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LA ASCENCIÓN Y EXALTACIÓN
DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles
La Mañana del Día del Señor, 29 de Agosto, 2010

“Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros” (Romanos 8:34).


Te invitamos a venir esta mañana. Fuimos a los centros comerciales y universidades, y las calles, y te invitamos a venir y a estar con nosotros, y a comer con nosotros. ¡Y viniste! ¡Gracias por haber venido! ¡Eres nuestro invitado especial esta mañana!

Te voy a decir un secreto. Casi cada vez que me siento a escribir un sermón me parece que siento que Dios me dice a mi: “Hazlo simple, tonto”. Es muy fácil hacer las cosas difíciles de entender, pero Dios quiere que lo “haga simple”. Naturalmente quiero que pienses que soy un erudito. ¿Pero qué bien te haría – o a mi? Por eso, Dios se mantiene diciéndome, “Hazlo simple, tonto”.

Por lo tanto quiero hacer este sermón lo más simple posible. Aunque el tema es basto y profundo, oro que sea tan claro que hasta un niño pueda entenderlo. Nuestro texto es Romanos 8:34. Por favor léanlo en voz alta, comenzando con las palabras “Cristo es el que murió”.

“Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros” (Romanos 8:34).

Ahora ese verso naturalmente se divide en cuatro puntos. Nos dice cuatro cosas de nuestro señor Jesucristo.

I. Primero, Cristo es el que murió.

“Cristo es el que murió” (Romanos 8:34).

El pecado no es trivial, pequeño o sin importancia. El pecado arruinó el universo, maldijo la tierra, trajo sufrimiento y dolor a toda la creación, y ha condenado a millones a un castigo eterno en el Infierno. El pecado no es algo insignificante que Dios podía pasar por alto y olvidar. Es un mal tan monstruoso que nada menos que la muerte del unigénito Hijo de Dios podría resolver el problema del pecado y librar a Su pueblo de sus horribles consecuencias.

No fue sólo que cualquiera muriera en el lugar del hombre, para expiar por el pecado del hombre. “Cristo es el que murió" (Romanos 8:34). Sólo Cristo, el Hijo eterno de Dios, podía pagar la pena por el pecado del hombre y llevar a los pecadores de nuevo a una relación correcta con Dios el Padre. El Apóstol Pedro dijo:

“Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios” (I Pedro 3:18).

La justicia de Dios exige que el pecado tenga que ser pagado. Cristo voluntariamente se dio así Mismo a ser castigado en la Cruz para llevar la ira de Dios en contra del pecado en el lugar de Su gente. Yo no estoy de acuerdo con C. S. Lewis en todo, pero él estaba correcto cuando dijo:

Se nos dice que Cristo murió por nosotros, que su muerte lavó nuestros pecados, y que por Su muerte Él incapacitó la muerte misma. Esa es la fórmula. Eso es el Cristianismo. Eso es lo que tiene que ser creído (traducción de C. S. Lewis, Ph.D., Mere Christianity, HarperCollins Publishers, edicion de 2001, p. 55).

El Dr. John R. Rice hizo esto perfectamente claro en su bella canción:

De un amor infinito hablamos,
   Que el pecador perdón puede tener.
Porque sufrió Jesús hay perdón gratis,
   En el Calvario Él hizo expiación.

Allí Él cargó los pecados del mundo,
   Como una ofrenda murió en la Cruz.
Su rostro volteó Dios, sufrió Él solo,
   Del vil la deuda Él pagó y redimió.

¡Canta el coro!

Oh, fluye fuente de misericordia,
   De el crucificado Salvador.
Preciosa Sangre Él dio por comprarnos,
   Gracia y perdón por nuestros pecados.
(Traducción libre de “Oh, What a Fountain!” por Dr. John R. Rice, 1895-1980).

¡Eso es lo que el crucificado Salvador hace a todos lo que vienen a Él por fe!

II. Segundo, Cristo es el que resucitó de los muertos.

“Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó
       (Romanos 8:34).

El Apóstol Pedro dijo:

“El Dios de nuestros padres levantó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándole en un madero” (Hechos 5:30).

El Apóstol Pablo dijo que Jesucristo fue

“…declarado Hijo de Dios con poder...por la resurrección de entre los muertos” (Romanos 1:4).

El Dr. B. B. Warfield dijo: “Cristo deliberadamente apostó Su afirmación entera en Su resurrección. Cuando se le preguntó por una señal Él apuntó a esta señal como su única y suficiente credencial” (traducción de The New Encyclopedia of Christian Quotations, Baker Book House, 2000, p. 865).

Sin la resurrección física de Cristo no hay Cristianismo, porque el Cristianismo se sostiene o cae con la resurrección de Cristo. Dios resucitó a Cristo de entre los muertos para dar al hombre el nuevo nacimiento y la conversión. El reformador Juan Calvino dijo: “Aunque tenemos la salvación completa a través de Su muerte, porque estamos reconciliados con Dios por ella, es por Su resurrección, no Su muerte, que se nos dice ser nacidos a una esperanza viva” (traducción de The New Encyclopedia of Christian Quotations, ibid., p. 864).

El nuevo nacimiento es algo que Dios hace en ti por el Cristo resucitado. Os es necesario nacer de nuevo “por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos” (I Pedro 1:3). Él rompe el poder del pecado cancelado. ¡Cántala!

Rompe cadenas del pecar,
   Al preso librará;
Su sangre limpia al ser más vil;
   Su sangre me limpió.
(Traducción libre de “O For a Thousand Tongues”
   por Charles Wesley, 1707-1788).

¡Cántala de nuevo! ¡Eso es lo que el resucitado Cristo hace por aquellos que vienen a Él por fe! ¡Pero nuestro texto continúa!

III. Tercero, Cristo es el que vive ahora, sentado a la diestra de Dios, arriba en el Cielo.

“Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios...” (Romanos 8:34).

Quince veces el Nuevo Testamento nos dice que Cristo ascendió de nuevo al Cielo, y ahora está sentado a la diestra de Dios.

“el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios” (Marcos 16:19).

¡Santos, ved! La vista es gloriosa:
   Ved al hombre de dolores ahora;
De la lucha regresa victorioso,
   Cada rodilla se doblará:
¡Coronadle! ¡Coronadle! ¡Coronadle! ¡Coronadle!
Coronas del Victorioso son.
   Coronas del Victorioso son.

¡Coronad al Salvador! ¡Ángeles, coronadle!
   Ricos los trofeos que Jesús trae;
En el trono de poder sentadlo;
   Mientras la campanas del cielo suenan:
¡Coronadle! ¡Coronadle! ¡Coronadle! ¡Coronadle!
Coronad al Salvador Rey de Reyes.
   Coronad al Salvador Rey de reyes.

¡Oíd, la aclamación!
   ¡Oíd, al coro triunfante!
Jesús toma el primero lugar;
   ¡O que gozo da esa visión!
¡Coronadle! ¡Coronadle! ¡Coronadle! ¡Coronadle!
   ¡Rey de reyes, y Señor de señores!
¡Rey de reyes, y Señor de señores!
    (Traducción libre de “Look, Ye Saints! The Sight is Glorious”
       por Thomas Kelly, 1769-1855; al son de
         “Guide Me, O Thou Great Jehovah”).

¡Cristo está sentado a la diestra de Dios en Gloria! “¡Coronadle! ¡Coronadle! ¡Rey de reyes, y Señor de señores!” ¡Amén! “A Cristo Coronad”. ¡Cántala!

A Jesús coronad,
   Entrona al Redentor;
¡Atiende al canto celestial
   el cual es superior!
Despierta, mi alma, sí,
   Que Él murió por ti,
Loadle Rey que es sin igual
   Por toda eternidad.
(Traducción libre de “Crown Him With Many Crowns” por Matthew Bridges,
   1800-1894, and Godfrey Thring, 1823-1903).

IV. Cuarto, Cristo el que también intercede por nosotros.

Por favor pónganse de pie y lean el texto una vez más, Romanos 8:34. Léanlo en voz alta, empezando con las palabras “Cristo es”.

“Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros” (Romanos 8:34).

“¿Quién intercede por nosotros?” Cristo no está simplemente sentado allí en Su trono en el Cielo. Él está haciendo muchas cosas. Pero lo más importante que está haciendo es intercediendo por nosotros en oración. En el pasaje que el Dr. Chan leyó antes del sermón, la Biblia dice:

“Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos” (Hebreos 7:25).

Cristo es capaz de salvar "al más extremo", para siempre, completamente – porque [está] “viviendo siempre para interceder por” ti (Hebreos 7:25). Cristo puede salvarte y mantenerte salvo para siempre”, “perpetuamente” – porque Él está vivo e intercediendo constantemente por ti en oración.

Mi Salvador, intercede en la gloria,
   Él es verdadero cuando otros no son;
Ahora Él cuida mi alma con gran amor,
   ¡Oh, que mi Salvador fuera tuyo también!
(Traducción libre de “I Am Praying for You”
    por S. O’Malley Clough, 1837-1910).

¡Cómo oramos que vengas a Jesús!

“Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros” (Romanos 8:34).

¡Ven a Cristo por fe y Él perdonará tus pecados, y te salvará para siempre! Amén.

(FIN DEL SERMÓN)
Puedes leer los sermones de Dr. Hymers cada semana en el Internet
en www.realconversion.com. Oprime “Sermones en Español”.

You may email Dr. Hymers at rlhymersjr@sbcglobal.net, (Click Here) – or you may
write to him at P.O. Box 15308, Los Angeles, CA 90015. Or phone him at (818)352-0452.

La Escritura Leída Antes del Sermón por Dr. Kreighton L. Chan: Hebreos 7:23-27.
El Solo Cantado Antes del Sermón por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith:
“Look, Ye Saints! The Sight is Glorious” (por Thomas Kelly, 1769-1855).


EL BOSQUEJO DE

LA ASCENSIÓN Y EXALTACIÓN
DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

“Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros” (Romanos 8:34).

I.   Primero, Cristo es el que murió, Romanos 8:34a; I Pedro 3:18. .

II.  Segundo, Cristo es el que resucitó de los muertos, Romanos 8:34b;
Hechos 5:30; Romanos 1:4; I Pedro 1:3.

III. Tercero, Cristo es el que vive ahora, sentado a la diestra de Dios arriba
en el Cielo, Romanos 8:34c; Marcos 16:19.

IV. Cuarto, Cristo el que también intercede por nosotros,
Romanos 8:34d; Hebreos 7:25.