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¡CARNE VERDADERA! ¡HUESOS VERDADEROS!
¡SANGRE VERDADERA! – PARTE II

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles
La Mañana del Día del Señor, Junio 20, 2010

“Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo” (Lucas 24:39).


Refiriéndose a la primera parte de este sermón, alguien me envió un correo electrónico. Él dijo: “¿Por qué es importante comprobar que el cuerpo de Cristo tenía algo de sangre cuando Él murió? De cualquier manera 20% de la sangre no es suficiente para vivir, así que si en la resurrección él obtuvo 100% de la sangre, 95% o 80% sigue siendo un milagro de Dios”. Déjenme responder a eso, porque es una pregunta crucial en este tiempo particular en la historia Cristiana. Lutero dijo:

Si profeso con la más alta de las voces y con la más clara exposición toda porción de la Palabra de Dios excepto aquel preciso punto pequeño al que el Diablo está atacando en ese momento, no estoy confesando a Cristo, aunque lo este profesando valientemente. La lealtad del soldado se comprueba donde la batalla está más brava; y estar listo en todos los otros frentes, es huída y desgracia si él titubea en ese punto (traducción libre de Martin Luther, Luther’s Works, Weimar Edition, Briefwechsel [Correspondence], tomo 3, pp. 81ff).

¿Por qué es importante comprobar ese “punto pequeño” (Lutero) que el cuerpo de Cristo tenía cierta cantidad de Sangre en él?

I. Primero, yo creo que es importante porque demuestra que el cuerpo resucitado de Jesús era un cuerpo de carne y hueso verdaderos, no un espíritu o “fantasma”.

Los Gnósticos enseñaban que Su espíritu resucitó, pero no Su cuerpo físico. El Dr. R. A. Torrey corrigió eso cuando dijo:

La resurrección de Cristo de los muertos es la piedra angular de la doctrina Cristiana. Es mencionada directamente ciento cuatro o más veces en el Nuevo Testamento…La resurrección de Jesucristo es una de las dos verdades fundamentales del Evangelio, la otra es Su muerte expiatoria (I Corintios 15:1,3,4)… Sin la resurrección la muerte de Cristo solamente era la muerte heroica de un mártir noble. Con la resurrección, es la muerte expiatoria del Hijo de Dios…la resurrección corporal literal de Jesucristo es la piedra angular de la doctrina Cristiana (traducción de R. A. Torrey, D.D., “The Certainty and Importance of the Bodily Resurrection of Jesus Christ From the Dead,” The Fundamentals, Testimony Publishing Company, n.d., tomo V, pp. 81-82).

Creo que ya que la carne y los huesos de Cristo verdaderamente, físicamente se levantaron de los muertos, cierta cantidad de Su Sangre tuvo que permanecer en Su carne (sarx) y huesos (osteon). En este punto yo estoy en desacuerdo con Bengel quien enseñó que cada gota de Su Sangre fue extraída de Su cuerpo al morir, y yo estoy de acuerdo con el Dr. Norman Geisler que un mal entendimiento de I Corintios 15:50 (“la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios”) “ha jugado un papel desastroso en la teología del Nuevo Testamento de los últimos sesenta años hasta día de hoy” (traducción de Norman L. Geisler, Ph.D., The Battle for the Resurrection, Wipf & Stock Publishers, 1992, p. 123 – vea pp. 122-129). El Dr. Geisler dijo:

No hay una razón científica, bíblica, o teológica para abandonar el punto de vista evangélico histórico de que Jesús fue levantado inmortal en el mismo cuerpo visible, material que Él poseyó antes de Su muerte (traducción de Geisler, ibíd., p. 127).

“Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo” (Lucas 24:39).

Esto siendo verdad, debe haber habido algo de sangre en Su cuerpo cuando se levantó de los muertos y ascendió de nuevo al Cielo:

“Y aconteció que bendiciéndolos, se separó de ellos, y fue llevado arriba al cielo” (Lucas 24:51).

II. Segundo, yo creo que es importante porque los racionalistas modernos han dicho que la carne de Cristo no resucitó de los muertos ni ascendió de vuelta al Cielo.

La resurrección de la carne (sarx) y huesos (osteon) de Cristo demandan médicamente que haya algo de Sangre en Su carne y Sus huesos. Aún así el neo-Gnósticismo del liberalismo niega la resurrección material, corporal de Cristo. Por ejemplo, el famoso liberal Harry Emerson Fosdick dijo: “Yo creo en la inmortalidad del alma pero no en la resurrección de la carne” (traducción de Harry Emerson Fosdick, D.D., The Modern Use of the Bible, Macmillan, 1924, p. 129). El escolar liberal Emil Brunner dijo virtualmente la misma cosa:

¡La Resurrección de la carne, no! La “Resurrección del cuerpo” no quiere decir el…cuerpo de carne (vea Geisler, ibíd., p. 89).

Rudolf Bultmann fue aún más allá, llamando la resurrección física, corporal de Cristo “un mito” (Geisler, ibíd., p. 90). George Eldon Ladd, del Seminario Fuller, dijo que Su resurrección “no era revivificación” [i.e. resurrección] de un cadáver, regresándolo a la vida física” (traducción de George Eldon Ladd, I Believe in the Resurrection of Jesus, Eerdmans, 1975, p. 94). E. Glenn Hinson, un escolar Sureño Bautista liberal, dijo: “El Cristo resucitado no tiene un cuerpo físico sino un cuerpo spiritual” (traducción de Faith of Our Fathers: Jesus Christ, McGrath, 1977, p. 111). Por supuesto, todas estas declaraciones liberales contradicen las palabras de nuestro Señor Jesucristo:

“Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo” (Lucas 24:39).

Cuando el Dr. Geisler defendió la resurrección física corporal de Cristo, un líder evangélico dijo: “Eres un enfermo mental”. Y un líder de esa denominación dijo: “Geisler es una rata” (traducción de Norman L. Geisler, Ph.D., The Defense of the Resurrection, Quest Publications, 1991, p. 110). Sin embargo, todo lo que el Dr. Geisler hizo fue defender lo que Jesús dijo, y lo que los Cristianos ortodoxos han creído por dos mil años:

“Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo” (Lucas 24:39).

“Y aconteció que bendiciéndolos, se separó de ellos, y fue llevado arriba al cielo” (Lucas 24:51).

Estoy convencido de que el racionalismo de David Hume (1711-1776) está detrás de los ataques a la resurrección literal de la carne de Cristo. Hume enseñó que “ningún milagro en la Biblia es creíble, incluyendo la resurrección corporal de Cristo [porque] el abrumador testimonio de nuestros sentidos es que la gente que muere no resucita” (Geisler, The Battle for the Resurrection, ibíd., p. 68). O sea que si no lo puedes ver o explicar racionalmente, es imposible en el mundo real, y debe ser relegado al mundo del misticismo. Pero nosotros decimos que la Biblia, no el intelecto del hombre, es la revelación de la verdad de Dios. Por lo tanto literalmente aceptamos las palabras del Señor Jesucristo:

“Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo” (Lucas 24:39).

Es importante decir que “la carne y huesos” de Cristo tenían algo de Sangre (como 20%) porque Su cuerpo literalmente y físicamente se levantó de los muertos conforme a las Escrituras – y un cuerpo literal, físico, al morir, siempre tiene cierta cantidad de sangre en los tejidos y la médula ósea.

III. Tercero, yo creo que es importante porque el racionalismo niega que algo de la Sangre de Cristo está en el Cielo.

Mientras defendemos la histórica y Bíblica resurrección de la carne de Cristo (sarx) hemos descubierto que la perspectiva de que no hay Sangre en el Cielo viene directa o indirectamente del punto de vista racionalista de David Hume, en vez de las Escrituras mismas. Nota el racionalismo en la declaración del liberal Harry Emerson Fosdick:

La sangre de Cristo [fue] prorrogada de conceptos primitivos... e incluso hasta las ideas semimágicas sobre la potencia de la sangre están tejidas en algunos himnos Cristianos (traducción de Harry Emerson Fosdick, D.D., A Guide to Understanding the Bible, Harper, 1938, p. 230).

Nota cuan cerca el racionalismo de Fosdick se refleja en las palabras del Dr. John MacArthur:

¡No tiene sentido ponerse triste y místico por la sangre! Cantamos himnos, “Hay Poder en la Sangre”, etc. No nos preocupemos con la sangre. ¡No hay salvación en la sangre misma! No podemos decir que la mera sangre de Jesús es la que expía el pecado. Por eso, no queremos preocuparnos en fantasear sobre alguna sangre mística que esté flotando por ahí (traducción de la grabación del sermón del Dr. MacArthur, disponible del Dr. D. A. Waite [en Inglés] en bft@biblefortoday.org.)

Así un maestro Bíblico conservador como el Dr. MacArthur resulta poniendo de menos la Sangre de Cristo igual que el extremadamente liberal maestro Bíblico, Fosdick, lo hizo ochenta años antes. ¿Cómo sucedió esto? Bueno, la respuesta es que el Protestantismo liberal y muchos de los evangélicos han sido influenciados por el racionalismo. En la mente del racionalista parece más fácil pensar que un espíritu resucite que pensar que un cadáver resucite. ¡Y, por cierto, eso es exactamente lo que George Ladd del Seminario Fuller dijo! La mente racional humana piensa que es más fácil creer que un espíritu resucitó que un “cadáver”. Y el racionalismo del Dr. MacArthur hace el mismo tipo de argumento contra lo que él llama la “sangre física” de Cristo. De nuevo, mira lo que el Dr. MacArthur dijo en su estudio Bíblico sobre Hebreos 9:12.

Nada es dicho que indique que Cristo llevó su sangre física con él al santuario celestial (traducción de The MacArthur Study Bible, ibíd.; nota de Hebreos 9:12).

La mente racional del Dr. MacArthur no acepta “la sangre física” llevada al Cielo, tal como la mente racional de George Ladd no aceptó la resurrección de un “cuerpo muerto”.

Es mi parecer que el Dr. MacArthur está equivocado, que sus declaraciones están basadas en el racionalismo, no en las Escrituras:

“Y como todavía ellos, de gozo, no lo creían, y estaban maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer? Entonces le dieron parte de un pez asado, y un panal de miel. Y él lo tomó, y comió delante de ellos” (Lucas 24:41-43).

“Aconteció que bendiciéndolos, se separó de ellos, y fue llevado arriba al cielo” (Lucas 24:51).

Así, el mismo cuerpo resucitado de Jesús que comió delante de ellos fue “llevado al cielo” (Lucas 24:51). El Dr. John R. Rice dijo:

El comió ante ellos y dio seguridad a sus corazones dudosos. Este es Jesús resucitado de los muertos, con Su cuerpo de carne y sangre... Ya que Jesús aquí menciona que ellos pueden palpar Su carne y huesos pero no menciona su sangre, algunos han pensado que nuestros [de los Cristianos] cuerpos de resurrección no tendrán sangre. Cierto, I Corintios 15:50 dice que “que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios”. Pero el verso continua, “ni la corrupción hereda la incorrupción”...Eso no significa que la carne no pueda entrar en el reino en los cuerpos resucitados...Ya que Jesús comió comida literal física, toda razón existe para creer que el proceso de la digestión continuaba y que el cuerpo que tenía carne y huesos, también tenía sangre para llevar a cabo estos procesos naturales... Después de Su resurrección el cuerpo de Jesús era un cuerpo de carne y huesos, con los procesos normales. Era un cuerpo que podía comer y digerir comida, un cuerpo que podía sentir (traducción libre de John R. Rice., D.D., The Son of Man: A Verse-by-Verse Commentary on the Gospel According to Luke, Sword of the Lord Publishers, 1971, pp. 556-557).

“Y como todavía ellos, de gozo, no lo creían, y estaban maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer? Entonces le dieron parte de un pez asado, y un panal de miel. Y él lo tomó, y comió delante de ellos” (Lucas 24:41-43).

Anteriormente en el Evangelio de Lucas, Jesús dijo que Él comería y bebería con ellos “en el reino de Dios”.

“¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca! Porque os digo que no la comeré más, hasta que se cumpla en el reino de Dios. Y habiendo tomado la copa, dio gracias, y dijo: Tomad esto, y repartidlo entre vosotros; porque os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta que el reino de Dios venga” (Lucas 22:15-18).

Así, en la Última Cena, Cristo les dijo a los Discípulos que Él comería y bebería con ellos en el Reino venidero. De nuevo, en Lucas 22:30, Jesús les dijo que ellos “comáis y bebáis a mi mesa en mi reino”. Esto quiere decir que sus cuerpos resucitados necesitarán tener “sangre para tener estos procesos naturales” de digestión, como dijo el Dr. Rice (ibíd.). El Dr. Rice dijo: “Habrá líquidos en los cuerpos de los Cristianos resucitados, como en el cuerpo de Jesús, porque Jesús dijo: ‘que no beberé más del fruto de la vid, hasta que el reino de Dios venga’” (Rice, ibíd., p. 558).

Así por lo menos la Sangre en Sus Huesos y carne tuvo que ser resucitada y “llevada arriba al cielo” (Lucas 24:51). El Dr. Rice y muchos otros van aún más lejos, como lo hago yo, y dicen que también Él se llevó la Sangre que fluyó de Su cuerpo en la Cruz. El Dr. Rice dijo: “Él iba en camino a presentar la sangre sagrada en el Cielo”. (traducción de John R. Rice, D.D., The Son of God: A Verse-by-Verse Commentary on the Gospel According to John, Sword of the Lord Publishers, 1976, p. 393).

Al menos esto es cierto si tomamos la Biblia seriamente – por lo menos la Sangre que permaneció en Su carne y en Su médula ósea está ahora en el Cielo. No debe haber ninguna duda de eso si uno cree en la resurrección corporal literal de Cristo, y no está influenciado por el neo-Gnosticismo y racionalismo.

Sin embargo, hay varios maestros modernos, como George Eldon Ladd y John MacArthur, que dicen que la Sangre de Cristo no está en el Cielo. ¿Cómo pueden estar correctos cuando la Biblia específicamente nos dice que la Sangre de Jesús está en el Cielo?

“Sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada” (Hebreos 12:22-24).

La Biblia nos dice en Hebreos 12:22-24 que la Sangre de Jesús es una de las cosas que veremos en el Cielo. Fue elevada, trasladada, resucitada al Cielo, junto con Su cuerpo de carne y hueso – como el cuerpo y sangre de Enoc (Hebreos 11:5) y el cuerpo y la sangre de Elías (II Reyes 2:11) fueron “llevadas arriba al cielo” (Lucas 24:51). C. H. Spurgeon dijo:

      Cuando subamos al Cielo mismo...no iremos más allá de la Sangre rociada, no, la veremos allí realmente presente más que en cualquier otro lugar. “¡Cómo!” Dices, “¿La sangre de Jesús en el Cielo?” ¡Sí! Que aquellos que hablan con ligereza de la preciosa sangre corrijan su punto de vista antes de que se vuelvan culpables de blasfemia...Para mí no hay nada digno de pensar o de predicar sino este gran tema. La Sangre de Cristo es la vida del Evangelio (traducción de C. H. Spurgeon, “The Blood of Sprinkling,” The Metropolitan Tabernacle Pulpit, Pilgrim Publications, reimpreso en 1975, tomo 32, p. 121).

Es importante darse cuenta de que por lo menos algo de la Sangre de Cristo está en el Cielo porque, si Su resurrección corporal, física, es un hecho, debe haber por lo menos algo de Su Sangre allí. Después de todo, el Jesús resucitado nos dijo específicamente que Él no es un espíritu, que Él tiene carne y huesos verdaderos (Lucas 24:39). Así que por lo menos debe haber habido algo de esa Sangre en esos huesos y esa carne cuando resucitó de los muertos y ascendió de vuelta al Cielo. No está allí para mantener a Cristo vivo, como lo dice la pregunta en el correo electrónico. ¡Para nada! ¡Sí, la resurrección completa de Cristo es un milagro – de principio a fin! ¡No tenemos que diluirlo y decir que Cristo era un “espíritu”, o que Dios no pudo llevar Su Sangre al Cielo! ¿Por qué rendirse al racionalismo y neo-Gnosticismo de este tiempo? El Dr. J. Vernon McGee es todavía el más grande maestro Bíblico de nuestro país, escuchado por millones en la radio en América, y por mucha gente de otros idiomas en el mundo entero (oprima www.thruthebible.org). Debemos creer lo que Dr. McGee dijo sobre la Sangre de Cristo:

Su Sangre está en el cielo ahora, y a través de los siglos sin fin estará allí para recordarnos del terrible precio que Cristo pagó para redimirnos (traducción de J. Vernon McGee, Th.D., Thru the Bible, Thomas Nelson Publishers, 1983, vol. 5, p. 560).

Eso es lo que toda persona perdida necesita hoy en día. Si no eres salvo debes venir al verdadero, Cristo físicamente resucitado – a la diestra del Padre. Él murió en la Cruz para expiar por tus pecados. Y tú debes también ser limpiado de todo pecado por Su Sangre porque:

“La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado”
      (I Juan 1:7).

Por favor pónganse de pie y canten la última canción en su cancionero.

¿Eres tú lavado hoy,
   En la Sangre que el cordero derramó?
¿Son tus ropas blancas? ¿Cuál la nieve son?
   ¿Te ha lavado la Sangre de Jesús?
(Traducción libre de “Are You Washed in the Blood of the Lamb?”
   de Elisha A. Hoffman, 1839-1929).

(FIN DEL SERMÓN)
Puedes leer los sermones de Dr. Hymers cada semana en el Internet
en www.realconversion.com. Oprime “Sermones en Español”.

La Escritura Leída por el Dr. Kreighton L. Chan Antes Del Sermón: Lucas 24:38-43.
El Solo Cantado por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith Antes Del Sermón:
“The Strife Is O’er” (traducido por Francis Pott, 1832-1909).

EL BOSQUEJO DE

¡CARNE VERDADERA! ¡HUESOS VERDADEROS!
¡SANGRE VERDADERA! – PARTE II

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

“Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo” (Lucas 24:39).

I.   Primero, yo creo que es importante porque muestra que el
cuerpo resucitado de Jesús era un cuerpo verdadero de
carne y hueso no un espíritu o “fantasma”, I Corintios
15:1, 3, 4, 50; Lucas 24:51.

II.  Segundo, yo creo que es importante porque los racionalistas
modernos han dicho que la carne de Cristo no resucitó de los
muertos y ascendió de vuelta al Cielo, Lucas 24:39, 51.

III. Tercero, yo creo que es importante porque el racionalismo niega
que algo de la Sangre de Cristo está en el Cielo, Lucas
24:41-43, 51, I Corintios 15:50; Lucas 22:15-18, 30;
Hebreos 12:22-24; Hebreos 11:5; II Reyes 2:11; I Juan 1:7.