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CRISTO FORTALECIENDO A SU PUEBLO

por Dr. R. L. Hymers, Jr.


Un sermón predicado en la Tarde del Día del Señor, 11 de Junio de 2006
en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles

“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”
(Filipenses 4:13).


Este es el “verso de mi vida.” Yo no lo elegí. Sería más cierto decir que me eligió a mi. Déjame contarte cómo sucedió.

Mi padre era vendedor de electro-domésticos, y él había dejado la escuela secundaria. Mi madre tambien dejó la escuela. Lo cual era algo muy común en la década de 1920 y a principios de los años 30, ya que en aquellos días la Gran Depresión forzó a muchos jóvenes a trabajar a una edad muy tierna.

Yo era un niño enfermizo y faltaba mucho a la escuela. Aprendí a leer y a escribir, y pasaba mucho tiempo leyendo, pero nunca dominé las matemáticas, y hasta el día de hoy no me puedo de memoria las tablas de multiplicar. Aprendí poco de las matemáticas aparte de sumar y restar, y un poquito de división. Aplacé en álgebra en la escuela secundaria. Aplacé en la química. Aplacé Latín, que era una materia requerida en ese entonces. Y saqué una “D” en Español. Las únicas materias que dominé eran la oratoria y drama. Yo era un miserable fracaso en las demás materias. Me salí de la escuela secundaria en el onceavo grado, y tuve empleos varios por un año.

Pero había experimentado un llamado divino al ministerio. Yo sabía que estaba llamado a predicar, lo sabía bien por dentro. Mas se me dijo que tenía que ir a la universidad para ser predicador Bautista del Sur. Esto me dejó en un dilema terrible, una situación terrible. Yo tenía que hacer algo que estaba fuera del alcance de mi propia habilidad humana. Me hallaba en tal dilema que el solo pensamiento de la universidad me hacía perder el sueño y las manos sudar.

Por fin regresé a la escuela secundaria y batallé el ultimo año y me gradué. En aquel entonces me parecía un milagro, y todavía me parece eso. Pero tuve que encarar ¡la universidad! La misma palabra “universidad” me causaba tener pensamientos horribles de fracaso, porque yo sabía en lo más profundo de mi alma, que no era buen candidato para la universidad. Yo era un horrible fracaso en lo académico, y lo sabía. Sin embargo, tenía enfrente la universidad como un obstáculo de Kafka, una pared que no se puede subir, sobre la cual no podía pasar, no tenía fuerzas para vencer, ni la habilidad de tener éxito.

Al comenzar la universidad tuve mucho miedo de fracasar. Y como Job, dije:

“Porque el temor que me espantaba me ha venido, Y me ha acontecido lo que yo temía” (Job 3:25).

Fracasé mi primer año universitario, tal como me lo temía.

Me fui a trabajar, primero en el departamento de mapas del Departamento de La Policía de Los Angeles, y luego en un estacionamiento del Edificio de Gobierno Estatal en 107 Sur Broadway. Mas el llamado de Dios a predicar no me dejaba en paz. Como lo puso Jeremías:

“Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude [No aguanté más]” (Jeremías 20:9).

Simplemente tenía que predicar, sin importar qué obstáculo hubiese en el camino.

En aquel entonces conseguí un trabajo en el Edificio del Estado, entregando el correo interno de la oficina para la División de Corporaciones, desde las ocho de la mañana hasta las cinco de la tarde. Fue poco tiempo después de haber tomado este empleo de cuarenta horas a la semana que me matriculé con mucho temor en dos clases de noche en Los Angeles City College: Psicología 1 e Inglés 21. Fue entonces también que Dios me dio Filipenses 4:13. Yo estaba leyendo un librito de un autor liberal. Uno de los capítulos estaba basado en este verso. No fueron las palabras del autor liberal las que me cambiaron. No, sino que el texto mismo.

“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13).

La verdad en aquel verso entró en mi mente como un relámpago. Fui sobrecargado con energía por ello. Me lancé a aquellas dos clases, estudié con toda mi mente y concentración, y saqué una B en el curso de Psicología y una A en el curso de Inglés. Ya marchaba sobre ruedas. Sin tomar nunca ni una sola clase antes de las 5:00 PM, laborando cuarenta horas a la semana en el trabajo secular, pude, por la mera gracia de Dios, graduarme de Los Angeles City College y de Cal State L.A. en seis años de escuela nocturna. En los estudios mayores, en los últimos dos años, mi average era B+, y estuve en la lista del Decano en un trimestre, lo cual no era poca cosa para un joven que no sabía las tablas de multiplicar y que había anteriormente fracasado en la escuela secundaria en la universidad.

Para mí la universidad fue una experiencia larga y cansada. Yo no tenía amistades afuera de mi iglesia. No tome días de fiesta, no iba fiestas, no salía en citas, no tenía relajamiento ni “diversión.” No fue nada aparte de arduo trabajo de las 6:30 de la mañana hasta la media noche – cinco días a la semana, con un horario igual de trabajo duro estudiando doce horas los Sábados, y trabajando en la iglesia varias horas todos los Domingos. Me sentía como uno de los caracteres de Dickens clavando las uñas y trabajando hacia la salida de un mundo oscuro. Pero la hice y me gradué en la lista del Decano. El Senador George Murphy habló en mi graduación de Cal State y me dio en persona el apretón de manos y aquel diploma bien ganado. Aquella noche, después de haberme graduado, el corazón mi saltaba de gozo. Yo sabía que la Biblia era verdad. Se había validado en mi graduación de la universidad. Despues yo gane un titulo de Maestro y tres doctorados ganados. Tambien me han dado un diploma honorario en literature – ¡ninguna cosa pequeña por um muchacho que no sabia como multiplicar, y que habia fracasado en ambas la escuela secundaria y la universidad! 

“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13).

Pero les doy una palabra de precaución a aquellos que toman la promesa de este verso sin tener cuidado. Te advierto que no la cites ligeramente, ni que tomes esta promesa como tuya propia, a menos que Dios Mismo te ilumine y transforme por medio de ella, porque

“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”

no es simplemente una frase de motivación. ¡Oh no! Revela una de las verdades más profundas en la Biblia. Hay una gran lección en este texto.

“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13).

El Apóstol Pablo experimentó esto en su propia vida. No quería decir que podía hacerlo todo. Obviamente hubo ciertas cosas que él no podía hacer. Pero sí quería decir que él podía hacer todo lo que Dios requería de él. Albert Barnes dijo:

Su propia experiencia en los cambios varios de la vida lo habían llevado a esta conclusión, y ahora expresaba la firme certeza de que nada le sería requerido que él no pudiese llegar a cumplir. En Pablo, esta declaración no era una vana confianza en sí mismo, ni el mero resultado de la experiencia anterior. Él sabía muy bien de dónde podía sacar las fuerzas para hacerlo todo, y se apoyaba confiadamente en ese brazo que podía sostenerlo (traducción libre de Albert Barnes, Notes on the New Testament, Baker Book House, reimpresión de 1983, nota sobre Filipenses 4:13).

Esto no quiere decir que Pablo era súper-humano. Él tuvo un “aguijón en mi [la] carne” (II Corintios 12:7). Sea lo que haya sido, Dios le dijo:

“Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad” (II Corintios 12:9).

Spurgeon dijo:

No cabe duda de que Jesucristo hace fuerte a su gente fortaleciendo la fe de ellos. Es admirable que muchos pobres Cristianos tímidos y dudosos en los tiempos de la persecución de Mary [la reina sanguinaria] al ser arrestados temían no poder soportar en fuego, pero lo más singular fue que ellos eran los más valientes...Cuando John Ardley fue llevado ante el Obispo Bonner, Bonner lo mofaba diciendo: “No vas a poder aguantar el fuego”...Ardley le dijo: “No tengo temor de probarlo, y te digo, Obispo, si yo tuviese tantas vidas como pelo en la cabeza, las daría todas, antes de renunciar a Cristo.” Aquel mismo terrible [Obispo] puso la mano de John Tomkins sobre una candela, dedo por dedo, diciéndole: “Te daré a probar el fuego antes de llegar allí,” y cuando el dedo se le ampolló y reventó, Tomkins sonrió, y hasta se rió ante su atormentador, estando listo para sufrir de igual modo en cada miembro de su cuerpo...Mira al viejo Ignacio. Lo llevaron al circo Romano, y después de ser mofado por el emperador [Romano] y de las burlas de la multitud, le soltaron los leones, él metió su brazo en la boca de un león, el pobre anciano, y al tronar sus huesos, dijo: “Ahora comienzo a ser Cristiano”...Y [John] Rogers, el primero que fue matado por Cristo en Inglaterra, también murió cantando – como si un ejercito de mártires marchase con banda de guerra delante de él...¡Qué maravilloso argumento para probar nuestro texto! Ciertamente los Cristianos lo pueden todo en Cristo que los fortalece (traducción libre de C. H. Spurgeon, “All-Sufficiency Magnified,” The New Park Street Pulpit, Pilgrim Publications, reimpresión de 1981, tomo VI, p. 481).

Para conseguir esta fuerza tienes que venir a Cristo por fe. Él pagó la pena por tu pecado sobre la Cruz. Él derramó Su Sangre preciosa para redimir tu alma de la condenación. Él resucitó victorioso de la sepultura. Él vive arriba, a la diestra de Dios. Ven a Cristo por fe. Reposa tu corazón y alma sobre Él. Él no solamente te salvará – Él te mantendrá salvo. Y al pasar de los años, verás vez tras vez, que su poder es suficiente para ti, ahora y para siempre. Y al final, cuando estés en las doradas calles del Cielo, comprenderás por completo el significado de las palabras:

“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13).

(FIN DEL SERMN)
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La Escritura Leída por el Dr. Kreighton L. Chan Antes del Sermón:
II Corintios 11:24-30; 12:7-10.
El Solo Cantado por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith Antes del Sermón:
“Great is Thy Faithfulness” (por Thomas O. Chisholm, 1866-1960).


EL BOSQUEJO DE

CRISTO FORTALECIENDO A SU PUEBLO

por Dr. R. L. Hymers, Jr.


“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”
(Filipenses 4:13).

(Job 3:25; Jeremías 20:9; II Corintios 12:7, 9)