Bautista del Sur, dijo que la regeneración (el nuevo nacimiento) produce un “cambio en el carácter”, un “cambio de corazón”. Él dijo, “el cambio producido es tan grande que al sujeto se le llama una nueva criatura” (traducción literal de John L. Dagg, D.D., A Manual of Theology, Southern Baptist Publication Society, 1858, p. 277). Luego el Dr. Dagg citó este texto:

“Si alguno está en Cristo, nueva criatura es”
      (II Corintios 5:17).

El evangelista del Primer Gran Despertamiento, George Whitefield (1714-1770),, entrenado en la Universidad Oxford, predicaba constantemente sobre el nuevo nacimiento a multitudes enormes al aire libre en Gales, en Inglaterra, Escocia y América durante el Primer Gran Despertamiento. El segundo sermón que dio, siendo un jovencito de veintidós años, fue de este texto, y fue publicado en Agosto de 1737. Te daré una versión editada y abreviada del sermón de Whitefield, (con algunos comentarios míos) sobre su sermón titulado “La Regeneración” (George Whitefield, Sermons, Pietan Publications, edición de 1994, tomo III, pp. 107-118). Su texto era:

“Si alguno está en Cristo, nueva criatura es”
       (II Corintios 5:17).

Whitefield dijo que la doctrina que la regeneración (el nuevo nacimiento) es una de las doctrinas fundamentales de la Cristiandad. Es el tema en que reposa nuestra salvación. Es un punto sobre el cual los Cristianos evangélicos de todas las denominaciones dicen estar de acuerdo. Pero el nuevo nacimiento casi no es predicado y muchos evangélicos hoy no lo han experimentado. La mayoría de los que se llaman Cristianos ni siquiera han oído si existe tal cosa como la regeneración. Así, estamos en la misma triste condición en que se hallaban las iglesias cuando Whitefield comenzó a predicar.

Cierto es que la mayoría de gente en nuestras iglesias dice creer la Biblia. Pero si les dicen que deben ser regenerados, nacidos de nuevo, renovados en las facultades de sus mentes antes de poder verdaderamente llamar a Cristo “Señor”, o de que puedan tener esperanza de salvación por Su Sangre; estarán prestos a decir con Nicodemo: “¿Cómo puede ser esto?” o con los de Atenas, “¿Qué es esta palabrería?” Si decimos a los miembros de iglesias que están perdidos, y que tienen que ser regenerados, la mayoría de ellos pensará que predicamos doctrinas extrañas, porque les predicamos a Cristo y el nuevo nacimiento. Muchos predicadores mismos temen que la regeneración se predique en sus púlpitos – en parte porque temen perder a los miembros de iglesia perdidos, y aún porque algunos de esos mismos predicadores no han experimentado la regeneración. A ellos, y a grandes números de gente no convertida en sus congregaciones, debemos decir, con el Apóstol Pablo:

“Si alguno está en Cristo, nueva criatura es”
      (II Corintios 5:17).

Pero debemos decir también, si alguno no está en Cristo, no es nueva criatura, ¡no es un Cristiano verdadero, sino un pecador perdido yendo a las llamas eternas del Infierno!

“Si alguno está en Cristo, nueva criatura es”
       (II Corintios 5:17).

Siguiendo el sermón de Whitefield:

IV. Cuarto, la necesidad de que el hombre esté en Cristo.

El texto dice: “Si alguno está en Cristo”. ¿Qué quiere decir esto? ¡No quiere decir que hayas hecho una decisión por Cristo! No quiere decir que has “ido al frente” y has sido bautizado. ¡Millones han sido bautizados quienes solamente son Cristianos nominales – de nombre – pero no “en Cristo”! Si no estás en Cristo en el Ultimo Juicio Él te enviará a las llamas del Infierno, diciendo:

“Atadle de pies y manos, y echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes” (Mateo 22:13).

Estar “en Cristo” significa más que una profesión externa de Él. Estar en Él significa participar de los beneficios de Sus sufrimientos y muerte en la Cruz. Estar en Cristo es venir a Él y ser unido místicamente a Él por medio de la fe. Estar en Cristo es tener: “vida juntamente con Cristo…resucitados, y hechos sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús…No por obras para que nadie se gloríe” (Efesios 2:5, 6, 9). Si has sido atraído a Cristo, y estas “en Cristo”, entonces eres una nueva criatura. Si no has sido atraído a Cristo todavía eres un pecador perdido. En ningún sentido eres una nueva criatura.

“Si alguno está en Cristo, nueva criatura es”
      (II Corintios 5:17).

V. Quinto, lo que significa que un hombre sea una nueva criatura.

El texto dice: “Si alguno está en Cristo, nueva criatura es” (II Corintios 5:17). Esto no es un cambio físico. Nicodemo pensó ignorantemente así del nuevo nacimiento. Él le dijo a Cristo: “¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?” (Juan 3:4). Aun si pudieras hacer eso, cómo te ayudaría a volverte una nueva criatura? Ya que “lo que es nacido de la carne, carne es” (Juan 3:6) aún serías la misma persona caída, depravada que eres ahora.

No, “una nueva criatura” significa que tu corazón es completamente cambiado. La nota de Scofield “o” (en la columna en el centro de la página) da la palabra Griega como “creación”. “Si alguno está en Cristo, es nueva creación”. Todavía es el mismo en esencia, pero han sido creados en él un nuevo corazón (lo que ama y odia) y una mente nueva (lo que piensa). Como oró David:

“Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio” (Salmo 51:10).

O como prometió Dios en Ezequiel:

“Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne” (Ezequiel 36:26).

¡Eso es la regeneración! ¡Ese es el nuevo nacimiento! ¡Eso es lo que te vuelve “una nueva criatura”, una nueva creación!

Es difícil explicarles el nuevo nacimiento a los pecadores. Suficiente decir que a menos que Dios te conceda el nuevo nacimiento jamás escaparás del castigo por tu pecado, y jamás entrarás en el reino de Dios. Cristo dijo: “el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3). He aquí algunas pruebas de la declaración del Apóstol:

“Si alguno está en Cristo, nueva criatura es”
       (II Corintios 5:17).

Se podrían citar muchos textos del Antiguo Testamento para comprobar el nuevo nacimiento, cómo el Salmista le rogó a Dios que le diera un “corazón nuevo”, y que pusiera un “espíritu recto en él” (Salmo 51:10), cómo advertían los profetas a la gente de que necesitaban “corazones nuevos” para volverse al Señor su Dios.

En el Nuevo Testamento, Cristo hablaba sobre el nuevo nacimiento ampliamente en Juan 3:3-8. Cristo hizo muy clara la necesidad del nuevo nacimiento cuando Él dijo: “Os es necesario nacer de nuevo” (Juan 3:7). El Apóstol Pablo también hablaba de la regeneración (el nuevo nacimiento) cuando dijo que se nos debe “dar vida” (Efesios 2:5), y cuando dijo: “renovaos en el espíritu” (Efesios 4:23), y cuando dijo que debemos ser salvos “por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo” (Tito 3:5). ¡Si no hubiera otros versos en la Biblia, creo que el texto sólo debe ser suficiente para comprobarte que tienes que nacer de nuevo!

“Si alguno está en Cristo, nueva criatura es”
       (II Corintios 5:17).

¡Todos esos versos muestran la necesidad absoluta de un completo y verdadero cambio de corazón!

Pero multitudes en nuestras iglesias no saben nada de este cambio de corazón. Y es el resultado de oír tan pocos (si acaso) sermones de la conversión y del nuevo nacimiento. Cristo hablaba de aquellos que “con los oídos oyen pesadamente, y han cerrado sus ojos; para que no vean con los ojos, y oigan con los oídos, y con el corazón entiendan, y se conviertan, y yo los sane” (Mateo 13:15).

Otra prueba de la necesidad de la regeneración (el nuevo nacimiento) es la condición totalmente depravada del hombre en su estado de pecado. La Biblia habla del hombre “concebido” y nacido en pecado (Salmo 51:5); con nada bueno morando en él (Romanos 7:18), “carnal, bajo el pecado” (Romanos 7:14) – con la mente contra Dios (Romanos 8:7) – “Teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón” (Efesios 4:18). Ya que los hombres no regenerados están en una condición tan terrible, ¿puede alguien pensar que tal ser miserable, sucio, corrupto puede vivir con un Dios puro y santo antes de ser cambiado? No, ¡es como pensar que la oscuridad tenga comunión con la luz, o que Cristo more con Satanás! Tu condición perdida y pecaminosa prueba sin duda que tienes que ser vuelto una nueva criatura en Cristo o jamás tendrás paz con Dios, ni puedes esperar jamás ir a Dios y estar en el Cielo cuando mueras. Tienes que ser hecho una nueva creación, o morirás en tus pecados.

“Si alguno está en Cristo, nueva criatura es”
       (II Corintios 5:17).

Muchos piensan que pueden ir al Cielo con una mente y corazón pecaminoso, y de pronto gozar estar ahí después de morir. Y podrían si el Cielo verdadero fuera como el paraíso Musulmán donde, dicen, uno puede gozar de muchos placeres pecaminosos. Pero ya que los gozos del Cielo verdadero son espirituales solamente, y cosa inmunda no entrar en él, hay necesidad absoluta que tú seas cambiado. Tienes que experimentar la renovación total de tu naturaleza depravada antes de poder gozar los placeres Celestiales. Por eso Cristo no dijo: “[A menos que un hombre] naciere de nuevo no [irá]” – sino, en vez, Él dijo: “[A menos que un hombre] naciere de nuevo, no puede entrar en el reino de Dios” (Juan 3:3, 5). A menos que se te cambie el corazón por el nuevo nacimiento, “no puedes entrar en el reino de Dios” (Juan 3:5).

¿Qué gozo puede dar la música bella al sordo? ¿Qué placer le da una bella pintura al ciego? ¿Puede alguien que no saborea disfrutar una comida? ¿Puede un cerdo sucio complacerse con jardín bueno o flores? ¡No! Cada uno de ellos tiene que ser cambiado en su naturaleza para poder gozar esas bendiciones. Es lo mismo con tu alma. Después de morir tu alma no puede ser cambiada. Si tu alma se deleita en Dios aquí en la tierra, se deleitará en Dios en el Cielo. Pero si no te deleitas en Dios, y no amas estar en la iglesia ahora, nada cambiará cuando mueras. Si no eres cambiado a disfrutar de la iglesia ahora, no te gozarás al estar en el Cielo después de morir. Solo hay un lugar para ti, si no eres renacido – ¡y es el Infierno!

“Si alguno está en Cristo, nueva criatura es”
      (II Corintios 5:17).

El nuevo nacimiento lo trae el Espíritu de Dios. Jesús dijo: “el que no naciere… del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” (Juan 3:5). Algunas personas como mi esposa, son convertidos al instante, pero el modo usual en que el Espíritu de Dios trae la regeneración es primero hacer pensar a la persona sobre un gran pecado que ha cometido, un pecado que no querría que su mamá supiera, ¡mucho menos Dios!

Pensando en este gran pecado, se le lleva a pensar sobre otros pecados en su vida. Luego piensa: “¿Cómo pude hacer estas cosas malas pecaminosas sin ser un pecador por naturaleza?” Entonces el Espíritu de Dios le muestra que sí es, de hecho, pecaminoso hasta los huesos, nacido pecador, y pecaminoso en su mero corazón. Entonces tratará de cambiar sus modos y ser mejor persona. Pero no importa cuánto trata, ve que no puede cambiar su propio corazón. Le desespera quererse deshacer de su pecado. Algunos hasta comienzan a llorar por sus pecados (como Lutero, John Bunyan, Whitefield – y muchos otros en tiempos de avivamiento). Él clama: “¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?” (Romanos 7:24). Ahora el Espíritu de Dios lo ha preparado para nacer de nuevo. Ahora se le hace sentir su necesidad de Cristo. Ahora siente que sólo Cristo lo puede cambiar. Ahora siente que solamente la Sangre de Cristo puede limpiar su pecado. Ahora halla que ha sido capacitado para venir a Cristo. Cuando Cristo dice: “Venid a mí...” (Mateo 11:28) ve que lo puede hacer por la gracia de Dios. El Espíritu de Dios lo capacita a venir a Cristo, y es renacido. Su corazón es convertido. ¡Es una nueva creación en Cristo Jesús!

“Si alguno está en Cristo, nueva criatura es”
       (II Corintios 5:17).

Ahora puede cantar gozosamente con John Newton:

¡Sublime gracia que salvó a un vil ser como yo!
Fui ciego mas hoy miro yo, perdido y Él me halló.

La gracia me enseñó a temer, mis dudas ahuyentó;
¡Oh cuan preciosa gracia hallé cuando mi alma creyó!
   (Traducción de “Amazing Grace” por John Newton, 1725-1807).

Oramos que pronto seas renacido por la gracia de Dios el Padre, por medio de la muerte y la Sangre de Cristo el Hijo, y por el poder convencedor y que atrae del Espíritu Santo, un Dios en tres personas! Amén.

(FIN DEL SERMON)
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La Escritura Leída por Dr. Kreighton L. Chan Antes del Sermón: Juan 3:1-7.
El Solo Cantado por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith Antes del Sermón:
“Ye Must Be Born Again” (por William T. Sleeper, 1819-1904).


EL BOSQUEJO DE

TOCANTE A LA RUINA Y LA REGENERACIÓN DEL HOMBRE CAÍDO

Por Dr. R. L. Hymers, Jr.

“Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo” (Juan 3:6-7).

I.   Primero, el estado original de la humanidad, Génesis 1:27;
Eclesiastés 7:29; Génesis 1:31; Efesios 4:24; I Corintios 15:45.

II.  Segundo, la Caída de la humanidad, Génesis 2:16-17; Romanos 5:12;
6:23; 5:19.

III. Tercero, el estado presente de la humanidad, Génesis 5:3; Efesios 2:3;
Efesios 4:18; II Crónicas 6:36; Romanos 3:9-19; Efesios 2:5;
Juan 3:7; II Corintios 5:17.

IV. Cuarto, la necesidad de que el hombre esté en Cristo, Mateo 22:13;
Efesios 2:5, 6, 9.

V.  Quinto, lo que significa que un hombre sea una nueva criatura,
Juan 3:4, 6; Salmo 51:10; Ezequiel 36:26; Juan 3:3; Salmo 51:10;
Juan 3:3-8, 7; Efesios 2:5; 4:23; Tito 3:5; Mateo 13:15;
Salmo 51:5; Romanos 7:18, 14; 8:7; Efesios 4:18; Juan 3:3, 5;
Romanos 7:24; Mateo 11:28.