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LOS AGUIJONES DE DIOS

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

Un sermón predicado la Tarde del Día del Señor, 14 de Enero de 2007
en el Tabernáculo Bautista de Los Angeles

“Dura cosa te es dar coces contra el aguijón” (Hechos 9:5).


Saulo de Tarso era uno de los hombres más brillantes de su día. Sin duda era graduado de la Universidad de Tarso, que era la universidad más grande de la época. También era estudiante de la escuela del gran escolar Hebreo, Gamaliel. Fue entrenado en los detalles de la religión Judía. Pero no conocía personalmente a Jesucristo. De hecho, estaba tan rebelde contra Cristo que hacía todo lo posible para perseguir, difamar y destruir a los primeros Cristianos.

Un día, fue de viaje a Damasco para conseguir cartas de las autoridades que le permitirían perseguir con mayor fervor a aquellos Cristianos. Yendo de camino a Damasco para obtener dichas cartas, una luz brilló del Cielo a su alrededor y él cayó a tierra. Luego oyó la voz de Jesús que le decía:

“Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón” (Hechos 9:4-5).

Este es el principio de la conversión de Saulo de Tarso. Digo “el principio” porque él todavía no había sido convertido. Él llegaría a la ciudad, oraría, y luego se entrevistaría con un líder Cristiano llamado Ananás, algo bastante semejante a las entrevistas que tenemos en el cuarto de consejo en nuestra iglesia. Fue en esa situación, en un ambiente como el de nuestro cuarto de consejo que “él recibió la vista,” fue convertido, y se convirtió en el Apóstol Pablo, el más grande predicador y defensor de la Cristiandad de todas las edades.

Pero volvamos a aquel tiempo, tres días antes de su conversión, cuando Jesús le habló a su corazón, diciendo:

“Dura cosa te es dar coces contra el aguijón” (Hechos 9:5).

El Dr. John Gill nos dice lo que significan estas palabras. Respecto a las palabras de Jesús a Saulo, el Dr. Gill dijo lo siguiente:

Dura cosa te es dar coces contra el aguijón, o resistirme...es un refrán que se toma de las bestias que tienen aguijones, que dan coces contra los aguijones o espuelas, y se lastiman más al hacerlo, y Cristo lo usa, sugiriendo así que si Pablo continua persiguiéndolo a Él o a Su gente, oponiéndose al Evangelio... se hallaría...grandemente lastimado por ello (traducción literal de John Gill, D.D., An Exposition of the New Testament, The Baptist Standard Bearer, impreso en 1989, tomo II, p. 224).

Algunos de ustedes aquí esta noche están haciendo exactamente lo que Pablo hacía antes de ser convertido. Estás dando coces contra los aguijones, igual que un buey que no quiere arar da coces contra los aguijones, los aguijones punzantes que usa el granjero para que el animal se mueva y haga su trabajo. Y Jesús también te dice:

“Dura cosa te es dar coces contra el aguijón” (Hechos 9:5).

I. Primero, cuales son los aguijones contra los que das coces.

Tú das coces contra los aguijones de Dios porque quieres quedarte inconverso. No importa lo que digas o sientas, estás dando coces contra los aguijes que Dios está usando para que te muevas, para que vengas a Cristo para la salvación completa en Él.

El primer aguijón contra el que das coces es la predicación de la ley de Dios. Tú has oído sermones muy duros de “ley” estos últimos días, sermones que te muestran que estás en peligro de cometer el pecado imperdonable, en peligro de ser dado a la reprobación por tu terquedad. También has oído sermones fuertes sobre el Infierno, y del gran peligro en que te hallas de ir allí para toda la eternidad. Estos sermones no han sido fáciles ni placenteros. Por eso les llamamos sermones de “ley.” Se han dado para despertarte al peligro en que te encuentras. El sermón de Dr. Cagan sobre el Ultimo Juicio se trataba de que Dios leerá tus pecados en Sus “libros” y te condenará al Infierno por tus pecados que Dios ha anotado contra ti, y que te condenarán en el Ultimo Juicio de los pecadores perdidos, el Juicio del Gran Trono Blanco.

Pero tú has dado coces contra los aguijones de esos sermones. Has rehusado ser aguijoneado por ellos a un estado de despertamiento. Has dado coces contra estos sermones porque no querías que los aguijones punzantes de la ley de Dios te despertara y te moviera a venir a Cristo.

El segundo aguijón contra el que has dado coces estas ultimas noches es el aguijonear del Espíritu Santo cuando vino vez tras vez a convencerte

“De pecado, por cuanto [tú] no crees en [Cristo]” (Juan 16:9).

Estos son los dos aguijones principales que Dios ha usado para moverte a ver que eres gran pecador, un gran pecador en gran peligro. Pero has dado coces interiormente contra la predicación de la ley de Dios, que te condena como pecador. Y has dado coces contra la convicción del Espíritu Santo, cuando viene a convencerte de tu pecado. Tu has mofado y alejado la convicción del Espíritu Santo al dar coces contra Él, cuando aguijonea tu conciencia, para mostrarte la profundidad de tu rebelión contra Cristo. Pero yo digo que Jesús estuvo correcto al decir:

“Dura cosa te es dar coces contra el aguijón” (Hechos 9:5).

II. Segundo, cómo das coces contra los aguijones de Dios.

Algunos de ustedes dan coces contra los aguijones de Dios al no ponerle atención al sermón y la consejería. Tú dejas que tu mente vague, y al hacerlo, le das al Diablo la oportunidad de

“quitar de [tu] corazón la palabra, para que no [creas] y [te salves]” (Lucas 8:12).

Otros en su mente alegan con el predicador cuando él aguijonea con los aguijones de la ley de Dios. En vez de ceder a la predicación, y de estar de acuerdo con lo que el predicador dice sobre tu corazón pecaminoso, tú piensas en excusa tras excusa para darte alivio de los aguijones dolorosos de los sermones. Algunos no ponen atención en escuchar las palabras del diácono cuando te aconseja. No te gusta lo que dice sobre tu pecado, así que das coces contra los aguijones de Dios, rehusando permitir que las palabras del diácono te aguijoneen y te muevan a la fe en Cristo.

Hasta hay algunos que faltaron a reuniones importantes la semana pasada para evadir ser aguijoneados en sus corazones por el pecado en sus vidas.

Y hay algunos que tratan lo mejor que pueden de evitar del todo los aguijones. Te sientes frustrado. Quieres que ya se acabe todo porque te molesta y enoja. Pero no estás convencido de pecado. ¡Oh, no! Simplemente estás decepcionado que el diácono no te declara salvo, y te deja ir de igual manera, a una vida de egoísmo y pecado. Pero tal frustración y decepción, aunque te salgan lagrimas, no es señal alguna de que estás listo a rendirle tu corazón a Jesucristo. ¡Oh, no! Tu decepción es como la de Caín. Cuando Caín fue confrontado con su pecado, la Biblia dice que:

“Decayó su semblante” (Genesis 4:5).

Quiere decir que su semblante demostraba que estaba frustrado y desilusionado. Pero Caín rehusó la Sangre. Caín rehusó admitir su pecado y venir a Cristo para limpieza en la Sangre

“del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo” (Apocalipsis 13:8).

E igual tu cara muestra la frustración y la desilusión – pero, igual que Caín, rehúsas entrar en convicción, arrepentirte y volverte a Jesucristo. Pero yo digo que esto te mantiene en un estado de mente infeliz. Cosa dura te es dar coces contra los pinchazos de la ley y la convicción del Espíritu Santo. Te hace sentir deprimido, confundido y sin esperanza. ¡Qué horrible vivir en ese estado de mente, infeliz y de temor! Yo digo, con Jesús:

Dura cosa te es dar coces contra el aguijón” (Hechos 9:5).

III. Tercero, cómo parar de dar coces contra los aguijones de Dios.

Primero, determínalo en tu corazón, y dile a Cristo, “Señor, he dado suficiente coces contra ti. Ahora me rindo a ti.” Dile eso a Jesús honestamente y Él te ayudará.

“Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo” (I Pedro 5:6).

Ríndele tu corazón a Cristo y Él te “[exaltará] cuando fuere tiempo,” y Él limpiará tus pecados por Su Sangre y te vestirá en Su justicia perfecta.

Segundo, deja de dar coces contra los aguijones de Dios obedeciendo activamente lo que te dice el diácono en el cuarto de consejo. ¿No fue exactamente eso lo que Pablo hizo después de que Jesús le dijo cuan dura cosa le era dar coces contra el aguijón? ¿Recuerdas la siguiente cosa que dijo Pablo? Él dijo:

“Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer”
      (Hechos 9:6).

Y es eso exactamente lo que se te dice esta noche; Levántate, y entra al cuarto de consejo, y se te dirá lo que debes hacer.

Cuando dejes el dar de coces contra los aguijones de Dios, entrarás en ese cuarto de consejo y harás exactamente lo que diácono te diga. Y antes de que pase mucho tiempo, quizá esta misma noche, tú tendrás

“paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1).

¡Amen!

(FIN DEL SERMÓN)
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La Escritura Leída por Dr. Kreighton L. Chan Antes del Sermón: Hechos 9:1-6.
El Solo Cantado por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith Antes del Sermón:
“Yes, I Know” (por Anna W. Waterman, 1920).


EL BOSQUEJO DE

LOS AGUIJONES DE DIOS

por Dr. R. L. Hymers, Jr.


“Dura cosa te es dar coces contra el aguijón” (Hechos 9:5).

(Hechos 9:4-5)

I.   Primero, cuales son los aguijones contra los que das coces,
John 16:9.

II.  Segundo, cómo das coces contra los aguijones de Dios,
Lucas 8:12; Genesis 4:5; Apocalipsis 13:8.

III. Tercero, cómo parar de dar coces contra los aguijones de Dios,
I Pedro 5:6; Hechos 9:6; Romanos 5:1.