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HE AQUÍ EL CORDERO DE DIOS

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles
La Mañana del Día del Señor, 5 de Octubre, 2014

“El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29).


El único propósito de Juan Bautista era hablar de Jesús. Que podamos ser como Juan. Que tengamos un mensaje, “Jesucristo, y a éste crucificado” (I Corintios 2:2). Nacimos para ese propósito: para hablar de Jesús, y hablar de Su poder para salvar a hombres y mujeres pecadores.

Ese fue el propósito de Juan el Bautista – decirles a las personas que Jesús había venido para quitarles su pecado. Él no dijo: “He aquí el gran Ejemplo”. Él no dijo: “He aquí el gran Maestro”, a pesar de que pudo haber dicho esas cosas acerca de Jesús. Pero esas no fueron las cosas principales que dijo acerca de Jesús. Lo primero de lo que Juan habló fue, “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. Su tema principal fue Jesús como el Salvador del pecado del hombre.

Spurgeon predicó un sermón contundente sobre este texto en Octubre de 1887. Esta fue la respuesta de Spurgeon en la “Controversia de la Degradación”. Fue la última batalla de la vida de Spurgeon. Otros predicadores hablaban de Jesús como nuestro ejemplo. Ellos criticaron la predicación de Spurgeon sobre Jesús- el sustituto del pecador en la Cruz. Dijeron que el mensaje de Spurgeon era anticuado, una religión de Sangre. Ya no querían oír que Jesús fue nuestro sustituto por el pecado en la Cruz. No tardarían en llamarla una “religión del matadero”. Debo decir ahora que este sermón es una adaptación de Spurgeon. Fue su respuesta de apertura a los teólogos liberales en la “Controversia de la Degradación”.

Hoy en día yo no sé de ningún predicador que ataque el sacrificio de Sangre de Jesús. John McArthur degrada la Sangre, pero no la ataca. Pero hay un ataque más sutil y oculto hacia la Cruz de Jesús. En lugar de atacar la muerte sustituta de Jesús, simplemente no la mencionan en sus sermones. ¿Cómo sucedió eso? Sucedió porque los predicadores han hecho el pecado una cosa tan pequeña que ellos no tienen que mencionarlo. Por ejemplo, escucha las palabras de Joel Osteen. Cuando Larry King le hizo una entrevista en la televisión, King le preguntó al señor Osteen si él usaba la palabra “pecadores”. El señor Osteen dijo, “Yo no la uso. Nunca pensé en eso...cuando llegan a la iglesia quiero decirles que pueden cambiar” (traducción de Michael Horton, Ph.D., Christless Christianity, Baker Books, 2008, pp. 75, 76).

Es notable que Osteen nunca use la palabra “pecadores”. ¡Lo que es aún más sorprendente es que él ni siquiera “pensó sobre” eso! Con que razón no predica sobre Jesús como “el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. Todo lo que él predica es, “tú puedes cambiar”. Supongamos que puedes “cambiar”. ¿Cómo quitaría eso tus pecados del registro de Dios? ¿Cómo “cambiar” quitaría los pecados que ya se encuentran en el registro de Dios?

Se supone que todos los que han hecho una decisión son Cristianos. Un predicador le dice a la gente, como lo hace Osteen, “Di esta oración conmigo”, o les piden que alcen la mano si quieren ser un Cristiano. ¡Entonces se asume que son Cristianos nacidos de nuevo! No hay necesidad de predicar sobre “el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. ¡Todo lo que tienes que hacer ahora es “decirles que pueden cambiar” (ibid.), y enseñarles a hacerlo!

¡Así tenemos iglesias donde el pastor está constantemente enseñándoles a los pecadores perdidos cómo vivir una vida mejor! No se necesitan sermones del Evangelio. Todos ya son “Cristianos”. Todo lo que tienes que hacer es enseñarles a vivir la vida Cristiana. Esto hace su predicación aceptable a los pecadores perdidos. Todo lo que tienes que hacer es alzar la mano o decir una oración. No hay necesidad de predicar de tu pecado. Y no hay necesidad de predicar sobre “el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. No hay necesidad de decirle a la gente que son “pecadores”. No hay necesidad de siquiera pensar en el pecado, como Joel Osteen le dijo a Larry King en esa entrevista de televisión. El Dr. Martyn Lloyd-Jones dijo que cuando un predicador presenta el Evangelio “de tal manera que va a ser más fácil para el hombre moderno creerlo, es una negación del evangelio. ‘El tropiezo de la cruz’ (Gálatas 5:11) se ha ido... Todo eso está completamente equivocado” (traducción de Martyn Lloyd-Jones, M.D., Knowing the Times, The Banner of Truth Trust, 1989, pp. 212, 214).

Los evangélicos tienden a quitar cosas de su predicación para que el mensaje sea más aceptable a los pecadores. Ellos han estado haciendo eso durante años. El Dr. Lloyd-Jones dijo: “Está completamente equivocado”. Tomemos, por ejemplo, la nueva película-evangélica, “Dejado Atrás”, basada en las novelas de Tim LaHaye sobre el “rapto”. Le pedí a mi amigo David que la viera y me diera un informe. ¡David me dijo que no hay ninguna mención de Jesús en la película! Dijo que un Musulmán le dice a la gente que oren a Dios. Alguien le pregunta: “¿Cuál Dios?” El Musulmán dijo, “a dios” – como si no hubiera ninguna diferencia entre Alá y el Dios de la Biblia. Esto se hizo para hacer la película “políticamente correcta”. Pero cuando mezclas a Alá y a Dios, y nunca hablas de Jesús, lo que queda está “completamente equivocado”, como dijo el Dr. Lloyd-Jones. Lo que David describió de la película “Dejado Atrás” es lo que Francis Schaeffer llamó “El Gran Desastre Evangélico”. Al igual que gran parte de nuestra predicación de hoy, el Evangelio es diluido, la idea del pecado es eliminada, la muerte de Jesús para pagar por nuestros pecados es dejada fuera, ¡y yo no creo que haga que alguien sea salvo! “Está completamente equivocado”. Es inútil intentar de “enseñarle” a los perdidos.

Pero Juan el Bautista no trató de “enseñar” a los perdidos a ser Cristianos. Él proclamó valientemente el Evangelio a su público perdido.

“He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29).

¡Oh Dios, oro que me ayude a predicar como Juan toda la vida! ¡Y que nunca haya un hombre en este púlpito que haga el Evangelio “más fácil para el hombre moderno creerlo”! ¡Que los que hablen de este púlpito perpetuamente prediquen a Cristo Jesús como el único sacrificio por el pecado! Que ellos siempre sean como Juan el Bautista. ¡Que siempre tengan sus pensamientos centrados en la Sangre de Jesús, y Su muerte expiatoria en la Cruz!

Durante el poco tiempo que pueda tener en la tierra, me quiero centrar en el Cordero de Dios, el Salvador Jesucristo. Voy a predicar que no hay expiación excepto por la sustitución – y no sustituto sino Jesucristo. “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores” (Isaías 53:4). Ciertamente “llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero” (I Pedro 2:24). Seguramente fuimos limpiados de nuestros pecados “con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación” (I Pedro 1:19). Ciertamente, Él es “el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29). ¡Me he dedicado a predicar esas verdades hasta el fin de mi vida!

“He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29).

Por favor nota varias cosas acerca de este gran texto.

I. Primero, Juan vio a Jesús personalmente como su sacrificio por el pecado.

Juan dijo: “He aquí el Cordero de Dios...” La palabra Griega traducida como “He aquí” significa “mirar” o “ver”. El texto podría ser traducido – “¡Mira! El Cordero de Dios” o “¡Ve! el Cordero de Dios...” ¡Es una expresión de sorpresa! Ten en cuenta que Juan dijo dos veces en este capítulo: “Yo no le conocía” (v. 31). “Yo no le conocía” (v. 33). Algunos expositores dicen que Juan y Jesús nunca se habían visto antes. Pero me parece muy difícil de creer. Veo un significado diferente aquí. Cuando bebé, Juan el Bautista saltó en el vientre de su madre cuando ella se acercó a Jesús estando en el vientre de María. Juan conocía a Jesús, pero él no le conocía como el portador del pecado. Juan conocía a Jesús como persona, como ser humano. Pero él no conocía a Jesús como el que “quita el pecado del mundo”. Cuando Juan sumergió a Jesús bajo las aguas del Jordán, oyó a Dios decir: “Este es mi Hijo amado”. ¡Es ahí cuando Juan supo, y estaba seguro! Después él nunca dijo: “Pienso que este es el Cordero de Dios” o “Este podría ser el Hijo de Dios”. ¡No! Después de ese encuentro en el río Jordán Juan estaba seguro. Él dijo:

“He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29).

Al igual que Juan, oro que cada uno de ustedes conozca a Jesús Mismo – ¡y que tú lo conozcas como el que quita tus pecados! No sirve de nada leer pequeños libros de la escuela dominical acerca de Jesús. Ni siquiera te ayudará ver esa película impactante, “La Pasión de Cristo”. ¡No! ¡No! Debes mirar a Jesús Mismo por fe. Yo no predico la doctrina de la expiación de Jesús como una de muchas teorías. No – ¡yo predico de mi propia experiencia! Cuando miré a Jesús como muchacho de veinte años de edad, ¡Él quitó mi pecado! ¡Mis pecados fueron limpiados por la Sangre de Jesús en el momento que lo vi por fe! ¡Cuando miré a Jesús fui salvo, allí mismo! “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”.

II. Segundo, Juan vio a Jesús como el único sacrificio por el pecado.

“He aquí el Cordero de Dios...” La pequeña palabra Griega es “ho”. Significa “el”. El texto no dice: “He aquí uno de los Corderos de Dios que quita el pecado del mundo”. ¡No! ¡No! ¡Eso es lo que los filósofos ciegos de este mundo dicen! Pero están equivocados. ¡Buda no puede hacerlo! ¡Mahoma no puede hacerlo! ¡Los Mormones no pueden hacerlo! ¡Los Testigos de Jehová no pueden hacerlo! ¡Los sacerdotes no pueden hacerlo! ¡No! ¡No! ¡Ninguno de ellos puede quitar tu pecado! ¡Sólo Jesús puede hacerlo! “He aquí el Cordero de Dios” – ¡el único Cordero de Dios por el cual nuestros pecados pueden ser quitados! Horatius Bonar dijo:

En Jesús pongo mis pecados,
   El Cordero de Dios;
Él lo lleva y nos libera,
   De la maldición.
A Jesús traigo mi culpa,
   Para que limpie mis manchas
En Su preciosa sangre,
   Hasta que no quede nada.
(Traducción libre de “The Burden-Bearer” por Horatius Bonar, 1808-1889;
      al son de “The Church’s One Foundation”).

III. Tercero, Juan vio a Jesús como el sacrificio de Dios.

Él dijo: “He aquí el Cordero de Dios...” Dios tiene un solo Hijo, Su Hijo unigénito. Y la Biblia dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito” (Juan 3:16). Dios dio a Su Hijo unigénito como sacrificio en la Cruz. Si piensas en eso, ¿quién sino Dios podría haber proporcionado un sacrificio por el pecado del mundo? Dios Mismo debe proveer el sacrificio. Y que el sacrificio debe ser el Hijo unigénito de Dios. Nadie más en todo el universo sino Jesús, el Hijo de Dios Mismo, podría pagar la pena por nuestro pecado. ¡El Hijo de Dios se convirtió en el sustituto de los pecadores, pagando la deuda del pecado de ellos en la Cruz!

IV. Cuarto, Juan vio a Jesús como el único que quita nuestro pecado.

Él dijo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. La Biblia dice, “Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros” (Isaías 53:6). Nuestro pecado fue puesto sobre Jesús, “Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero” – en la Cruz (I Pedro 2:24). Y cuando nuestros pecados fueron puestos sobre Jesús, “era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra” (Lucas 22:44). El Dr. John R. Rice lo dijo muy bien,

Todos mis pecados fueron puestos en Jesús;
   En la cruz mi culpa Él pagó.
Él clamó, “¡Consumado es!”
   En la tumba puesto fue.
(Traducción libre de “Resting in His Promise”
      por Dr. John R. Rice, 1895-1980).

Un antiguo himno de niños lo dijo así:

Él sabía lo impío que somos,
   Y sabía que Dios debe castigar el pecado;
Así que por lástima Jesús dijo,
   Que en vez el soportaría el castigo.

173La mejor parte es que Jesús no sólo llevó nuestros pecados, sino que los quitó! Él es “el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. Si confías en Jesús, no necesitas preguntar: “¿Dónde está mi pecado?” ¡Jesús lo quitó! Tu pecado puede ser quitado porque Jesús es “el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. Sin embargo, hay un punto más

.

V. Quinto, Juan vio a Jesús quitando el pecado continuamente.

¡Alabado sea Dios! Él dijo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. Juan no habla en el tiempo pasado, ni en el tiempo futuro. Él habla en tiempo presente – “Él quita el pecado del mundo”. Dijo Spurgeon,

Tengo un Salvador hoy tan fresco y lleno de poder como si hubiera sido crucificado por mi pecado esta misma mañana. Ahora es tan capaz de salvarme como si estuviera en la cruz [en este momento]. [Su sangre] está siempre fluyendo para la eliminación de mi culpa, eternamente eficaz, sin cesar limpiando el pecado...Esta es la verdad que hay que ver más allá de todas las demás – “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del el mundo” (traducción de C. H. Spurgeon, “Behold the Lamb of God,” The Metropolitan Tabernacle Pulpit, volume 33, Pilgrim Publications, 1974, p. 573).

Pero tú mismo tienes que confiar en el Cordero de Dios. Debes conocer a Jesús por ti mismo. Tú mismo debes creer en Él. Él seguramente quitará tu pecado en el momento que tú mismo confíes en Él. ¡Él te liberará de la culpa del pecado para siempre! Jesús quita el pecado para que nunca más te atormente. Pero Jesús no te va a quitar el pecado hasta que confíes en Él. ¡Lanza tu alma sobre el Cordero de Dios ahora, esta misma mañana! ¡Él te salva! ¡Él te salva! ¡Él te salvará! Por favor pónganse de pie y canten el himno número 7 en su cancionero, “Vengo ya Jesús”.

Te escucho, oh Jesús, llamándome a mí,
   Para que limpio pueda ser, hoy en Tu sangre así.
¡Vengo ya Jesús! ¡Vengo hacia Ti!
   Lávame en Tu sangre que, fluyó Jesús por mí.
(Traducción libre de “I Am Coming, Lord” por Lewis Hartsough, 1828-1919).

Dr. Chan, por favor guíenos en oración. Amén.

(FIN DEL SERMÓN)
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La Escritura Leída por Sr. Abel Prudhomme Antes del Sermón: Juan 1:22-29.
El Solo Cantado por el Sr. Benjamín Kincaid Griffith Antes del Sermón:
“Nor Silver Nor Gold” (por James M. Gray, 1851-1935).


EL BOSQUEJO DE

HE AQUÍ EL CORDERO DE DIOS

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

“El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29).

(I Corintios 2:2; Gálatas 5:11; Isaías 53:4; I Pedro 2:24; 1:19)

I.   Primero, Juan vio a Jesús personalmente como su sacrificio por el
pecado, Juan 1:31, 33.

II.  Segundo, Juan vio a Jesús como el único sacrificio por el pecado,
Juan 1:29.

III. Tercero, Juan vio a Jesús como el sacrificio de Dios, Juan 3:16.

IV. Cuarto, Juan vio a Jesús como el único que quita nuestro pecado,
Isaías 53:6; I Pedro 2:24; Lucas 22:44.

V.  Quinto, Juan vio a Jesús quitando el pecado continuamente,
Juan 1:29.